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Nuevas materias primas para la fabricación del papel

por la OFICINA DE INFORMACIÓN DE The Economist, DE LONDRES

En la reciente Conferencia de la FAO se examinó un informe, Estudio preliminar de los recursos y las perspectivas mundiales de la pasta y del papel, que presentó el Director General y fué preparado en colaboración con las secretarías de la CEE la CEPAL y la UNESCO. En este documento se resumía otro informe más completo, el que mas adelante, en este mismo año será sometido al Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC).

La Conferencia, formada por representantes de los 71 Estados Miembros de la FAO, elogió al Director General por el ánalisis presentado y recomendó que los gobiernos, con la ayuda de la FAO cuando sea conveniente, exploren las perspectivas para la instalación de nuevos centros productores de pasta y papel. Tanto los gobiernos como los capitalistas particulares, antes de invertir fondos o esfuerzos en la construcción de nuevas fábricas, deberán emprender investigaciones completas, sobre posibles mercados, costos de producción, conveniencia y continuidad del abastecimiento de materias primas, y disponibilidades de agua, energía eléctrica, productos químicos, servicios de comunicación, etc., a precio razonable. Se instó al Director General a que prosiguiera sus estudios sobre las necesidades mundiales de pasta y papel y a que, mediante los adecuados análisis e investigaciones, ayude a los gobiernos a reducir el peligro de las inversiones desacertadas.

El articulo que va a continuación se basa en los datos que, en nombre de la FAO, reunió la Oficina de Información de The Economist, de Londres, para su incorporación al informe que se presentará al ECOSOC.

En respuesta a una petición del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, la FAO ha emprendido extensas investigaciones para determinar las posibilidades de ampliar las instalaciones y servicios para la fabricación de pasta y papel, con objeto de hacer frente a las nuevas necesidades del porvenir. Pocos negarán que tales necesidades aumentan de manera continua y hasta acentuada. Con cada año que transcurre, la enseñanza agrega millones de personas a la población mundial que sabe leer y escribir, y millares de nuevas fábricas vienen a sumarse también a sus recursos industriales. Se reconoce universalmente que la creciente ilustración y el adelanto industrial constituyen las dos fuentes principales de las nuevas exigencias de papel. También está de acuerdo casi todo el mundo en que la demanda de ese requisito de la vida civilizada amenaza, quizá, con superar a los recursos disponibles de las materias primas que habitualmente se han venido empleando en la fabricación del papel.

Es, precisamente, teniendo en cuenta esta combinación de una demanda en expansión, a largo plazo, para todos los múltiples usos del papel, y una oferta relativamente inflexible de materias primas de extracción tradicional, como habrán de analizarse las actividades de la FAO. Esto justifica el ensanchamiento del campo de las materias primas y explica la solicitud que la FAO viene mostrando hacia el fomento de materias fibrosas para la fabricación de papel que hasta ahora se encontraban, en toda o en su mayor parte, por ensayar. Es natural que la atención se concentre en las regiones de los trópicos, dotadas de plantas fibrosas tropicales, leñosas o no, ya que hasta ahora se sabe muy poco, relativamente, acerca de las cantidades, las posibilidades y las calidades que estas materias primas poco comunes pero potencialmente valiosas, representan para la industria del papel.

La publicación de la FAO titulada: Materias primas para aumentar la producción de papel, se proponía ofrecer un análisis de las materias utilizables para la fabricación de papel, incluidas sus disponibilidades, aprovechamientos y métodos de conversión, insistiendo especialmente en las materias y procedimientos hasta ahora poco aplicados. Los materiales fibrosos de que se dispone para la fabricación del papel son numerosos y variados, lo mismo que los procedimientos para transformarlos. La elección de las materias y procedimientos que hayan de emplearse, dependerán mayormente del tipo de papel que se desee producir, de los cuales hay un gran número, por lo que dicha elección puede resultar difícil y complicada. Algunas voces aumenta la confusión cuando personas poco conocedoras de la industria se ven obligadas a tomar decisiones, especialmente cuando los expertos sugieren soluciones distintas e incluso contradictorias. Más susceptibles de equívocos todavía, si cabe, pueden llegar a ser las afirmaciones de los inventores y promotores de tratamientos nuevos sin experimentar.

