Página precedente Indice Página siguiente


Aparatos para la lucha contra las plagas y enfermedades

S. F. POTTS

Entomólogo, ex-miembro del Servicio Forestal norteamericano, Secretaría de Agricultura de los Estados Unidos

Está ya muy generalizada la aplicación de espolvoreos, pulverizaciones diluidas y concentradas y aerosoles para combatir las plagas y enfermedades agrícolas y forestales. Las prácticas, sin embargo, no han alcanzado aún el grado de perfección que podrían haber logrado ya y muchas zonas se tratarían con mayor eficacia y menor costo si se contara con datos más exactos. El presente trabajo, continuación del publicado en el último número de Unasylva, describe los métodos que se aplican actualmente en Norteamérica y, además de ocuparse de los insecticidas y fungicidas, ofrece información sobre aparatos y métodos de aplicación de nuevos herbicidas, silvicidas, nutrientes foliares y fertilizantes. Los posibles efectos nocivos de un generalizado empleo de métodos de lucha química en la agricultura y en la silvicultura interesan en modo particular a la FAO y a muchos otros organismos. Se estudian también estos efectos, pero todavía hace falta recoger muchos más datos.

Equipo aéreo

Objetivos del tratamiento aéreo

Para la pulverización de los sembrados se han ensayado todas las modalidades de navegación aérea, incluido el uso de dirigibles. Los trabajos de lucha contra las plagas (pulverizaciones o espolvoreos, mantienen activos más de 6.000 aeroplanos y 7.000 pilotos en los Estados Unidos.

Cuando hay opción en cuanto a la clase de aeroplano que puede alquilarse, la principal consideración será la naturaleza del trabajo que deba realizarse. Otras consideraciones serán las siguientes:

extensión de los bosques y sembrados;

proximidad de éstos a las pistas de aterrizaje;

topografía del terreno sobre el que han de volar los aeroplanos;

posibilidad de que el aeroplano transporte una carga lo suficientemente grande para reducir los costos;

presencia de los adecuados aparatos de pulverización en el aeroplano.

En general, para el tratamiento de bosques y sembrados se utilizan cuatro tipos de aeroplanos. Cada uno presenta sus ventajas e inconvenientes. Muchos de los hoy utilizados son excedentes de guerra (aeroplanos para la instrucción de pilotos) baratos y fáciles de manejar.

Los aeroplanos ligeros se adaptan bien a la mayor parte de los trabajos de las comarcas agrícolas. Pueden adquirirse y mantenerse a un costo relativamente bajo maniobran bien en espacios reducidos y en caso de necesidad pueden aterrizar en los prados o en las carreteras.

La pulverización de pastizales o de bosques supone por lo general, mayores desplazamientos y zonas de tratamiento más extensas que para la pulverización de sembrados. Para tales trabajos, los aeroplanos como el bimotor Douglas DS-3 presentan netas ventajas respecto de los aeroplanos ligeros: mayor autonomía y cargas útiles superiores.

Los helicópteros ocupan también un lugar en este terreno de actividades. Son más caros que los aeroplanos ligeros, pero con frecuencia esto se compensa con la posibilidad de despegar y aterrizar verticalmente, sin necesidad de pista. Esto ahorra distancias y tiempo y facilita el tratamiento de sembrados pequeños y encajonados. Otra ventaja es que la mala visibilidad de vuelo no es tan grave para los helicópteros como para los aeroplanos, a la vez que la acción de los rotores facilita el descenso de la pulverización en el sembrado.

Sea cualquiera el tipo de aeroplano elegido, su aparato pulverizador pertenecerá siempre a uno de los dos tipos generales. En un tipo el aparato lleva bombas que descargan el caldo desde el aeroplano. El segundo tipo actúa por gravedad, como una aspersión ordinaria.

Casi todos los expertos opinan que son preferibles las bombas, ya que si no se ejerce una cierta presión sobre el líquido es difícil obtener una atomización uniforme y regulada.

Existe una nutridísima variedad de aparatos de pulverización. Se han ideado docenas de sistemas y dispositivos distintos, cada uno con sus ventajas y sus inconvenientes. Al elegir entre ellos conviene hacerlo considerando si el aparato elegido es el óptimo para los tratamientos a que se destina.

En general, un buen pulverizador tiene las siguientes características:

1. Pulveriza el líquido desde el aeroplano a una dosis uniforme.

2. Permite una regulación de la solidad de forma que los cultivos reciban el volumen debido de pulverización por unidad de superficie.

3. Distribuye el líquido en una faja lo más ancha posible por debajo del aeroplano.

4. Impide la deposición excesiva en el centro o en Las orillas de la faja pulverizada.

Un equipo aéreo suele constar de los siguientes elementos:

1. Un depósito para alojar el líquido.

2. Una bomba para hacerlo salir.

3. Un sistema de conducción y regulación que lleve la cantidad justa de líquido desde el tanque hasta la tubería.

4. Un conjunto de tuberías y boquillas que reduzcan el líquido a partículas del tamaño correcto para una difusión adecuada.

Para trabajos especiales pueden ser necesarios aparatos también especiales. El tipo de éstos cambia de continuo. El punto principal que han de recordar los forestales es que la pulverización es un trabajo técnico. Cuando haya dudas en cuanto a si la persona cuyos servicios se proyecta contratar cuenta con los materiales adecuados, procede informarse inmediatamente sobre el particular.

Si el interesado posee un aeroplano y prefiere emprender la pulverización por su cuenta, podrá comprar aparatos de pulverización completos para algunos de los modelos de aeroplanos más populares. Estos aparatos pueden después desmontarse fácilmente.

Vuelos de pulverización

Son ya muchas las técnicas especiales de vuelos de pulverización que han surgido. El punto clave consiste en depositar la dosis exacta de parasiticida con el menor número posible de pasadas. Si los recorridos del aeroplano son muchos, suben los costos y se desperdicia tiempo; si son pocos, el recubrimiento es irregular y las plagas no quedan destruidas.

La práctica usual en la pulverización de sembrados llanos y rectangulares es describir una serie de vuelos reticuladas. El piloto se desplaza hacia adelante y hacia atrás en líneas paralelas, manteniendo una distancia entre éstas igual a la anchura de la faja efectiva recubierta.

La anchura de la faja depende de la altura, del viento, del aeroplano y del pulverizador. La medición de ésta exige ensayos de campo. Aquella porción de la faja que recibe aproximadamente la dosis recomendada por unidad de superficie se llama faja efectiva.

Advertencias a los operadores

Por razones de seguridad, los pilotos deben volar con el viento de costado y desplazarse en contra del viento a cada paso sucesivo para evitar el peligro de que la pulverización tóxica vuelva al aeroplano.

Cuando sea posible se iniciará el giro al final de cada carrera con un viraje ascendente de 45° a favor del viento sobre la porción de terreno adyacente al sector ya tratado. Se vuelve después a la horizontal y se invierte el viraje 225°. En esta maniobra el operador se orientará y colocará en la posición correcta para la siguiente carrera. Después, con una potencia reducida, se descenderá hasta la altura de pulverización y se iniciará el pase siguiente.

Una vez hecho el viraje ascendente de 45°, hay que volar la suficiente distancia para recorrer el arco de 225° sin forzar la marcha y situarse a la distancia justa de la faja anteriormente tratada. Deben evitarse los virajes «de habilidad» para situarse en posición.

Si el viraje inicial de 45° se efectúa contra el viento, habrá que forzar la marcha para describir el arco de 225° y atravesar el torbellino de aire de la hélice para iniciar la carrera siguiente. Esto deberá evitarse.

Cuando el terreno es quebrado y la zona que deba pulverizarse es de forma irregular, los vuelos reticuladas no son los más indicados. En estas condiciones es más aconsejable volar siguiendo las líneas de nivel o pendiente abajo. Los vuelos pendiente arriba con un aeroplano muy cargado son siempre temerarios.

Antes de iniciar la pulverización hay que verificar sobre el mapa la posición de las balizas, puntos de peligro y obstrucciones. Si falta un balizamiento adecuado se colocarán banderolas para delimitar los campos o zonas que deban tratarse.

Información varia para los pilotos de los aeroplanos pulverizadores

Aparatos y materiales

1. Depósitos. A continuación se da información completa sobre éstos.

a) Carga. Los líquidos de pulverización varían en cuanto al peso, pero para calcular la carga máxima de seguridad en galones, puede estimarse en 7 libras el peso por galón. Dividiendo por 7 la carga máxima que el aeroplano puede transportar, el resultado dará el número de galones de una carga de pulverización. Se tendrá además en cuenta el peso del depósito y de los órganos de dispersión.

b) Emplazamiento. El depósito debe estar colocado lo más cerca posible del centro de gravedad del aeroplano. Una desviación desde este punto hacia la nariz o hacia la cola dificultará el vuelo. El depósito ha de fijarse sólidamente a la estructura principal del fuselaje. Un depósito lleno es muy pesado y puede causar daños graves si se suelta.

c) Forma. La forma se seleccionará de modo que corresponda al espacio en que deba alojarse el depósito. El fondo debe ser inclinado para permitir un vaciado completo, ya sea en vuelo o en tierra.

d) Materiales. De los metales, el acero inoxidable es el mejor, pero el aluminio y el hierro galvanizado son satisfactorios para la mayor parte de los parasiticidas ordinariamente aplicados. Los depósitos de materia plástica fundida en molde eliminan la oxidación y la corrosión y son inatacables por los disolventes químicos usuales. Se construyen también depósitos muy satisfactorios de madera, casi siempre de contrachapado, que se recubren internamente con una pintura especial o con líquidos plásticos para evitar el goteo, y externamente se refuerzan con zunchos para evitar deformaciones. También se emplean depósitos con forros desmontables de caucho sintético o de plástico, usándose un forro distinto para cada tipo de líquido pulverizante. La limpieza exige así un tiempo mucho menor, evitándose a la vez que los residuos de un tratamiento se mezclen con la nueva carga de líquido. Los operadores que espolvorean y pulverizan indistintamente, construyen a veces una tolva hermética de metal plástico 0 madera. Con pequeñas modificaciones puede utilizarse también como depósito de pulverización.

e) Boca de llenado. Debe ser grande. Las mejores son las que permiten trasvasar al depósito líquido desde un bidón o cubo de 5 galones sin necesidad de embudo. Una boca ancha facilita además el acceso al interior del depósito para su limpieza. La boca de llenado contará con un filtro fino desmontable, para retener los sedimentos. Este filtro se pondrá a suficiente profundidad dentro del depósito para evitar el derrame o el chapoteo. El tapón debe ser hermético y fácil de quitar o poner. Se unirá a la boca de llenado mediante una cadena. Los tapones roscados son molestos y deberán evitarse. Sobre la superficie del avión y cerca de la boca de entrada se pintará la palabra «pulverización».

f) Ventiladeros. Los ventiladeros no deberán colocarse en el tapón de cierre. Un simple respiradero en la parte superior del depósito podría lanzar hacia el parabrisas o hacia el piloto gotas de líquido derramado. En la parte superior del depósito se fijará un tubo vertical que después se curvará hacia abajo, dejándolo sobresalir a suficiente altura para que el líquido no se derrame a consecuencia de las sacudidas que reciba durante el vuelo. El tubo se encorvará y hará salir por la parte inferior del fuselaje. El respiradero del tubo será lo suficientemente grande para permitir que el aire entre a la misma velocidad que el líquido sale. Su diámetro será como mínimo de 3/4". Si se utiliza un sistema de vaciado de urgencia, será necesario un respiradero mayor, de al menos 1½" de diámetro.

g) Boca de salida. El mejor lugar para situar la salida a la bomba es un punto bajo que pueda vaciarse completamente. Se instalará una tubería lateral corta para evitar que los sedimentos y partículas sólidas lleguen a la bomba. Si existe válvula de descarga la boca de salida se pondrá a un costado del tubo de ésta, de forma que el sedimento se deposite en el fondo del tubo.

