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Perspectiva mundial: La silvicultura después del año 2000

Departamento de Montes de la FAO

Este artículo, preparado por el personal del Departamento de Montes de la FAO, bajo la coordinación de P.A. Wardle, Oficial superior (Economía), Servicio de Políticas y Planificación, Departamento de Montes, fue objeto de debate en el marco de las perspectivas futuras de la silvicultura, durante la séptima sesión del Comité de Montes, que se reunió del 7 al 11 de mayo de l984 en Roma.

Silvicultura en Ecuador, 1966 ¿qué cambios se prevén después del 2000?

· Los bosques son en todo el mundo una fuente renovable de materiales, energía y servicios para las naciones y comunidades; contribuyen a su bienestar social y económico, y constituyen un componente vital de su medio ambiente. En todas estas funciones los bosques revisten gran importancia.

Los bosques ocupan 4000 millones de hectáreas, superficie equivalente a un tercio de las tierras de todo el mundo, lo cual representa una parte importante del medio ambiente en muchas regiones. La producción maderera anual de los bosques oscila alrededor de 3000 millones de m3. Aproximadamente la mitad de este volumen es materia prima para productos de la elaboración mecánica de la madera o para papel. Estos productos son esenciales para la construcción de viviendas, obras en general, mobiliario, embalaje y comunicaciones. Algo más de la mitad de la madera se utiliza directamente para la producción de energía. Otros productos forestales incluyen frutas, gomas o resinas, forraje y la come de animales silvestres. Todos ellos tienen una importancia fundamental para las comunidades rurales en muchas partes del mundo, y constituyen también la base de industrias importantes.

La importancia de los productos forestales puede también medirse por la participación de la población que encuentra empleo en las actividades de corta, manufactura y entrega de productos y por los beneficios que otros grupos sociales, que dependen secundariamente de estas actividades, obtienen de la silvicultura. El bosque y el sector de las industrias forestales representan del 1 al 2% de la actividad económica total en la mayoría de los países, y en los que dependen mucho de la madera para la producción o el suministro de energía, esa tasa puede elevarse al 5% o más.

Dos mil millones de campesinos dependen directamente de la leña para satisfacer sus necesidades energéticas domésticas, y a ellos se suman más de 200 millones que habitan en los bosques. Hay también grandes poblaciones de agricultores situadas en los cursos inferiores de los ríos, en cuya vida influyen las inundaciones y el entarquinado de ríos y embalses, como resultado del tratamiento de los bosques de montaña. Asimismo, la vida de los campesinos de las zonas áridas y su capacidad de producción están determinadas por la frágil ecología de los terrenos boscosos, que impide la erosión y frena el avance del desierto.

Una perspectiva Dada la gran extensión de los bosques, las repercusiones de las actividades que alteran su condición no son inmediatamente perceptibles a corto plazo. Los bosques se consideran muy a menudo como un recurso de uso común, un bien libre, partiendo de la idea de que la tierra es algo que puede dedicarse libremente a otros usos, sin reconocer las consecuencias que ello tiene para sus funciones productivas, ambientales y de servicio de los bosques. Una acción concreta, como las inversiones en actividades forestales, tiene un largo periodo de gestación. Por estas razones, las perspectivas de la contribución de los bosques a la sociedad y a la economía deben proyectarse para largos períodos de tiempo, a fin de que los encargados de formular la política al respecto tengan una base para dar una respuesta adecuada a las tendencias que van surgiendo.

En los años cincuenta y sesenta, el haber identificado la tendencia a un crecimiento rápido del consumo de productos forestales en Europa, América del Norte y Japón ayudó a las autoridades forestales a preparar programas de reinversión y a aumentar la confianza de la industria para realizar inversiones. La crisis del petróleo de 1973 puso de manifiesto la importancia de los bosques como fuente de energía para las comunidades rurales. Incluso si los precios de la energía hubiesen seguido siendo bajos, esas comunidades habrían tenido pocas posibilidades de emplear otras fuentes comerciales de energía. La comunidad mundial debe todavía reconocer los obstáculos institucionales que en muchas regiones obligan a la destrucción antieconómica de los bosques sin asegurar como compensación un correcto uso productivo, sea de la madera o de la tierra.