Así pues, el establecimiento de industrias que para la producción de pasta y papel utilicen nuevos métodos o nuevos materiales, o ambas cosas a la vez, podrá dar lugar a polémicas y fracasos graves. Es evidente, por tanto, que, en cuantos programas emprenda, la FAO para la creación de nuevos centros de producción habrá de concederse un puesto destacado al examen de cuestiones, tales como las siguientes:

1. ¿Cuáles son las posibilidades de fabricar pasta y papel con las diversas clases disponibles de materias primas?

2. ¿Qué métodos deberán utilizarse, y para qué tipos de papel?

3. Si fuere técnicamente posible el empleo de nuevas materias, ¿habrá de considerarse como empresa factible desde el punto de vista comercial?

4. ¿Cuáles son los costos relativos de fabricación?

El propósito de la publicación de la FAO ya mencionada consiste en esbozar las respuestas a tales cuestiones, especificando los procesos para la fabricación de pasta que pueden utilizarse con cada uno de los grupos principales de materias primas, las clases de papel que producirán y el costo a que, según los distintos métodos, podrán elaborarse las distintas fibras. La información así proporcionada, según se espera, hará saber a los funcionarios públicos, estadistas o banqueros no especializados en la materia, cuáles son los criterios decisivos que determinan el que sus bosques y campiñas sean susceptibles o no de constituir una fuente comercial de pasta y papel.

Materias primas disponibles

La materia prima básica para la fabricación de papel es la celulosa, en forma de fibra. Esta fibra aparece en muchos tejidos vegetales, de los que cabe extraerla can facilidad por medios mecánicos o químicos. Sus fuentes son tan numerosas como las especies vegetales de las que pueden obtenerse, las cuales suman varios millares. Sin embargo, a pesar del número de esas fuentes posibles, en la práctica las fibras más adecuadas para la fabricación de papel sólo es posible extraerlas de unas pocas especies, ya que el rendimiento de la mayoría de éstas es tan reducido, que la extracción no resulta lucrativa.

Las plantas productoras de fibra comprenden desde las hierbas más comunes hasta los árboles más exóticos, aunque, de hecho, sólo se aprovecha extensivamente una media docena de tales fuentes, a saber: la madera tanto de coníferas como de frondosas, la paja, el esparto, el bagazo y el bambú. Además, la fibra para la fabricación de papel se obtiene también, en forma de trapos, del algodón y del lino y, en forma de cordaje, del abacá, el sisal y otras fibras duras. De todas estas fuentes la madera es, con mucho, la más importante, en la actualidad, y en el total de materias primas utilizables para la fabricación de papel en todo el mundo, la madera de las coníferas representa, por sí sola, una porción mayor que todas las demás juntas.

Valdría la pena calcular y comparar las disponibilidades de la diversas materias primas para papelería; pero, por las razones que se expondrán más adelante, sólo puede darse una idea muy general de los recursos, y los cálculos que es posible ofrecer no permiten, como es natural, deducir la cantidad que de cada uno de estos recursos puede disponerse anualmente, ni tampoco si el mismo abunda o no.

En primer lugar, la mayoría de los materiales de que se obtiene la fibra destinada a papel se dedican a una gran variedad de usos. El volumen de los mismos disponible para la industria de la pasta y del papel, depende no sólo de sus ventajas técnicas y económicas para la fabricación de pasta, sino; además, de la demanda rival de las demás industrias consumidoras, de su accesibilidad y, lo que no es de menor significación, de su popularidad entre los fabricantes de papel. Si la madera de coníferas, una de las materias primas de aptitudes mas variadas en todo el mundo, no fuera objeto de otros usos, sus existencias bastarían, probablemente, para satisfacer por completo la demanda de las industrias de la pasta y el papel, Este tipo de reservas es aplicable también a otras materias fibrosas, lo que, claro está, reduce la pertinencia y utilidad de todos los cálculos de recursos.