2. Bombas. Casi todos los operadores prefieren bombas de engranajes o centrífugas. Ambas se construyen en tamaños y modelos muy diversos. Pueden también utilizarse las bombas de turbina y, en algunos casos, son satisfactorios los sistemas de alimentación por gravedad. No lo son en cambio en la pulverización aérea las bombas de émbolo, diafragma o excéntricas.

a) Bombas de engranajes. Existe una gran variedad de éstas, sirviéndose todas de una combinación de engranajes para el movimiento del líquido. Las bombas de engranajes son de autocebado y de ordinario funcionan a velocidades de 1.700 a 2.000 r.p.m. Son de buen funcionamiento con soluciones y emulsiones. Las suspensiones de polvo mojable desgastan los dientes y los tabiques del alojamiento, llegando incluso a agarrotar la bomba. Dado que estas bombas crean una presión positiva (de hasta 500 libras/pulgada2 en algunos tipos), habrá que instalar una válvula de seguridad entre el lado de la presión de la bomba y la válvula de paso. Algunas bombas cuentan ya con una válvula de desahogo incorporada.

b) Bombas centrifugas. Por no ser del tipo de desplazamiento positivo, estas bombas no necesitan válvulas de desahogo. Su presión máxima rara vez excede de 70 libras/pulgada2. Giran a 3.000-4.000 r.p.m. Algunas bombas centrífugas poseen pequeños impulsores con paletas anchas, para mover grandes volúmenes a baja presión. Otras, presentan impulsores de gran diámetro con paletas estrechas para mover un reducido volumen a grandes presiones. Para la pulverización aérea la mejor bomba es un tipo intermedio entre estos dos extremos. La gran ventaja de las bombas centrífugas es su capacidad de trabajar con toda clase de líquidos de pulverización y con un desgaste mínimo. Sin embargo, rara vez son de autocebado. Hay que montarlas en un plano inferior al del depósito, o bien instalar algún dispositivo de cebado. Asimismo, a diferencia de casi todas las bombas de engranajes, que son reversibles, las bombas centrífugas empujan el líquido en una sola dirección.

c) Bombas de turbina. Las bombas de turbina, como las centrífugas, pueden operar con toda clase de líquidos sin un excesivo desgaste. El tipo de turbina desarrolla presiones algo superiores y bombea en ambas direcciones, pero no tiene aspiración, por lo que hay que montar la bomba por debajo del depósito o cebarla a mano.

d) Sistemas de alimentación por gravedad. Si se trata de aplicar herbicidas, fertilizantes líquidos u otros preparados agrícolas administrables como pulverizaciones gruesas, o si se utilizan dispositivos especiales de atomización en lugar de las boquillas normales, puede evitarse el empleo de bombas y adoptar en cambio un sistema de alimentación por gravedad. El peso del líquido en el depósito crea la presión de salida, pero tanto ésta como el régimen de salida descenderán a medida que el depósito se vacía. Esto puede compensarse y mantener constante la salida instalando un flotador o un paso de apertura variable entre el depósito y las boquillas. O también (y esto es más simple) airear el depósito mediante un tubo que atraviese la parte superior del depósito hasta llegar a una media pulgada del fondo. La presión del líquido en el depósito disminuirá la entrada de aire en la zona de vacío creada en la parte superior del depósito a medida que se expele el líquido de pulverización. Esto mantiene el régimen de descarga prácticamente constante, hasta que el depósito se vacía por debajo del tubo de aireación. Un tubo de ½" de diámetro proporcionará suficiente aire para una salida de líquido de hasta 100 galones por minuto. Con este sistema de aireación por presión negativa es esencial que el tapón de cierre sea hermético. Si se instala una válvula de vaciado habrá que montar otro aireador en la parte superior del depósito asociado con tal válvula de vaciado.

3. Materiales. Para las bombas deben utilizarse metales inoxidables. El latón es el más común, pero el aluminio conviene más por ser más ligero. Este metal se utiliza con más frecuencia en las bombas centrífugas y de turbina que en las de engranajes.

Los ejes de las bombas deben ser de latón o de acero inoxidable. Se adoptará el tipo mecánico de empaquetadura por durar mucho más y exigir menores cuidados que otros tipos.

La empaquetadura de tipo prensaestopas da resultados muy aceptables, pero es preciso ajustarla cuando gotea. No debe apretarse demasiado la tuerca de prensaestopas, porque de hacerlo así la empaquetadura oprimirá el eje y causará un desgaste excesivo.

4. Organos de accionamiento. Los elementos comúnmente utilizados para accionar una bomba en los aeroplanos de pulverización pueden ser aspas impulsadas por el viento, motores hidráulicos, motores eléctricos o la toma de fuerza accesoria del motor del aeroplano.

a) Molinetes de viento. Exigen unas aspas de madera o metal de 2 a 6 paletas. Un ventilador de automóvil puede servir, pero será peligroso a menos de que se refuerce debidamente.

El conjunto de molinete y bomba se montará en el tren de aterrizaje del aeroplano o en una robusta ménsula a un costado del fuselaje, o bien colgará debajo de éste. En cualquiera de estas posiciones el torbellino de hélice contribuye a impulsar las aspas de accionamiento de la bomba. La mejor forma de unir las aspas a la bomba es acoplar entre sí sus respectivos ejes mediante una junta universal. Si se monta el molinete directamente en el árbol de la bomba, será necesario un cojinete frontal de bolas que comunique el empuje del árbol de la bomba a la carcasa de ésta. Sin este cojinete la presión del aire sobre las aspas puede deteriorar la bomba. El paso de hélice de las aspas determinará la velocidad de giro de la bomba. El conjunto de ésta contará con un freno que permitirá una mayor duración de la bomba y de las empaquetaduras.

b) Motores hidráulicos. Los sistemas hidráulicos dan buenos resultados. Si el aeroplano cuenta con uno de éstos para el accionamiento del tren de aterrizaje o de los alerones será posible conectar a éste la bomba de pulverización.

Sin embargo, en general conviene instalar un sistema hidráulico independiente. Se monta una bomba hidráulica sobre la toma accesoria de fuerza del motor, acoplando después un motor hidráulico a la bomba de pulverización. Serán además necesarios los siguientes elementos: depósito (pequeño) del flúido hidráulico, acumulador, válvula de derivación válvula de regulación y tuberías.

La bomba de pulverización puede montarse enteramente dentro del fuselaje, en la posición más conveniente entre los demás elementos.

Si se elige un sistema de bombeo hidráulico se puede poner en marcha y parar el motor hidráulico por medio de una válvula de descarga intercalada en la tubería de presión de la bomba. A este efecto se hace llegar un pequeño conducto desde la válvula de descarga hasta una válvula de admisión en la carlinga, desde la cual el conducto prosigue hasta el depósito hidráulico. Al abrir esta válvula de admisión se desconecta el motor hidráulico y se para la bomba de pulverización. Será además necesaria una válvula adicional para regular el caudal de pulverización. Este tipo de sistema hidráulico, ligero y potente, es también satisfactorio para la alimentación y agitación mecánica en las tolvas de espolvoreo.

c) Motores eléctricos. En los trabajos de pulverización aérea se han utilizado también bombas accionadas por motor eléctrico, pero suelen ser demasiado pesadas respecto de la potencia desarrollada.

d) Toma de fuerza accesoria. Si se decide utilizar una toma accesoria podrá montarse la bomba en ésta o conectarla mediante poleas o una transmisión flexible. Cualquiera de estos sistemas, sin embargo, presentará algunos inconvenientes. A menos de que la bomba sea de engranajes, probablemente quedará montada tan alta que habrá que cebarla a mano siempre que quede vacía. El uso de una transmisión flexible puede ser difícil y suponer un costo extra de mantenimiento. Si en uno de estos sistemas, sea de montaje directo o de transmisión por polea, la bomba o las tuberías rezuman cuando se apliquen líquidos inflamables, el peligro de incendio será mayor que si la bomba estuviera montada detrás del parallamas.

Tuberías, boquillas y otros accesorios

Para la distribución y atomización del líquido, el dispositivo comúnmente utilizado es un conjunto de tubería y boquillas. Mediante la tubería se distribuye el líquido desde el aeroplano. Las boquillas que atomizan este líquido van montadas en la tubería. Existen otras dos soluciones alternativas:

1. Discos o cardas giratorias.

2. Cámaras de aventamiento (venturis).

La buena distribución del depósito pulverizador depende en gran medida del funcionamiento del dispositivo seleccionado.

1. Espaciado de las boquillas en las tuberías. El emplazamiento de las tuberías varía según el tipo y marca del aeroplano.

a) Biplanos. En los biplanos la tubería suele montarse bajo el ala inferior y distanciada unos 30 cm. de ésta, paralela a los largueros y entre éstos. Si se quiere reducir la resistencia al vuelo y dar mejor aspecto al conjunto, puede instalarse la tubería en la cara interna del intradós del ala inferior, con una serie de tubos que sobresalen del ala y en los que se montan las boquillas. Es preciso no olvidar, sin embargo, que esto dificultará toda reparación en caso de fugas en la tubería (Figura 12).

FIGURA 12. - Biplano N3N - 3 pulverizando una zona forestal a razón de un galón de liquido concentrado por acre.

Los ensayos efectuados indican que si se pulveriza a una distancia de 1 a 10 pies por encima de los sembrados con un biplano Stearman o N3N se obtienen buenos resultados con una tubería de longitud aproximada a las tres cuartas partes de la envergadura. Si la tubería es mucho más larga de esto puede entrar un exceso de pulverización en el torbellino de los extremos alares y desequilibrar la distribución del parasiticida en las fajas.

El espaciado de las boquillas en la tubería debe ser progresivamente menor al irse acercando a los extremos alares. En cada uno de estos extremos se pondrán grupos de dos o más boquillas. A unos 3 ó 4 pies a la derecha del eje de simetría del aeroplano se colocará otro grupo de boquillas. En cambio, a la izquierda de este eje, se dejará un espacio de 3 ó 4 pies sin boquillas, pues si se pusieran, el torbellino de la hélice desequilibraría la distribución.

b) Monoplanos de ala baja. La instalación de tuberías y el espaciado de las boquillas en los monoplanos de ala baja es igual que para los biplanos.

c) Monoplanos de ala alta. En los monoplanos de ala alta con tirantes la tubería puede fijarse a estos últimos. Las tuberías deben sobresalir dos pies o más por debajo de los extremos alares. Hay quien prefiere montar la tubería paralela al ala, pero esto exige más tirantes. La disposición de las boquillas será análoga a la descrita para los biplanos.