Los bosques son una fuente esencial de materiales, energía y otros bienes. Constituyen un componente fundamental del medio ambiente de la población y de la agricultura. La presión demográfica y urbana y los limitados recursos de tierras representarán, después del año 2000, un desafío inmenso. Para satisfacer la creciente necesidad de productos forestales y asegurar el servicio de los bosques, velando por la conservación de suelos y aguas y de las comunidades naturales, se requerirá la participación de la población, el desarrollo de sus capacidades y la evolución de un marco institucional apropiado: Estas condiciones permitirán explotar de modo eficaz los bosques y las industrias anexas.

Situación actual

Se prevé que la población mundial pasará de 4400 millones de habitantes en 1980 a unos 6100 millones en el año 2000. Las proyecciones de las Naciones Unidas indican una gama de posibles niveles de estabilización de la población mundial, con una variante baja de 8000 millones para el año 2040, una variante media de 10500 millones para el 2110 y una variante alta de 14200 millones para el 2130. Una característica de las proyecciones demográficas para el año 2000 es el mayor índice de crecimiento de la población urbana en relación con la rural. Así, hasta el año 2000, la mitad del aumento demográfico en los países en desarrollo tendrá lugar en zonas urbanas.

Los modelos económicos propuestos por organismos internacionales indican un crecimiento económico anual de los países en desarrollo del orden del 5 al 6% en el periodo hasta el año 2000, crecimiento que en los países industriales variará entre el 2,5 y el 5%, con un bloque central del 3,5%. Según estas previsiones, el nivel de vida de una quinta parte de la población de los países en desarrollo estará, en el año 2000, por debajo de la línea de la pobreza, a menos que se modifique el modelo de crecimiento insistiendo más en aliviar la pobreza. También se proponen modelos más ambiciosos que persiguen mitigar con mayor resolución las privaciones en las comunidades menos privilegiadas.

Conforme a estos modelos, se prevé un aumento del 2% anual del consumo mundial de energía comercial, junto con una tendencia a largo plazo al aumento de los precios reales en 1,5% anual aproximadamente. La proporción del petróleo en el total disminuye, mientras que aumenta la del gas natural, los combustibles sólidos y la electricidad.

Según estudios sobre la densidad demográfica máxima, la presión sobre las tierras aumentará en muchas zonas. Aunque con la aplicación de la tecnología actual el mundo en conjunto tendría tierras cultivables suficientes para alimentar a una población superior a la que probablemente tendrá jamás, los recursos de tierras están distribuidos de forma muy desigual en relación con la población. Debe también tenerse presente que el disponer de tierra para cultivar leña destinada a combustible es fundamental para satisfacer las necesidades básicas de la población en muchas regiones del mundo, ya que se tienen que cocinar los alimentos además de cultivarlos. El aumento necesario de la producción agrícola se conseguirá, en algunas zonas, mediante un mayor rendimiento por unidad de superficie, pero entrañará también un aumento considerable de la tierra de labranza en otras regiones, a expensas de otros usos de la tierra. Ese aumento tendrá que ser mayor si el nivel tecnológico es más bajo y se producen pérdidas de superficie cultivable y de producción debido a la degradación de la tierra. Con un nivel tecnológico alto, la superficie adicional necesaria será menor y las perdidas causadas por la degradación de la tierra más contenidas. La introducción de niveles elevados de tecnología correspondería a modelos más ambiciosos de desarrollo económico y de acceso a instituciones, infraestructura, capacitación y capital.

Productos de los bosques

Las necesidades, carencias y deseos humanos de bienes y servicios, y las preferencias entre los productos disponibles en medio de las dificultades que plantea la limitación de los recursos, constituyen la fuerza que impulsa al consumo de los productos de los bosques. Estos pueden dividirse entre productos del sector tradicional (leña, madera para carbón vegetal, postes, estacas, forraje, frutas y extractos utilizados por comunidades locales sin elaboración industrial) y las manufacturas del sector moderno, como madera aserrada, tableros, papel y energía para la industria.

Continuará, y casi ciertamente aumentará, la demanda de productos tradicionales de subsistencia por parte de los agricultores de subsistencia y las comunidades rurales al margen de la economía tradicional de mercado. Este consumo tiende a depender de la disponibilidad prácticamente libre de los productos de los bosques, y su recogida y aprovechamiento entrañan sólo el costo de la mano de obra familiar. El que los suministros continúen en el futuro depende cada vez más de la capacidad de mantener una producción forestal local, en el marco de la economía tradicional de la comunidad.