En segundo lugar, las materias aprovechables para la fabricación de pasta difieren grandemente entre sí, lo mismo en lo tocante a sus respectivos métodos de conversión en pasta como a los artículos que con ellas pueden fabricarse. Evidentemente, la viabilidad del aprovechamiento de una fibra cualquiera, una vez comprobada su conveniencia técnica, la determinan la índole y los costos del método o métodos adecuados para su conversión en pasta así como los usos finales a que sea posible destinar a esta última. Así pues, a juzgar sólo por la extensión de la superficie mundial que abarcan las especies coníferas puede creerse que ofrecen un suministro potencial abundante, pero en realidad no es así, ya que la mayoría de ellas pueden ser convertidas mediante cualquiera de los diversos métodos de fabricación de pasta, y con algunos de éstos a costo muy reducido, y al mismo tiempo sus usos finales de papelería son mucho más numerosos que los de cualquier otra materia fibrosa - para no mencionar siquiera sus múltiples aplicaciones fuera de la industria papelera. En cambio tratándose de maderas duras tropicales, a pesar de que se ha demostrado que ciertas especies son técnicamente adecuadas para su transformación en pasta a un precio económico, sólo poseen todavía una pequeña variedad de usos finales, lo cual ha constituido, hasta ahora, una de las restricciones que han venido demorando su explotación. Los recursos de frondosas tropicales susceptibles de transformación en pasta son potencialmente amplísimas, pero no se ha comprobado ano que sea lucrativo el convertirlos en fuentes activas de producción. Por consiguiente, la suficiencia de los recursos tiene que sopesarse con relación a los métodos y a los productos y, además, frente a los usos que no sean de papelería.

En tercer lugar, la cantidad de pasta que se extrae de una tonelada de materia prima, varía según la clase de ésta. Dos toneladas y media de esparto rinden, poco más o menos, una tonelada de pasta; mientras que una tonelada de pasta de paja requiere de una y media a dos toneladas de paja de cereales, según la clase de ésta que se emplee. Para fabricar una tonelada de pasta blanqueada por métodos químicos hacen falta, por lo menos, dos toneladas de madera, pero si se transforma la madera mecánicamente, de cada diez toneladas de madera en pie se recuperan nueve en forma de pasta. El rendimiento de ésta, por tanto, constituye otro de los factores determinantes para calcular los recursos de materias primas.

En cuarto lugar, del mismo modo que el volumen de la oferta de una materia prima limita su consumo, una demanda reducida de la misma puede llegar a constituir, por sí sola, una restricción de la oferta; así, por ejemplo, se cree, en general, que la paja abunda por todas partes y que los fabricantes de pasta pueden contar con cuanta sean capaces de asimilar. La plétora, sin embargo, es más aparente que real y en algunos países la cantidad de paja disponible para la fabricación de pasta, aparte de los otros usos industriales y agrícolas a que se destina, es sorprendentemente reducida. La razón es la imposibilidad de trasladarla del campo a la fábrica, si no se cuenta con servicios para su embalaje, almacenamiento y transporte, y, los labradores no invertirán el dinero en el equipo requerido si los fabricantes de papel no les garantizan la continuidad de sus compras, mediante contratos a largo plazo. Pero en algunos países, como se sabe, los fabricantes se muestran reacios a hacerlo, porque se han acostumbrado a comprar pasta de madera siempre que pueden y la paja, únicamente cuando no tienen otro remedio. Toda demanda, sin embargo, tiende a crear una oferta, y según vaya aumentado la demanda de paja, lo mismo ocurrirá con la oferta que ha de satisfacerla; pero siempre que no se halle debidamente organizado el tráfico de la paja, desde la granja a la fábrica, la paja recuperable que no se emplee en las granjas quedará abandonada, sin más, para que se pudra el terreno, con lo que, claro está, su inclusión en las existencias totales anuales del país en cuestión, no hará sino exagerar el volumen real de las mismas.

