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Parques agroforestales en África occidental: claves para la conservación y la sostenibilidad

J.-M. Boffa

Jean-Marc Boffa es un consultor que trabaja para la FAO y el Instituto Internacional de Recursos Fitogenéticos (IPGRI) en el sector agroforestal y en materia de conservación y uso sostenible de los recursos genéticos forestales.

El desarrollo del potencial económico de los productos arbóreos y la modificación de las políticas prohibitivas pueden ayudar a mantener un sistema tradicional de uso de la tierra que combine silvicultura y agricultura.

La mayoría de los agricultores de subsistencia en el África occi-dental semiárida consideran los árboles como parte integrante de la agricultura. Durante siglos han utilizado la tierra mediante el sistema tradicional de «parques agroforestales», en el que los árboles se encuentran dispersos en tierras cultivadas o dejadas recientemente en barbecho.

Seleccionando cuidadosamente los árboles, los agricultores han orientado deliberadamente la producción arbórea de sus tierras en función de sus necesidades específicas. Los árboles seleccionados proporcionan medicinas tradicionales y alimentos básicos, tales como diversas gomas, aceites, proteínas, frutas y bebidas, que son importantes para la nutrición de muchas personas, en especial en las zonas rurales. De los parques agroforestales se obtienen también productos madereros y no madereros que aportan ingresos notables al hogar y son importantes para las economías locales. Algunos de estos productos -goma arábiga (Acacia sene-gal) y nueces de karité (Vitellaria paradoxa)- proporcionan ingresos de exportaciones primarias a varias naciones del Sahel. El algunos lugares del África occidental los parques agroforestales dan hasta el 75 por ciento del total de productos madereros y no madereros recolectados. Los recursos de las tierras agroforestales tienen una destacada significación social y cultural. Grupos sociales específicos formados por mujeres, pobres, inmigrantes y jóvenes suelen ocuparse en particular de la recolección y a veces de la elaboración de esos productos, porque estas actividades no requieren inversiones de capital. La comercialización de estos productos es también una actividad predominantemente femenina que suele dar ingresos a las mujeres más que a los hombres, lo que puede repercutir favorablemente sobre la nutrición de los niños.

Aunque muchas veces estén dominadas por una o pocas especies, los parques agroforestales han contribuido al mantenimiento de muchas especies, a menudo de 40 a 50 sólo en el ciclo de cultivo. Los árboles dispersos realizan funciones ecológicas fundamentales para la conservación del suelo y el agua y la protección del medio ambiente. La mayor parte de la producción agrícola en las zonas del Sahel con asentamientos humanos se realiza bajo una cubierta arbórea discon-tinua. Por consiguiente, una mejor ordenación de los sistemas agroforestales puede repercutir sobre el conjunto de la región saheliana.

En este artículo se ofrece una visión general de los parámetros primarios en que se sustenta la ordenación de las fincas agroforestales y se esbozan las estrategias de investigación y desarrollo para su conservación y su mejor utilización (Boffa, 1999).

Evolucioón de la densidad arbórea

Pese a la importancia de las tierras agroforestales, se dispone de pocos datos cuantitativos para evaluar las tendencias de tales sistemas en cuanto a densidad, composición por edad y extensión superficial. En general, las densidades arbóreas en zonas rurales y a veces en parques agroforestales han descendido notablemente en los últimos decenios, en especial desde las sequías de los años setenta, y están caracterizadas por el predominio de árboles viejos y a veces por una alarmante falta de regeneración.

Por ejemplo, en la aldea de Petit Samba, Burkina Faso, la densidad de árboles grandes descendió a un ritmo anual de 0,15 árboles por hectárea de 1957 a 1984, pero casi cuatro veces más rápido -0,57 árboles por hectárea y año- entre 1984 y 1988 (Gijsbers, Kessler y Knevel, 1994). Este descenso tan acelerado podría atribuirse probablemente a la mayor demanda de superficies cultivadas y de productos arbóreos debida a la creciente presión demográfica, así como a la sequía y al acortamiento de los barbechos con la consiguiente merma de regeneración arbórea.