Se ha pronosticado que la demanda de productos forestales aumentará proporcionalmente al crecimiento demográfico, pero en la práctica el consumo se limitará a la disponibilidad de los suministros, pues éstos se agotan si se cosechan y explotan sin una renovación de los recursos arbóreos. Así, se ha estimado que la necesidad mínima anual de leña para el año 2000 será de 2600 millones de m3, mientras que la capacidad de suministro, teniendo en cuenta la distribución de la población, se ha calculado en 1500 millones de m3. Ello dará lugar a un nivel inferior de consumo de energía per cápita o a la satisfacción de las necesidades energéticas con otros combustibles. Los mismos problemas de distribución se plantearán en cuanto al suministro de madera como material y de los otros productos de los bosques para la subsistencia de la población local.

La cuestión que se plantea para después del año 2000 es si para estas comunidades la solución es aprovechar masivamente sus recursos, a fin de renovar los suministros forestales locales, o si los esfuerzos deben concentrarse en asegurar un acceso a otras fuentes de energía y otros materiales. Los indicadores actuales de las perspectivas futuras de energía en el plano internacional sugieren que la renovación de los suministros forestales debe considerarse con una prioridad urgente en muchas regiones.

Explotación de productos varios Existen muchos productos, aparte de la madera, que pueden enriquecer la vida de las comunidades rurales contribuyendo al suministro de alimentos básicos y nivel nutricional, y aportando materiales para una amplia gama de industrias locales. La explotación y aprovechamiento de estos productos ofrecen oportunidades de empleo útil y de producción económica, con una dependencia reducida de insumos exteriores, mientras que la producción de materias primas se complementa en gran parte con la producción agrícola y la de madera en los bosques.

Considerando los productos del sector moderno, la perspectiva del estudio Agricultura: Horizonte 2000 indica un crecimiento continuo de la demanda mundial del 1,5% aproximadamente para la madera aserrada, y del 4 al 5% para los tableros y papel. Los índices de crecimiento son considerablemente superiores en el caso de los países en desarrollo.

Las características principales del desarrollo tecnológico han sido las siguientes: mayor aprovechamiento de la madera reconstituida en tableros, por ejemplo, frente a la madera simplemente aserrada; mayor empleo de la madera en la producción de papel; mayor eficacia en la utilización de materias primas mediante el empleo de residuos de un proceso como materia prima de otros productos, así como para la generación de energía; y reciclaje de productos usados, como el papel de recuperación. Un campo con grandes posibilidades de aumentar la eficacia de la utilización es el empleo de la madera como combustible doméstico. Según las indicaciones, la madera es una fuente muy elástica de materia prima para una gran cantidad de productos. Tiene la ventaja de que se necesita relativamente poca energía para la producción de componentes estructurales, si se compara con otros materiales como el aluminio, y de una considerable flexibilidad en la elaboración de nuevos productos, como la fabricación de tableros de partículas, actividad que se inició en los años cincuenta. Se trata, pues, de una materia prima muy competitiva con otros productos básicos.

Con la continuación de la expansión económica se prevé que seguirá el crecimiento de la demanda de productos forestales del sector moderno. Es probable que el Índice de expansión sea mayor en los países en desarrollo que en los industrializados, a causa sobre todo del crecimiento rápido de la población urbana de aquéllos.

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Los servicios y la silvicultura

La función de los bosques está estrechamente relacionada con el sector de los servicios. El crecimiento de la población, su mayor prosperidad económica y la urbanización van acompañadas por una demanda de diversos tipos de servicios.

Objeto de preocupación será un mayor control de los recursos hídricos; mayor producción, mejor regulación de la corriente de agua en las cuencas fluviales y lucha contra el entarquinado nocivo, y una mayor necesidad de protección de la capacidad de producción agrícola. Las tendencias demográficas y económicas generan fuerzas que entran directamente en conflicto. La necesidad de transformación de la tierra forestal para dedicarla a la producción agrícola da lugar a que, con una agricultura de baja tecnología, continúen prácticas de aprovechamiento de la tierra que menoscaban directamente la conservación del suelo y el agua. Esto, a su vez, reduce la capacidad de los bosques para regular y controlar la erosión, factor importante para mantener la producción agrícola.

Los aspectos ambientales de las actividades forestales recibirán sin duda una mayor atención de la población local y de los encargados de la política al respecto, dados los beneficios que se derivan de ello y las mayores necesidades de aire y agua no contaminados. Al aumentar los peligros de una gran erosión, sobre todo en laderas escarpadas y tierras marginales, adquiere mayor importancia la contribución de las actividades forestales a la lucha contra la erosión, a la conservación del suelo, a la protección de cuencas hidrográficas, a la regulación de los cursos de agua y a la fijación de dunas.