Maderas coníferas de oferta restringida

La intensificación del interés por las fibras substitutivas se basa en el crecimiento a largo plazo de la demanda general de papel, singularmente la de papel de periódico y de imprenta, intensificación acelerada, incluso, por las repetidas carestías de pasta de madera durante la postguerra. No cabe imputar tales escaseces a desequilibrios puramente transitorios de la producción y el comercio de papel, que desaparecerán paulatinamente como consecuencia del alza de la producción. La producción mundial de pasta y papel se ha ampliado de manera sorprendente, a partir de 1945, y en la actualidad supera a la de todos los años anteriores al año 1939, sin excepción. A pesar de eso, la oferta, en varias ocasiones, no ha bastado para colmar la demanda, desequilibrio éste que en los países más pobres ha cobrado caracteres bastante graves. Muchos de ellos, con el aumento de las personas instruidas y con el crecimiento demográfico, se ven imposibilitados de satisfacer siquiera las necesidades más imprescindibles de su prensa, sus ediciones de libros y sus escuelas. Las olas sucesivas de inflación mundial, cuyo ejemplo más reciente fué el auge económico de los productos esenciales a raíz de estallar la guerra de Corea, no han hecho sino acentuar la tendencia básica a largo plazo, hacia la tirantez de la oferta y los elevados precios de la pasta y del papel.

El fracaso de la producción de pasta de madera, para responder en forma adecuada a los incentivos de una fuerte demanda y de unos precios remunerativos, ocasiona una creciente presión sobre los limitados recursos de madera de coníferas con que se cuenta para la fabricación de pasta. En muchas regiones se ha sometido a los bosques a una corta tan intensa, y durante tanto tiempo, que se vería amenazada la permanencia de los rendimientos, si se cortara más madera que en la actualidad. Es posible, incluso, que algunos países hayan de cortar menos madera durante varios años, para dar así a sus bosques la oportunidad de que recobren su vitalidad. No es probable que, dados los métodos presentes de corta, extracción y transporte, se consiga rebasar gran cosa el nivel actual del volumen de madera conífera susceptible de ser extraído de los bosques en explotación - dada la necesidad de dejar intacta su productividad. La mayoría de los observadores, sin embargo, convienen en la posibilidad de que la demanda mundial de pasta se elevará durante los próximos 10 ó 15 años, a una cifra superior a la actual en un 3 ½ a un 5 por ciento, cada año, para alcanzar entre los 45 y los 50 millones de toneladas a principios del decenio de 1960, comparada con la oferta de 33 millones de toneladas registrada en 1950. De no utilizarse otros materiales fibrosos que los de la madera de conífera, la industria papelera se enfrentaría, pues, con el peligro de agotar sus recursos de materias primas.

Es cierto que en las Montañas Rocosas de la América del Norte, en Canadá y en Alaska quedan todavía por explotar algunas zonas de coníferas. En la URSS se encuentran, probablemente, los mayores rodales intactos. Existen otros en la América Central y del Sur, en Oceanía y en Asia. Pero ni siquiera con el pleno fomento de todas las fuentes potenciales de madera blanda, parece probable que pueda hacerse frente a las necesidades de pasta de madera en todo el mundo, que crecen rápidamente; y existen además muchos países que carecen en absoluto de coníferas.

En busca de nuevas materias primas

El fomento de cualquier materia prima substitutiva es susceptible siempre de suscitar la resistencia de las, personas de mentalidad conservadora, especialmente si existe una amenaza de depresión económica, incluso cuando el producto cuya oferta ha de complementarse es, a su vez, resultado de transformaciones verdaderamente revolucionarias. En efecto, el papel está harto acostumbrado a los cambios de sus materias primas. Su pasado es todo un historial de cambios continuos en los productos finales, la fabricación y las materias primas que se han influído recíprocamente. A principios del siglo XIX se produjo una enorme expansión de la demanda de papel, como secuela de la revolución industrial e intelectual que se extendían en aquel entonces por toda la Europa Occidental. Para satisfacer la nueva demanda, hubo que descubrir un método de fabricación más eficaz que el tradicional procedimiento a mano y, como consecuencia de ello, se inventó la máquina para fabricar papel. Mas a pesar de que había una demanda de papel y de que se disponía de una máquina para hacerlo en cantidad y barato, no se contaba con materias primas. Se hacía el papel entonces con trapos de algodón y de hilo. El suministro de estos artículos en los dos siglos anteriores había bastado para llenar las necesidades de las fábricas de papel, pero resultó completamente insuficiente con el advenimiento de 1a era industrial. Tras decenios de investigación y experimentos, la búsqueda de una materia prima más abundante y barata que poseyera buenas propiedades para la fabricación de pasta, dió por resultado el descubrimiento de que el abeto, el pinabete y algunas otras coníferas llenaban todos los requisitos, descubrimiento este que marcó el comienzo de la era contemporánea de la fabricación del papel.

