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Silvicultura: Indispensable para el desarrollo

Entrevista con el director general de la FAO Edouard Saouma

El Director General de la FAO Edouard Saouma

Unasylva: Sr. Director General, el año 1985 señala el cuadragésimo aniversario de la FAO. En el se celebrará también el IX Congreso Forestal Mundial, en México, D.F. En vista de estos dos importantes acontecimientos, Unasylva le agradecería que manifestara su opinión sobre el estado de la silvicultura en el mundo en general, y sobre los programas forestales de la FAO en particular.

Sr. Saouma: Ante todo, deseo recalcar la importancia que, en mi opinión, tienen los bosques para la estabilidad ambiental de nuestro planeta y para la calidad de la vida. En primer lugar, por su extensión: los bosques cubren la tercera parte de la superficie terrestre del globo. Prácticamente, la mitad de la población mundial vive en zonas que dependen directamente de cuencas hidrográficas boscosas. Los productos forestales representan 55000 millones de dólares EE.UU. del comercio internacional, lo cual hace de ellos uno de los productos básicos más importantes del mundo. Quinientos millones de personas practican alguna forma de cultivo migratorio y agricultura de largos períodos de barbecho en terrenos básicamente forestales. En segundo lugar, los bosques revisten importancia por ser fuente de una gran cantidad de bienes y servicios. Proporcionan madera para la construcción, chapas de madera, pasta y papel, tableros y muchos otros productos; abastecen de leña a 2000 millones de personas y suministran forraje para los animales. Pero su contribución más importante la aportan a la producción agrícola, mediante la protección de los suelos, la conservación del agua y el mejoramiento del microclima. Los bosques encierran también un gran número de los recursos fitogénicos mundiales, inclusive las variedades silvestres de los principales cultivos; constituyen además el hábitat de la flora y la fauna silvestres y sirven como lugar de esparcimiento.

Unasylva: En muchas ocasiones ha afirmado usted que los bosques desempeñan un importante papel en el desarrollo rural. ¿Quisiera dar más detalles acerca de este punto?

Sr. Saouma: En la Conferencia Mundial sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural organizada por la FAO en 1979, se recalcó el hecho de que sin desarrollo rural no puede haber desarrollo nacional. Sin desarrollo rural continuará la migración masiva de campesinos pobres a las ciudades. Esta corriente migratoria se ve estimulada por el crecimiento demográfico que, a pesar de los alentadores progresos conseguidos, sigue siendo excesivo en muchos países. Las ciudades en sí, al igual que las zonas rurales, ofrecen escasísimas oportunidades de empleo o de una vida mejor, y los pobres emigrados de las zonas rurales pasan pronto a formar parte de la gran masa de pobres urbanos. Cuando se llenan con cientos de miles de campesinos pobres, las ciudades se convierten en terreno abonado para el caos social, económico y político. Por lo tanto, es imprescindible que aceleremos el proceso de desarrollo rural. Esto significa, como mínimo, satisfacer las necesidades de subsistencia de la población rural y, en sentido más amplio, proporcionar mayores posibilidades de empleo, más ingresos, servicios y oportunidades de desarrollo económico. Es aquí donde intervienen los recursos forestales, pues los montes y los bosques se encuentran en las zonas rurales, y podrían utilizarse de tal forma que reportaran mayores beneficios a la población rural. A este respecto, creo que ya estamos asistiendo al comienzo de un importante cambio en la política y la práctica forestales. Tradicionalmente, los técnicos forestales se han ocupado de las funciones productiva y protectora del bosque. Ahora, están comenzando a interesarse por su dimensión social y, en especial, por el papel que desempeñan las actividades forestales en el desarrollo rural. Se trata de un cambio de política de gran importancia, que podemos ver reflejado en el hecho de que el lema del VIII Congreso Forestal Mundial celebrado en Yakarta fuera «El bosque al servicio de la colectividad» y el elegido para el Congreso Forestal Mundial de México sea «Los recursos forestales en el desarrollo integral de la sociedad». Ambos demuestran que los propios técnicos forestales están tomando más conciencia de la función social que desempeña la silvicultura, y que están dispuestos a conseguir que la población rural participe más en los beneficios que reportan las actividades forestales.

Unasylva: Pero, ¿cuáles son los beneficios que pueden aportar las actividades forestales a la población rural?