Se seguirá reconociendo cada vez más, como base fundamental para aumentar la productividad del suelo y mejorar así el suministro de alimentos y el empleo y los ingresos agrícolas, la necesidad de tipos de vegetación leñosa natural debidamente ordenados (setos vivos y cortavientos, arboledas y otras plantaciones forestales en tierras agrícolas y de pastoreo). Al mismo tiempo, se necesitarán más medidas forestales para la protección de los servicios públicos. Se necesitarán mayores insumos procedentes de las actividades forestales para la protección de carreteras en zonas montañosas afectadas por corrimientos de tierras y la erosión de cárcavas, la prevención del entarquinado de canales y embalses y la protección de asentamientos humanos contra inundaciones mediante la regulación de los ríos.

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Algunas cuestiones ambientales importantes están relacionadas con la contaminación atmosférica y la mayor concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. La quema de bosques esos contaminantes seguirán teniendo efectos muy perjudiciales para diversas funciones del bosque.

El mantenimiento de la flora y fauna naturales depende de la conservación y ordenación de muestras suficientes y representativas de los ecosistemas, con lo cual se asegurará sobre todo la conservación in situ de recursos genéticos, tanto de especies vegetales como animales. Las especies forestales se «almacenan» generalmente en colecciones vivas, tanto in situ como ex situ contribuye sin duda alguna a lo segundo, si bien la fuente principal de ambos efectos es el empleo industrial de combustibles fósiles. El aumento de los bosques contribuye a la reducción del dióxido de carbono atmosférico y puede desempeñar una función importante en la formación de barreras absorbentes de los contaminantes atmosféricos. Una cuestión actual es la de las consecuencias perjudiciales de los contaminantes transportados por el aire en el crecimiento de los bosques. No está claro si con una debida ordenación forestal, (complementarias siempre que sea posible). Las actividades forestales con especies «silvestres» están encaminadas a mantener una base genética lo más amplia posible; la selección y mejora genética se hacen siempre en poblaciones creadas especialmente para ese fin, dejando a la conservación y a las poblaciones bases la máxima variación. De esta forma, puede introducirse en el futuro un nuevo material en las poblaciones destinadas a la reproducción, para satisfacer las nuevas necesidades. Es importante aumentar las inversiones para la labor de recogida, exploración y evaluación de especies forestales naturales.

Una cuestión importante para la silvicultura después del año 2000 es si las plantaciones forestales sustituirán cada vez más a los bosques naturales como fuente de materia prima.

Es de esperar que la ordenación y conservación de la fauna y flora silvestres y de los eriales reciban una mayor atención como medio eficaz para recuperar hábitat degradados, y como contribución fundamental a la seguridad alimentaria y al establecimiento de espacios de recreo al aire libre. Con la tendencia al aumento del tiempo libre en los países industrializados y de las necesidades de esparcimiento de la población mundial, será mucho mayor la demanda de servicios recreativos de los bosques. El proceso de urbanización mundial hará que la atención se concentre en los árboles y bosques, por su valor de atractivo natural, y en la ordenación del paisaje. Si bien las necesidades inmediatas de acción son más manifiestas en el hemisferio norte, también en algunas partes de América Latina, Asia y Africa se evidencia la voluntad de adoptar decisiones al respecto.

Los aspectos ambientales de las actividades forestales recibirán sin duda una mayor atención local y de los encargados de la política respectiva.

Las actividades forestales

Recursos forestales

Los 4000 millones de hectáreas de bosques se distribuyen entre la zona templada, con 2050 millones de hectáreas, de las cuales unos 1650 millones son bosques densos; la zona tropical, con 1200 millones de hectáreas aproximadamente de bosques densos y 550 millones de hectáreas de bosques claros, y la zona árida, que contiene unos 300 millones de hectáreas de bosques, principalmente claros. Además, hay unos 1000 millones de hectáreas clasificadas para otros usos distintos de los bosques, con algo de vegetación arbustiva o leñosa.

La superficie de bosques en la zona templada es más o menos estable, con un índice relativamente alto de renovación mediante actividades de forestación y repoblación forestal. Por el contrario, la superficie de bosques en las regiones tropicales y áridas está sujeta a una fuerte presión humana, y disminuye a un ritmo que se ha estimado en un 0,6% anual. La forestación y la repoblación forestal se realizan a un ritmo equivalente a una décima parte del de la deforestación.

