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Tendencia en los programas de cooperación técnica de la FAO

J. C. WESTOBY

Manifestaciones del Director Adjunto ante el Comité Técnico de Montes y Productos Forestales de la Conferencia de la FAO

QUISIERA hablarles de las tendencias actuales de nuestras operaciones de campo. Alcanzan hoy tal volumen que no puedo darles una reseña detallada de la labor que estamos llevando a cabo en las diferentes partes del mundo. Mi informe no será por tanto completo; trataré más bien de ilustrar los diferentes aspectos de nuestro programa citando ejemplos.

Me referiré en particular a tres puntos. Primeramente, expondré la estructura variable, así como el creciente volumen, de nuestros programas de campo para poner de relieve sus repercusiones en nuestras actividades presentes y futuras.

En segundo lugar, deseo indicar a los representantes de aquellos países que esperan asistencia las varias formas en que podemos proporcionársela nosotros mismoso disponer que se les conceda.

En tercer lugar, haré observar a los representantes de los países más desarrollados las responsabilidades - yo diría incluso obligaciones - que recaen sobre ellos y en particular sobre sus servicios forestales, si los varios programas para los que sus gobiernos se han comprometido a aportar total ayuda han de alcanzar sus objetivos previstos.

Séame permitido primero esclarecer algunos equívocos. Hace dos años este Comité, y la Conferencia en general, expresaron su preocupación por la reducción de nuestro programa ordinario debido al crecimiento de nuestros programas de campo. Esta preocupación era legítima; nuestro programa ordinario estaba en realidad padeciendo bastante. Hoy, la situación ha mejorado algo. Y ello por dos razones. En primer lugar, hemos conseguido obtener de las asignaciones para el organismo de ejecución proporcionadas a la FAO por el Fondo Especial de las Naciones Unidas, varios puestos suplementarios. En fecha reciente se ha autorizado la creación de otros dos puestos, llegando el total del personal de la Sede financiado por el Fondo Especial a nueve puestos. Una vez cubiertos éstos estaremos en situación mucho mejor para hacer frente a nuestros actuales compromisos - ciertamente en forma mejor de lo que hemos estado durante los últimos cuatro años. En segundo lugar, nuestra situación hace dos años era grave, ya que nos ocupábamos en una nutrida labor preparatoria (que desde entonces ha conducido a muchos nuevos proyectos aprobados) para la cual, cuando el programa del Fondo Especial estaba en su fase inicial, recibíamos unas consignaciones completamente insuficientes.

No diré que ahora estemos satisfechos. Lejos de ello, existen pruebas suficientes de que la situación es grave, no sólo para esta Dirección, sino para la FAO en conjunto. Sin embargo, la nuestra es bastante menos desesperada que hace dos años, y creo que los delegados de este Comité se complacerán en ello.

También quisiera insistir en que, desde que este Comité se reunió la última vez, nuestro programa ordinario no ha estado parado. Es perfectamente cierto que no hemos conseguido poner en prática varios proyectos que hubiéramos deseado llevar a cabo. Sin embargo, a pesar de ello, los dos años últimos han sido de considerables realizaciones. En verdad, dudo que algún bienio anterior haya presenciado un programa ordinario tan rico y variado.

Desearía señalar otro punto general. Tenemos una tendencia a hablar del programa ordinario y de los programas de campo como si fueran realidades separadas, cada una dentro de su compartimiento estanco. Nada más lejos de la verdad. Están indisolublemente unidos tanto en su concepto como en su realización. No existe un solo proyecto de campo que no tenga sus raíces en uno o en otro aspecto de las actividades de nuestro programa ordinario. Y cada proyecto de campo repercute a su vez en nuestro programa ordinario. Por lo que a nosotros se refiere, acogemos favorablemente esta rápida expansión de nuestro programa de campó. Nos alegramos de que un número de países cada vez mayor lleguen al reconocimiento de la contribución importante que un buen programa dé fomento de los montes y de las industrias forestales puede tener sobre su desarrollo económico en general, y se dirijan hacia nosotros en busca de ayuda y asesoramiento. Nos alegramos de encontrar más amplias oportunidades para dar expresión concreta a los principios forestales que nos hemos esforzado en promover desde los primeros días de la FAO. En los primeros años de existencia de ésta, careciendo de medios, tendíamos a menudo a preconizar mejores métodos de ordenación forestal mediante la persuasión. Las actas de nuestras varias comisiones forestales regionales, de las varias conferencias que hemos celebrado, y de este Comité mismo, están llenas de nobles resoluciones, muchas de las cuales han quedado como letra muerta. Y así han quedado debido a que los países carecían de los medios para llevarlas a efecto, y porque carecíamos de medios para ayudar. La situación está ahora cambiando, y cambiando rápidamente. Ha pasado la hora de la exhortación. Los programas de acción, abarcando específicos programas de campo, con objetivos claros e inequívocos, son el camino a seguir tanto por su impacto directo como por sus efectos demostrativos.