2. Boquillas. Hay que considerar dos extremos:

a) Tipos. En la pulverización aérea las boquillas más utilizadas son las de pulverización en cono hueco o en abanico plano. Las primeras producirán gotas de tamaño más uniforme que las segundas. Asimismo, su desgaste será menor. Los discos exteriores con camisa de cerámica resisten el desgaste y son aconsejables cuando se pulveriza una mezcla abrasiva.

b) Atomización. Dado que la corriente de aire golpea la pulverización, el grado de atomización producido por una boquilla en vuelo difiere algo del obtenido con la misma boquilla y aparatos terrestres manteniendo igual la presión del líquido. El ángulo relativo entre la corriente del aire y el flujo de salida de la boquilla es también un factor. Una boquilla producirá gotas más pequeñas cuando su orificio de salida esté orientado hacia adelante (contra la corriente de aire), que cuando esté orientado hacia atrás. Cuando se fija una boquilla en la primera posición hay que dirigirla hacia abajo lo suficiente para evitar que la pulverización quede proyectada contra el cuerpo de la boquilla o su órgano de soporte. De no hacerlo así, parte de la pulverización depositada escurrirá en forma de gotas grandes. Se desperdicia con ello líquido, a la vez que las gotas pueden dañar las plantas.

Equipo de helicópteros

Distribución de las cargas

El problema fundamental en la pulverización con helicópteros es el equilibrio. La forma más simple de resolverlo es instalar dos depósitos, uno a cada lado del fuselaje inmediatamente debajo del rotor y tan próximos al centro de gravedad como sea posible. El pulverizador se ideará entonces de tal forma que el líquido salga simultáneamente de ambos depósitos (Figura 13).

FIGURA 13. - Tipo especial de helicóptero ideado en los Países Bajos para pulverizaciones aéreas. - Foto: Kolibrie Nederlandse Helicopter Industrie N.V., Rotterdam

Aparatos atomizadores

Dado que los helicópteros operan de ordinario a poca velocidad, no puede utilizarse un molinete para accionar la bomba, debiendo elegirse otro procedimiento.

Ciertos fabricantes de helicópteros ofrecen conjuntos de tubería y boquillas para sus aparatos. Algunos se montan en la parte frontal y otros están alineados con el eje del rotor o unos cuantos pies hacia la cola.

Puede utilizarse el chorro de aire de las lumbreras del ventilador de refrigeración del motor para atomizar el líquido.

El flujo del parasiticida se dirigirá a las lumbreras izquierda y derecha por medio de boquillas. El efecto es idéntico al que se obtendría montando dos nebulizadores en el helicóptero. La deflexión de los rotores dispersa la pulverización sobre el sembrado (Figuras 14 y 15).

FIGURA 14. - Helicóptero dotado de un dispositivo pulverizador de dispersión por el aire.

FIGURA 15. - Pulverización de olmedos con botalón dotado de grupos de boquillas de pulverización en cono, con orificio pequeño, para combatir la grafiosis del olmo y los insectos foliares.

Conectando con una tubería el escape del motor a los tubos de descarga del ventilador, de forma que la velocidad del aire en las lumbreras de salida quede notablemente aumentada, se obtiene una atomización de tipo niebla. Este sistema permite obtener gotas muy finas sin utilizar boquillas de orificio pequeño, que se obstruyen fácilmente, sobre todo cuando se utilizan con suspensiones.

Pulverización forestal con aeroplanos Stearman N3N y análogos

Cuando se trata de pulverizar un área extensa de varios millares de acres la operación se adjudica a la casa comercial que mejores condiciones haya ofrecido. En zonas menores puede convenir más utilizar los servicios de un operador local de confianza sin la formalidad de un contrato. En cualquier caso, sin embargo, el éxito de la operación depende en gran parte de un minucioso planeamiento. En la pulverización forestal existe una infinidad de detalles que varían en cada caso, todos los cuales deben preverse para un eficaz desarrollo del programa. Los más importantes de estos factores se enumeran a continuación; otros surgirán durante el planeamiento (Yuill y otros, 1951).

Elección de una base de operaciones

Al elegir un aeródromo o pista de aterrizaje hay que tener en cuenta la distancia a la zona del tratamiento la longitud, anchura y distancia de las pistas, y los medios generales de mantenimiento.

La máxima distancia práctica de traslado entre la pista de aterrizaje y la zona que deba tratarse dependerá de la capacidad de vuelo del aeroplano, pero siempre debe ser lo menor posible. Cuando los vuelos de traslado son largos se malgasta mucho tiempo y se multiplica el costo de la operación. En algunos casos quizá resulte práctico construir pistas de despegue temporales en las zonas de tratamiento, o próximas a éstas, para reducir tales distancias.

La longitud de las pistas dependerá del tipo de aeroplano utilizado. Para los biplanos ligeros la mínima longitud es de unos 800 pies. Sin embargo, a grandes altitudes, con un tiempo húmedo y cálido o en una superficie blanda, son necesarias longitudes mayores. La superficie de la pista debe ser lo suficientemente uniforme para permitir la conducción de un automóvil a más de 40 millas por hora.

En el aeródromo deberán existir medios para la reparación y revisión inmediatas de los aeroplanos. Se hará provisión de gasolina con el debido número de octanos (si es que no se cuenta ya con ella), que puede distribuirse desde bidones o desde un depósito montado en un camión. La carga de gasolina en el aeroplano quedará muy facilitada mediante una bomba manual o accionada por un pequeño motor. Sin embargo, en esta segunda alternativa ha de tenerse cuidado de que el escape jamás se dirija hacia los bidones abiertos. En todo momento debe haber a mano un extintor de incendios. Si los bidones o tanques de gasolina contienen un sedimento acuoso podrá filtrarse con un embudo forrado de gamuza mientras se llena el depósito del avión. El líquido de pulverización puede también transportarse en bidones o tanques en un camión e introducirse en el aeroplano directamente con una bomba.

Subdivisión y balizamiento de las zonas tratadas

En las zonas boscosas extensas la porción que deba pulverizarse suele dividirse en unidades que puedan tratarse en uno a tres días. Si la zona de tratamiento está interrumpida por otras no infestadas o cultivadas, se subdivide en unidades aún menores. A veces estas unidades tienen forma rectangular, pero sin embargo casi siempre es más práctico utilizar altozanos, cursos de agua, carreteras y otros rasgos topográficos como divisorias. A este respecto son de utilidad particular los mapas topográficos a gran escala y las fotos y mosaicos aéreos. Si es posible, se deberá consultar al piloto o a quien esté encargado de los vuelos cuando las unidades de tratamiento se determinen sobre el mapa.

En muchas operaciones de pulverización se utilizan balizas para ayudar al piloto a localizar las diversas unidades y a mantener un exacto régimen de vuelos. Estas balizas pueden consistir en banderolas blancas o anaranjadas, pequeñas mangas de aire o sacos de pienso de colores claros rellenos de hojarasca, colocándolos en las copas de los árboles o izándolos en torretas de perfil de magnesio laminado. En masas de árboles relativamente bajos se acostumbra trepar a éstos y atar las balizas con cuerdas o alambre. Una reciente e interesante innovación en el oeste, donde la altura de los árboles impide trepar, es servirse de una escopeta lanzacabos que hace pasar una cuerda ligera sobre la copa de un árbol alto, izándose después una banderola o una bomba colorante.

En las unidades mayores las boyas se distancian a intervalos fijos a lo largo de dos costados opuestos debiendo el piloto efectuar un número determinado de pasadas entre ambos linderos. Cuando a lo largo de uno o dos lados de una unidad existen carreteras o senderos, se utiliza un pequeño globo cautivo meteorológico para balizar cada línea de vuelo. El globo, inflado con helio o hidrógeno y unido a un cabo ligero, se deja que ascienda hasta unos 40 pies por encima de la cubierta de copas. El piloto vuela directamente sobre el globo, que después se desplaza la anchura de una faja de tratamiento para realizar el vuelo de pulverización subsiguiente. Este procedimiento reduce a un mínimo los errores de aplicación, pero sólo puede adoptarse cuando existan aperturas continuas en la cubierta de vuelo que permita al personal de tierra desplazar el globo rápidamente a lo largo del confín. En el tratamiento de plantaciones los globos cautivos pueden sustituirse por paneles de tela de colores montados en cañas de bambú. También se ha ensayado hacer señales con humo, pero no se recomienda cuando pueda constituir un peligro de incendio.

Comunicaciones

Siempre que ello sea posible se dispondrá de algún medio de comunicación entre el aeródromo, la zona de tratamiento y el piloto. Debe hacerse así porque incluso con el planeamiento más minucioso surgirán situaciones imprevistas que exigirán cambios durante el tratamiento. Probablemente la mejor solución la constituye un radioteléfono. Si bien la mayor parte de los aeroplanos de pulverización no cuentan con equipo de radio, con un buen aparato de tierra en la zona de tratamiento y otro en el aeródromo pueden retransmitirse informaciones o instrucciones cuando sea necesario. Si no existieran estos aparatos de tierra se investigará si la red telefónica local permite la instalación de un teléfono de campo en la zona de tratamiento o próximo a ésta.

En los casos en que no se cuente con radio ni con teléfono se podrá utilizar un sistema de señales. Uno ya utilizado satisfactoriamente consiste en colocar un camión en un punto abierto, visible desde el aeroplano y adyacente a la zona de tratamiento o en el interior de ésta. Al exhibir desde la cabina del camión un panel de tela blanca el piloto aplicará la pulverización en la forma prefijada. Si se exhibe un panel anaranjado regresará al aeródromo para recibir instrucciones. Si no se exhibe panel alguno volará en torno a la zona hasta que aparezca una u otra señal. Este sistema puede modificarse a voluntad, pero para evitar confusiones el número de señales debe mantenerse a un mínimo.

En algunas operaciones de pulverización de gran envergadura efectuadas en el oeste no ha sido posible contar con personal de tierra en cada unidad o bloque tratados. En tales condiciones no era necesaria una comunicación aeroplano - tierra. Sin embargo, incluso en ese caso han resultado útiles las comunicaciones por teléfono o radio entre la base de operaciones y las pistas de aterrizaje.

Forma y altitud de los vuelos

La forma de los vuelos de pulverización está condicionada en principio por la conformación y topografía de la unidad de tratamiento. Cuando ésta es aproximadamente rectangular y llana, los vuelos reticulares son de ordinario los más satisfactorios. El piloto describe vuelos paralelos en ambos sentidos transversalmente a la unidad, siendo la distancia entre éstos la anchura de la faja efectiva de pulverización del aeroplano que se utilice.

