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CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES


Un brochazo sobre las emisoras
Aspectos ecológicos
La participación en programas que incluyen lo ecológico
Estructura y atractivo

Un brochazo sobre las emisoras

Los tres casos analizados corresponden a emisoras de alcance y cobertura, entre local y regional (Iquitos-Perú). Geográficamente no cubren completamente sus países, sino zonas variables: una gran región en el caso de Radio la Voz de la Selva, un departamento (Santa Cruz-Bolivia) Radio Santa Cruz, un par de provincias (Napo, Sucumbíos-Ecuador) Radio Stereo Ideal. Solamente la onda corta de Radio Santa Cruz tiene alcance nacional. En cualquiera de los casos, todas las emisoras ocupan los primeros puestos de sintonía en su respectiva región.

Las radios estudiadas tienen su centro de operaciones en la Amazonía, zona de alta conflictividad y de una complejidad enorme por la yuxtaposición y enfrentamiento de múltiples intereses nacionales e internacionales. Región en la que el mundo entero tiene puesta su mirada.

El trajín y experiencia de las emisoras también son distintos. Radio Santa Cruz exhibe una práctica fecunda de cerca de 3 décadas. Radio La Voz de la Selva cumple 22 años de trabajo comprometido. Radio Stereo Ideal se acerca a su primer cumpleaños con mucha frescura y afán propositivo.

Los destinatarios de los tres medios de comunicación tienen un perfil básico común. Sectores de bajos ingresos son su audiencia preferida. En principio, no hacen exclusiones respecto a lo rural y urbano, a la composición étnica, al género. Sin embargo, aparecen ciertas preferencias por el mundo rural, las comunidades indígenas y las mujeres (que van convirtiéndose en audiencia principal). Pequeños sectores medios, sobre todo de ciudades, se incorporan poco a poco, en especial en la radio ecuatoriana. Las emisoras tienen sólo programación en español y nada en lenguas nativas.

Las emisoras tienen distinto carácter.

· La boliviana y la peruana exhiben un perfil más cercano a la "radio popular de tipo comunitario" que surgió en décadas pasadas, muy ligada a la educación popular, a la formación de adultos, al desarrollo agropecuario alternativo que contaba con apoyo.

· Radio La Voz de la Selva, sin embargo, se acerca a un nuevo perfil, por eso se la ha calificado como de "transición". Guarda muchas características de las radios populares clásicas pero incorpora gradualmente elementos de las radios masivas.

· Radio Stereo Ideal se acerca más a un perfil comercial, sin anular sus compromisos sociales y ecologistas.

Este carácter influye vitalmente en la orientación, los métodos, los procesos de institucionalización y financiamiento. Y en la situación respecto de la competencia externa.

Las radios estudiadas dominan áreas diferentes; la boliviana y la peruana conocen los secretos de la educación de adultos, de las metodologías de llegada a los campesinos. La ecuatoriana sabe del mundo de la competencia y el mercadeo y de las estrategias de conquista de la juventud.

Respecto a los objetivos, apreciamos diferencias. Radio Santa Cruz y Radio La Voz de la Selva muestran los fines que marcaron la educación popular de tipo comunitario, donde caben por supuesto los de protección del ecosistema y de desarrollo alternativo. Radio Stereo se identifica desde el principio y estructuralmente por sus objetivos hacia la protección de recursos. Nace, como sabemos, en otro escenario social, en otro momento histórico.

El nivel de institucionalización es generalmente aceptable, pero aún insatisfactorio. Las normas, la sistematicidad de los procesos, los planes y evaluaciones, la "gerencia", los roles, las relaciones, el sustento económico tienen mucho por desarrollar.

Son comunes los equipos humanos pequeños, multifacéticos y con formación limitada, pero con mucho compromiso y apertura a los cambios. Funcionan con más espontaneidad y activismo que como conjunto organizado, que distribuye coherentemente roles y funciones. Su capacidad de producción es, en todos los casos, limitada. Y sobre todo en aspectos nuevos como son el ecológico y de género.