Expansión de una finca de Borassus aethiopium por regeneración activa

- R. FAIDUTTI

En la aldea Sob, Senegal, la densidad del arbolado se redujo de 10,7 a 8,3 árboles por hectárea entre 1965 y 1985 (Lericollais, 1989). Como los árboles tienen un largo plazo de regeneración, la falta de árboles jóvenes y el acusado descenso de la densidad del arbolado en los parques debe considerarse como anuncio de un grave riesgo de degradación de estos sistemas.

Finca de Adansonia digitata en el Senegal

- R. FAIDUTTI

No obstante, la merma de la extensión de parques agroforestales en el África occidental semiárida en modo alguno es uniforme y oculta islas de regeneración activa. Estos sistemas, como las sociedades rurales responsables de su creación y mantenimiento, son dinámicos y tienen gran capacidad de recuperación. Un ejemplo es la zona de asentamiento densamente poblada (200 habitantes por kilómetro cuadrado) de Kano en Nigeria, donde entre 1972 y 1981 la densidad del arbolado se elevó de 12,9 a 15,2 árboles por hectárea en un lugar y de 6,1 a 6,7 árboles por hectárea en otro (Cline-Cole et al., 1990). Pese a la alta demanda de productos arbóreos y a la presión sobre la base de recursos naturales causada por las fuertes sequías de los años setenta, la vegetación leñosa no sufrió graves mermas, como podía haberse previsto. Al contrario, el gran número de árboles de pequeño diámetro observados era prueba de que los agricultores se habían esforzado espontáneamente por conservar, regenerar y plantar árboles en respuesta a las oportunidades comerciales ofrecidas a la leña y otros productos arbóreos.

Determinantes biofísicos

Las interacciones biofísicas entre árboles y cultivos han configurado físicamente las superficies agroforestales y son uno de los determinantes primarios del tratamiento que los agricultores dan a los árboles en sus campos. La Faidherbia albida, una de las especies agroforestales más extensamente estudiada, tiene un ciclo inverso, pues pierde sus hojas durante la estación lluviosa y contribuye a un aumento sustancial del rendimiento de los cereales cultivados bajo su ramaje (CIRAD-Forêt, 1996). Por el contrario, los cultivos que crecen bajo especies con un ciclo más típico como Vitellaria paradoxa y Parkia biglobosa producen notablemente menos. Hay no obstante algunas pruebas de lo contrario, lo que se ha atribuido hipotéticamente al efecto positivo de la sombra en el microclima, que compensa el descenso de la fotosíntesis (Jonsson, 1995).

Vista aérea de un parque agroforestal de Faidherbia albida alrededor de la aldea de Dolekaha (Côte d'Ivoire)

- D. LOUPPE

Las diferencias de rendimiento de las cosechas bajo cubiertas arbóreas de diversos tamaños y formas indican que cultivos agrícolas y árboles compiten en cierto modo por la luz (Kater, Kante y Budelman, 1992). La posibilidad de elevar los rendimientos agrícolas aumentando su exposición a la luz del sol es un fuerte argumento a favor de la poda. Experimentos con Cordyla pinnata en Senegal (Samba, 1997) y Azadirachta indica en Burkina Faso (Zoungrana, Yélémou y Hien, 1993) revelan que las cosechas bajo árboles podados suelen ser más abundantes que bajo árboles no podados y a veces mejores que en zonas de control abiertas. Sin embargo, los suelos bajo cubiertas arbóreas maduras suelen ser más fértiles que los suelos despejados. Será preciso investigar la influencia de la poda anual sobre la fertilidad a largo plazo del suelo cubierto por el ramaje, así como sobre las cosechas, las frutas, la producción de hojas y de madera de varias especies, antes de que se pueda recomendar extensamente esta técnica, que se practica ya localmente en cierta medida.

Persisten importantes lagunas en la comprensión de la forma en que las interacciones entre el suelo, los árboles y los cultivos agrícolas, por encima y por debajo del terreno condicionan la productividad de sistemas agroforestales específicos (Boffa, 1999). Para dictar con más precisión prescripciones sobre ordenación de parques agroforestales es preciso investigar con objeto de aclarar el papel y las interacciones de factores como especies, tamaño del árbol, densidad del arbolado, latitud y variabilidad anual de la pluviosidad.