Cuando la unidad de pulverización es irregular y el terreno escarpado, puede volarse siguiendo las líneas de nivel o pendiente abajo. Es siempre peligroso volar pendiente arriba, sobre todo con aeroplanos muy cargados y a grandes altitudes. En tales es muy difícil conseguir un recubrimiento uniforme de las masas forestales. Las probabilidades de error en el espaciado de las líneas de vuelo son mayores y, dado que la dirección de éstas cambia según la topografía, es posible que el piloto deje algunos puntos sin tratar, mientras que otros reciben un tratamiento doble. Las posibilidades de que esto ocurra son tantas que en algunos casos será aconsejable aumentar la dosis de aplicación, reduciendo la distancia entre las líneas de vuelo.

Con aeroplanos ligeros conviene aplicar la pulverización desde una altura aproximada de 50 pies por encima de la copa de los árboles al objeto de conseguir la mayor anchura de faja efectiva sin excesiva pérdida de la pulverización por dispersión aérea. Sin embargo, por razones de seguridad, la altitud debe aumentarse cuando existan obstáculos ocultos, cuando el terreno es accidentado o cuando se utilizan aeroplanos mayores. Con aeronaves de alas la pulverización nunca puede efectuarse a menos de 50 pies por encima de la copa de los árboles. En general, la altitud y demás detalles del vuelo deben determinarse por un piloto o jefe piloto que tenga gran experiencia en la pulverización forestal, previa consulta con el supervisor de las operaciones de combate. Un piloto competente conocerá las características y el rendimiento de su aeroplano, así como las limitaciones impuestas por la topografía, la elevación y las condiciones del aire.

Observaciones durante la pulverización

Mientras se realiza la pulverización deben mantenerse uno o más observadores en atalayas en la zona de tratamiento o cerca de éstas. Su cometido será comprobar:

1. Que las condiciones atmosféricas de la zona son satisfactorias para la pulverización;

2. Que los pilotos mantienen la forma y altitud de vuelo necesarias.

Cuando observen que la velocidad del viento (preferiblemente medida con anemómetros de tierra) excede del máximo permisible para una operación adecuada o que la pulverización no desciende sobre los árboles en la forma debida, lo comunicarán al encargado de las operaciones o comunicarán al piloto que interrumpa el tratamiento.

Si es posible deben hallarse presentes otros observadores en cada unidad para verificar el recubrimiento conseguido con la pulverización. Colocarán platillos de vidrio limpios o papeles teñidos (de unas 4 x 4 pulgadas cada uno) con preferencia en puntos abiertos a intervalos de 50 a 300 pies transversalmente a la unidad, o en tantos puntos de ésta como sea posible. Después de la pulverización de la mañana examinarán estos platillos. Si la aplicación ha sido uniforme observarán que todos ellos presentan al menos un ligero depósito de pulverización. El número de platillos que se utilicen variará según la densidad de la cubierta de vuelo. Cuando se aplican soluciones de fuel oíl se aprecia sobre el follaje un lustre graso o una ligera película oleosa. Esto puede utilizarse también como índice de recubrimiento, ya que si la mayor parte de las hojas de las ramas inferiores o de las plantas del sotobosque presentan una película visible o puntos de pulverización, es razonable suponer que la copa de los árboles ha quedado adecuadamente tratada. Los observadores deben localizar todas las marras de deposición, indicándolas en un mapa para su posterior tratamiento.

CUADRO 10. - CLASIFICACIÓN DE 178 ACCIDENTES AÉREOS ESTUDIADOS EN 1954, SEGÚN LA FASE DE LAS OPERACIONES DE TRATAMIENTO EN QUE SE PRODUJERON

Fase de las operaciones

Número de accidentes

Carga

1

Puesta en marcha

3

Rodaje en pista para el despegue

0

Despegue

14

Ascensión

23

En ruta hacia el sembrado

4

Reconocimiento del campo

1

Comienzo de la pasada

4

Durante la pasada

21

Final de la pasada

28

Viraje de inversión

18

Vuelo en curva abierta

24

Pulverización de las marras

6

Maniobras para salvar obstáculos

5

Regreso a la pista

7

Aterrizaje

23

Rodaje en pista después del aterrizaje

5

Apareamiento

0

Prueba del aeroplano

0

Prueba y calibración de los aparatos

0

Instrucción de pilotos

3

Fase de traslado

3

Otras fases

1

Régimen de recubrimiento

La extensión cubierta por hora o por día depende de los siguientes factores:

1. capacidad de carga;

2. anchura de faja (frente de pulverización);

3. dosis en galones por acre y peso por galón;

4. velocidad del aeroplano;

5. distancia desde al aeródromo hasta la zona de tratamiento (número de viajes por hora);

6. medios de mezcla y carga;

7. longitud de las pasadas (y si la zona se recorre en uno o en dos sentidos);

8. tamaño, forma, topografía y obstrucciones de la zona.

El siguiente ejemplo ilustra un procedimiento para calcular la extensión tratada por hora (se supone una anchura efectiva de faja de 40 pies y una velocidad media de vuelo de 90 millas por hora):

1 5.280 pies = 1 milla = 1,6093 Km.
2 43.560 pies cuadrados = 1 acre = 0,4047 Ha.

En la práctica la zona cubierta puede ser mucho menor de esta cifra cuando se deduce el tiempo necesario para la carga, llenado de combustible, viajes de fin de pasada y desplazamientos desde la pista de aterrizaje hasta la zona de tratamiento. Por consiguiente, si en una hora se administran dos cargas de 100 galones a razón de 4 galones por acre, la zona cubierta por hora será de:

A razón de ½, 1, 2, 3, 5, y 10 galones por acre, la superficie cubierta por hora sería de 400, 200, 100, 66, 40 y 20 acres, respectivamente. A razón de tres cargas por hora las cifras anteriores aumentarán en un 50 por ciento, y serían el doble en el caso de 4 cargas por hora.

Distribución, recubrimiento y deposición de las pulverizaciones aéreas

Tamaño del aeroplano

El recubrimiento y deposición de las pulverizaciones aéreas dependen de un cierto número de factores determinantes. El primero de éstos es el tamaño del aeroplano, su envergadura y su altura de vuelo. Los aeroplanos pequeños y los vuelos bajos disminuyen la anchura de faja tratada, y a la inversa. Por ejemplo, las avionetas tipo Cub dispersan normalmente una faja efectiva de 32 a 42 pies en sembrados y a una altura de 2 a 10 pies; o de 75 pies cuando vuelan entre 30 y 60 pies por encima de la vegetación, como en los tratamientos forestales. En el caso de los biplanos Stearman, la anchura efectiva de faja normal para alturas de vuelo de 2 a 10 pies se considera virtualmente igual a la envergadura de las alas, pero puede quedar algo alterada por la potencia del motor, la longitud de la tubería de pulverización y la disposición de las boquillas. En el tratamiento forestal los aparatos Stearman suelen tratar fajas de 100 a 130 pies. Los aeroplanos DC3 y B17 de varios motores recorren fajas de 500 pies en los bosques a una altura de vuelo de 150 pies por encima de las copas de los árboles y a una velocidad de 150 millas por hora (Figura 16).

FIGURA 16. - Aeroplano cuatrimotor B17 en una campaña de erradicación de la lagarta peluda. El aeroplano transporta 2.000 galones de liquido insecticida.

Atomización

El grado de atomización con frecuencia es el factor más importante en la lucha aérea contra plagas, va que influye sobre la anchura de la faja y sobre la distribución, recubrimiento y depósito de la pulverización, así como sobre el volumen de líquido necesario por unidad de superficie y sobre la deriva aérea. Los factores de que depende un grado de atomización determinado son los siguientes:

1. Las boquillas (su construcción, calibre del orificio, posición y dirección de descarga);

2. La presión;

3. La velocidad del aeroplano;

4. La velocidad del aire y el volumen del torbellino de hélice, así como la proporción de la pulverización que queda absorbida en dicho torbellino;

5. La composición y viscosidad de la mezcla.

Cuando se efectúan pulverizaciones forestales a 50 pies o más de altura contra insectos defoliadores tales como la mosca de sierra, el gusano telarañoso, la lagarta peluda, la falena de penacho y la tórtrix de las yemas de la picea, un diámetro medio de masa de las gotas de 150 micras parece ser correcto. Si las gotas son demasiado pequeñas el depósito será ligero y gran parte de la pulverización ascenderá con las corrientes superiores de aire, que la arrastrarán lejos de la zona de tratamiento. Para pulverizaciones de sembrados a alturas de 2, 5, 10 y 25 pies, el correcto diámetro medio de masa de las gotas parece ser de 60, 70, 75 y 100 micras, respectivamente. A un margen de altura de 2 a 10 pies el aire está considerablemente agitado en la estela del aeroplano y en el torbellino de hélice, turbulencia que basta a depositar gotas de menor tamaño que para una altura de 25 pies o mayor, caso este último en que el efecto de esta turbulencia no se aprovecha. Asimismo, la dispersión aérea se reduce a un mínimo a las alturas de vuelo menores. La turbulencia del aire ayuda a una deposición en las superficies internas y a la penetración del líquido en la vegetación. Así pues, con una atomización moderada y vuelos bajos es posible combatir muchas enfermedades e insectos (pulgones, ácaros, etc.) con mayor eficacia que si se utilizaran gotas mayores y alturas de vuelo superiores.

Queda por ver precisamente qué grado de atomización resulta a una velocidad del aire determinada cuando las boquillas se colocan en posiciones dadas respecto de la línea de desplazamiento del aeroplano. En el Cuadro 11 se da el grado de atomización de 5 boquillas de pulverización en cono de distinto calibre montadas en un biplano que vuela a 60, 80 y 100 millas por hora.

En general, casi todos los tipos de boquillas de pulverización en cono con el mismo ángulo de apertura y con el mismo gasto dan igual grado de atomización. Las boquillas de pulverización en abanico no atomizan tan finamente como las de pulverización en cono.

CUADRO 11. - EFECTO DEL CALIBRE Y POSICIÓN DE LA BOQUILLA Y DE LA VELOCIDAD DEL AEROPLANO SOBRE LA ATOMIZACIÓN A UNA PRESIÓN DE 40 LIBRAS POR PULGADA CUADRADA 1

Velocidad del aeroplanos (Millas/hora)

Calibre de la boquilla

Diámetro del orificio en pulgadas

Gastos en galones por minuto

Diámetro medio de masa en micras, con la boquilla hacia

Rosca hembra

Rosca macho

Adelante

Abajo

Atrás

60

A1

B1

1/16 (0,062)

0,2

110

116

128

A2

B2

5/64 (0,078)

0,4

115

135

160

A3

B3

3/32 (0,093)

0,6

136

165

175

A5

B5

1/8 (0,125)

1

152

180

238

A10

B10

3/32 (0,187)

2

170

210

276

80

A1

B1

1/16 (0,062)

0,2

90

130

158

A2

B2

5/64 (0,078)

0,4

98

138

175

A3

B3

3/32 (0,093)

0,6

110

150

190

A5

B5

1/8 (0,125)

1

120

160

225

A10

B10

3/32 (0,187)

2

150

210

260

100

A1

A1

1/16 (0,062)

0,2

78

100

145

A2

A2

5/64 (0,078)

0,4

88

114

155

A3

B3

3/32 (0,093)

0,6

100

125

165

A5

B5

1/9 (0,125)

1

114

152

812

A10

B10

3/32 (0,187)

2

130

182

218

1 La presión de la bomba suele ser de 5 a 10 libras/pulgada2 mayor que la presión en la boquilla. Las válvulas de retención suelen aumentar la presión unas 5 libras por pulgada cuadrada.