Las emisoras estudiadas cuentan actualmente con una importante red de relaciones que ya les reporta información, colaboraciones, defensas mutuas, etc. Sin embargo, son relaciones apenas cultivadas, y no responden a políticas o estrategias explícitas.

En resumen, podríamos decir que a pesar de los perfiles distintos -radio popular tipo comunitario, "en transición" y comercial- hay significativas semejanzas: compromiso con los sectores más pobres, interés por el desarrollo y el medio ambiente; alta credibilidad y prestigio; impacto en sectores desfavorecidos, interés por la participación del oyente, niveles técnicos aceptables de producción y emisión, predisposición al cambio.

Los avances y necesidades comunes posibilitan o demandan respuestas también colectivas.

Aspectos ecológicos

Las emisoras estudiadas no tienen un perfil de "radios ecológicas" como identidad central. En Bolivia predomina la información y educación compensatoria. En Perú, las revistas musicales-informativas y los servicios. En Ecuador la programación musical. Pero todas tienen espacios importantes respecto al ecosistema en excelentes horas. Tendencialmente, estos espacios van en aumento.

Abordan temas centrales de la Amazonía: uso del suelo, contaminación, recursos, etc. Las tres tocan la situación de bosques, pero no en forma exclusiva ni preferencial. Lo incluyen dentro de otras temáticas y sin suficiente sistematicidad. En Ecuador, y parcialmente en Perú, hay tratamiento prioritario a la explotación petrolera y sus secuelas.

La responsabilidad en la producción de programas es diferente. En la radio de Bolivia predomina la elaboración "externa", con alta participación de instituciones que compran espacios en la emisora, la misma que pierde "control" sobre los mensajes. En la emisora ecuatoriana y en la peruana -con excepción de un programa- la producción es "interna", autosuficiente.

Respecto a enfoque podrían anotarse un conjunto de vacíos y riesgos, pues no es posible adelantar tendencias categóricas con los datos disponibles y el momento de desarrollo de las emisoras.

Por una parte, el exclusivo tratamiento de lo ecológico corre el riesgo de reducirse y cosificarse. Se trata efectivamente de un conjunto de temas, pero eso no es lo fundamental. Implica por sobre todo una perspectiva de análisis, un conjunto de principios para una reflexión integradora, de síntesis de situaciones naturales y culturales. Una concepción que no establece cortes tajantes entre el hombre y el ambiente. Una forma de ver la vida más allá del inmediatismo, y una preocupación por las generaciones futuras.

Es fundamental recuperar el aporte enorme del ecologismo en un mundo que pretende, cada vez con más fuerza, separar y atomizar fenómenos. Esta visión permite además que "lo ecológico" pueda manejarse como un eje transversal que enriquece el análisis de muchas otras situaciones y fenómenos. Lo contrario es achicar la propuesta y congelarla en una especie de tema de "clase", de "asignatura" de educación ambiental.

Por otra parte, se evidencia escaso manejo de la cosmovisión indígena (y de sectores campesinos) respecto de los ecosistemas.

Muchas veces se habla de estos protagonistas, pero en roles de víctimas y no de proponentes. Hábitos, mitos, visiones integradoras de sectores-naturaleza están ausentes o son apenas reseñados.

Relacionado a lo anterior apreciamos -junto con muchas opiniones-debilidad y superficialidad en los análisis. Hay casos en que no pasamos de la descripción de los hechos. Y en otros caemos en la simplificación, las frases de cliché, los nuevos dogmas: participación, género y ecología.

Cuatro riesgos más vislumbramos respecto a la relación de la ecología y la vida cotidiana. La referencia es sobre todo al caso boliviano y ecuatoriano puesto que del peruano hay poca información todavía.