Por tanto, no consideramos nuestros programas de campo como indeseable intrusión en el curso equilibrado del desarrollo de nuestro programa regular, sino en cambio como algo que confiere significado y validez a nuestro programa ordinario. Por esta razón examinamos continuamente nuestro programa ordinario a la luz de las necesidades reveladas por nuestros programas de campo.

Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo

Habrán observado ustedes que nuestro programa ordinario se está orientando cada vez más hacia el apoyo a nuestros programas de campo. Esta tendencia continuará. Representa la contribución más efectiva que podamos aportar a la solución del mayor problema de nuestros días: cómo primero frenar, después detener y finalmente invertir de signo la creciente diferencia entre los países avanzados e industrializados y aquellos que se encuentran aún en sus etapas iniciales de desarrollo. Ello representa nuestra respuesta al reto presentado por el Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Desearía decir unas palabras sobre este asunto, ya que guarda estrecha relación con el tema que discutimos hoy. Además, lo que he de decir puede ayudar a trazar un cuadro, o un contexto, para nuestras discusiones.

Cuando el Secretario General de las Naciones Unidas propuso que el decenio presente se designara como Decenio de las Naciones Unidas para el Desarrollo, recibió el apoyo unánime de todos los miembros de las Naciones Unidas. Esta Organización, también, junto con otros organismos especializados de la familia de las Naciones Unidas, prometió su apoyo total. El objetivo fijado para el Decenio del Desarrollo es modesto en verdad: conseguir hacia 1970 una tasa total de crecimiento económico autosostenido, en los países en vías de desarrollo, del 5 por ciento anual. Modesto, porque, teniendo en cuenta el esperado ritmo de crecimiento demográfico, ello significa un crecimiento anual por persona de un 2 a un 3 por ciento. Sin embargo, ya esto sería un considerable paso hacia adelante. A lo largo del último decenio, la renta bruta en la porción subdesarrollada del mundo ascendió por término medio en un 3 por ciento anual. Debido al crecimiento demográfico, el incremento de la renta por persona sólo fue del 1 por ciento por año - es decir, aproximadamente de 1 dólar por persona y por año. En cambio - para demostrar con cuánta rapidez sigue agrandándose la diferencia - los ingresos medios de algunas de las zonas adelantadas, en los Estados Unidos y en los países de la Comunidad Económica Europea por ejemplo, aumentaron durante el mismo período en unos 20 dólares por persona y por año.

El progreso en los países en vías de desarrollo durante el último decenio ha sido de una lentitud desalentadora, particularmente si se compara con las esperanzas engendradas durante los años inmediatamente posteriores a la guerra. En años recientes se han comprendido mejor las razones de este progreso relativamente lento. No es éste el momento ni el. lugar para examinar el problema general de acelerar el crecimiento económico en los países de renta baja. Pero algunos de los elementos de este problema están directamente relacionados con nuestra labor presente y futura.

Por ejemplo, en muchos de los planes de desarrollo formulados en el pasado, se ha ignorado la íntima relación que existe entre la agricultura y los sectores industriales, la necesidad de que la industria proporcione los instrumentos para el exigido «avance» en la agricultura, y el papel de la agricultura como base para la industrialización. En este aspecto, yo desearía dirigir su atención hacia un importante documento de la Conferencia, La agricultura en el desarrollo económico, a cuya preparación contribuyó de manera importante esta Dirección.