Sr. Saouma: Para contestar mejor a esta pregunta, tal vez deberíamos distinguir entre las zonas donde ya existen bosques naturales y aquellas que necesitan una forestación o una repoblación forestal. Si bien es cierto que los bosques tropicales están desapareciendo a ritmo alarmante - 11 millones de hectáreas al año en todo el mundo -, todavía quedan grandes extensiones de ellos. Algunas áreas deberían declararse zonas naturales o parques nacionales. Sin embargo, la mayor parte de los bosques actuales podrían y deberían incorporarse al desarrollo y ser objeto de un ordenamiento racional a fin de aumentar y diversificar la producción, de fomentar la creación de nuevas industrias o la expansión de las ya existentes, y de proporcionar trabajo e ingresos, al margen de la agricultura, a las comunidades rurales. Por «industrias» entiendo en este caso todas las actividades, desde la obtención de materias primas hasta su elaboración, y desde las grandes fábricas de pasta y papel plenamente integradas, hasta los pequeños talleres locales que fabrican artículos tan diversos como muebles, carbón o cestos de retén. Los beneficios de los bosques naturales incluyen también la obtención, a nivel de la comunidad, de diversos productos no industriales, como alimentos, forraje, leña, resina, postes y material para techado. Por consiguiente, además de los beneficios comunitarios tradicionales, las industrias forestales apropiadas contribuyen al crecimiento económico. Esos beneficios son mayores y más espectaculares cuando se utiliza la plantación de árboles como medio para detener el avance de la desertificación, que tantos desastres ecológicos y tragedias humanas provoca, no sólo en el Sahel - donde todos conocen sus devastadores efectos -, sino también en otras partes del mundo. La plantación de árboles en esas zonas puede restablecer la fertilidad del suelo, proteger contra el viento y la erosión, aumentar las reservas de agua y sentar las bases para rehabilitar en forma sostenible la producción agrícola y ganadera. La plantación de árboles de crecimiento rápido y para fines múltiples en tierras áridas y semiáridas puede proporcionar leña y forraje, además de refugio y protección. Al nivel de la explotación agrícola individual, la adecuada integración en ella de los árboles aumenta la producción agrícola y la seguridad alimentaria. En su discurso en memoria de McDougall, en la Conferencia de la FAO de 1981, la Primera Ministra de la India recientemente fallecida, Indira Gandhi, afirmó que la segunda revolución verde se produciría cuando los pequeños agricultores de todo el mundo plantaran sistemáticamente árboles en sus tierras.

Unasylva: Hasta ahora se han considerado independientes las actividades forestales y agrícolas y, a voces, incluso antagónicas. ¿Hasta qué punto sigue siendo esto cierto hoy día?

Sr. Saouma: La agricultura y la silvicultura son dos disciplinas independientes aunque tengan una base científica común. Sin embargo, ha pasado ya la época en que los técnicos forestales y los agrónomos se consideraban mutuamente como enemigos potenciales. Los representantes de ambas profesiones se han dado cuenta de que los dos sectores están estrecha y permanentemente entrelazados. En la FAO, los técnicos forestales reconocen plenamente el papel que desempeña la silvicultura en cuanto a la seguridad alimentaria y la nutrición humana, especialmente mediante la leña. Por otra parte, los agrónomos reconocen ahora la importancia de los árboles, tanto para aumentar la productividad, como para diversificar los ingresos de la agricultura. Ambas partes reconocen hoy plenamente que hay que esforzarse para que la expansión de la producción agrícola y forestal sea «vertical» en lugar de «horizontal»; esto significa aumentar la producción de cultivos o de madera por hectárea, disminuyendo así la competencia entre ambos usos de la tierra. Si cada hectárea de tierras agrícolas puede producir más cultivos y dar más come y otros productos, habrá menos necesidad de dedicar las tierras de bosques para fines agrícolas. De igual forma, si se aumenta el rendimiento en productos forestales por hectárea de monte, podrá utilizarse para la producción alimentaria una mayor extensión de las tierras bajas y fértiles de bosques, atendiendo así a la creciente demanda de alimentos de una población en expansión.

Unasylva: Se ha referido usted a la función de los bosques y los árboles en la producción alimentaria. Esto es algo que no todos entienden bien. ¿Podría explicarlo más detalladamente?

Sr. Saouma: Aunque no existen estadísticas ni registros precisos, todos sabemos que los bosques constituyen el hábitat de la fauna silvestre y de los peces, que son, tanto en el mundo en desarrollo como en el industrializado, fuentes directas de alimentos. En muchos países, los animales del bosque y los peces son una fuente importante de proteínas. De los bosques se obtienen también setas, aceites, frutos secos, frutas y miel, así como muchas plantas comestibles. Pero lo más importante de los bosques es su función indirecta en la producción de alimentos y en la seguridad alimentaria. De hecho, en muchas localidades la agricultura simplemente no podría existir sin los bosques, el monte y los árboles; sin buenos suelos, un volumen suficiente de agua y un clima adecuado, la agricultura seria una actividad imposible. Es precisamente ese tipo de consideraciones lo que hace tan importante la ordenación de las cuencas fluviales situadas en las zonas altas, a fin de evitar tanto las inundaciones como las sequías en las mesetas y valles inferiores.