En primer lugar identificamos visiones ecologistas "radicales y un tanto románticas" que endiosan a la naturaleza y secundarizan las circunstancias de sobrevivencia de los pueblos y su necesidad de aprovechar los recursos que el ambiente les proporciona.

En segundo lugar, notamos corrientes que privilegian el tratamiento de los macro problemas, de los grandes desajustes naturales. Los problemas domésticos, micro -donde se juega gran parte de la vida- merecen menos espacio y comentario.

En tercer término, apreciamos estilos tecnicistas en el análisis de las problemáticas naturales. Ello tiende a "separar" al hombre corriente, a desvalorar su saber y a entregar una parte de su destino a los "expertos". El lenguaje "especializado" suele ser una manifestación de estas tendencias.

Y finalmente, vemos desbalances entre las denuncias y las propuestas. Ciertamente hay avances, pero aún se percibe excesivo énfasis en la queja sin alternativa. Es preciso virar la tendencia: sugerir caminos, recoger propuestas constructivas, invitar a construir, desafiar a la creatividad. Esto hace parte también de una concepción auténticamente educativa.

Los cuatro riesgos -visiones románticas, énfasis en lo macro, tecnicismos y desproporción entre denuncia y propuesta- tienen consecuencias directas en la participación de oyentes. Enfoques más abiertos, proponentes y asentados en el mundo cotidiano pueden sin duda convocar más a opinar, a denunciar, a construir.

Por fin, estamos también tentados a caer en un discurso de moda, con muchos "lugares comunes y frases de cajón". Así vaciamos los conceptos. Fenómenos muy parecidos nos sucedieron en el pasado con propuestas innovadoras como: educación popular, no discriminación de la mujer, democracia participativa, comunicación alternativa.

Los antídotos hemos venido mencionando: aterrizaje de los problemas, conexión de lo micro y macro, relación conservación y producción, integración de denuncia y propuesta.

Respecto a enfoque afirmamos finalmente que no son identificables visiones integrales y sistemáticas sobre la ecología (como hoy se la conoce) y sobre el papel de ésta al interior de una concepción alternativa de desarrollo. Ello no desmerece el interés y la presencia de los temas en las programaciones. Pero aparecen más bien como contenidos dispersos, asistemáticos, un tanto espontáneos.

Sobre género se ha dicho casi todo. No hay tratamiento específico. No hay perspectiva de género en el análisis. En ocasiones se refiere a ello igualándolo con "temas de mujer", que vuelven a reforzar los roles tradicionales.

Género no es sinónimo de mujer. Es una concepción y nueva óptica de ver la relación entre hombres y mujeres en la vida. Una categoría de análisis de las ciencias sociales que apunta a conocer y explicar relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres. La riqueza más grande del concepto está en que lo podemos incorporar a múltiples fenómenos sociales, como un eje transversal.

Las emisoras muestran mucho interés y compromisos en este campo. Pero por la conciencia demostrada, da la idea de que aún no encuentran canales suficientes de concreción y consecuencia.

Otros aspectos relevantes tienen que ver con los gustos de la audiencia, la capacitación específica, las relaciones y la evaluación. Algo al respecto sintetizamos a continuación.

Las audiencias valoran enormemente los temas ecológicos. Ello constituye un indicador inobjetable de la pertinencia y significado de la problemática. Y avisora posibilidades para ampliar cuantitativamente los espacios (de temas y enfoques), mejorar cualitativamente los tratamientos y potenciar la participación.

Los niveles de capacitación sobre lo ecológico varían en las emisoras, pero en general son escasos e insuficientes. El asunto es preocupante no tanto en temas concretos, cuanto en visiones analíticas, concepciones de fondo. El campo ecológico es el que menos atención de formación ha tenido en las tres emisoras. Con mucho compromiso y autoformación se intenta compensar los vacíos.