CUADRO 12; - NUMERO DE BOQUILLAS NECESARIO PARA UN GASTO DETERMINADO1

Gastos en galones por minuto y por boquilla

Número de boquillas necesario para los siguientes

5

7,5

10

15

20

25

30

40

0,1

50

75

100

150

200

250

300

400

0,15

33

50

67

100

134

167

200

267

0,2

25

38

50

75

100

225

150

200

0,3

17

25

33

50

67

84

100

134

0,4

12,5

19

25

38

50

113

75

100

0,6

8,3

12,5

17

25

33

42

50

67

0,75

6,7

10

13,4

20

27

33,4

40

54

0,8

6,25

9,4

12,5

18,8

25

31,3

37,5

50

1

5

7,5

10

15

20

25

30

40

1,5

3,3

5

6,7

10

13,4

16,7

20

26,7

2

2,5

2,5

5

7,5

10

12,5

15

20

2,5

2

3

4

6

8

10

12

16

3

-

-

-

5

7

8

10

13,4

1 La capacidad de la bomba debe ser un 20 por ciento superior que el gasto máximo total de las boquillas.

La atomización más fina se obtiene cuando las boquillas están dirigidas hacia adelante, pero esto puede provocar la deposición de parte del líquido en el avión. Si las boquillas están dirigidas hacia atrás, la atomización es gruesa. Por consiguiente, lo mejor suele ser dirigir las boquillas hacia abajo o ligeramente hacia adelante. Los orificios de calibre fino, incluidos los de boquillas de quemadores de petróleo, pueden utilizarse para una atomización fina cuando se apliquen soluciones y emulsiones, pero no para mezclas que contengan polvos mojables, las cuales exigen un orificio de 3/32" o mayor para evitar la obstrucción. Los orificios pequeños exigen un gran número de boquillas o de grupos de éstas para un gasto determinado. Cuando se utilizan boquillas de atomización fina es esencial disponer un filtro con mallas de calibre 30 a 40 entre la bomba y las boquillas.

Las boquillas que proporcionan las pulverizaciones más gruesas con un tamaño de gotas más uniformes han sido simples secciones cortas de tubo dirigidas hacia atrás.

CUADRO 13. - GASTO EN GALONES POR MINUTO PARA DIVERSAS DOSIS DE APLICACIÓN, VELOCIDADES Y ANCHURAS DE FAJA

Velocidad de vuelo en millas/hora

Galones por acre

Gasto necesario en galones por minuto

Faja 30 pies

Faja 40 pies

Faja 50 pies

60

½

1,8

2,4

3

60

1

3,6

4,8

6,1

60

2

7,3

9,7

12,1

60

3

10,9

14,5

18,2

60

4

14,5

19,4

24,2

70

½

2,1

2,8

3,5

70

1

4,2

5,7

7,1

70

2

8,5

11,3

14,1

70

3

12,7

17

21,2

70

4

17

22,6

28,3

80

½

2,4

3,2

4

80

1

4,8

6,5

8,1

80

2

9,7

12,9

16,2

80

3

14,5

19,4

24,2

80

4

19,4

25,9

32,3

Un aumento o disminución de la presión altera el grado de atomización menos que un cambio correspondiente en el tamaño del orificio o en la velocidad del aeroplano. Las bombas de engranajes pueden desarrollar presiones considerables, pero una presión alta exige una fuerza grande que puede limitar el empleo de bombas accionadas por el aire cuando se precisa un gasto elevado.

El aumento o la disminución de la velocidad del aeroplano influye grandemente sobre el grado de atomización, al igual que el aumento o la disminución de la velocidad del aire en un nebulizador. Puede también alterarse el grado de atomización cambiando la viscosidad y composición de la mezcla.

La anchura de la faja de pulverización se calculará por lo bajo y se superpondrá, en parte, al objeto de que toda la zona pulverizada reciba una cantidad suficiente de líquido. El número de boquillas y el calibre de éstas estará determinado por la dosis de aplicación deseada, anchura de la faja y velocidad de vuelo. En el Cuadro 13 se dan algunos gastos en galones por minuto para diversas dosis de aplicación, anchuras de faja y velocidades de vuelo. El Cuadro 14 da la misma información para aeroplanos mayores.

CUADRO 14. - GASTO EN GALONES POR MINUTO PARA DIVERSAS DOSIS DE APLICACIÓN, VELOCIDADES Y ANCHURAS DE FAJA, APLICABLE A BIPLANOS Y A OTROS TIPOS MAYORES QUE LOS «PIPER CUB»

Calibrado

El problema del calibrado lo examinaron Yuill, Eaton e Isler (1951) en los términos siguientes: «Nunca se insistirá lo bastante sobre la importancia de un adecuado funcionamiento de los aparatos pulverizadores. Por desgracia los métodos necesarios para una evaluación precisa de estos aparatos son demasiado complicados para aplicarlos en el campo. Sin embargo, los ensayos que a continuación se describen darán una estimación aproximada y harán ver toda falta grave.

«El régimen de salida puede determinarse como sigue:

1. Se sitúa en el depósito un volumen conocido de líquido pulverizante.

2. El piloto acciona el mecanismo pulverizador durante un intervalo cronometrado (30 a 60 segundos) mientras vuela en línea recta y a nivel a la velocidad que se adoptará en las operaciones reales.

3. Cuando el avión aterriza, se vacía y mide el líquido restante en el depósito.

4. Se calcula el gasto en galones por minuto.

«Un procedimiento alternativo es el siguiente:

1. Se llena el depósito hasta un nivel determinado.

2. Se describe un vuelo como se indica más atrás.

3. Después del aterrizaje, se sitúa el aeroplano en posición idéntica a la utilizada para llenar el depósito y se mide el volumen necesario para reponer el líquido gastado.

4. Se calcula el gasto como en el caso anterior.

«Deberá repetirse dos o tres veces el vuelo, no debiendo variar los resultados para una mezcla determinada más de un 3 por ciento. Para determinar el gasto de soluciones de DDT y fuel oíl se puede utilizar fuel oíl solo. Para emulsiones y suspensiones se utilizarán las mezclas. El gasto necesario puede calcularse por la siguiente fórmula:

en la cual,

F = es el gasto (salida) en galones por minuto;


S = la velocidad del aeroplano en millas por hora;


W = la anchura de la faja efectiva (no la faja total) en pies; y


D = la dosis que debe aplicarse en galones de líquido por acre.

«El gasto en galones por minuto puede también calcularse de la siguiente forma:

en la anal,

D = es el gasto necesario en galones por minuto.


R = la dosis de aplicación en galones por acre;


S = la velocidad de vuelo en millas por hora; y


W = la anchura de la faja tratada en pies.

«La anchura de faja con aeroplanos dotados de una tubería de longitud igual a la envergadura de las alas puede estimarse aproximadamente multiplicando la envergadura por 3, 5 ó 4. Este procedimiento es sólo válido para aeroplanos que pulverizan en toda la longitud de su envergadura y para alturas por encima de la copa de los árboles mayores que la envergadura».

Aparatos y métodos silvicidas para su uso a lo largo de redes eléctricas y en la ordenación de bosques

Los herbicidas selectivos permiten a los forestales clarear o despejar las masas favoreciendo una especie en relación con las demás. La aplicación de pulverizaciones concentradas con equipos terrestres o aéreos permitirá al forestal el recubrimiento de zonas de cualquier extensión rápidamente y con poco gasto. Por ejemplo, es posible emplear sólo de 1 a 3 cuartos de 2,4,5 - T ester en una pulverización de 2 a 3 galones por acre para un eficaz despeje de las coníferas contra frondosas agresivas de cualquier tamaño.

El empleo de silvicidas se halla todavía en su fase incipiente. Sin embargo, ya se ha demostrado su eficacia en las aplicaciones siguientes:

1. Lucha contra especies de plantas y árboles indeseables, como en la preparación del área de plantación;

2. Despeje de brinzales y árboles de especies coníferas (masas naturales y artificiales) cuando quedan sofocadas por los pisos inferiores, brotes de cepa de frondosas o pisos superiores;

3. Lucha contra los matorrales a lo largo de las redes électricas, senderos y carreteras en el interior del bosque.

Para el buen resultado de una operación silvicida es necesario evaluar todos los requisitos, incluidos los aparatos de aplicación, los métodos y los costos. Esta evaluación dará respuesta a cuestiones como las siguientes: ¿ Se trata de eliminar toda la vegetación o basta con un ligero clareo de ésta? ¿ Se trata de masas densas de arbustos y árboles o sólo existen golpes o bosquetes aislados? ¿Cuáles son las especies presentes o predominantes? ¿Permite la zona un fácil acceso de los aparatos de pulverización o exige alguna operación previa a tal efecto? ¿ Cuáles son los factores de peligro (tocones, rocas, topografía, materiales de acarreo, etc.)? La extensión de la zona es también importante, porque el precio por unidad de superficie es mayor para áreas pequeñas que para áreas grandes.

El costo es el factor fundamental en todo programa silvicida. Para reducirlo, a la vez que se aumenta la velocidad y facilidad del recubrimiento, deben concurrir los cuatro factores siguientes:

1. herbicidas selectivos más baratos y más fitotóxicos;

2. métodos eficaces de aplicación que permitan usar menores dosis de silvicida por unidad de superficie;

3. métodos que permitan utilizar menos diluyente y un menor volumen total de pulverización por unidad de superficie;

4. aparatos pulverizadores más baratos, ligeros y móviles.

Todos estos factores, excepto el primero, dependen de los aparatos y métodos de aplicación. Un ejemplo de elección del preparado químico más barato para combatir los sauces es el empleo de 2,4 - D amina (que cuesta 2,70 dólares por galón) en lugar del 2,4, 5-T (que cuesta 9 ó 10 dólares por galón).

Las aplicaciones foliares de uno o dos cuartos de 2,4, 5-T por acre cuesta entre 2,25 y 5 dólares por acre (sólo el producto químico). El costo por mano de obra y materiales dependerá de las condiciones que se describen más adelante.

Clases de tratamiento

Las aplicaciones silvicidas pueden clasificarse como basales, de tocón o rastrojo y foliares. La aplicación foliar es el procedimiento más rápido y adecuado para un primer tratamiento de conversión de una zona cubierta por plantas no leñosas. Este método se limita a tratamientos estacionales.