Otra gran etapa posterior en la historia de las materias primas del papel, se inició con la inclusión del pino del sur y algunas frondosas de las zonas templadas entre las especies susceptibles de conversión en pasta, además del abeto del norte y del pinabete. Con anterioridad a 1930, poco más o menos, se consideraba que las especies primeramente citadas eran de bastante mala calidad para la fabricación de pasta y que, en cualquier caso, no era posible transformarlas al sulfito, que entonces era el método químico preponderante y, por último, que de ellas se obtenía madera molida de pobre calidad para la fabricación de pasta. Resultaron adecuadas, sin embargo, para la fabricación de pasta al sulfato, cuyo perfeccionamiento abría vastas posibilidades a una materia hasta enconces no explotada. Se revolucionó así la industria de la pasta en los Estados Unidos, la cual utilizaba con exceso sus recursos naturales de las especies coníferas tradicionales, que crecían en el norte y, en consecuencia, se extendieron las operaciones a los pinares del sur del pala El advenimiento del procedimiento al sulfato facilitó también la fabricación de pasta con ciertas especies frondosas de la zona templada.

Posibilidades para la ampliación del número de materias primas

Es probable que se haya iniciado ahora otra etapa decisiva. Los fabricantes de papel se enfrentan nuevamente con una demanda que tiende a superar la disponibilidad de las materias primas corrientes convertibles en productos de tipo o apariencia, por lo menos, convencional. Una vez más se siente la necesidad de explotar recursos de materias primas no ensayados todavía sino parcialmente, para su conversión en artículos fabricados hasta ahora, en gran parte, con las materias primas tradicionales. Por razones técnicas, según demuestra la experiencia, no cabe formular ninguna objeción válida a la viabilidad de la ampliación del número de las materias primas, mediante el aumento del consumo de las maderas de frondosas de las zonas templadas, de maderas tropicales y de las fibras procedentes de la paja, bambú y bagazo. La mayoría de estas materias primas tienen ya varias aplicaciones perfectamente comprobadas. Lo que importa ahora es aumentar el consumo dentro de esas aplicaciones, y todavía más, quizá, aumentar el número de las mismas.

Como era de esperar, la obtención de nuevas materias primas en los laboratorios va adelantando sin dejar tiempo para su aplicación comercial. La mayoría de las numerosas publicaciones disponibles sobre este tema, están de acuerdo en que las pruebas de laboratorio han demostrado, sin dejar lugar a dudas, la viabilidad técnica del empleo de los nuevos materiales anteriormente citados. La mayoría de los experimentos hechos y apoyados, no sin cierta reiteración, en la experiencia que han brindado las operaciones comerciales, demuestra que los nuevos materiales reseñados, convertidos en pasta por métodos especialmente idóneos para ello, no plantean problemas técnicos de imposible solución, aunque éstos sean, a menudo, formidables.

La adecuación técnica, hay que confesarlo, no basta. En última instancia la posibilidad de fabricar el papel con materias de las llamadas substitutivas estará determinada por factores económicos, los cuales restringen el valor potencial del aprovechamiento de cualquier recurso dado. Incluso cuando no existe problema técnico alguno, las realidades de la economía podrán vedar todavía el desarrollo inmediato de dichos materiales, por prometedores que sean, en lugares alejados de los centros de consumo, desprovistos de medios adecuados de transporte y carentes de los recursos industriales y financieros precisos, sean éstos nacionales o exteriores. Edificar fábricas de pasta y papel sin asegurarse bien de que se dispone de todo lo requerido para su explotación económica total, y no sólo de las materias primas más indicadas, sería correr el peligro de un inevitable fracaso. No cabe duda de que el análisis más minucioso de las condiciones existentes, habrá de preceder a la ejecución de todo proyecto de fabricación de pasta, especialmente en todo país poco desarrollado que carezca de experiencia industrial.