En las relaciones creadas alrededor de los programas ecológicos hay avances. Se ha contactado con muchos sujetos e instituciones ligados al desarrollo, al medio ambiente, a las organizaciones populares. En Radio Stereo Ideal resulta interesante la ligazón con programas oficiales que incluyen educación formal y no formal en la temática. Y en la Santa Cruz y la Voz de la Selva con instancias involucradas en la producción.

El campo, sin embargo, está apenas explotado. Muchas veces no pasamos de los acuerdos con los "ya convencidos" y no acumulamos nuevas fuerzas. Otras veces nuestros enlaces son demasiado puntuales lo que no soluciona la fragmentación. No existen estrategias de relacionamiento. No hay aún definiciones sobre políticas de alianzas locales. Hay poco ejercicio político como sujetos institucionales.

Los logros más importantes que rescatamos son: mejores niveles de conciencia, orientación a defender la vida y la naturaleza, aplicación de consejos prácticos, nuevos aprendizajes, fomento de la discusión y debate, interés mayor de instituciones públicas, ciertos apoyos a la producción.

Bolivia resalta el fortalecimiento de las organizaciones, Ecuador el involucramiento de autoridades y otros sectores, Perú los acuerdos con ONGs. Logros más precisos no son identificados a plenitud por la debilidad de las evaluaciones. Varias personas por eso afirman que es "prematuro y no puede ser categórico" el balance.

Las proyecciones y horizontes son inmensos para los programas específicos y otros generales que incluyen la temática ecológica. Contamos con varias condiciones favorables: la urgencia de las necesidades, el interés de las audiencias, la conciencia y compromiso de los productores, la experiencia de radio acumulada, los múltiples aliados potenciales.

Resulta alentador además contar como punto de partida con la apertura y decisión al cambio de las personas y las instituciones.

La participación en programas que incluyen lo ecológico

En las emisoras existe, ante todo, la conciencia y necesidad de buscar la máxima participación de los oyentes. Es una opción y principio de la radio popular y no un aditamento accidental. Esta visión alternativa ha implicado búsquedas permanentes, ensayos y pruebas, ajustes en la capacitación, etc.

Desde los espacios en los que se trabaja la sustentabilidad existe, asimismo, la necesidad de buscar la mayor cantidad de espacios que permitan difundir los caminos que puedan favorecer o apoyar este tan anhelado "desarrollo sustentable".

Los puntos críticos sobre la participación están sobre todo en los espacios de participación y en la estructura del mensaje. Hasta ahora la hemos privilegiado en el programa mismo, en su emisión. Y ello a través de mecanismos como la llamada telefónica, entrevista en vivo, comentario pre-grabado, visita. Ha sido inexistente, muy indirecta o secundaria en otras fases de la producción: la planificación y evaluación sobre todo.

El asunto revela problemas operativos y también de concepción. El activismo que domina las prácticas y la sobrecarga de trabajo interno deja poco espacio de discusión y participación, inclusive para los propios equipos de producción, no se diga para representantes de la audiencia.

Las tareas planificadoras y evaluativas quedan sobre todo en el director, el productor y eventualmente; se incluye alguna reunión grupal o estudio investigativo de un consultor externo. Esto junto con el carácter asistemático de la programación y seguimiento, resta calidad al proceso, disminuye la retroalimentación, perjudica el grado de innovaciones y ajustes.

No hemos profundizado sobre la calidad de estas actividades de planificación, seguimiento, evaluación. Sabemos en todo caso que no suelen ser sistemáticas, tienen tendencia a la rutinarización y hay ocasiones que se cumplen como un ritual. En ellas sin embargo, se guarda un enorme potencial educativo y un insumo inigualable para el perfeccionamiento permanente.

Respecto al mensaje, apreciamos una contradicción. Por un lado, evidenciamos la voluntad de buscar la participación y, por otro, manejamos un discurso cerrado que no incentiva la opinión de otros. Los discursos aconsejadores, moralistas, de maestros, paternalistas o autoritarios son modalidades de este estilo cerrado, que informa, se pregunta y se contesta. Esta modalidad cierra espacio a la imaginación, a la creación, a la reflexión. Está destinado a pasar datos y no a encarnar nuevas preguntas y retos.