La primera ministra Indira Gandhi afirmó que la segunda revolución verde se produciría cuando los pequeños agricultores de todo el mundo plantaran de modo sistemático árboles en sus tierras.

Unasylva: Recientemente, varios gobiernos han expresado en distintos foros internacionales profunda preocupación por la destrucción de los bosques y la necesidad de que se tomen medidas a nivel internacional para su conservación y protección. ¿Cuáles son los peligros que amenazan a los bosques?

Sr. Saouma: Es cierto que los bosques están siendo objeto de múltiples y serias amenazas cuya magnitud no debe subestimarse. Sin embargo, todavía estamos a tiempo para remediar esta situación e invertir la tendencia actual. Naturalmente, ello requiere una planificación coordinada y una aportación de fondos y esfuerzos en el plano mundial. Precisamente por esta razón en la 14a Conferencia Regional de la FAO para Europa se acordó que, en 1984, se prestara la debida atención a ese tema de interés mundial, y en el 86° periodo de sesiones del Consejo de la FAO se proclamó 1985 Año Internacional del Bosque. El IX Congreso Forestal Mundial, que se celebrará en México, D.F., constituirá un importante foro para debatir esta cuestión. Los estudios realizados por la propia FAO en los países tropicales han demostrado, en forma concluyente, que la expansión agrícola, da, la tala excesiva de árboles están destruyendo diez veces más bosques que los que se reconstituyen actualmente mediante la repoblación forestal. Para cambiar esa situación, debemos intensificar el ritmo de repoblación forestal y reducir al mismo tiempo la tasa de desmonte. Sin embargo, es importante señalar que la amenaza a los bosques no se limita a los países tropicales. En los países industrializados, los bosques de las zonas templadas, que se hablan mantenido relativamente estables en los últimos decenios, se ven ahora amenazados por una combinación de lluvia ácida y otros factores ambientales. Para resolver este problema será preciso aumentar las investigaciones y la cooperación internacional. En las zonas áridas, la combinación de un exceso de pastoreo y de corta y recogida de leña está poniendo en peligro la supervivencia de bosques enteros y de zonas de monte. En estos casos, como ya he indicado, es preciso esforzarse en plantar árboles de rápido crecimiento y múltiples usos.

En la FAO, se reconoce plenamente el papel que desempeña la silvicultura en la seguridad alimentaria y la nutrición humana.

Unasylva: Ha mencionado usted la corta y recogida de leña. Recientemente la FAO ha desempeñado un importante papel al hacer conocer al mundo el gran alcance de la crisis de ese tipo de combustible. ¿Está resolviéndose esa crisis, o está empeorando?

Sr. Saouma: La magnitud del problema de la leña es realmente enorme. Según las estimaciones de la FAO, en los países en desarrollo hay 1000 millones de personas que sufren de escasez de leña. Si continúa la tendencia actual, esa cifra podría elevarse fácilmente a 2000 millones al final de este siglo. Ya he señalado en otras ocasiones que de i poco vale proporcionar alimentos a los hambrientos del mundo si carecen de medios para prepararlos. Unas tres cuartas partes de la población de los países en desarrollo dependen de la leña como única fuente de energía para la preparación de alimentos y para calentarse, situación que no es probable que cambie en los próximos años. En general, los países en desarrollo carecen de las instalaciones e infraestructura necesarias para utilizar otras formas de energía, como el carbón, el petróleo, el gas, o la energía solar, nuclear o hidroeléctrica, aun cuando podrían obtenerlas a bajo precio. Las noticias de prensa del mundo industrializado en las que se afirma que, debido a la reciente disminución del precio del petróleo, ha terminado la crisis energética, son engañosas, pues para la mitad del género humano por lo menos, sigue estando vigente. En función de los fondos desembolsados y de la energía total generada, la madera puede parecer una fuente energética poco importante, pero en términos humanos - que son los que verdaderamente cuentan -, la madera sigue siendo la fuente de energía más significativa del mundo.

Los estudios de la FAO han demostrado, en forma concluyente, que la expansión agrícola, el cultivo migratorio y la tala excesiva de árboles están destruyendo diez veces más bosques que los que se reconstituyen mediante la repoblación forestal.