Una cuestión importante para la silvicultura después del año 2000 es determinar si las plantaciones forestales sustituirán cada vez más a los bosques naturales como fuente de materia prima. Una segunda cuestión fundamental se refiere a la función de la silvicultura a nivel comunitario, de hogares y de explotaciones agrícolas como fuente de leña y de madera como materia prima industrial.

El aumento previsto de la demanda de productos forestales ejercerá una gran presión en los restantes recursos forestales para el año 2000 y hará probablemente aumentar el costo de los suministros, tanto en las regiones tropicales como en las templadas, por lo que representará un problema y una oportunidad para las actividades forestales.

Para hacer frente al crecimiento a largo plazo de la demanda, se necesitan inversiones muy grandes en la plantación de árboles. A fin de que esta medida resulte económicamente rentable, hace falta la correspondiente mejora de la composición genética de los árboles plantados, así como de las técnicas silvícolas. Es preciso que las inversiones se adapten no sólo a la diversidad de condiciones de crecimiento, determinadas por el suelo y el clima, sino también a las diversas situaciones de ordenación (plantaciones especializadas o actividades forestales integradas con la agricultura y otras funciones), así como al uso final: madera, biomasa leñosa, forraje o servicios.

Suministros para las industrias

Se prevé que la demanda de productos madereros industriales aumentará con el crecimiento económico, y es probable que la mayor tasa de crecimiento se registre en países en desarrollo.

La capacidad de suministrar los productos para satisfacer esta demanda debe analizarse en relación con los obstáculos a dicho suministro. El primero de éstos es el que imponen las características de los recursos forestales. En la zona templada, donde existe la tendencia a aumentar el costo del suministro, los recursos forestales rinden cada vez más materias primas que implican tamaños más pequeños, especies menos atractivas, zonas de suministro más distantes y condiciones de trabajo más difíciles. Una proporción cada vez mayor de materias primas se obtiene de plantaciones, lo cual supone una inversión de recursos para plantar los árboles. La tendencia al aumento de los costos puede compensarse parcialmente mejorando la explotación forestal, el transporte y la tecnología de elaboración, y aprovechando más la materia prima.

Cuadro 1.: Consumo de productos forestales en 1980 y 2000 (Madera millones de m3; papel: millones de toneladas)

 

Países en desarrollo

Países desarrollados

Todo el mundo

1980

2000

1980

2000

1980

2000

Bajo

Alto

Bajo

Alto

Bajo

Alto

Leña

1300

1630

2500

230

170

300

1530

1800

2800

Madera en rollo industrial

290

400

550

1125

1800

1950

1415

2200

2500

Madera aserrada

85

110

120

360

460

510

445

570

630

Tableros

11

20

50

90

150

280

100

170

330

Papel

27

70

100

143

290

310

170

360

410

Cuadro 2.: Importaciones y exportaciones de productos forestales, 1980 (Millones de dólares EE.UU.)

 

Importaciones

Exportaciones

Europa

31750

22400

América del Norte

8300

17500

Japón

9500

900

URSS

850

2700

Países del Lejano Oriente en desarrollo

3200

5700

Países de Africa en desarrollo

700

1100

América Latina

2500

1600

Países desarrollados

51600

46500

Países en desarrollo

10000

9100

Todo el mundo

61600

55600

El aumento del costo real de la energía tiene diversas repercusiones en la industria de elaboración de la madera. La primera es que la demanda de madera como fuente de energía aumenta la competencia en el suministro de madera. En segundo lugar, aumenta el costo del consumo de energía en la producción, incluido el aprovechamiento de los residuos para generar energía. En tercer lugar, aumenta la competitividad de la madera como material en la medida en que se mantengan relativamente bajos los costos energéticos de producción. Unos costos elevados de energía pueden favorecer el emplazamiento de fábricas de elaboración cerca de la fuente de materias primas, a fin de aprovechar las economías en los gastos de transporte, especialmente si la madera misma es una fuente viable de energía para la industria.

Ya existe la tecnología para la extracción de combustibles y sustancias químicas de la madera, bien directamente a partir de ésta como materia prima o bien a partir de subproductos de su elaboración. Los adelantos previstos en la biotecnología mejorarán mucho la posición competitiva de la celulosa de madera como base para la producción de combustibles líquidos y gaseosos.