Tratamientos basales

Esta modalidad es de particular utilidad en el combate contra infestaciones dispersas inaccesibles a otros aparatos de pulverización, así como para tratar troncos que sobrevivan a una aplicación foliar. El tratamiento puede efectuarse en cualquier momento, preferiblemente durante el período de reposo vegetativo, sin peligro alguno para la vegetación sensible. Esto permite servirse de la mano de obra durante la temporada muerta. Los aparatos necesarios son relativamente baratos. Sin embargo, los tratamientos basales no son tan económicos ni de aplicación tan amplia como los foliares, resultando difícil destruir los tallos de más de 2" de diámetro. El costo por mano de obra es elevado, ya que cada tallo debe recubrirse completamente a nivel del suelo. Para obtener los resultados perseguidos es esencial aplicar una cantidad suficiente de líquido que garantice un escurrimiento físico desde el tallo hasta el cuello de la raíz, la yema o la zona de transición de la planta. Lo usual es utilizar pulverizadores de mochila o de bandolera de presión previa. Sin embargo, puede también utilizarse un aparato integrado por un motor de gasolina de 4 C.V., una bomba de engranajes de ½" y dos secciones de manguera ligera con lanza, válvula de admisión y boquilla en cada una. Los caldos silvicidas tienen una concentración 5 veces superior a la de las pulverizaciones diluidas (por ejemplo, 16 libras o más de 2,4,5 - T por cada 100 galones de fuel oíl O aceite diesel N° 2, o una pinta en 2 ½ galones de aceite). Para facilitar la identificación de las señales, hasta un 60 por ciento del aceite de la mezcla puede estar formado por residuos filtrados de «aceite quemado» procedente de garajes y estaciones de servicio. Pueden también utilizarse cuerdas blancas para balizar los senderos de pulverización de 40 a 60 pies de anchura como orientación para los operadores.

Los tocones deben recubrirse por completo en el momento de la corta para reducir el rebrote. Esta práctica exige muy pocos gastos desde el punto de vista de la mano de obra, sobre todo cuando el diámetro del tocón es mayor de 2". De ordinario, un operario sigue a la cuadrilla de corta y trata los tocones. Pueden aplicarse cristales de «ammate»a razón de 2 onzas por cada 6" de diámetro, o una solución concentrada de 4 a 6 libras por galón de agua. Los ésteres de 2,4,5 - T se utilizan a razón de 16 a 20 libras por 100 galones de aceite (o 1 pinta por 2,5 galones de aceite diesel) para recubrir completamente los tocones, al igual que en las aplicaciones basales.

Pulverizaciones foliares

Los herbicidas de 2,4-D son eficaces contra algunas especies como el sauce, el aliso, el zumaque, el saúco, la zarzamora, el frambueso y otras plantas leñosas fáciles de combatir. Sin embargo, no es lo suficientemente eficaz contra la mayor parte de las frondosas predominantes, como el roble, el fresno, el nogalillo (hickory) el guayacán de Virginia y el arce. Para combatir éstas y otras especies leñosas resistentes como el Toxylum pomiferum, el 2,4,5-T es más eficaz que el 2,4-D. Una mezcla comúnmente usada es la que contiene 2 libras de 2, 4, 5-T y 2 libras de 2,4-D, en su equivalente en ácido, por galón. El agua es un diluente más económico que el aceite. Para una pulverización diluida se añaden de 3 a 6 cuartos de una mezcla de 2,4-D - 2,4,5-T a 100 galones de agua para aplicaciones foliares.

En «Silvex» y el «Kuron»3 son más eficaces contra algunas especies, como Quercus macrocarpa, que el 2,4,5-T el «Amino triazole» más eficaz que otros materiales contra los cardos y el zumaque venenoso. El «ammate» se aplica a las hojas a razón de 75 libras por cada 100 galones de agua. Es esencial un recubrimiento completo con ayuda de un extensor - adhesivo. En comparación con la mayor parte de los demás silvicidas es más caro y más perjudicial para los órganos mecánicos, en particular para los engranajes y tubos de cobre y latón. Para aplicaciones semiconcentradas pueden prepararse concentraciones de hasta 8X o 6 libras por galón. El ammate es un preparado de «tratamiento único», haciendo innecesaria la repetición durante varios años, por destruir las raíces en un 80 por ciento o más de las especies mezcladas. Por no ser volátil hay menos peligro de que la dispersión aérea cause daños.

3 El Silvex y el Kuron son nombres comerciales para el ácido 2 (2, 4, 5 - Triclorofenoxi) propiónico.

Aparatos y métodos de aplicación

Aparatos de motor ordinarios

Los aparatos ordinarios suelen consistir en un pulverizador hidráulico de tipo pistola (Hardie, Bean, Iron Age, Myer, etc.) con manguera de alta presión de 3/4". El calibre de las boquillas se ajusta a la capacidad de la bomba. Para bombas de 15 galones por minuto pueden usarse boquillas de 3/16", pero los calibres de 1/4", 15/64" y 5/16" exigirán bombas de 35 y 60 galones por minuto. Para ello es necesario un aparato grande y pesado.

Pulverizadores de mochila

El 2,4,5-T, «el Silvex», el Amino triazole, el Delapon y otros preparados harmónicos son muy eficaces cuando se aplican como pulverización concentrada. Pueden usarse con buenos resultados pulverizadores de mochila o de aire comprimido para aplicar de 4 a 10 galones de líquido concentrado por acre. Esto impide todo goteo o escurrimiento del líquido. El bajo volumen utilizado permite que cada operario cubra de 3 a 6 acres por día. Este sistema es también muy económico para aplicaciones locales o repetidas en zonas ya tratadas. Su limitación consiste en que no llega hasta los puntos de la vegetación de altura superior a 12 ó 15 pies. En este caso es precisa una lanza de prolongación de aluminio con una longitud de 6 a 8 pies. Uno de los elementos más importantes es una boquilla de baja presión que permita una atomización adecuada sin un gasto excesivo del líquido de pulverización. Las boquillas deben ser de pulverización en cono, con gasto de 2,5 a 6 galones por hora, boquillas de quemadores de petróleo, como los N° 6,00, 7,00 y 8,00 de la serie Monarch F804, 0 el equivalente de éstas en otras marcas. Los pulverizadores de bandolera, con depósito redondo de 2 a 3 galones y bomba de compresión, que cuestan unos 8 dólares cada uno, son los más económicos.

4 Monarch Works Mfg. Co., cor. Salmon and Westmoreland Sts., Phila. Pa.

Nebulizadores

Para la aplicación de herbicidas y silvicidas el nebulizador es el aparato por excelencia. En la mayor parte de las operaciones con árboles y arbustos pueden usarse nebulizadores con potencia comprendida entre 5 y 12 C.V. Estos aparatos se montan en una vagoneta de cuatro ruedas con motor, en un «jeep», en un tractor ordinario o en un tractor de orugas con hoja de empuje frontal. La relativa abundancia de tocones, árboles, piedras y zanjas determinará la clase de vehículo de transporte. En condiciones en extremo rigurosas el tractor de orugas o cadenas es el más indicado.

En los tractores, el nebulizador se monta sobre un bastidor robusto en la parte posterior, de manera que la tobera forme un ángulo recto con la línea de desplazamiento. Dicha tobera deberá dirigirse ligeramente por encima de la parte superior de la vegetación que haya de tratarse. La válvula de admisión estará lo suficientemente cerca del asiento del conductor para que éste pueda abrirla o cerrarla fácilmente. En la mayor parte de nuestras operaciones se adoptó una presión de 12 a 20 libras y boquillas Conn. Whirljet N° 1 o N° 2, de 1/8''5. Si la velocidad del aire era superior a 115 millas por hora, la boquilla se orientaba en la misma dirección que el chorro de aire. En la pulverización por fajas para cubrir una zona determinada el nebulizador trataba fajas de 30 pies desde dos lados opuestos, pulverizando desde un lado a la ida y desde otro a la vuelta. En un terreno favorable podían tratarse de 30 a 40 acres por día. Debe impedirse que la dispersión aérea deposite parte de la pulverización en plantas o cultivos útiles.

5 Spraying Systems Co., Bellwood (Chicago), Illinois.

Nebulizador de mochila

Cuando puedan evitarse los peligros de incendio se utilizará el nebulizador de mochila de 2 C.V. para pulverizar malezas de hasta 30 pies de altura, utilizando de 2 a 4 galones de pulverización concentrada por acre de vegetación densa. Para un tratamiento local la dosis es menor. Para fines generales, el diámetro medio de masa óptimo de las gotas es de 50 a 75 micras. Un buen nebulizador de mochila puede tratar de 10 a 15 acres de matorral por día. Es también útil para la pulverización local y para los tratamientos repetidos. Un buen equipo de pulverización está formado por dos hombres con un nebulizador cada uno y un tercer hombre que llene y cuide los aparatos.

Helicópteros

El helicóptero da buenos resultados en el tratamiento de muchos kilómetros de servidumbres de paso a lo largo de las redes eléctricas, utilizando de 3 a 6 cuartos de 2, 4, 5 - T o de ácido 2, 4, 5 - T propiónico por acre en 3 a 5 galones de fuel oíl N° 2 por acre. El empleo de helicópteros es imposible en muchas zonas por los peligros que supone, como dispersión aérea y vuelos difíciles. El helicóptero no debe volar directamente sobre las líneas de energía eléctrica. Por consiguiente, se volará en dirección paralela a esta línea, lanzando una pulverización gruesa de gotas de unas 200 micras de diámetro, desde la orilla de una servidumbre de paso hacia el centro de ésta.

Cuando la dispersión aérea no es un peligro grave, los helicópteros representan un instrumento excelente para aplicar silvicidas que despejen las coníferas destruyendo las frondosas competidoras, o para eliminar la vegetación en zonas que deban plantarse de coníferas o de otros árboles. Los árboles altos y grandes quedan destruidos con la misma facilidad que los pequeños, los arbustos y los chirpiales.

Aeroplanos

Los aeroplanos pueden utilizarse en modo análogo, pero son necesarias extensiones mayores y el peligro de dispersión aérea es mucho mayor.

Terminología

Definición de ea magnitud de las partículas y de los términos relativos a pulverizaciones diluidas y concentradas, aerosoles, humos y espolvoreos

Existe una considerable confusión en las definiciones relativas a la magnitud de las partículas y en el empleo de términos propios de las pulverizaciones diluidas y concentradas, aerosoles, humos y espolvoreos. La interpretación errónea y la falta de conocimiento de los principios fundamentales relativos han conducido a un gran malgaste de tiempo y dinero, y han impedido obtener resultados óptimos. Parece llegado el momento de proponer definiciones para la terminología propia de este sector fitosanitario y de indicar su uso correcto.