Otro punto de alguna importancia: el actual fluir de asistencia técnica y de capitales procedentes de los países más avanzados hacia los países en desarrollo se encuentra aún muy por debajo del 1 por ciento de la renta nacional combinada de los países más ricos. No sólo resulta un porcentaje demasiado bajo para producir el efecto necesario, sino que gran parte del mismo es aún menos efectivo de lo que pudiera ser. Así pues, a medida que se va disponiendo cada vez de más fondos para operaciones previas a la inversión, existe aún gran carencia de recursos financieros - en forma de donativos o de préstamos a largo plazo sujetos a bajo o a ningún interés, para objetivos tales como mejoramiento de tierras, infraestructuras en general o, en particular, planes fundamentales de repoblación y mejoramiento forestales, con fines productivos o de protección. Este problema se está haciendo más visible a medida que un país tras otro se da cuenta del poso que representan las obligaciones de reembolso de anteriores préstamos para el desarrollo. En forma análoga, como reveló la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Aplicación de la Ciencia y la Tecnología, celebrada este año en Ginebra, es aún insuficiente el esfuerzo que se dedica a la adaptación de la tecnología y la investigación a las necesidades específicas de los países en vías de desarrollo. Gran parte de la labor de esta Dirección se dedica a la adaptación y divulgación de la ciencia y la tecnología en interés de los países en fase de desarrollo.

Si ha de impedirse que la diferencia resulte aún más evidente, el fluir de capital y de asistencia técnica de los países desarrollados a los que aún no lo están debe acelerarse. Confiamos en que esto ocurrirá. Nuestra confianza no descansa sólo en el hecho de que se ha despertado la conciencia del mundo: creemos que existen esperanzas de que la reciente firma del tratado que condena los ensayos nucleares pueda ser seguida por otros pasos hacia un desarme controlado. Esto liberaría inmensos recursos, parte de los cuales se dedicarán a cubrir las necesidades de los países en vías de desarrollo. En los años futuros, los que formamos parte de esta Dirección estaremos en condiciones de discurrir en qué forma los recursos que serán liberados pueden dirigirse, en forma constructiva, a promover el desarrollo de los montes y las industrias forestales en los países en desarrollo.

Otro punto de considerable importancia para la labor de esta Dirección: se ha hecho evidente, partiendo de la experiencia del último decenio, que en tanto los países en desarrollo hayan de recurrir en gran medida a las exportaciones de materias primas, importando a su vez productos elaborados de los países más adelantados, aquellos países se hallarán impedidos para recorrer el camino del progreso. De todos es sabido que la desfavorable balanza comercial en los países en desarrollo durante los últimos años ha anulado, con mucho, el beneficio de cada céntimo que han recibido en concepto de asistencia técnica y financiera. La existente estructura de las relaciones económicas internacionales es tal que lleva consigo una tendencia a las balanzas comerciales desfavorables. Esta tendencia sólo puede ser combatida con la diversificación de sus economías y exportaciones, y mediante la creación de mercados para sus productos industriales en los países más avanzados. Estos problemas formarán el tema central de la futura Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, a la que esta Dirección presentará una ponencia especial. Creemos que la estructura rápida en evolución de la economía mundial de los montes y de los productos forestales ofrece importantes oportunidades para muchos países en desarrollo. También estamos convencidos de que en cada país el desarrollo de los montes y de la industria forestal, aparte de ser conveniente por sí mismo, por el fluir de beneficios y productos necesarios que supone, es capaz de aportar una contribución muy significativa al crecimiento general de la economía. Nuestro punto de vista acerca de esto se encuentra en el artículo especial publicado en Unasylva: «Las industrias forestales en la superación del desarrollo económico insuficiente».

Me he desviado algo de mi tema original, pero espero que lo que tenía que decir no se considerará sin importancia.

Programas de asistencia técnica de la FAO

En su discurso de apertura, el Director mencionó que esta Dirección está ahora ejecutando programas de campo que se elevan a unos 5 millones de dólares anualmente, junto a un programa ordinario de aproximadamente 1 millón de dólares al año. La parte principal de los programas de campo consiste hoy en proyectos del Fondo Especial de las Naciones Unidas. En enero de 1964 la Dirección se hizo cargo de 28 ó 29 proyectos importantes, todos los cuales están destinados a eliminar obstáculos al desarrollo. Algunos de estos proyectos son típicamente estudios previos a la inversión, destinados a evaluar los recursos forestales y a estudiar la posibilidad de desarrollar industrias basadas en aquellos. Ejemplos de ello son nuestros proyectos en México, Honduras, Grecia, Ecuador, Venezuela, Tailandia y Ceilán. Otros están destinados a la investigación y el desarrollo, como por ejemplo nuestros proyectos en Pakistán, Chile, Turquía y Sudán. Otros, en fin, tienden a crear los necesarios cuadros de personal profesional y subprofesional; éste es el objetivo de nuestros proyectos en Argentina, Brasil, Perú, Liberia, Nigeria e Irán.