Las industrias de la madera aserrada y de tableros contrachapados pueden ser bastante eficaces en una amplia gama de operaciones, correspondiendo una escala y una densidad de capital mayores a unos costos de mano de obra más elevados y unos mercados más grandes. Estas industrias pueden funcionar de forma competitiva a pequeña escala donde los mercados son restringidos, o pueden dedicarse a productos que sea posible suministrar individualmente o en series pequeñas de producción. Son, pues, las primeras que deben desarrollarse en las zonas rurales de la mayoría de los países.

Las industrias dedicadas a la reconstitución de la madera como materia prima (tableros de partículas, de fibras y pasta de papel) tienden a ser de gran densidad de capital y relativamente complicadas desde el punto de vista tecnológico. Requieren una mayor infraestructura y se beneficien de la concentración para el mantenimiento y el suministro de equipo complejo y de insumos materiales especializados. Tenderán a tener éxito donde el mercado nacional de sus productos sea bastante grande y donde existan a precios razonables los insumos especializados de los que depende.

La producción en pequeña escala de pasta y papel es posible, pero, con la tecnología existente, tenderá a basarse en la elaboración menos compleja necesaria para utilizar papel de recuperación y diversos residuos agrícolas, en lugar de la madera. Esas instalaciones estarán emplazadas en centros urbanos o agrícolas.

La considerable inversión de capital que implica el desarrollo de una elaboración eficaz y a gran escala exige un mercado para los productos y un suministro regular de insumos, tanto de materia prima de madera como de otros materiales. Dadas estas condiciones previas, sigue existiendo el riesgo de que los problemas de la puesta en marcha coincidan con la recesión económica. Ello refuerza la idea de que las operaciones a gran escala serán más adecuadas donde exista el apoyo de un mercado nacional suficiente, tanto para absorber la producción como para sufragar los costos de financiación.

Las industrias forestales tienen repercusiones en el medio ambiente, que van desde la alteración del equilibrio ecológico y la estabilidad del suelo por las operaciones de explotación forestal y construcción de carreteras, hasta problemas ambientales derivados de afluentes y emisiones. El no mantener criterios ambientales elevados puede tener efectos perjudiciales en las cuencas inferiores de los ríos y a lo largo de fronteras internacionales. Tales efectos pueden reducirse mediante una ordenación correcta y una proyección adecuada, pero mantener niveles aceptables de control exigirá normalmente una gran inversión en servicios y tecnologías especiales, que harán aumentar el costo de los productos finales. Deben establecerse niveles altos de control, cualquiera que sea la fase de desarrollo en que se encuentren los países.

Para mantener la posición competitiva de las industrias de productos forestales ante los costos cada vez mayores de los suministros, y para hacer frente tanto a las aspiraciones cada vez mayores de los empleados como a la competencia de otros materiales o métodos operativos, será necesaria una evolución continua en todas las fases de la producción y de la elaboración del producto, para que se ajuste a las necesidades del mercado. Esto significa una inversión suficiente en la investigación y el desarrollo. Dado el predominio de las empresas pequeñas, el nivel actual de investigación en toda la industria de productos forestales es relativamente bajo, y la industria se caracteriza por una actitud notablemente conservadora.

En los países en desarrollo se plantean además los problemas de organizar una fuerza de trabajo técnicamente competente a todos los niveles y de acumular experiencias. Un problema importante es el de identificar el modo de acelerar el proceso de adquisición de la competencia tecnológica, administrativa y empresarial, y de canalizarla hacia una producción eficaz. Habrá que escoger entre diversas opciones para llegar a esta meta: un proceso de aprendizaje mediante la experiencia, la capacitación, la enseñanza, los expertos técnicos extranjeros, el establecimiento de empresas mixtas, o la participación de empresas que importen tecnología necesaria del exterior.

Comercio y mercados

El comercio es un componente principal de la actividad del sector forestal, y los productos forestales son importantes en el comercio internacional, representando el 2,5% del comercio mundial, el 20% del comercio total de productos agrícolas y el 10% de las exportaciones agrícolas de los países en desarrollo. El crecimiento real del comercio de productos forestales en los dos últimos decenios ha arrojado un promedio anual del 6% aproximadamente. mientras que las exportaciones de los países en desarrollo han aumentado en un 7%. Los países en desarrollo han pasado de ser importadores netos de productos forestales a una situación en la que su comercio total está equilibrado o es ligeramente positivo.