Incentivos económicos

Aunque los beneficios de los árboles sobre el conjunto del sistema agrícola son el factor primordial para decidir si se mantienen y plantan árboles en las tierras de cultivo, cuando los agricultores observan que los árboles y sus productos son más apreciados por aumentar su valor económico, subir la demanda o descender las existencias, son más propensos a realizar inversiones activas en la protección y la reproducción del arbolado. Por ejemplo, los parques agroforestales con Borassus aethiopum en la aldea de Wolokonto, Burkina Faso, crecen tanto en superficie como en densidad gracias a los elevados ingresos generados por el vino de palmera; el 90 por ciento de los árboles B. aethiopum de esos parques se encuentran en una fase temprana de desarrollo (J. Cassou, D. Depommier y S.J. Ouédraogo, inédito, 1997).

En cambio, los agricultores pueden desdeñar sus recursos arbóreos y favorecer prácticas d iferentes y a veces rivales, productos de consumo y actividades lucrativas cuando rinden más que las relativas a los árboles de las fincas. Parámetros externos como mercados, presión exterior sobre los recursos de la aldea, migración y relaciones con centros urbanos parecen ejercer una fuerte influencia sobre el valor relativo de las arboledas. En el norte de Côte d'Ivoire, las densidades de plantaciones de karité o galam (Vitellaria paradoxa) se adaptan rápidamente a los cambios en los precios relativos de sus productos. Cuando las nueces o la manteca de Vitellaria se venden a un precio elevado, se promueve la regeneración. Al contrario, si los precios de la leña sobrepasan a los de otros productos del árbol, se prefiere talar los árboles y venderlos como leña (Louppe y Ouattara, 1997). En zonas del norte de Uganda, el karité se corta para hacer carbón vegetal a pesar de su importancia económica como proveedor de aceite de cocina. No obstante, cuando hay incentivos económicos y una tradición de conservación de la especie, se mantienen y utilizan los árboles para la producción de aceite (E.T. Masters y A. Puga, inédito, 1994).

Mujeres en el laborioso proceso de machacar y moler almendras de Vitellaria (karité)

- J.-M. BOFFA

Cuando los productos tradicionales de los árboles de los parques agroforestales pueden ser sustituidos por productos cultivados o adquiridos en el mercado, los agricultores pueden sentirse menos motivados para regenerar el arbolado. Por ejemplo, en lugar de la manteca de karité se utiliza a menudo grasa animal en zonas de producción ganadera o aceites vegetales como el de maní o de palma preferidos por algunos grupos por su rendimiento anual más constante, su relativa facilidad de obtención y su mejor gusto. De modo análogo, las semillas fermentadas de Parkia biglobosa, que se consumen tradicionalmente como nététou, condimento sabroso, tropiezan con la competencia de cubitos elaborados industrialmente, que se han difundido con rapidez en zonas urbanas del Sahel con ayuda de una intensa publicidad.

Una grave rémora en la producción tanto de manteca de karité como de nététou es la alta densidad de mano de obra y la baja eficiencia de las técnicas tradicionales de transformación de la materia prima en productos comestibles, así como las grandes cantidades de agua y leña que se precisan. El perfeccionamiento de las tecnologías de extracción y elaboración ha sido pues el objetivo primario de varios proyectos de investigación aplicada y desarrollo centrados en estos sistemas.

Se han construido diversas prensas en el marco de proyectos relativos al karité o árbol de manteca. Por ejemplo, la prensa construida por la Cooperative Office for Voluntary Organizations de Uganda ha multiplicado la capacidad de los grupos locales de mujeres para producir manteca de alta calidad en menos tiempo.

Análogamente, la colaboración entre el Departamento de Sistemas Agroali-mentarios y Rurales del Centro internacional de cooperación en el fomento de la investigación agrícola, el Instituto de Investigación Agrícola del Senegal y un comité local de desarrollo constituido por 45 grupos de aldea en la región de Fogny de Basse-Casamance en Senegal ha permitido poner a punto una tecnología para mecanizar las fases de descas-carillado y limpieza de las semillas de nététou .