La participación también afecta otras dimensiones del quehacer radial. Una de ellas es la vida institucional. Ciertos estilos de dirección y gestión un tanto excluyentes, merecen revisarse también en esta óptica. Difícilmente quien no vive la participación puede incentivarla y contagiarla en su quehacer comunicacional.

Por todo esto es clave ratificar que la participación es algo más que un par de mecanismos para escuchar a los oyentes. Cruza todos los demás aspectos de los programas radiales, los formatos y los horarios, el lenguaje y la pertinencia cultural, las evaluaciones e incluso del quehacer institucional más general.

El punto ciertamente es más complejo y sobrepasa la voluntad o las concepciones. El tiempo de trabajo, las múltiples ocupaciones, los recursos escasos e incluso ciertos hábitos, conspiran contra estas tareas. De todas maneras se aprecian avances.

Empiezan a generalizarse e institucionalizarse mecanismos como los sondeos de audiencia, consultas informales de preferencia, análisis de participación en programas, estudios evaluativos especializados, etc. Todos ellos son también formas de recoger la opinión del oyente, de incentivar su participación. Y proveen insumos muy importantes para introducir correctivos internos y mejorar las condiciones de competencia en lo externo.

A nivel de mecanismos de participación se van explorando los más útiles: entrevista, llamada telefónica, visita personal a la emisora, visita de productores a comunidades, correspondencias. Y se ha promocionado mucho la participación a través de convocatorias, cuñas de emisora, discursos públicos y recorridos en sectores populares.

Otros mecanismos más abiertos se han utilizado poco. Los concursos, rifas y campañas por ejemplo. Y de igual manera, el involucramiento de la emisora en eventos sociales participativos como competencias, ferias, concursos. Los mitos, leyendas, versos, símbolos de sectores indígenas y campesinos muestran enorme potencial para muchos temas de tipo ecológico.

Desde las organizaciones que trabajan en el manejo adecuado de los recursos naturales, poco se ha incursionado en la radio. Existen algunas experiencias que sería bueno analizar participativamente.

Estructura y atractivo

Sorprendentemente, este es el tópico que menos se ha investigado y valorizado. Los datos son parciales y las reflexiones superficiales. Y todo esto a pesar de que en los formatos, su estructura, mensaje y recursos se manifiestan las concepciones, las intenciones. Aquí se pretende dar un paso, pero quedan muchos elementos para retomar posteriormente.

En primer término comprobamos que, con una excepción, el formato preferido es la revista radiofónica. Su variedad, ritmo, agilidad parecen ser criterios claves para priorizarlas. Las audiencias también valoran altamente esta modalidad.

Sin embargo, se nota cierta rutinarización de las revistas, que lleva al peligro de caer en estereotipos y congelarse. El esquema originalmente dinámico puede volverse monótono, lineal. Corre el riesgo también de perder unidad. Aparecen varios pedazos inconexos que se yuxtaponen, restando brillo al formato. La riqueza de la red está en la combinación armónica de varios elementos.

Del análisis de algunos programas, comprobamos una utilización espontaneísta del tiempo de comunicación, y sus cuatro ingredientes básicos: música, silencio, voz y efectos.

La música en ocasiones se vuelve determinante y aplasta al resto de componentes. En algunos casos llega a representar más del 70% del programa. Así, deja de ser un componente para convertirse en "la estructura" prácticamente. Alguien por eso definió: se trata de "programas de música salpicados de noticias y comentarios".

La selección y género de la música posiblemente ameritarían una discusión particularizada. De todas formas, los criterios que parecen primar son el gusto de los productores y el que se intuye de los distintos oyentes. Casi nunca hay otras consideraciones: ritmo general del programa, integración con otros componentes, pertinencia cultural, actualización, moda, etc. El efecto es predecible: la música aparece como un paquete aparte que se yuxtapone al resto, no siempre con buen criterio.

Valdría dejar planteada una duda respecto al valor trascendente que se otorga a la música en ciertos casos. Nos referimos al rol vital que cumplen en la conquista de los públicos jóvenes, especialmente urbanos.

El silencio casi no tiene un papel. Los programas son abigarrados y obsesionadamente lo llenan casi todo. El silencio no aparece como recurso que integralmente juega un papel en el programa.

Los efectos de sonido están ausentes en muchos programas, doblemente admirable en una temática que, como la ecológica, ofrece excelentes condiciones.

La voz y la locución muestran potencialidades y limitaciones. La gente reconoce por ejemplo calidez, tono respetuoso, claridad, términos comprensibles. Y valora más cuando locutan dos personas. Las limitaciones, sin embargo, superan en este punto a los avances.

En general asistimos a charlas de los locutores. Su único recurso es la voz; no hay ilustraciones, efectos, cambios de tono, combinación de voces. Un mismo torrente sin variantes ni picos. La voz por otra parte, también tiende a estereotiparse. Escuchamos un discurso muy formalizado, que se separa del hablar cotidiano.

Lo anterior tiene mucho que ver con la estructura pedagógica del discurso. No se ha reflexionado sobre este punto y por eso las propuestas son intuitivas, experimentales. El mensaje no parte de problemas concretos que sirvan de gancho y permitan desarrollar un planteamiento. Por lo general son discursos cerrados.

No hay contraposición de opiniones para generar debate, fomentar ideas propias. No dejan casi nada a la imaginación, a la respuesta autónoma. Hay escasa problematización y desafío. Sin retos y posibilidad de búsqueda, también se atenta contra la participación, como se dijo anteriormente. Existe sin duda el peligro de convertirse en clases o sermones por radio.

Ligado con la sorpresa y la imaginación, reconocemos en los programas estilos muy formales y con demasiada carga cognitiva. Parecen inventados para educar tradicionalmente y llegar sólo a la razón. Para informar y no para vivir.

Contradictoriamente, ciertas consultas y sondeos demuestran las preferencias crecientes en los oyentes por los ingredientes emotivos, por la inclusión estructural de los afectos, no sólo por el impacto, sino porque la vida que se pretende reflejar está cargada de ellos. La radio se percibe sobre todo por la piel.

La fantasía, el juego, la poesía, la informalidad, el humor, apenas están delineadas en los programas. No se explota -con minúsculas excepciones- todo el potencial que la radio tiene para dar vida y personalizar cualquier cosa, para jugar con las dimensiones temporales y espaciales, para incorporar mitos y sueños, para representar "vitalmente la vida".

En este punto vale retomar una limitación mencionada antes: la poca consideración de las cosmovisiones indígenas sobre los sistemas naturales y sociales. Esta ausencia no es un problema sólo de fuente de información o enfoque, es también otra oportunidad desperdiciada para elevar el atractivo e impacto de los programas. La magia, la literatura, las prácticas tradicionales de manejo de recursos naturales y los mitos indígenas sugieren muchísimo en este campo.

Estas carencias nos hacen preguntar por la ausencia de los dramas. Un recurso multifácetico y modular que puede insertarse de cien maneras en una programación. Radio Stereo y La Voz de la Selva han empezado a explotar este recurso, recurriendo a pequeños "enlatados" producidos por equipos fraternos de América Latina.

Finalmente, y conscientes que en este tema hay mucho por desarrollar, se debe enfatizar en la búsqueda de nuevos formatos, las ingeniosas combinaciones de las revistas radiofónicas y el uso alternativo de viejos mecanismos. Se destaca sobre todo, el uso de cuñas y microformatos, publicidades educativas para campañas sociales, revistas multidisciplinarias, etc. Hay poca evaluación al respecto, pero sin duda se abren puertas para innovaciones.


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