Las principales corrientes comerciales son el comercio interior dentro de Europa y Japón, y el movimiento de exportación de Canadá a Estados Unidos. Los principales movimientos de los países en desarrollo son las exportaciones de trozas del Lejano Oriente a Japón y a. otros países de Asia oriental, y las de Africa a Europa, y las exportaciones de madera aserrada y tableros contrachapados de países del Lejano Oriente a Estados Unidos y Europa. En los últimos años, se ha registrado un movimiento importante de trozas de la URSS y América del Norte a Japón, mientras que la exportación de trozas de productores del Lejano Oriente ha disminuido.

La composición de las exportaciones a nivel mundial se ha mantenido constante en líneas generales, con un comercio de madera en rollo que representa aproximadamente el 15% del valor total de las exportaciones. El valor de las exportaciones de madera en rollo sin elaborar de los países en desarrollo, ha pasado del 55% del total de las exportaciones de productos madereros en 1960 al 45% en 1980. Si bien el nivel general de los precios de los productos forestales ha fluctuado en términos reales alrededor de una base constante, el precio real de los productos tropicales en el comercio internacional ha aumentado considerablemente en el último decenio.

Al crecer la demanda de productos forestales, es de esperar que el volumen del comercio aumente aún más. Se registrará una tendencia a una mayor interdependencia entre países y regiones, y algunas regiones dependerán cada vez más del comercio para satisfacer su déficit de recursos.

La tendencia histórica de los países ricos en recursos ha sido al principio la de exportar madera en rollo sin elaborar, para pasar luego a productos más elaborados mediante el desarrollo de una industria de elaboración que atendiera tanto al mercado nacional como al de exportación. Es de esperar que continúe esta tendencia a aumentar el componente de productos de madera elaborados en el volumen del comercio, y que los países adopten medidas restrictivas a la salida de madera en rollo, a fin de asegurar la disponibilidad de materias primas para la expansión de la industria nacional.

La tendencia hacia un aumento de la proporción de productos manufacturados en el comercio y hacia una mayor elaboración y manufactura de productos terciarios, exige un desarrollo complementario de la infraestructura. Esto significa una mejora de las redes de transporte que permitan llevar fácilmente los insumos a la industria y los productos acabados al consumidor. Supone comunicaciones mejores que permitan la transferencia eficaz de información, el desarrollo y el establecimiento de redes fiables de enlace entre los productores y los consumidores.

La participación plena de los países en desarrollo en el comercio internacional depende de que puedan desarrollar una capacidad industrial adecuada. Ello será más fácil donde exista un gran mercado nacional. A facilitar este proceso contribuirá la falta de medidas restrictivas que reduzcan su capacidad competitiva en el mercado internacional y la existencia de mecanismos para limitar las grandes fluctuaciones mediante la intervención de abastecedores externos en sus mercados nacionales. La protección efectiva que ofrecen los aranceles y cupos a los productos manufacturados de madera continúa a niveles muy restrictivos en muchos mercados importantes. La dependencia cada vez mayor de suministros exteriores en zonas importantes del mercado parecería favorecer la reducción de las barreras comerciales, en lugar de la protección continua de una industria que se ha convertido en menos viable al no tener oportunidades de ampliación.

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Silvicultura y población

La silvicultura está al servicio de la población. Tiene que determinar las necesidades de ésta y lo que hace para satisfacerlas. Un primer punto es la identificación correcta de las cuestiones realmente prioritarias. Estas no son necesariamente las consideradas como tales por la mentalidad convencional imperante en un determinado momento. Luego viene la necesidad de conseguir que la población reconozca que la actitud de laissez-faire puede resultar inadecuada para asegurar la satisfacción de las necesidades.

En muchos países una cuestión importante que amenaza la capacidad del sector forestal para desempeñar cualquiera de sus diversas funciones es el problema del régimen jurídico de propiedad del bosque. Históricamente, los bosques han sido a menudo, en alguna forma, de propiedad de organismos públicos, como una forma de uso de la tierra residual. Con el pasar del tiempo, la mayor presión de la población y los cambios de régimen, desarrollaron una tendencia a considerar esa tierra como una forma de propiedad común y a considerar a los custodios de los bosques como los guardianes de un régimen extraño y anticuado. Consecuencia de ello es a veces que el bosque se ocupa simplemente y se transfiere a la propiedad privada de facto para otro uso, generalmente agrícola. En otros casos, el bosque degenera en un lugar degradado de aprovechamiento común, donde todos los usuarios se llevan lo que pueden pero ninguno se ocupa de su producción futura. Este es un problema que sólo puede resolverse reinstaurando, en gran escala, sistemas apropiados donde participen tanto la comunidad local como los organismos centrales del gobierno encargados del sector forestal.