Efectos de la política macroeconómica sobre la explotación de parques agroforestales: un ejemplo de Senegal occidental

En los parques agroforestales de Faidherbia albida en Senegal occidental, la superficie dedicada al maní o cacahuete, cultivo comercial introducido en tiempos coloniales, había aumentado desde los años sesenta hasta mediados de los ochenta, en detrimento de los cultivos mixtos tradicionales de cereales, caupí y F. albida (Seyler, 1993). Los agricultores utilizaban fertilizantes facilitados a bajo precio por el sector agrícola protegido por el Estado, en lugar de apoyarse en técnicas tradicionales de restauración de la fertilidad como la agrosilvicultura con F. albida y el abono con estiércol. Al elevarse los precios de los insumos tras retirarse las subvenciones y los controles de precios en el proceso de inhibición del Estado en los últimos años ochenta, los agricultores dedicaron de nuevo tierras a la producción de cereales y a la regeneración de F. albida, así como a otros valiosos recursos arbóreos.

Aunque a menudo estas relaciones son específicas de un lugar y no generalizables, su investigación puede ofrecer perspectivas interesantes para tomar decisiones informadas y equilibradas y formular políticas de producción agrícola administrando de manera sostenible la base de recursos naturales.

Paralelamente a los avances tecnológicos, no obstante, hay que abrir o ampliar también oportunidades comerciales y sistemas de mercados para los productos de los parques agroforestales, con objeto de asegurar la participación duradera de los agricultores en la conservación y la regeneración del arbolado. Esta tarea se ha emprendido de varias maneras. Por ejemplo, el proyecto relativo al karité en Uganda, haciendo valer los beneficios sociales y ambientales y la calidad cosmética singular de la manteca de esta especie, ha establecido una relación con un minorista de cosméticos naturales en California que ofrece un mercado internacional firme para la exportación. La compañía ofrece un precio elevado (el doble del precio local) por la manteca de karité de alta calidad envasada. De esta manera los grupos de mujeres pueden obtener beneficios rápidamente después de amortizar el costo de la prensa. El proyecto aspira también a ampliar las oportunidades del mercado nacional, ya que el aceite de karité se utiliza tradicionalmente para cocinar. Una iniciativa es comercializar el aceite en envases atractivos en las principales ciudades del norte de Uganda y en Kampala. La expansión del mercado interno reducirá el riesgo de que una mayor producción sature los mercados locales. A medida que se desarrolle el mercado nacional, se proyecta traspasar gradualmente al sector privado las operaciones de elaboración, envase, comercialización y distribución de los productos de karité (Kisakye et al., 1997).

El proyecto nététou en Senegal ha emprendido también un estudio del sistema del producto con miras a dar a las mujeres mayor fuerza negociadora. Se han concertado acuerdos de comercialización directa entre grupos de producción en Fogny y minoristas organizados en Dakar y se han establecido vínculos con otras organizaciones rurales de la comarca. Además, el proyecto ha desarrollado varios productos nététou nuevos y los ha envasado de manera que superen las reticencias urbanas en cuanto a la higiene del proceso tradicional de preparación. La comercialización de nététou en pasta, polvo y cubos en bolsas de plástico selladas promete reavivar el consumo de este alimento tradicional (Ferré, 1993).

Los parques agroforestales comprenden una gran variedad de especies, la mayoría de las cuales tienen múltiples usos y dan varios productos que se comercializan en diversas escalas. El desarrollo de mercados específicos para tales productos puede impulsar la ordenación sostenible de los sistemas. Debe observarse también que no todos los beneficios de los árboles en los sistemas agrícolas tienen un valor de mercado; no conviene subestimar los valores indirectos de uso (funciones medioambientales) y de otro tipo (valores culturales, religiosos y existenciales).