Somos responsables de más de una cuarta parte de todos los proyectos pertenecientes al Departamento Técnico de la FAO, ocupando el segundo lugar entre las Direcciones Técnicas. Estos proyectos requerirán, a medido que progresan, unos 250 expertos.

Entre tanto, continúa el Programa Ampliado de Asistencia Técnica, y en el momento actual tenemos unos 80 oficiales de campo en unos 25 países. Las indicaciones preliminares que nos han llegado con referencia al Programa Ampliado de Asistencia Técnica para 1965-66 sugieren que el número de peticiones puede multiplicarse en muchos países y reducirse en algunos otros. En ciertos casos, la iniciación de un proyecto del Fondo Especial ha llevado a la supresión total del Programa Ampliado de Asistencia Técnica en el aspecto forestal. Esto puede ser razonable allí donde el nuevo proyecto del Fondo Especial reanude y prosiga trabajos previamente iniciados con arreglo al Programa Ampliado de Asistencia Técnica. Es menos evidente, sin embargo, que el establecimiento de una facultad de montes o la realización de estudios previos a la inversión en una localidad determinada, suprima la necesidad del progreso continuado en campos tales como el aprovechamiento, ordenación y administración. No obstante, saben ustedes muy bien que el programa se prepara en los países, no aquí en la FAO. Es en los propios países donde los departamentos forestales han de establecer sus peticiones junto con las de otros departamentos. Sólo deseo recordarles que la formulación de la asistencia en los sectores silvícola y de la industria forestal, si esa asistencia es necesaria, no debería pecar por defecto.

Aparte del envío de expertos a determinados países, el Programa Ampliado de Asistencia Técnica también nos permite proporcionar asesores regionales, respaldar algunos proyectos regionales y organizar un cierto número de seminarios y centros de capacitación. En este aspecto, desgraciadamente, nos encontramos con una grave limitación. La proporción de fondos del PAAT que pueden dedicarse a proyectos regionales está rigurosamente limitada, aunque dicha proporción se ha elevado hace poco del 12 al 15 por ciento. Sin embargo, esto no nos permite cumplir con todas las peticiones que recibimos para la organización de centros de capacitación y seminarios. Reconocemos con pesar que algunas recomendaciones de las Comisiones forestales regionales aún no han podido cumplirse, sólo por falta de fondos del PAAT. Habrán ustedes observado ya, en nuestro programa de labores y presupuesto para el próximo bienio, que la lamentable frase «siempre que las disponibilidades de fondos lo permitan» figura con demasiada frecuencia. Tales centros de capacitación y seminarios han de desempeñar un papel vital en la adopción de la tecnología y en la diseminación de nuevas ideas. Sabemos cuáles son las necesidades más urgentes; si algunos de los encargados de dirigir los programas de asistencia bilateral en el aspecto forestal están interesados en ayudar mediante la organización de seminarios y centros de capacitación, cooperaremos con mucho gusto.

Antes de dejar esta cuestión de los programas del PAAT, desearía referirme a un probable cambio en la situación. Normalmente nuestros expertos de campo actúan como asesores solamente. No obstante, en ciertos países en vías de desarrollo existe la necesidad de una asistencia que vaya más allá del asesoramiento de los expertos. Se necesita personal capacitado que pueda ocupar los puestos en la administración forestal local, actuando a todos los efectos como funcionario nacional, aunque con la especial responsabilidad de capacitar personal directivo. Tales misiones han sido atendidas en el pasado por la Administración de Asistencia Técnica de las Naciones Unidas, habiendo colaborado nosotros en la presentación de los candidatos apropiados. En el futuro, este tipo de nombramiento (conocido con el nombre de nombramiento tipo OPEX1) también podrá hacerse conforme al propio Programa Ampliado de Asistencia Técnica de la FAO.

1 OPEX = Programa experimental para el suministro de personal de ejecución, dirección y administración.

El Fondo Especial y el PAAT, aun cuando forman el núcleo de nuestras operaciones de campo, no las agotan. La última conferencia aprobó un programa especial de enseñanza y capacitación en Africa, y conforme a este programa hemos podido organizar un análisis de las necesidades de capacitación y enseñanza de Africa en el aspecto forestal, así como un centro especial de capacitación sobre problemas sabaneros. Este se está celebrando ahora en el Sudán, con la colaboración del Gobierno sudanés.