No obstante, de tenerse en cuenta únicamente los costos de producción, las nuevas materias primas no salen mal paradas, en comparación con las más antiguas. Algunas de aquellas son ciertamente más baratas, para convertirlas en pasta, de acuerdo con los precios actuales de las distintas materias fibrosas. La ventaja inicial del bajo costo de la fabricación de pasta puede llegar a perderse, en el sucesivo proceso de conversión de dicha pasta en papel; su trascendencia, asimismo, se aminora algo debido a la, hasta ahora, reducida variedad de los usos finales a que pueden destinarse algunas de las pastas nuevas. No obstante cabría afirmar, sin la más mínima exageración, que la baratura relativa de la conversión de algunas de las materias nuevas tales como las maderas duras de las zonas templadas por el método neutro semi-mecánico al sulfito; o las frondosas tropicales por el tratamiento el sulfato constituye un buen presagio para el futuro.

Conclusiones generales

Los países poco desarrollados del mundo entero se hallan en vísperas de sufrir cambios de grandes dimensiones y de largo alcance, lo mismo industriales que sociales y políticos. En su avance hacia la industrialización y hacia un nivel de vida más elevado, el papel para libros, revistas y periódicos, el de escritorio o el destinado a fines industriales como los de embalaje, desempeñará una función más importante cada vez. Más aún, su progreso futuro depende, en no pequeña medida, de la disponibilidad de materiales abundantes y baratos para fabricar papel. Sin embargo, es precisamente en los países más necesitados de papel donde este producto, tan esencial a la civilización, suele ser más escaso y más caro.

En el próximo decenio se espera que la demanda mundial de pasta y papel aumente del 3 ½ al 5 por ciento, cada año. No es muy probable que esta nueva demanda puedan atenderla los principales centros productores: las industrias de Norteamérica y Europa, que emplean maderas de coníferas para la fabricación de papel. Hay razones de peso, por tanto, para aumentar las existencias de pasta y papel en los países poco desarrollados recurriendo a aquellas de sus fibras que hagan posible, lo mismo técnica que económicamente, la producción de pasta y papel. Esos recursos existen, en gran parte sin utilizar hasta ahora. Entre ellos se cuentan vastos bosques de frondosas, millones de hectáreas cubiertas de plantas productoras de fibras y toneladas y toneladas de residuos agrícolas renovables.

La mera existencia de tales recursos potenciales, sin embargo, prueba muy poca cosa, salvo el que todavía no se haya demostrado, por múltiples razones, que su explotación sea lucrativa. La FAO, empero, ha intentado patentizar que dicha explotación suele ser posible, además de conveniente. Las principales conclusiones alcanzadas pueden resumirse en los apartados siguientes:

1. Las maderas tropicales, el bambú, el bagazo, la paja y otros varios residuos agrícolas, son materias primas adecuadas para la fabricación industrial de pasta y papel.

2. De aprovecharse esas fuentes potenciales de fibras, no cabe duda alguna de que las existencias mundiales de materias primas para la fabricación de pasta bastarán con creces para satisfacer cualquier aumento imaginable que supongan las futuras necesidades de pasta y papel del mundo entero.

3. Se cuenta con toda una variedad de procesos de fabricación de pasta, bien comprobados todos ellos, para la conversión de materias primas hasta ahora desacostumbradas.

4. En términos generales, los productos químicos, la energía eléctrica, el transporte y, sobre todo, el dinero, resultan más caros en los países poco desarrollados que en las zonas industrializadas, por lo que requiere mucho más capital el establecer una fábrica eficiente de pasta y papel en esos países que en América del Norte o en Escandinavia. Estos elementos adicionales de costo suelen quedar contrarrestados por la mayor baratura de la materia prima y la mano de obra.

5. La fabricación de papel con materias primas nuevas ofrece garantías económicas suficientes para justificar el estudio a fondo de un cierto número de proyectos para establecer en los trópicos nuevas fábricas de pasta y papel.