Unasylva: Si la recogida de leña - labor que suelen realizar las mujeres - en las zonas rurales representa uno de los extremos del proceso forestal, tal vez podamos colocar en el otro las industrias forestales. ¿Qué políticas y programas está siguiendo la FAO con respecto a las industrias forestales?

Sr. Saouma: Estamos haciendo hincapié sobre todo en la expansión y diversificación de las industrias forestales del mundo en desarrollo, que posee la mitad de los recursos forestales del planeta pero solamente produce el 20% del total de los productos forestales. Hay que cambiar esta situación. El 80% de la madera de las naciones en desarrollo se utiliza como leña y para fabricar carbón vegetal. El 20% restante corresponde a los demás usos domésticos y E las exportaciones. Pero la mitad de éstas se realizan todavía en forma de trozas que se transforman después en otros países. Las naciones en desarrollo importan de los países industrializados un volumen de productos elaborados, como madera para aserrar, tableros contrachapados y chapa, cuyo valor es un 20% superior al de la madera que exportan a éstos. Ello significa una pérdida neta de divisas de más de 800 millones de dólares EE.UU. anuales. Por consiguiente, gran parte de nuestros esfuerzos se orientan a aumentar la capacidad de las industrias de los países en desarrollo, para que puedan fabricar productos de madera de mayor valor.

Unasylva: ¿En qué forma se hace esto? ¿Y cuál es la orientación de los programas de la FAO relativos a las industrias forestales?

Sr. Saouma: Anteriormente la FAO trabajó con fabricantes de equipo en la elaboración de un conjunto de planes y diseños que abarcaban una amplia gama de pequeñas industrias forestales. Se consideraba que, en muchos países, esas industrias eran la mejor forma de aprovechar los recursos forestales. La FAO ha ayudado asimismo a la realización de estudios de viabilidad y al establecimiento de grandes complejos agroindustriales, o de fábricas de pasta y papel, de un costo de centenares de millones de dólares. En algunos casos, se consideró que las grandes empresas eran la mejor solución para que un país intentara desarrollar su industria forestal. Actualmente, se insiste sobre todo en construir el tipo de industria adecuado. Ello significa que la industria se planifica deliberadamente para que exista una mayor consonancia entre la magnitud y el tipo de los recursos forestales a su alcance, y la capacidad técnica y administrativa disponible, así como la especialización relativa de su fuerza de trabajo y la financiación que pueda obtener para nuevos proyectos tos forestales. Ante todo, estamos tratando de que la población local participe en el proceso de adopción de decisiones y que redunden en favor de ella algunos de los beneficios de las industrias que se instalen.

Para la mitad del género humano por lo menos, no ha concluido todavía la crisis energética.

Unasylva: Se han señalado varios problemas - pobreza rural, escasez de leña, agricultura migratoria y deforestación tropical, lluvia ácida, desertificación y subdesarrollo de las industrias forestales - que requieren soluciones urgentes. ¿Es usted optimista o pesimista en cuanto a la solución de tales problemas?

Sr. Saouma: Soy optimista y creo que mi optimismo está plenamente justificado. La población de todo el mundo, tanto de los países en desarrollo como de los industrializados, y muchos gobiernos y organizaciones han manifestado gran preocupación por la suerte que puedan correr los bosques. Ello pone de relieve la atención que dedican al tema los medios de comunicación social, lo que en si mismo constituye un signo de esperanza para el futuro. En los últimos 20 años hemos visto cómo nacían centenares de organizaciones no gubernamentales interesadas en algún aspecto del desarrollo forestal o de su medio ambiente. Hay grupos que se ocupan de la fauna y la flora silvestres, otros de la leña o de la protección del medio ambiente; algunos se preocupan por fomentar el desarrollo rural. Actualmente, contamos en el mundo con una importantísima masa de energía - la energía humana - que puede dar lugar a una reacción en cadena de medidas concretas para proteger los bosques y estimular todo el proceso de desarrollo. Hay asimismo claros indicios de que los gobiernos están dispuestos a adoptar disposiciones colectivas o individuales. De hecho, en algunas regiones se han realizado ya considerables progresos. En cuanto al aspecto técnico, existen organizaciones, como la FAO, dispuestas a facilitar ayuda. En la FAO tratamos constantemente de mejorar la calidad de nuestros proyectos de campo, y velamos por que se ajusten plenamente a las necesidades prácticas de los Estados Miembros. Con la creciente comprensión de las cuestiones forestales y el apoyo cada vez mayor a la silvicultura que se observan actualmente en todo el mundo entre los pueblos y sus líderes políticos, estoy seguro que lograremos resolver esos problemas.

Unasylva: Muchas gracias, Sr. Director General.

FAO Roma


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