El proceso de desarrollo de mercados tendrá que ser impulsado por la demanda, promovido paso a paso y orientado hacia las necesidades específicas y el valor de cada producto. Se precisará el apoyo de los gobiernos nacionales, el mundo empresarial y los donantes internacionales. Algunas de las tareas principales a las que habrá que aplicarse son el mejoramiento de la calidad del producto, el establecimiento de sistemas de clasificación para los principales productos agroforestales, la creación y promoción de sistemas de intercambio de información para responder a las señales del mercado, el desarrollo y transferencia de tecnologías de elaboración que economicen mano de obra, la promoción del uso local, la elaboración y el envase de los productos agroforestales y la capacitación de los grupos locales de producción.

Efectos de las políticas agrícolas

La orientación de la política agrícola ha condicionado fuertemente la evolución de las fincas agroforestales en África occidental. Los primeros modelos de desarrollo agrícola propiciados por los organismos paraestatales de investigación, extensión, desarrollo y producción favorecían cultivos únicos en campos de forma geométrica desprovistos de arbolado. Los árboles, en especial los de origen local, eran ignorados o considerados como obstáculos para la tracción animal y la mecanización o para el desarrollo de sistemas intensivos y productivos. En algunos lugares, sólo se concedían créditos agrícolas si se eliminaban todos los árboles del campo.

La promoción de cultivos comerciales como algodón, maní y maíz ha llevado a menudo a la degradación de los campos. Estos cultivos desplazan a otros básicos como sorgo, mijo y caupí, y se abandona la práctica tradicional del barbecho para restaurar la fertilidad del suelo utilizando en cambio fertilizantes químicos. En algunos lugares como Dolekaha, en el norte de Côte d'Ivoire, el desarrollo de la producción de algodón y maíz y el uso asociado de fertilizantes químicos puede haber permitido que se amplíen los intervalos de cultivo favoreciendo así el crecimiento de las especies locales Vitella-ria paradoxa y Parkia biglobosa (Bernard, Ouattara y Peltier, 1996). No obstante, como el barbecho es la práctica principal que propicia la regeneración arbórea, su sustitución por fertilizantes químicos ha sido en general perjudicial para los parques agroforestales.

Por añadidura, se eliminan los árboles de las parcelas destinadas a cultivos comerciales, sea deliberadamente o mediante tracción animal. Aunque los animales de tiro necesitan espacio suficiente para maniobrar y las raíces superficiales pueden ser un obstáculo para los arados, la tracción animal no tiene por qué ser incompatible con la agrosilvicultura en los parques. Las densidades arbóreas suelen ser más bajas en las granjas que utilizan tracción animal, pero pueden ser bastante elevadas. Por ejemplo, en los parques de Vitellaria paradoxa de Thiougou, aldea fronteriza en el sur de Burkina Faso, las densidades medias mantenidas por los agricultores que trabajan a mano, con asnos o con bueyes eran respectivamente 31, 25 y 21 árboles por hectárea (Boffa, 1995).

Es pues fundamental, para la sostenibilidad de los sistemas de parques agroforestales, que los organismos y agencias de producción, investigación y extensión agrícola incorporen la agrosilvicultura en sus programas. Desde que en los años ochenta se prestó más atención al papel de los árboles en los sistemas agrícolas sostenibles, los organismos de extensión y desarrollo han empezado a apoyar el mantenimiento y la regeneración de los árboles en los campos. Sin embargo, la agrosilvicultura no se ha incorporado todavía en grado suficiente al programa de los organismos interesados en los productos básicos de la agricultura

Influencia de las políticas forestales

Las políticas forestales nacionales en el Sahel no suelen ser muy efectivas en la promoción de mejores prácticas tradicionales de gestión. Las administraciones coloniales, y después las forestales, han restringido la influencia de las autoridades tradicionales al uso de los recursos naturales a nivel local y han impuesto un control estatal centralizado en la administración de los recursos. Los códigos forestales sahelianos imponen una limitación básica por cuanto todas las tierras de cultivo que tengan árboles se incluyen en el patrimonio forestal nacional bajo control estatal, a menos que la tierra se haya inscrito en el registro (McLain, 1992). En la práctica, no obstante, los agricultores casi nunca proceden a registrar sus tierras, porque no están bien informados y el registro es caro. El resultado es que muchas restricciones concebidas para proteger los bosques se aplican indebidamente a los árboles en granjas o barbechos. Por ejemplo, se exige a los agricultores que pidan permiso para talar y podar árboles de sus parques o transportar productos de los árboles. Los servicios forestales llevan también una lista de especies protegidas, la mayoría de las cuales suelen encontrarse en los parques agroforestales, que no pueden ser taladas, arrancadas ni podadas. En consecuencia, se ha prohibido a los agricultores realizar actividades forestales básicas como aclareo de mejora, retirada de árboles viejos o muertos, lucha contra parásitos, tala respetando la cepa y poda, que son esenciales para el uso óptimo de la tierra. Al no poder utilizarlos a su guisa, los agricultores pueden resistirse a plantar árboles y optar por eliminarlos cuando se regeneran.