Estas conclusiones requieren algunos comentarios; en primer lugar, aunque todos los procesos principales de fabricación de pasta tienen alguna aplicabilidad, sólo algunos de ellos pueden ser adoptados por ejemplo a las complejas mezclas de especies que componen los bosques tropicales. Por lo general, únicamente los métodos alcalinos y el procedimiento al sulfato en particular, parecen ser convenientes para la abigarrada composición de las frondas tropicales. En segundo lugar, la pasta obtenido mecánicamente, que constituye el ingrediente principal del papel de periódico y del papel barato de imprenta, sólo es posible producirla con fibras no agrícolas, con muy pocas maderas de especies frondosas tropicales y con algunas, no muchas, de especies frondosas de zonas templadas. Pero, en tercer lugar, las pastas que producen estas materias primas son susceptibles de mezclarse con las de madera de coníferas o de bambú, razón esta de importancia para que se estudie, con mayor ahinco que hasta ahora, la posibilidad de producir papel con tipos mixtos de pasta. En cuarto lugar, aunque el papel producido en los países poco desarrollados con materias primas inhabituales resulte más caro que el artículo importado, también pudiera suceder que; debido a las restricciones sobre divisas, a las de importación y a razones de tipo político, no fuese posible traer del exterior la madera más barata, en cuyo caso la economía interna del país se beneficiaría con la fabricación nacional de pasta y papel, incluso cuando los costos representaran, temporalmente, alguna pérdida de carácter fiscal.

No es prudente, empero, generalizar sobre fenómenos tan evasivos como son los costos. Cada propuesta específica diferirá necesariamente de cualquiera otra y, por lo general, deberá examinársela con arreglo a sus respectivos méritos. Muchos son los factores que se influyen recíprocamente para determinar si es económico o no cualquier proyecto específico. Estos factores no pueden evaluarse más que mediante un estudio e investigación a fondo.

En la fase inicial de elegir emplazamiento para las fábricas de pasta y papel en cualquier región tropical, deberá concentrarse la atención en unas cuantas zonas especialmente adecuadas; porque si las propuestas son demasiado ambiciosas, desperdigadas y diversificadas, podrían producirse fracasos desalentadores, con perjuicio de todo el programa.

La planificación para el establecimiento de una fábrica en base a los recursos forestales de que depende comprende cuatro etapas principales.

1. Elección del emplazamiento para la fábrica, según la determine la proximidad de las materias primas, el agua y los servicios de energía eléctrica, transportes, etc.

2. Un reconocimiento forestal para precisar el tamaño y composición del rodal (esto no puede efectuarse mediante reconocimientos aéreos exclusivamente; deberán usarse también los métodos estadísticos de muestreo).

3. La experimentación lo mismo en escala de laboratorio que en la industrial.

4. El planeamiento de las instalaciones industriales y la elección del método que se haya de utilizar, como corolario de las etapas preliminares, indicadas en los apartados 1 a 3.

Todos los experimentos futuros de fabricación de papel con maderas tropicales, deben ir asociados con un examen detenido del bosque de donde se obtengan las materias primas de ensayo, con objeto de comprobar la adaptabilidad de las especies disponibles al método elegido. Asimismo, deberá intensificarse mucho la investigación silvícola sobre especies frondosas tropicales, para que los futuros propietarios de las fábricas cuenten con los conocimientos precisos sobre el crecimiento y rendimiento de las especies, y, todavía más, sobre los métodos de explotación que les asegurarán un suministro ininterrumpido de las especies más convenientes.

Pocos serán los que nieguen que existen actualmente posibilidades importantes aunque limitadas, para fabricar papel con maderas de frondosas tropicales. En la medida en que las fábricas que han de utilizar esas materias primas se establezcan en países poco desarrollados (cosa que podrá considerarse como la regla, más que la excepción) lo más probable será que dichas fábricas aceleren el ritmo de la industrialización de esos países, del mismo modo que la mayor industrialización, a su vez, activará el desarrollo de las fábricas de pasta y de papel al poner a disposición de las mismas más productos químicos y más maquinaria procedentes de fuentes nacionales próximas. A medida que se va desenvolviendo esta influencia recíproca, la experiencia cada vez mayor en la fabricación y comercialización del papel extraído de la madera tropical, podrá contribuir a acelerar la producción y el consumo del mismo y posiblemente a competir en aquellos mercados exteriores donde la calidad reviste primordial importancia.

Todo indica que este gran recurso inexplotado podrá aportar una contribución de vital importancia a la elevación del nivel de vida de los países tropicales. Habrá, inevitablemente, un período de tanteo, pero de utilizarse ampliamente los medios técnicos y económicos de que ya se dispone, podrá surgir en las regiones insuficientemente desarrolladas una industria papelera que ha de tener una importancia mundial.


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