Existen otros dos grandes problemas de campo en relación con los cuales esta Dirección ha asumido importantes responsabilidades en el último bienio. El Programa Mundial de Alimentos inició sus operaciones el primero de enero de 1963. Esta nueva organización, juntamente responsable ante las Naciones Unidas y la FAO, se ha creado, siguiendo el informe del Director General en la anterior Conferencia sobre «El desarrollo económico mediante productos alimenticios», para llevar a cabo un programa experimental de tres años. Se consideraron tres tipos de ayuda: ayuda alimentaria de emergencia; nutrición escolar: asistencia en forma de entrega de alimentos para proyectos de desarrollo. Esta tercera categoría es la que nos interesa.

Actuamos como asesores técnicos para estos proyectos, con frecuencia ayudando a los países a preparar proyectos adecuados para este programa. Hasta ahora sólo se están ejecutando dos proyectos forestales en Siria y en Marruecos. Es interesante este último, que se refiere a repoblación forestal y conservación de suelos, ya que se planifica con arreglo al informe de desarrollo mediterráneo. Otros proyectos que están a punto de ser firmados, o que probablemente se aprobarán en breve, se ejecutarán en Turquía, Sudán, Corea, Irak, Jordania, Líbano, China (Taiwán) y Jamaica. En el momento actual, los proyectos que corresponden a esta Dirección se elevan a un poco más de 7 millones de dólares, o sea más del 12 por ciento de los proyectos del Programa Mundial de Alimentos que son objeto de consideración activa. Esto les dará a ustedes una idea de la cantidad de trabajo que la Dirección ha de desarrollar conforme al Programa Mundial de Alimentos.

También desempeñamos un importante papel - técnico en los proyectos de la Campaña Mundial contra el Hambre. Aquí, el procedimiento es algo más complicado, ya que una vez determinado el valor técnico de un proyecto, la FAO, actuando como intermediario, por así decirlo, ha de encomendarlo a una organización donante adecuada. No es siempre fácil trazar un proyecto que satisfaga las verdaderas necesidades del país beneficiario y que al mismo tiempo tenga la especie de atractivo que impele a una organización a prestarle su apoyo. En el año pasado, más o menos, hemos examinado cuidadosamente desde el punto de vista técnico unos 30 proyectos. Hasta ahora, sin embargo sólo dos proyectos de importancia secundaria están en ejecución, aunque esperamos que algunos otros también lo estén en breve.

Aquí ha surgido una situación un tanto desalentadora. Aunque no faltan peticiones, ni proyectos adecuados, procedentes de países que desean asistencia en la esfera forestal, está resultando extremadamente difícil encontrar organizaciones donantes para los proyectos de este sector. Existe falta de comprensión por parte de los que apoyan la Campaña Mundial contra el Hambre, de que ésta es esencialmente una campaña para eliminar la penuria y que las plantaciones de especies productoras de leña, las barreras vivas, el fomento forestal comunal, la fijación de dunas, etc., son aportaciones valiosas a esta campaña. Esperamos que los delegados aquí presentes, al regresar a sus países, hagan todo lo que esté en su poder para persuadir a todas las organizaciones que apoyan a la Campaña Mundial contra el Hambre que estos tipos de proyectos también contribuyen realmente a realizar los objetivos de la Campaña. A menos que las organizaciones donantes deseen ampliar sus puntos de vista, consideramos necesario desalentar las peticiones de los países en dichos sectores.

Lo que debe observarse es que ambos programas proporcionan posibilidades suplementarias para conseguir la necesaria asistencia a los fines de desarrollo.

Responsabilidades de los países adelantados

Me he referido a la estructura variable de nuestros programas de campo, y de las muchas formas de ayuda hoy disponibles para ayudar a los países en las etapas iniciales de desarrollo. pesaría decir algunas palabras acerca de las obligaciones que corresponden a los países más adelantados.

Durante muchos decenios en el futuro, el mundo en desarrollo necesitará la asistencia de los expertos extranjeros. Dependiendo de la etapa del desarrollo alcanzado, esta necesidad se expresará en diferentes formas.

