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Nomenclatura científica de los árboles forestales

ELBERT L. LITTLE, JR,.
Servicio Forestal de los Estados Unidos, Wáshington D. C., E. U. A.

LA sustitución de nombres científicos bien establecidos de árboles forestales importantes y otras plantas de valor económico, mediante la exhumación de viejos nombres olvidados es un problema grave y fastidioso que se plantea continuamente a los silvicultores y otros especialistas en ciencias fitotécnicas aplicadas. Por fortuna se le están buscando soluciones que seguramente se aprobarán en el Nuevo Congreso Internacional de Botánica, que se celebrará en Montreal en 1959.

No hay para qué aducir ejemplos de nombres científicos de árboles forestales reemplazados con nombres viejos desenterrados en investigaciones bibliográficas realizadas por taxonomistas botánicos. Se conocen de sobra y mencionarlos aquí sería ocioso. De especial preocupación para los silvicultores es el cambio operado recientemente en la denominación del árbol maderero más importante, el abeto de Douglas, que de Pseudotsuga taxifolia (Poir.) Britton, ha pasado a Pseudotsuga menziesii (Mirb.) Franco. Una de las consecuencias favorables de este hecho posiblemente sea el creciente interés que se ha despertado entre los forestales por la nomenclatura botánica, y el apoyo que estos pueden prestar a las propuestas de enmienda del Código Internacional de Nomenclatura Botánica para darle mayor estabilidad. Por ejemplo, la Society of American Foresters, que cuenta con cerca de 10.000 afiliados, todos ellos forestales profesionales, ha solicitado, a través de su Consejo, que se mantenga el nombre de Pseudotsuga taxifolia así como otros cuatro nombres específicos y ha apoyado el principio que anima la propuesta que consta más adelante, así como otros medios propios para estabilizar la tan importante nomenclatura arbórea.

Hace más de 15 años, a poco de haber empezado a estudiar la nomenclatura de los árboles, el autor llegó a la conclusión de que era necesario establecer una reglamentación a este respecto. En el Séptimo Congreso Internacional de Botánica, celebrado en Estocolmo en 1950, se presentó una enmienda, análoga a la que se cita más adelante, según la cual se debía desechar, considerándolo como no publicado efectivamente, todo nombre que no hubiera aceptado un segundo autor o no figurara en un índice de nombres científicos dentro de un plazo de cien años a partir de la fecha de su publicación. Por desgracia, en las propuestas publicadas apareció una primera versión de la que acabamos de explicar y, por lo mismo, la versión mejorada no se pudo estudiar oficialmente. Al mismo tiempo, el autor del presente artículo propuso que se conservaran los epítetos específicos de las plantas y adujo los argumentos del caso en favor de una nomina specifica conservanda. Pero las organizaciones forestales presentes en el Congreso de Estocolmo no secundaron estas pro puestas. En vez de ello, un botánico leyó unas manifestaciones de representantes de las escuelas forestales de los Estados Unidos de las que se sacaba la conclusión que entre los especialistas americanos no existe unanimidad de criterio acerca del problema.

El problema de la estabilización de la nomenclatura fué uno de los más importantes de que se ocupó la Sección de Nomenclatura del Octavo Congreso Internacional de Botánica, celebrado en París en 1954, al tratarse de la enmienda del Código Internacional de Nomenclatura Botánica de 1952. Dos propuestas a este respecto obtuvieron la aprobación preliminar, pero más tarde fueron rechazadas por escaso margen en la votación definitiva.

En París, se aprobó por unanimidad la proposición de que se constituyera un Comité Especial de Estabilización y se eligieron sus miembros. También, por una mayoría considerable, se aprobó una resolución según la cual «había que hacer algo» para resolver los actuales problemas de la inestabilidad en la nomenclatura, expresando la convicción de que se podría aceptar un cambio pero que, hasta ese momento, no se había presentado ninguna propuesta adecuada.

El Dr. J. S. L. Gilmour, Director del Jardín Botánico de la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, presidente del Comité Especial de Estabilización, propuso cinco posibles ángulos de enfoque, discutidos en París, uno o más de los cuales podrían servir como base para preparar propuestas aceptables:

(a) nomina specifica conservanda;
(b) nomina specifica rejicienda;
(c) descalificación de ciertos libros;
(d) descalificación de nombres no recogidos después de una cierta fecha;
(e) reconocimiento en la reglamentación de «nombres económicos» añadidos a «nombres botánicos» estrictamente correctos. El Dr. Gilmour pidió también a los miembros del Comité que le enviaran a más tardar el 1° de mayo de 1955 una lista de nombres de uso muy generalizada los cuales, en aplicación estricta de las normas, tendrían que ser reemplazados por nombres menos conocidos, a fin de calcular el número aproximado de casos concretos que pudieran presentarse.

Así pues, se brinda a los forestales la oportunidad de contribuir a encontrar una solución viable y, por tanto, pueden presentar listas de nombres científicos que deseen mantener en lugar de otros poco conocidos resucitados recientemente. Las organizaciones, instituciones y sociedades forestales pueden apoyar estas propuestas públicamente y enviar copias de sus resoluciones a este Comité y al presidente del Noveno Congreso Internacional de Botánica, Dr. Jacques Rousseau, Director del Jardín Botánico de Montreal, 4101 Sherbrooke St. E., Montreal, Quebec, Canadá. Por otra parte, pueden también pedir autorización para enviar delegados con derecho a voto a este Congreso, que se celebrará en Montreal en 1959. Se agradecerá que se apoye la siguiente propuesta.

Deseo proponer el siguiente nuevo artículo como enmienda al Código Internacional de Nomenclatura Botánica, en la Sección 5, «Condiciones y Fechas de la Publicación Efectiva» (después del Artículo 41, en la edición de 1952):

«El nombre de un taxon no se considerará como efectivamente publicado si no ha sido aceptado por un segundo autor o no ha sido citado en un índice de nombres científicos dentro de un plazo de 50 años a partir de la fecha de publicación, o el 1° de enero de 1960 si se ha publicado antes de 1910».

Esta propuesta implica la eliminación automática de todos los viejos nombres poco conocidos, de más de 50 años de edad, como si nunca se hubieran publicado. El insistir en la publicación efectiva más bien que en el rechazo de tales o cuales nombres se aplica también a la Sección 13, «Eliminación de Nombres y Epítetos». Así como no se acepta un microfilm (Artículo 39), se estimará que los nombres aparecidos en obras poco conocidas o raras, y que posteriormente no se hayan adoptado o incorporado en algún índice, no cumplen con las condiciones de publicación efectiva.

Por tanto, esta propuesta, impedirá que se resuciten viejos y olvidados nombres científicos de especies, géneros, variedades o cualquier otro grupo, para mayor complicación del uso corriente, a menos que los haya aceptado un segundo autor o que figuren en un índice de nombres científicos anterior a 1960. Esto no afectará a ninguno de los nombres aceptados hasta ahora por un segundo autor y los futuros nombres que se reconozcan de esta forma, dentro de un término de 50 años a partir de la fecha de su primera publicación. De igual manera, la propuesta tampoco afecta a los nombres ya incorporados en el Index Kewensis y sus Supplementa, ni a los nombres que figuran en las fichas del Herbarium Gray o en cualesquiera otros índices de nomenclatura.

La fecha de 1910 se incluye para evitar que la regla se vuelva retroactiva. Los nombres publicados entre 1753 y 1910 han tenido de 50 a más de 200 años para lograr su adopción. Antes de rechazarlo, se concederá a todo nombre publicado después de 1910, 50 años de plazo para aparecer en un índice o ser aceptado por un segundo autor. De este modo se evitarán las ambigüedades de una propuesta estudiada en 1954, donde se hacía referencia a nombres «aceptados actualmente' o a nombres «que no figuren en ningún trabajo de carácter botánico publicado después de 1900».

Se considera que el plazo de 50 años es el más conveniente, pero si se desea se puede cambiar. En principio, habría que preferir los nombres de géneros, familias y órdenes cuyo uso se haya generalizado en los 50 años siguientes a su publicación (Artículo 24). Algunos forestales han sugerido un período más corto. Sin embargo, la catalogación y la publicación de índices requieren un número razonable de anos, así como para que los investigadores contemporáneos se familia ricen con los nuevos nombres, los evalúen y comprueben la nomenclatura y la sinonimia. Por otra parte, es innegable que un nombre que sólo ha figurado en obras impresas durante un corto número de años no se ha arraigado lo suficiente en el uso y puede cambiarse sin dar lugar a mucha confusión.

Un punto interesante de la propuesta es que se hace recaer la responsabilidad por el rechazo de un nombre olvidado sobre el propio autor por no haberlo publicado efectivamente en modelos medios a disposición de los botánicos de su tiempo. Desde un punto de vista práctico es preferible considerar como no publicado todo nombre viejo que no figure en ningún índice o no haya sido reconocido por nadie. Es evidente que un nombre científico con más de 50 años, que no satisfaga una de estas dos modestas exigencias, es decir: haber sido aceptado por un segundo autor o descubierto por un bibliógrafo e incorporado en un índice, no se puede considerar en modo alguno como efectivamente publicado. En tal caso, sea que la obra se haya impreso en pocos ejemplares o se haya destinado a otro tipo de lector, es evidente que algo falló en la distribución o circulación de dicho trabajo. (Artículo 39 y Recomendación 39A) y por eso no llegó al público especializado. De no haber sido así, un nombre, aun cuando los autores contemporáneos lo hubiesen ignorado deliberadamente por prejuicio o por cualesquiera otras razones, hubiera sido recogido en algún otro índice posterior.

De acuerdo con la propuesta, un viejo nombre olvidado carece de estado en la nomenclatura, y se lo ignora simplemente como una especie de nomen nudum. De esta forma no habrá necesidad de deliberar sobre la conveniencia de restablecer o no el viejo nombre recién descubierto o incluso de establecer su sinonimia o tipo, aunque si se desea podría citarse como sinónimo no publicado efectivamente. No se necesita lista alguna de estos nombres rechazados. Los taxonomistas que descubran un nombre específico de más de 50 años de edad, omitido del Index Kewensis y sus Supplementa, no tendrán que seguir buscando en la literatura botánica para determinar si el nombre se volvió a usar o ha aparecido en cualquier otro índice.

Por tanto, quien quiera restablecer un nombre viejo y olvidado tendrá que ocuparse de demostrar su legitimidad. No podrá resucitar el nombre y perturbar la actual nomenclatura si no ha investigado antes toda la literatura botánica para ver si aparece en un índice o ha sido aceptado por un segundo autor. Si a posar de todo, en violación de estas reglas, un autor resucita un viejo nombre, la segunda fecha de publicación se considerará como la fecha de publicación efectiva.

Se ha sostenido que si las investigaciones bibliográficas son suficientemente minuciosas se acaba por encontrar siempre un segundo uso de cualquier nombre (por ejemplo, Rickett, H. W., y Camp, W. H., Taxon 4: 37-40. 1955). Sin embargo, todos los nombres actualmente aceptados, excepto los que se han conservado para los géneros y las familias, corren el riesgo de verse rebajados a la calidad de sinónimos en el momento que se descubra un viejo nombre en un trabajo poco conocido. Con nuestra propuesta, la probabilidad de que así ocurra se reduce enormemente, pues se exige se den dos circunstancias, cosa poco frecuente en vez de una, a saber: la publicación original y la segunda aceptación o inclusión en índice.

Se podría alegar que algunos nombres de grupos taxonómicos pequeños, o de distribución geográfica restringida, pueden pasarse medio siglo conocidos por los especialistas, pero sin que los botánicos tengan ocasión de referirse e incorporarlos a la literatura especializada. Sin embargo. estos nombres quedarían protegidos por su simple inclusión en el Index Kewensis y sus Supplementa. Los muchos nombres no usados que Constantine S. Rafinesque publicó en obras raras ignoradas por los contemporáneos, quedarían protegidos por su inclusión en el Index Rafinesquianus de E. D. Merrill's (1949).

Esta propuesta no debe confundirse con las que se refieren a la conservación o rechazo de nombres específicos y seguramente la encontrarán aceptable incluso los taxonomistas que se oponen decididamente a las segundas. La conservación o rechazo de tales o cuales nombres específicos es una cuestión de interés más general y requeriría para cada caso una resolución especial por parte de un Congreso International de Botánica.

La propuesta que se hace aquí afectaría sólo un número muy limitado de nombres de cualquier categoría. Eliminaría la necesidad de conservar nombres genéricos puestos en cuestión por el futuro descubrimiento de sinónimos anteriores. Algunos viejos nombres varietales serían eliminados automáticamente, sobre todo teniendo en cuenta que las variedades están omitidas en el Index Kevensis. Sin embargo, la eliminación de estos viejos nombres varietales no tipificados podría ayudar a aclarar la futura nomenclatura. En las fichas del Herbarium Gray Be están incorporando las variedades del Nuevo Mundo hasta 1753.