Añádase que a menudo tanto las poblaciones rurales como los agentes forestales entienden mal los códigos forestales. Carentes de recursos humanos y financieros, la mayoría de los servicios forestales son incapaces de aplicar debidamente las normas, y los agentes a menudo interpretan en beneficio propio unas confusas exigencias de permisos, para complementar sus bajos salarios. Aunque varias revisiones recientes de la reglamentación apuntan a reconocer los derechos de los agricultores sobre las tierras que poseen tradicionalmente, se precisan todavía grandes cambios en la administración y la legislación forestales.

Las políticas forestales estatales se han superpuesto sobre unos sistemas indígenas de tenencia de la tierra que han regulado tradicionalmente la extracción y el uso de los recursos de parques agroforestales y bosques por las aldeas y los individuos, en particular de los recursos más valiosos. Por ejemplo, la costumbre ganlegre observada por sacerdotes de la tierra (personajes religiosos tradicionales competentes en cuestiones de la tierra) en Burkina Faso prohíbe la recolección de nueces de Vitellaria paradoxa antes de la madurez completa, y los jefes de aldea presiden ceremonias tradicionales para abrir la temporada de recolección de vainas de Parkia biglobosa. Estas prácticas tradicionales facilitan la igualdad de acceso, reducen los costos de protección, minimizan los conflictos internos y promueven el uso sostenible. Algunas instituciones tradicionales, amenazadas por nuevas influencias socioeconómicas, han retrocedido, pero otras resisten y se han adaptado a las condiciones actuales. La capacidad institucional de las comunidades para mantener, adoptar y construir sistemas de tenencia de la tierra merece reconocimiento y apoyo, y permite ser optimista respecto al futuro de los parques agroforestales.

Dentro de estos regímenes de gestión comunal, otros sistemas de posesión de árboles particulares, basados principalmente en los derechos de los agricultores sobre la tierra, controlan también el acceso y el uso de recursos específicos de los terrenos. Estos sistemas pueden tener algunas limitaciones -por ejemplo, los titulares de derechos secundarios pueden tener dificultad en plantar árboles en una tierra arrendada- pero son también muy flexibles y están sujetos a negociación en función de las necesidades económicas y sociales del momento.

Cuando los sistemas de tenencia de la tierra son seguros e inequívocos, los parques agroforestales tienen sus máximas probabilidades de reproducción. El personal forestal de extensión y desarrollo debe pues tratar de entender la dinámica local de tenencia de tierras y árboles y ayudar a las poblaciones locales a negociar acuerdos claramente articulados y convenientes para todos respecto a las tierras y los árboles.

Conclusiones

Los parques agroforestales son un sistema racional de uso de la tierra desarrollado por los agricultores durante muchas generaciones para diversificar la producción para la subsistencia y la generación de ingresos, así como para minimizar los riesgos ambientales debidos a la alta variabilidad climática de la región. Planificadores e investigadores reconocen su importancia como medio de vida sostenible, en particular para los grupos vulnerables de la sociedad, y su significación como reserva de diversidad genética. Se ha suscitado un interés creciente por su conservación y por su mejor administración para aumentar los beneficios que brindan a las comunidades rurales. Para mejorar la administración de estas fincas agroforestales será preciso traspasar las responsabilidades de gestión a las autoridades locales, llevar a cabo investigaciones de biofísica aplicada, diseñar una política agrícola y establecer servicios de extensión con una orientación agrofo-restal, promover mercados y mejorar la elaboración de los productos. 

Bibliografía