La cuestión de si ha de promoverse la acuicultura en las zonas donde se practican activamente la pesca o la agricultura suscita vivas polémicas. Pillay (1977) sugiere que los ambientes donde se practica la pesca marina ofrecen posibilidades para la acuicultura, mientras Pollnac (1982) señala que los pescadores reaccionan a la acuicultura considerando que es una actividad muy distinta de la pesca a la que no desean dedicarse (pág. 38). Pedini (1982) destaca las semejanzas de la acuicultura con la agricultura. En esta sección se examinan, muy brevemente, los varios puntos de vista.
La base del argumento de quienes sostienen que las zonas de pesca son aptas para la piscicultura es que existen ya mercados y una red de distribución. Además, los pescadores disponen de conocimientos sobre los peces y los métodos de captura que pueden transferirse a la acuicultura. La producción acuícola, por tanto, puede iniciarse con la ayuda de los pescadores y puede entrar en los canales de mercadeo ya establecidos.
Un problema importante para esta forma de razonar es la competencia en el mercado entre el pescado procedente de la pesca y el procedente de cultivo. Dado que en el caso de los peces capturados es la naturaleza quien se encarga de su crecimiento y que los organismos administrativos han sido reacios a imponer un precio de acceso para la explotación de las poblaciones naturales de peces (Christy, 1973), el costo social real de producción puede ser artificialmente bajo, especialmente en las pesqueías marítimas. Los pescadores, pues, tienen una ventaja artificial, desde el punto de vista de la competencia, y al menos hasta que se produzca un colapso o los costos de captura aumenten notablemente, pueden suministrar pescado a precios más bajos.
Pero hay también otras razones para dudar de la complementariedad entre la pesca y la acuicultura. Los pescadores perciben a menudo la acuicultura como una amenaza a su forma de vida e intentan, a través de la legislación, imponer barreras al desarrollo de la producción acuícola. Por último, puede suceder muy bien que los pescadores no estén interesados en cambiar su libertad en la mar por el trabajo en un estanque.
A principios de este estudio se planteó ya una hipótesis general de trabajo:
Las condiciones que son favorables para la producción agrícola lo son también en general para la producción acuícola. Las condiciones que son desfavorables para la producción agrícola lo son también en general para la producción acuícola.
A medida que se fueron examinando distintos programas de producción acuícola, se compararon con esa hipótesis, que se debatió también en las entrevistas con distintos especialistas. Al mismo tiempo, al examinar varios estudios relacionados, se prestó especial atención a las conclusiones sacadas por otros que pudieran arrojar luz sobre esta hipótesis. Todo ello ha tendido a confirmar que la agricultura es un indicador útil de las zonas aptas para el desarrollo de la acuicultura.
Esta hipótesis puede convertirse en un indicador más útil si se amplía mediante la introducción de formas específicas de acuicultura. Considérese, por ejemplo, la acuicultura para el mercado interior y para la exportación (véanse las definiciones) en un sistema típico, en el que varias explotaciones piscícolas relativamente grandes están situadas de manera que puedan atender los mercados urbanos y de exportación mediante canales de mercadeo bien organizados. Las necesidades de abastecimiento de agua para esas actividades son relativamente importantes, como los son las necesidades de fertilizantes químicos, alimentos granulados y asistencia técnica. Para la expedición de los productos se requiere un sistema fiable de transporte y en su elaboración hay que tener especialmente en cuenta la salud del públilco. Es preciso, además, disponer de semillas adecuadas (alevines, jaramugos, etc.) en el momento oportuno y a precios razonables. Cuando se apliquen impuestos o controles de precios, no han de suprimir los incentivos al productor ni han de mover a los compradores a favorecer otros productos competidores. Es necesario poner a disposición la tecnología necesaria para sostener la producción, a menudo a un nivel relativamente moderno. El equivalente, desde el punto de vista agrícola, es, naturalmente, la producción agropecuaria para el mercado interior y de exportación. Cada una de las condiciones indi - cadas arriba como convenientes para el desarrollo de la acuicultura para el mercado interior vale también para la agricultura orientada al mercado interior.
Paralelos análogos pueden trazarse entre la acuicultura y la agricultura de subsistencia. La diferencia, con respecto a la producción destinada al mercado interior, es en general que las actividades de subsistencia requieren menos infraestructura física y resultan menos afectadas por las crisis de la autoridad central. Por otro lado, en aquellas zonas donde la cría o alimentación de animales no animales no constituya parte de la tradición agrícola, puede resultar más difícil desarrollar la acuicultura de subsistencia hasta un nivel en que aporte una contribución real.
Como es obvio, existe también competencia entre la agricultura y la acuicultura por lo que se refiere a consumidores, tierras, aguas, piensos, mano de obra y fertilizantes.
Durante nuestros debates y al escribir estas páginas se ha llegado a una síntesis de la polaridad expresada más arriba. La pesca es importante porque establece un mercado y una red para hacer llegar el pescado a los consumidores. Pero los pescadores pueden tener dificultades para pasar a la piscicultura, a menos que presiones económicas muy fuertes los muevan al cambio.
La agricultura, por otro lado, tiende a promover ciertas caractísticas de los productores (por ejemplo, cría de animales) que pueden contribuir al desarrollo de la acuicultura. Es necesario, de todas maneras, que exista un mercado para el pescado y que se paguen por él precios suficientes para cubrir tanto los desembolsos reales como los costos de oportunidad.
No es posible, y probablemente no es tampoco necesario ni conveniente, sugerir cuál de los dos pareceres es el “justo”. En todo intento de pronosticar el desarrollo de la acuicultura puede ser útil tener en cuenta ambas perspectivas.