Magnitud de las partículas

La exacta interpretación del término magnitud de la partícula o gota, y los métodos adecuados para obtener y medir muestras de partículas, ayudarán a disipar la confusión que existe respecto de los términos que siguen? Al término magnitud de las partículas se le han atribuido diversos significados, con frecuencia erróneos, según que se hiciera referencia al radio, diámetro, volumen (4,2 R 3), área (3,14 d 2) o densidad. Al expresar la magnitud real de gotas redondas debe indicarse claramente si se hace referencia al radio o al diámetro, ya que una gota con radio de 50 micras6 tiene un volumen ocho veces mayor que una con un diámetro de 50 micras y 64 veces mayor que otra con un diámetro de 25 micras. Una partícula de diámetro o volumen dados con una densidad de 5 es 2,5 veces más pesada que otra que tenga una densidad de 2, a la vez que partículas de la misma magnitud o densidad pueden recubrir áreas superficiales muy distintas. Debe indicarse asimismo qué se entiende por diámetro medio (o radio medio), ya que puede interpretarse como diámetro medio de masa, diámetro medio numérico o diámetro mediano de masa. Si todas las partículas fueran del mismo tamaño estos tres conceptos serían idénticos.

6 Una micra = 1/1000 mm.

El diámetro mediano de masa es el que implica que la mitad del volumen pulverizado esté formado por gotas mayores y la otra mitad por gotas menores de dicho diámetro.

El diámetro medio de masa es el de una gota de volumen medio. En un caso estudiado, una pulverización con gotas de un diámetro medio numérico de 40 micras presentaba un diámetro medio de masa de 52 micras y un diámetro mediano de masa de 56 micras. Más de la mitad de las gotas tenían menos de 31 micras de diámetro.

El diámetro medio de masa (a veces denominado incorrectamente diámetro mediano de masa) es el de una gota cuyo volumen se obtiene dividiendo el volumen del líquido pulverizado de la muestra por el número total de partículas. Así, pues, el diámetro de una esfera de este volumen se encontraría por la fórmula:

El diámetro medio numérico se averigua sumando entre sí los diámetros de todas las gotas y dividiendo por el número de éstas. Resulta siempre inferior al diámetro medio de masa y la mayor parte del volumen pulverizado lo forman gotas con diámetros mayores que el promedio numérico. El volumen de una esfera de este diámetro multiplicado por el número total de gotas es distinto del volumen total de la pulverización.

En toda discusión relativa a la magnitud de las partículas, el método de obtención de la muestra de liquido o de polvo debe describirse claramente y ser inteligible para el que escribe y para el que lee. La importancia de esto queda ilustrada por el hecho de que, cuando el diámetro medio de masa es mayor de unas 75 micras, pueden obtenerse al aire libre muestras casi perfectas sobre las hojas o sobre los portaobjetos de los microscopios; pero cuando el diámetro medio de masa de la gota es de 10 micras o menos, más del 95 por ciento de las partículas son demasiado pequeñas para depositarse en las hojas, insectos o portaobjetos al aire libre, siendo así necesario tomar las muestras mientras las partículas están en el aire.

Magnitud de las partículas de polvo. La magnitud de las partículas de polvo indicada en un recipiente se refiere al diámetro de cada una de éstas y no al tamaño de las que se depositan sobre las plantas o sobre los objetos. Estos depósitos casi siempre están formados por grupos de partículas, ya que el polvo en extremo fino no se deposita satisfactoriamente sobre plantas o insectos al aire libre.

Depósito en relación con el efecto estomacal o por contacto. El inexacto conocimiento de esta relación ha dado origen a una gran confusión. Muchos creen que un aerosol o una pulverización demasiado finos para dejar depósito pueden constituir eficaces venenos por contacto, si bien, excepto los fumigantes, nunca podrán ser eficaces sustancias tóxicas por contacto, ya que las partículas no matarán a los insectos si no se depositan sobre éstos o sobre las plantas. Ya se trate del efecto por contacto o del estomacal, la eficacia depende directamente de la cantidad y distribución del depósito. El polvo recubierto de aceite y el polvo nebulizado con aceite son términos que deben representar conceptos del todo distintos. El primero se prepara antes de su aplicación en un dispositivo de mezcla, como un molino pulverizador de esferas, y puede contener del 2 al 12 por ciento en peso de aceite, aplicándose en la forma usual mediante espolvoreadores comunes. Cuando la proporción de aceite o de otro líquido es superior al 12 por ciento, los materiales no pueden espolvorearse. El polvo nebulizado con aceite es un nuevo procedimiento de aplicación en el cual mediante pulverizadores-espolvoreadores especiales se aplica y mezcla simultáneamente polvo y aceite nebulizado. Para conseguir la mayor eficacia en la deposición y adherencia del polvo deberá recubrirse éste con un 20 por ciento o más de aceite (en peso). La deposición y adherencias son máximas cuando todo el polvo se recubre con alrededor del 50 por ciento de aceite en peso. La pulverización - espolvoreo y el polvo húmedo tienen idéntico significado que el término anterior, a diferencia de que pueden también aplicarse agua o disoluciones de pulverización en lugar de aceite.

Definición de los procedimientos de pulverización

El término procedimiento diluido u ordinario de pulverización se refiere a aplicaciones terrestres de 75 a 1.000 galones por acre con mezclas de baja concentración. En las nebulizaciones con caldos diluidos la mayor parte del volumen pulverizado está formado por gotas de 150 a 1.500 micras de diámetro. En la pulverización por corriente líquida las gotas son de 1.000 a 3.000 micras de diámetro y el agua es el vehículo al pulverizar plantas vivas. El volumen de la pulverización es suficiente para mojar las hojas abundantemente, causando a veces un goteo y escurrimiento considerables. La presión se aplica directamente al líquido, como el aire en el depósito de un pulverizador de mochila, o como la presión hidráulica sobre el líquido entre la bomba y la boquilla en un pulverizador mecánico de alta presión.

Las aplicaciones concentradas presentan estas características necesarias:

1. bajo volumen (de ¼ a 15 galones) por acre, o por unidad de superficie;

2. concentración varias veces superior a la de una mezcla diluida del mismo insecticida;

3. atomización fina en comparación con las pulverizaciones diluidas, estando formado casi todo el volumen por gotas de menos de 300 micras de diámetro.

La pulverización puede ser una dilución, una emulsión o una suspensión. Las pulverizaciones concentradas pueden aplicarse con aparatos de tipo diverso. La atomización puede obtenerse por varios procedimientos:

1. mecánicamente, mediante presión directa a través de boquillas especiales, por aire comprimido, por corrientes de aire (sopladores, movimiento hacia adelante o corriente creada por la hélice de un avión, etc.) o por dispositivos centrífugos;

2. por gas licuado;

3. por vapor, humos generados térmicamente, etc.

Caldo nebulizado, aceite nebulizado, vapo-pulverización y vapo-espolvoreo son términos que impropiamente se usan para designar las pulverizaciones de caldos concentrados. En realidad, toda mezcla pulverizable se nebuliza al aplicarse, ya sea diluida o concentrada. Vapo-pulverización y vapo-espolvoreo son expresiones híbridas incorrectas.

Las pulverizaciones semiconcentradas son las que presentan una concentración de 2 a 7 veces superior a la de una pulverización ordinaria. Esto con frecuencia exige una aplicación de 15 a 35 galones por acre para cultivos de campo y de 30 a 70 galones por acre para frutales.

Concentración X indica el número de veces que la concentración de la mezcla es mayor que la de una pulverización ordinaria. Por ejemplo, si la concentración de una pulverización ordinaria es X1, las mezclas con concentración 5, 10, 20, etc., veces mayor se designan como X5, X10, X20, etc.

Aerosoles

El término «aerosol» es uno de los que más incorrectamente se utilizan. Muy pocos conocen su exacto significado. Los especialistas en química física prefieren definir los aerosoles como suspensiones aéreas? de partículas sólidas o líquidas de finura casi coloidal (menos de 4 micras de diámetro) que pueden permanecer en el aire durante horas e incluso días. Las nubes de partículas de polvo o de humo extremadamente finas constituyen ejemplos típicos de aerosoles. No son vapores ni gases, y de ordinario no atraviesan los poros respiratorios de los insectos. Los aerosoles, en último término, podrán depositarse en la atmósfera calma y sin corrientes de un recinto o de un recipiente, pero al aire libre no se depositan en grado apreciable sobre plantas, insectos u otros objetos. Por consiguiente, en las condiciones ordinarias, los aerosoles genuinos no constituyen insecticidas de campo eficaces. Se han dado a conocer grandes éxitos en la lucha contra plagas empleando aerosoles de «gas licuado», pero éstos no son auténticos aerosoles. Casi toda la mortalidad obedece a la porción del producto concentrado que alcanza dimensiones de gota (más de 15 micras de diámetro). Los aerosoles pueden obtenerse con líquidos por atomización mecánica, condensación de vapores generados térmicamente para convertirlos en «humos» o por propulsión de gas licuado. Al discutir los espolvoreas y las pulverizaciones nebulizadas debe indicarse la dimensión de la partícula o el grado de finura. Las gotitas que se forman con dimensiones superiores a las del aerosol con frecuencia se convierten en éstos cuando se permite la dispersión aérea lo suficiente para que se evapore la fracción volátil.

Los humos son auténticos aerosoles, ya se trate de partículas líquidas o sólidas. Estas se hallan separadas y casi todas tienen un diámetro de 1 micra o menor cuando se trata de cortinas de humo, pero pueden ser mayores en el caso de otras nubes menos densas. En determinadas condiciones, el tamaño de las partículas de humo puede aumentarse grandemente, pero en el momento en que exceden del tamaño aerosol dejan de ser humos y por consiguiente pierden el aspecto o el comportamiento de éstos.

Los vapores son líquidos gasificados o sólidos mezclados con aire, y pueden condensarse en gotitas o partículas mayores, revistiendo a veces el aspecto de los humos según la finura.

Aparatos de aplicación para caldos concentrados

Aparatos terrestres

Para la aplicación de productos concentrados pueden utilizarse aparatos de dimensiones y tipos muy diversos dotados con una boquilla pulverizadora adecuada: jeringas de mano, pulverizadores de mochila, aparatos para la dispersión de gas licuado, generadores térmicos nebulizadores por corriente de aire y pulverizadores de bajo volumen accionados por motor y sin soplador.

Un pulverizador de gas licuado es un aparato que dispersa una mezcla de gas líquido (como el freón, el cloruro de metilo, el CO2, etc.) y de parasiticida, o de cualquier otro producto químico concentrado que haya de pulverizarse muy finamente. A la temperatura de laboratorio o de aplicación, el gas líquido de la mezcla se volatiliza y genera así su propia presión de pulverización y dispersión. El volumen del gas expulsado que arrastra consigo las partículas puede compararse con el del aire comprimido de una boquilla de orificio reducido y, por consiguiente, no podrá proyectar las partículas pulverizadas a grandes distancias, como es posible con los aparatos por corriente de aire.

Generadores térmicos (brumas, nieblas o aerosoles). Estos aparatos se sirven del calor para pulverizar líquidos concentrados. Pueden dispersar una pulverización fina o una niebla de aerosol. Asimismo pueden contar con un ventilador que proyecte las partículas hasta cierta distancia. En este caso pueden funcionar aun con brisas o con viento contrario. Cuando el aparato cuenta con ventilador es esencialmente un nebulizador que utiliza el calor para ayudar la pulverización. Para esto último puede utilizarse vapor, aire caliente, aceite volatilizado caliente, anillos metálicos calientes o tubos de salida calientees.