No siendo retroactiva, la propuesta no se puede aplicar a los nombres viejos ya recogidos por un segundo autor. Tratar de cambiar automáticamente algunos nombres que se encuentran ya en varias etapas de aceptación no haría otra cosa que aumentar la confusión. Lo mejor sería examinar estos casos uno por uno. de acuerdo con un artículo especial para los nombres conservados o rechazados.

EL 12° CONGRESO DE LA UNION INTERNACIONAL DE ORGANIZACIONES DE INVESTIGACION FORESTAL

Este documento fué presentado en el 12° Congreso de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal, celebrado en Oxford del 7 al 14 de julio, y al que siguieron cinco viajes simultáneos a varias partes de Inglaterra, Escocia y Gales para observar directamente los notables y muy interesantes progresos realizados por la Comisión Forestal en la Gran Bretaña durante los últimos 10 años.

El Congreso estuvo muy concurrido. Asistieron 240 participantes de unos 40 países, pues el número de miembros de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal ha aumentado mucho en los últimos años. Acontecimiento digno de mención fué la presencia en Oxford de representantes de las Estaciones Regionales de Experimentación del Servicio Forestal de los Estados Unidos, así como del Instituto Forestal de la Academia de Ciencias de Moscú.

Lord Radnor, Presidente de la Comisión Forestal del Reino Unido, y el Sr. Leloup, Director de la Dirección de Montes de la FAO, estuvieron presentes el día en que el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación del Reino Unido inauguró el Congreso.

El Ministro dijo que, a pesar de los profundos cambios que ha sufrido el mundo desde 1890, año en que se oreó la Unión, ésta no ha hecho otra cosa que fortalecerse, desempeñando un papel cada vez más importante por lo que se refiere a contribuir a la difusión universal de la dasonomía. La ciencia ha progresado en todos sus campos con velocidad asombrosa, y hoy día la simple masa de información con que se enfrentan los investigadores forestales al igual de lo que sucede con todas las demás ciencias, plantea de por sí un problema sencillamente formidable. Reconoció que uno de los medios más eficaces para permitir que el investigador se mantenga al tanto de las novedades de su especialidad, es darle la ocasión de que se reúna, hable, discuta y conviva -aunque sólo sea por poco tiempo- con sus colegas de otros países, en congresos como el que en ese momento se inauguraba. La importancia de semejantes reuniones internacionales, desde el punto de vista puramente científico, es muy grande. Pero según el Ministro no es menos valioso el hecho de que sirven para establecer relaciones estrechas y cordiales entre importantes personalidades de varios países, a los que une un interés común, ya que tal contacto directo no podrá menos de contribuir a reforzar la causa de la paz y la comprensión universales.

«En el Reino Unido estamos tratando de orear un nuevo patrimonio forestal sobre las ruinas del antiguo y en parte sobre terrenos completamente nuevos. Nuestra meta es alcanzar un área forestal productiva de 5 millones de acres, es decir: 2 millones de los actuales montes una vez restaurados y 3 millones de tierras rasas que se están embosqueciendo. Esta meta nacional se persigue por medio de la acción concertada de los propietarios de nuestros montes privados y la Comisión Forestal, que es la responsable directa de los nuevos montes nacionales».

Los debates técnicos celebrados en el Congreso, dividido en diez secciones de acuerdo con otros tantos temas, duraron tres días. Se presentaron más de 150 ponencias científicas, y las conclusiones y recomendaciones a que se llegó en cada una de las secciones fueron aprobadas por el Congreso en la última sesión plenaria. En el próximo número de Unasylva se darán más pormenores sobre los resultados del Congreso.

El Consejo Internacional de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal, que es la autoridad suprema en todo lo concerniente a cuestiones de organización y administración, eligió al Sr. J. Macdonald (Reino Unido) como presidente de la Unión en sustitución del presidente saliente, Profesor Pavari, de Italia. Se propusieron y aprobaron varias enmiendas a los Estatutos de la Unión, y el número de miembros del Comité Permanente de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal se aumentó a 11, eligiéndose para llenar los asientos vacantes a delegados de América Latina Suceia, Japón, Congo Belga, Austria y Yugoeslavia. Los Profesores Wilm (E.U.A.), Biraghi (Italia) y Firat (Turquía), fueron elegidos para ocupar los puestos vacantes de Jefes de Sección.

Se acordé celebrar el próximo Congreso de la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal en Viena, en una fecha que fijará posteriormente el nuevo presidente.


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