Algunos países necesitan sólo un asesoramiento muy especializado en problemas particulares, a menudo durante cortos períodos, por consultores de alto nivel. Otros necesitan asistencia a largo plazo para reforzar particulares aspectos de su labor; disponen de un servicio razonablemente desarrollado, pero ciertas ramas o aspectos han sido descuidados. Otros, en fin, disponen de buen personal, falto, sin embargo, casi todo él de experiencia. Aquí se requiere un reforzamiento por parte de personal experimentado y calificado, no necesariamente en los escalones superiores. Finalmente existen países en los que es preciso establecer un servicio forestal casi a partir de cero.

Por lo que se refiere a los países adelantados, las expresiones del deseo de ayudar no tienen significado a menos que vayan acompañadas de una disposición inmediata a proporcionar expertos.

En segundo lugar, se deberían tomar medidas para despertar el interés de las generaciones más jóvenes de forestales en los problemas de montes de los países en vías de desarrollo. En los países adelantados muy pocas facultades forestales aún proporcionan cursos sobre problemas forestales mundiales.

En tercer lugar, una mayor proporción de las investigaciones ahora realizadas en las instituciones gubernamentales, universitarias e independientes, debería dedicarse a hallar soluciones a los problemas específicos con que se enfrentan los países en vías de desarrollo.

Mucho es lo que se ha realizado ya, pero queda aún más por hacer antes de que la situación pueda considerarse satisfactoria. Siempre que este Comité se reúne sentimos la fuerza de los lazos internacionales que unen a los forestales del mundo entero. Hablamos de nuestros propios problemas, pero nos sobrecogen los problemas con que se enfrentan nuestros colegas en otras partes del mundo. Si ustedes consiguen trasmitir a sus colegas, en sus propios servicios forestales, este aspecto internacional de la silvicultura, este sentido de considerarnos cooperadores entregados a una tarea común, no hemos de tener el temor de que falten hombres deseosos de prestar su experiencia para desarrollar el mundo forestal en aquellos países que han empezado más tarde la carrera por una vida mejor.

Desearíamos rendir homenaje a aquellos países que han adoptado los esquemas de «experto asociado». En esta Dirección hemos insistido en aprovechar las ventajas de este plan. Más de un tercio de todos los expertos asociados que trabajan con los oficiales de campo de la FAO están adscritos a la Dirección de Montes y Productos Forestales. Un cierto número de estos expertos asociados ha demostrado su valía hasta el punto de que están ahora empleados con categoría superior por su propio mérito. Hemos observado en algunos casos resistencia por parte del país patrocinador a permitir que estos asociados sirvan en la Sede Central o en nuestras oficinas regionales. Creemos que esto es un error. La orientación que un asociado consigue aquí en la Sede Central, la familiaridad que obtiene en todos los aspectos de nuestra labor y en cada tipo de problema forestal, puede ser un servicio inmenso para él en su futura carrera y de gran valor para el país en donde eventualmente preste servicio. En cierto sentido puede decirse incluso que la Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO representa la mejor escuela superior en el sector forestal mundial. Desearíamos, por tanto, que se desarrollara una carrera «alternada» para algunos de estos expertos asociados: un período de iniciación en la Sede, seguido por un servicio con un experto en el campo, con un breve período final en la Sede antes de ser asignado a su nuevo puesto. Los proyectos con expertos asociados son un medio excelente de formar un cuadro de expertos competentes de carácter internacional.

Un punto final. Tendemos a recalcar la escala y variedad de nuestras operaciones de campo y la ayuda que pueden proporcionar en la superación de problemas de atraso. Aparte los programas de la FAO, existen naturalmente muchos otros, también importantes, programas bilaterales que persiguen los mismos fines, a la vez que existe una creciente disposición por parte de aquellos países que proporcionan asistencia bilateral a coordinar sus esfuerzos con los nuestros. Pero nunca debemos dejar pasar por alto el hecho que el principal esfuerzo, y las principales responsabilidades, corresponden a los propios países en desarrollo. Nuestra contribución debe dirigirse a complementar la suya propia. No nos corresponde a nosotros indicar cuáles han de ser sus objetivos, ni los medios que deberían emplear para alcanzar aquellos fines. Nuestra contribución es marginal, y casi nunca decisiva. Es muy importante, por tanto, que abordemos nuestra tarea con el debido sentido de humildad así como de responsabilidad.


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