Nebulizadores. Estos aparatos accionados por motor dispersan líquidos muy concentrados en partículas muy finas (de 10 a 150 micras) con bajos volúmenes, por unidad de superficie y utilizando el aire como vehículo principal en lugar del agua o de otro líquido.

Los pulverizadores mecánicos de bajo volumen para caldos concentrados pueden utilizarse sin ventilador para aplicar insecticidas y herbicidas sobre plantas bajas malezas y matorrales. El líquido se hace salir por una boquilla ordinaria de baja presión (como la de un quemador de petróleo), de cono o de abanico, a una presión de 20 a 100 libras. Este tipo de aparato es más económico, más ligero y más simple que los de soplador, pero tiene el inconveniente de producir gotas más gruesas, de no impulsar la pulverización y de quedar su eficacia limitada a las plantas bajas.

Equipo aéreo

Los pulverizadores mecánicos por aire comprimido utilizan un compresor para la expulsión del aire y del líquido a través de boquillas a una presión de 10 a 50 libras. Sirven para aplicar líquidos concentrados a plantas bajas.

Los nebulizadores de helicóptero sirven para aplicar líquidos concentrados y en ellos un gran volumen de aire a baja velocidad impulsado por hélices o álabes montados por encima de la aeronave tienden a dirigir la pulverización hacia abajo. El líquido puede pulverizarse con boquillas de tipo quemador de petróleo y a presiones superiores a 25 libras/pulgada 2 creadas por una bomba accionada por el motor del helicóptero; o puede pulverizarse por una corriente de aire a gran velocidad provocada por un ventilador.

Los nebulizadores de aeroplano sirven para aplicar líquidos concentrados y utilizan la velocidad del aeroplano para pulverizar el líquido, pudiendo o no utilizar para el mismo fin una bomba o el torbellino de aire de las hélices del aeroplano. La fuerza para el accionamiento de la bomba de ordinario se obtiene por un pequeño molinete impulsado por el viento.

Bibliografía

MILLER, C. W. Introduction to Physical Science. 2a ed. J. Wiley and Son, Nueva York y Londres, 1935.

POTTS, S. F. Concentrated Spray Mixtures and their Application by Ground and Aerial Equipment as Compared with Standard Spraying and Dusting Methods. U. S. Department of Agriculture, Bureau of Entomology and Plant Quarantine, E-508, 20 págs, ilustr. Wáshington, D.C.

POTTS, S. F. Particle size of insecticides and its relation to application, distribution, and deposit. Jour. Econ. Ent. 39 (6):716-720, 1946.

SELL, WILLY, Staubausscheidung an einfachen Körpern und in Luftfiltern, Forschungsarbeiten Verlin deutschen Ingenieuren V.I.D. Verlag No. 347, 1931.

TIRRELL, GEORGE E. Depositing of spray chemicals: hydraulic method vs. air method. Trees Magazine 14 (3):6. Oakland, Calif., 1954.

YUILL, J. s., EATON, C. B., e ISLER, D. A. Airplane Spraying for Forest Pest Control. U. S. Department of Agriculture, Bureau of Entomology and Plant Quarantine, E-823, 21 págs., Wáshington, D.C. 1951.

San Juan Gualberto

Desde hace muchos años, se celebra en Italia La Festa della Montagna, la Fiesta de la Montaña. Cuenta con la ayuda activa de organismos gubernamentales locales y nacionales, y asisten a ella grandes multitudes de personas. La fiesta se celebra cada año en un lugar distinto de las montañas septentrionales, centrales y meridionales de Italia, uno de los primeros domingos de julio; con este motivo hay diversas funciones religiosas diversiones y espectáculos folklóricos. También es en este mes, precisamente el día 12, cuando se celebra la fiesta de San Juan Gualberto, fundador de la Orden Vallumbrosana, a quien Su Santidad Pío XII proclamó ante Dios patrono de los forestales de Italia en una Carta Apostólica fechada el 12 de enero de 1951.

Juan Gualberto Visdomini nació en el año 995, de noble y rica familia, siendo descendiente de un antepasado armado caballero por Carlomagno, en tanto que su madre era una Aldobrandini. Fue soldado desde su primera juventud y llegó a conocer tan bien el arte de la caballería que muy pronto se le reputó por uno de los mejores caballeros de Florencia. Cuenta la historia que un día su hermano mayor fue asesinado por un pariente lejano y su anciano padre encargó a Juan, de acuerdo con la costumbre de la época, vengarlo y reparar el honor familiar. El Viernes Santo del año 1028 luchó con el asesino de su hermano, y lo tuvo a su merced por completo. Iba ya a atravesarlo con su espada, cuando, sin tener en cuenta lo que pudieran pensar su familia, sus amigos y la sociedad, la arrojó lejos de sí, y perdonándolo, abrazó a su enemigo. Sintiendo que mediante este acto se había operado en él un cambio completo, penetró inmediatamente en la cercana iglesia de San Miniato para dar gracias a Dios por haberse podido vencer a sí mismo, cayó de rodillas a los pies de un cuadro de Cristo, el cual, cobrando vida de repente, inclinó hacia él la cabeza en señal de aprobación. Impresionado por esta intervención divina, el joven Visdomini decidió renunciar a la vida de comodidades y honores que correspondía a su posición e ingresó en el Monasterio de la iglesia tomando el hábito benedictino.

La corrupción que reinaba entonces entre algunos eclesiásticos de Florencia, y en otros lugares, le indujo a atacar abiertamente y sin contemplaciones al propio obispo de Florencia. Acometido y herido por los sicarios del obispo, sin embargo consiguió huir a las montañas, resueltamente determinado a continuar su lucha contra el hombre que tanto daño causaba a la Iglesia. Caminando a la ventura, a la caída de la tarde de un día de marzo del año 1036, llegó durante una tormenta a un lugar llamado «Acquabella». Buscó refugio como mejor pudo debajo de una gran haya, que en aquella época del año no tenía hojas. Al despertarse el día siguiente quedó sorprendido al observar que su hábito estaba completamente seco. Alzando la mirada vio con asombro que durante la noche habían crecido nuevas hojas al haya y que sus ramas, curvándose, habían formado un dosel que lo protegió de la lluvia que ininterrumpidamente cayó toda la noche. Consideró este hecho como indicación de que la voluntad de Dios era que permaneciera allí entre los árboles y las montañas. Así lo hizo casi hasta el mismo día de su muerte que ocurrió 37 años después y cuando contaba la avanzada edad de 78 (Unos cien años más adelante, en 1193, fue canonizado por el Papa Celestino III).

Poco después del milagro del haya se unieron a él otros ermitaños y Juan Gualberto les construyó celdas y una capilla en el bosque. Poco a poco, su fama de santo se extendió por toda la Toscana y continuó aumentando el número de los que se le unían. Hacia el año 1040, la Comunidad contaba ya con su propia regla, escrita por Juan y basada en la de San Benito, pero más austera. La región de Acquabella se llamó posteriormente Vallumbrosa, de modo que la Orden monástica fundada allí por San Juan y confirmada por el Papa Victor II en el año 1055 recibió el nombre de Orden Vallumbrosana. Ya en vida de su fundador, la Orden se extendió por Toscana, Romaña y Lombardía. Posteriormente se difundió por otras muchas regiones, llegando hasta Sicilia y Francia.

La labor y la lucha del santo por la elevación del nivel moral fueron acompañadas igualmente por esfuerzos realizados en otros muchos sentidos, puesto que el lema de San Benito «trabajo y oración» era también el suyo. Como si comprendiera que existe una relación entre el mejoramiento de las costumbres y el de la tierra, dio un ejemplo de ello trabajando con sus propias manos para atender a las necesidades cotidianas de la comunidad y habilitar y poner en mejores condiciones la zona que rodeaba su primera fundación monástica; y esto lo hizo en una época en que la labranza de la tierra se consideraba propio de siervos. Dedicó parte de su tiempo a la silvicultura, incluso en su vejez, y así logró mejorar la región vallumbrosana, que en aquellos días estaba completamente yerma. El santo y sus monjes tuvieron que emplear métodos primitivos, adaptados a los pocos instrumentos que tenían. Mediante zanjas secaron las aguas estancadas y se talaron, en parte, los bosques más inmediatos al monasterio, ya para proveerse de leña o bien para evitar que los animales salvajes o las serpientes venenosas se escondieran demasiado cerca de las celdas. Después de este trabajo la nueva comunidad se dedicó a la tarea de reconstituir la espesura de los bosques circundantes con nuevos árboles y plantar los calveros. Fomentaron la regeneración natural rastrillando el suelo de alrededor de los árboles para que las semillas que se desprendnía cayeran en un suelo donde pudieran germinar; o bien, en la época apropiada del año llevaron cerdos para que removieran la tierra hozando en derredor de los árboles.

En cuanto a la repoblación que Juan realizó en las laderas para impedir la erosión del suelo ocasionada por torrentes y arroyos, varió los métodos de acuerdo con el tamaño de la zona con que se enfrentaba. Si ésta era reducida, colocaba plantitas silvestres que traía de los bosques cercanos o del pequeño vivero cercano al monasterio, vivero creado a base de semillas. Si la zona era grande establecía en ella una verdadera plantación, o resembraba otras veces todo el terreno, primero cavando y arando el suelo, luego esparciendo la semilla y por último cubriéndola con la tierra.

En los siglos siguientes los monjes vallumbrosanos continuaron el trabajo de Juan, organizándolo mejor y en una escala mucho más amplia. A medida que evolucionaron las técnicas se perfeccionaron los métodos. Así como Monte Casino fue posteriormente considerado como la cuna de la agricultura, del mismo modo Vallumbrosa puso los cimientos de los métodos científicos en la silvicultura. Vallumbrosa se convirtió en un pequeño oasis modelo y todos, tanto los monjes como los montañeses, hicieron cuanto pudieron para ampliar las plantaciones forestales hacia los distritos vecinos siguiendo el ejemplo del santo. Muchos vallumbrosanos, de acuerdo con la tradición comenzada por su fundador, y para seguir conservando sus bosques, se dedicaron al ejercicio científico de la botánica y la silvicultura en una época en que este estudio era desconocido en Italia; y lo hicieron con tal éxito que las universidades más famosas, italianas y extranjeras, solían recurrir a la Congregación vallumbrosana para asegurarse profesores de reputación.

La Festa della Montagna en Italia central se celebró este año precisamente el 12 de julio, día de San Juan Gualberto, en el corazón mismo del famoso bosque de abetos plateados de Vallumbrosa. Los delegados al décimo período de sesiones de la Comisión Europea de Ingeniería Forestal de la FAO asistieron a esta fiesta y tuvieron oportunidad de juzgar por sí mismos cuán fecundo había sido el cuidado de esta región durante cerca de 1.000 años.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente