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Perspectivas de Cosechas y Situación Alimentaria | |
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Notas especiales
En la campaña actual, el Afganistán ha sufrido sequías localizadas en el norte y noroeste del país. También en otras zonas los cultivos recibieron pocas precipitaciones. Las pérdidas de cosechas de cereales de secano han variado de 100 a 50 por ciento, principalmente al norte del macizo montañoso del Hindu Kush, donde la producción representa normalmente el 18 por ciento de la producción total. Además, aproximadamente el 5 por ciento de los cultivos de regadío se ha visto afectado por plagas y enfermedades, principalmente la plaga sunn y las langostas. La producción total de cereales en 2006 se estima ahora en alrededor de 3,8 millones de toneladas, unos 1,3 millones de toneladas menos que la del año pasado. La producción de trigo, el cereal básico, ha disminuido en 1 millón de toneladas en comparación con la producción de 4,2 millones de toneladas del año pasado. Sin embargo, todavía la producción de cereales de este año supera la producción media anual de los últimos 15 años, estimada en 3,3 millones de toneladas. En algunas partes del país han descendido las capas freáticas y la población está abandonando las zonas en las que los cultivos han sufrido daños importantes para ir en busca de agua y alimentos. La situación podría empeorar durante el invierno, cuando las familias suelen depender de los alimentos obtenidos con las cosechas de verano. Para evitar la inanición y una emigración en gran escala se impone, por lo tanto, la necesidad de una ayuda alimentaria selectiva.
A pesar de los esfuerzos desplegados por el gobierno y la comunidad internacional, quedan algunas cuestiones críticas como las siguientes: 1. El deterioro de la seguridad: 2. Agotamiento de los mecanismos y estrategias de supervivencia: 3. Limitación de los medios de vida o ausencia de otras fuentes de subsistencia: 4. Riego limitado: 5. Ganado: 6. Infraestructura: 7. Servicios públicos: 8. Capital social:
Afganistán tiene algunos de los peores indicadores sociales, económicos y sanitarios del mundo, como consecuencia de un cuarto de siglo de disturbios civiles y medio decenio de sequías igualmente devastadoras. Hasta marzo de 2006 la FAO había detectado unos 26 casos confirmados del virus H5N1 entre pollos objeto de muestreo en cuatro provincias. El país es muy susceptible a las infecciones de gripe aviar porque las aves vivas, tanto maduras como polluelos de un día, se importan de los países vecinos, sobre todo el Pakistán, donde se han registrado algunos brotes. Afganistán se encuentra en tres importantes rutas migratorias de aves silvestres, a saber la centroasiática, la del Mar Negro-Mediterráneo y la de África oriental-Asia occidental. Algunos de los países situados en estas vías migratorias ya han sido infestados con el virus H5N1, que podría propagarse al Afganistán a través de las migraciones estacionales. Pero, lamentablemente, los servicios y capacidades nacionales para detectar, controlar y mitigar cualquier brote de enfermedades contagiosas, sobre todo la IAAP, son inadecuados. El brote de gripe aviar en el Afganistán suscita particular preocupación por las siguientes razones: 1. Pérdidas financieras/económicas e impacto distributivo: 2. Impacto de género de una epidemia humana: 3. Propagación de la gripe aviar a través de las fronteras internacionales:
En el Paraguay, la gradual ampliación del cultivo de la soja a gran escala está suscitando algunas preocupaciones acerca de las repercusiones que ello pueda tener sobre la economía de los pequeños campesinos que se ven cada vez más desplazados por el movimiento de la frontera del cultivo. Después de vender o arrendar sus tierras, los pequeños campesinos se ven obligados muchas veces a migrar hacia las zonas urbanas en busca de oportunidades de empleo, lo que incrementa su nivel de pobreza y reduce su nivel de seguridad alimentaria. Paraguay tiene dos zonas ecológicas principales, separadas por el Río Paraguay: la región occidental, llamada “Chaco”, que representa más del 60 por ciento del territorio nacional, pero tiene sólo un 3 por ciento de la población nacional (principalmente indígena), se caracteriza por condiciones atmosféricas semiáridas y por su actividad económica principal que es la ganadería; y la región oriental, con un clima húmedo subtropical, donde tiene lugar la mayor parte de la dinámica económica y social del país. La economía de la región oriental se ve influenciada por la presencia del sector fuerte y dinámico de la soja, que representa casi el 40 por ciento de la producción agrícola nacional y alrededor del 65 por ciento de las exportaciones agrícolas totales (incluyendo granos, harina, tortas y aceites de soja). Las zonas productoras de soja tradicionales son los departamentos orientales del Alto Paraná, Itapuá y Canindeyú, con más del 80 por ciento de la producción nacional y de la superficie plantada. El cultivo de la soja fue llevado a esas zonas en los años setenta por colonos brasileños que entraron al país llevando con ellos el cultivo de los tradicionales estados productores de Rio Grande do Sul, Paraná y Santa Catarina. Durante los últimos 15 años, a raíz de la creciente demanda internacional de soja y de la disponibilidad de nuevas variedades modificadas genéticamente, la producción de soja ha experimentado un incremento espectacular (véase el cuadro 11), y la frontera de la zona cultivada se va desplazando rápidamente hacia el oeste, a los departamentos de Caazapá, San Pedro y Caaguazú, en el centro del territorio paraguayo. Cuadro 11. Superficie plantada con soja en Paraguay (ha)
Fuente: Ministerio de Agricultura.
En los años setenta y ochenta se introdujo la soja en los terrenos ocupados hasta entonces por la selva tropical de la cuenca del Río Paraná, y hechos adecuados para un sistema productivo altamente mecanizado. Dado que el proceso de deforestación está prácticamente terminado, habiendo quedado sólo alrededor de un 7 por ciento del Bosque Atlántico Interior del Paraguay, la presión para ampliar ulteriormente la zona de la soja se ejerce ahora sobre otras zonas, tales como la extensa tierra de pastizales ubicada en los departamentos nordorientales y los sistemas de pequeño campesinado en los departamentos centrales y sudorientales. En los departamentos nordorientales de Amambay y Concepción y en el nordeste de San Pedro, zonas tradicionalmente ganaderas, la adquisición de tierras por parte de los productores de soja está determinando cambios en el sistema productivo local, en el sentido de que el sistema típico de ganadería extensiva se va volviendo gradualmente más intensivo en una zona reducida. En esta tendencia influye directamente la competitividad de la carne y de los productos cárnicos frente a la soja. Lo que más preocupa en materia de seguridad alimentaria parece ser la expansión de la soja hacia las zonas centrales del territorio paraguayo. Zonas caracterizadas por sistemas agrícolas frágiles derivados de un proceso de reforma agraria y colonización, así llamado “Marcha hacia el Este”, que tuvo lugar en los años setenta con la finalidad de reducir la presión demográfica en la capital y alrededores. Las razones principales que explican el proceso de migración desde las zonas rurales son las limitadas oportunidades de empleo que ofrece el sector de la soja en expansión, debido a su alto nivel de mecanización, y las dificultades que tienen los pequeños campesinos para comprar nuevas tierras con objeto de continuar produciendo algunos cultivos alimentarios.
El Niño es un calentamiento anómalo en gran escala de las aguas superficiales del Océano Pacífico central y oriental, unido con variaciones en la atmósfera que afectan a las características meteorológicas en una gran parte de la cuenca del Pacífico. El episodio más antiguo de El Niño se remonta a 1578, cuando lluvias e inundaciones torrenciales devastaron las cosechas en el norte del Perú. Durante los últimos cuarenta años se han verificado diez episodios importantes de El Niño. Desde principios de agosto de este año se han venido observando indicadores de la fase de desarrollo del fenómeno de El Niño. Las temperaturas superficiales del mar (SST) han aumentado en una gran parte del Pacífico ecuatorial, y a mediados de septiembre habían alcanzado en el Pacífico oriental y central los umbrales típicos de El Niño durante esta época del año, aunque se trata de anomalías muy débiles respecto a lo que suele observarse durante un evento de El Niño. Cabe señalar también que entre los criterios reales para identificar el fenómeno de El Niño figura el hecho de que las anomalías SST se mantengan en esos niveles o los superen durante tres meses por lo menos. En general, las condiciones que se registran actualmente en el Pacífico tropical indican el desarrollo de un episodio débil de El Niño. En base a las observaciones más recientes, los modelos informáticos indican que existe entre 55 y 60 por ciento de probabilidad de que se produzcan algunas manifestaciones débiles de El Niño al comienzo de 2007 (véase la Figura 8). Aunque se prevé que los efectos climáticos de El Niño sean débiles, podrían, sin embargo, ser importantes a escala local. Ya pueden observarse algunos efectos del desarrollo de El Niño, tales como las precipitaciones inferiores a la media en el sur de Australia, en Indonesia, Malasia y la mayor parte de Filipinas. La FAO seguirá vigilando de cerca las anomalías meteorológicas y evaluando los posibles efectos que puedan tener en la producción agrícola y la seguridad alimentaria en diversas partes del mundo para advertir acerca de eventuales situaciones adversas y posibilitar la aplicación de medidas preventivas. ![]()
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SMIA | sistema mundial de información y alerta sobre la agricultura y la alimentación |