Parecería que en este campo hay un cambio importante hacia una descentralización del poder decisorio en relación con las actividades forestales, bien sea el paso a organizaciones comunitarias locales o bien a la propiedad privada local. Sin embargo, debe reconocerse que la realización de ciertas funciones de los bosques tal vez no tenga interés inmediato para un propietario local: ejemplos de ello son la protección de cuencas hidrográficas, la conservación de la fauna y flora silvestres y la inversión en actividades de reforestación. Así, pues, un corolario fundamental de la devolución es la formulación de objetivos políticos claros, y de una legislación al efecto para asegurar que las empresas locales contribuyan al bienestar general, además de satisfacer sus propias necesidades.

La ejecución eficaz de las funciones del sector forestal requiere una capacidad técnica. Esta precisa de una infraestructura de enseñanza y capacitación, incluida la capacitación de trabajadores forestales y la formación profesional. Para los países en desarrollo esto supone una gran inversión en instituciones y personal. Para que la enseñanza tenga plena eficacia, tanto en países desarrollados como en desarrollo, hace falta una revisión y ampliación de los programas de estudio para concentrarlos en las necesidades prioritarias del sector. El desarrollo dinámico de la capacidad técnica para realizar las actividades forestales necesarias requiere inversiones en investigaciones forestales, en métodos y productos de las industrias forestales, en funciones de servicio y en la esfera social.

Conclusiones y consecuencias principales

El problema de asegurar la protección de la tierra agrícola que representan los bosques será cada vez más importante después del año 2000, ya que la presión sobre las tierras existentes continúa aumentando. Es de prever que algunas tierras forestales seguirán transformándose para usos agrícolas, a fin de satisfacer las necesidades de una mayor producción agrícola. Es fundamental lograr que esta transferencia se haga de forma que asegure la combinación más eficaz de la producción agrícola y la silvicultura para mantener la producción y la protección. Ello entraña insumos técnicos para el control y la evaluación de las tierras y para su utilización conjunta en actividades forestales y agrícolas.

Es probable que la población rural en el siglo XXI sea mayor de lo que es actualmente y que siga habiendo una gran población de campesinos pobres, para muchos de los cuales la fuente de energía más económica será posiblemente la biomasa de los árboles y los desechos de los cultivos. Un problema importante, ante el agotamiento actual de los recursos, es asegurar la organización necesaria y la inversión de tierras y el esfuerzo en programas de plantación de árboles para satisfacer las necesidades de esas poblaciones.

La conservación de la flora y de la fauna, así como de los recursos genéticos, se convierte en un problema de política y de gestión, ya que aumenta la presión sobre recursos limitados de bosques y tierras. Las funciones protectoras, de conservación y de servicio de los bosques serán temas que exigirán cada vez más una gestión y una inversión cuidadosas, ya que una mayor demanda de esas prestaciones tropieza con una menor superficie de bosques.

El que se logre satisfacer la demanda de productos dependerá de la capacidad de las industrias forestales para continuar aumentando la utilización de diversas formas de materia prima leñosa. Deberá mejorar la eficacia productiva a fin de superar los crecientes costos de suministro de materia prima y energía, y se necesitará flexibilidad en la elaboración de productos para satisfacer las necesidades en evolución y hacer frente a la competencia de otros tipos de materiales.

El desarrollo industrial deberá satisfacer necesidades sociales en lo relacionado con la ubicación y con una tecnología apropiada en apoyo a las economías locales, y habrá de cumplir normas ambientales en lo referente a sus productos y operaciones.

A fin de dar a las industrias forestales el nivel necesario para satisfacer las necesidades de los países en desarrollo, deberá hacerse un gran esfuerzo de inversión en infraestructura, enseñanza y capacitación. También hará falta, para ampliar la función del sector forestal, una inversión importante en infraestructura de comercialización, comunicaciones y personal técnico.

El aspecto que quizás revista más importancia en el fomento de esta actividad a largo plazo es el institucional, ya que se trata de crear conciencia de la necesidad urgente de actuar, y de convencer a la población a que actúe. Esto lleva consigo el esfuerzo enorme que entraña el organizar un marco institucional viable para una silvicultura eficaz y el formar luego personal preparado que invierta, explote y ordene los bosques y las industrias forestales.


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