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El recalentamiento del globo terráqueo y los bosques: estado actual de los conocimientos

K. Andrasko

Kenneth Andrasko es analista forestal principal de la Agencia para la Protección del Ambiente de los Estados Unidos, con sede en Wáshington, D.C., y delegado de ese país en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre los Cambios Climáticos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Este artículo resume lo que sabe - y lo que no sabe - la comunidad científica acerca del recalentamiento del globo terráqueo, sus repercusiones probables en los bosques y las medidas que pudiera tomar el sector forestal para mitigar ese recalentamiento de la Tierra. Tiene como base un estudio preparado para la Consulta de Expertos sobre Cambios del Clima y Bosques, que reunió la FAO en Roma del 5 al 7 de marzo de 1990.

La temperatura media de la superficie de la Tierra - 15 °C en la actualidad - se mantiene relativamente constante por el «efecto invernadero» de los gases naturales presentes en la atmósfera. La mayor parte de la radiación de alta frecuencia de la luz del sol atraviesa esos gases y alcanza la superficie terrestre calentándola. La Tierra emite por su parte radiaciones térmicas de baja frecuencia que calientan la atmósfera la cual, a su vez, retransmite radiaciones de baja frecuencia hacia fuera, es decir hacia el espacio, y hacia dentro, contribuyendo así a recalentar aún más la superficie terrestre.

Los gases del efecto invernadero (que aquí se abreviarán como GEI) son: vapor de agua (H2O), bióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), óxidos de nitrógeno (NOx), ozono estratosférico (O3, es decir el ozono de gran altitud originado al quemar combustibles fósiles, distinto del ozono troposférico que, cerca del suelo, es causa del smog), monóxido de carbono (CO), y clorofluorocarbonos (CFC).

Los combustibles fósiles son la fuente principal de gases de invernadero

Gases que ocasionan el «efecto invernadero»

Vapor de agua (H2O). El vapor de agua es el gas que más abunda en la atmósfera, el que más radiación infrarroja absorbe y el componente principal de las nubes. Estas juegan un papel crítico, no bien conocido, en los modelos de circulación general construidos para simular la acción recíproca de la atmósfera y de la superficie, así como el «efecto invernadero».

Bióxido de carbono (CO2). Es otro gas que abunda en la atmósfera. Más del 90 por ciento del carbono que se pierde al cambiar la forma de aprovechar una superficie cubierta de bosque, pasa a la atmósfera en forma de CO2, bien sea de manera inmediata, por combustión, o bien diferida, al descomponerse en el suelo la vegetación muerta.

Metano (CH4). Las principales fuentes de metano son la descomposición anaeróbica en los sistemas biológicos, incluyendo arrozales, ganado cuyo aparato digestivo funcione a base de fermentación entérica, termes (existentes en cantidades fabulosas en los sistemas forestales tropicales y, especialmente, en los alterados), combustión de biomasa, terraplenados y pantanales. Los incendios forestales emiten una unidad de CH4 por cada 100 unidades de CO2.

Oxido nitroso (N2O). Es un gas biogénico que desprenden las deforestaciones, quemas de biomasa, fertilizantes nitrogenados y los combustibles fósiles al arder. Se sabe muy poco acerca del ciclo del N2O, de su flujo actual y de los procesos y ritmo a que se desprende el N2O de los suelos de los ecosistemas naturales y alterados, así como de la quema de biomasa.

Monóxido de carbono (CO). Aunque no suele ser considerado gas de invernadero, no cabe duda de que influye en la capacidad de la atmósfera para oxidar y que, por lo tanto, contribuye a incrementar la concentración de CH4 y N2O. La quema periódica en las sabanas africanas y de otros continentes para regenerar los pastos pudiera ser una de las principales fuentes de CO, ya que se produce en cantidades considerables con la combustión incompleta que tiene lugar cuando el fuego no consume rápidamente la vegetación.

Oxidos de nitrógeno (NOx), bióxido de azufre (SO2), ozono (O3) y clorofluorocarbonos (p.ej. CFC-11 y CFC-12). Emanan de fuentes antropogénicas industriales no bióticas (quema de combustibles fósiles, fabricación de productos químicos) y no serán aquí tomados en cuenta.

Fuentes de los «gases de invernadero»

Tanto numerosos fenómenos naturales como el hombre producen gases de invernadero. Las principales fuentes relacionadas con ecosistemas forestales incluyen los pantanales (CH4), los rumiantes salvajes y los pequeños herbívoros (CH4), los termes (CH4), los incendios (CO2, CH4, N2O, NOx, CO) y los ecosistemas naturales como bosques, sabanas y pastos (N2O). La emisión natural de gases de invernadero es relativamente constante desde hace miles de años.

En cambio, las actividades del hombre están dando lugar a que aumente considerablemente la emanación de gases de invernadero. Entre las fuentes artificiales de estos gases se cuentan la quema de combustibles fósiles (CO2), la deforestación (casi siempre mediante quemas) para proporcionar tierra a la agricultura y a la ganadería (CO2) y la combustión de madera y carbón vegetal como fuente de energía (CO2). Se calcula que en 1988 las emanaciones antropogénicas de CO2 ascendieron a entre 5,6 y 6 mil millones de toneladas, es decir, 6 gigatoneladas (Gt). Alrededor del 75 por ciento de esas emanaciones procedían de países industrializados y el 25 por ciento restante de países en desarrollo. De acuerdo con indicios mensurables de la concentración de CO2 en la atmósfera, puede afirmarse que ha aumentado en un 25 por ciento en el período histórico.

Emisión mundial anual de los principales gases de invernadero: medida en que intensifican la radiación y contribución de los sistemas forestales

Gas

Emisión

Intensificación de la irradiación comparada con la del CO2

Contribución al efecto invernadero en los años 1980

Bióxido de carbono (CO2)


1

50 por ciento

Industrias/energía

5,6 Pg C



Biótico (natural)

0,4-2,6 Pg C



Conversión de bosques tropicales

0,4-2,6 Pg C



Metano (CH4)


25

20 por ciento

Industrias/energía

50-100 Tg C



Biótico (natural)

20-875 Tg C



Conversión de bosques tropicales a otros usos

140-320 Tg C



Oxido nitroso (N2O)

Incierta

250

c. 6 por ciento

Nota:

1 Pg (pentagrama) = 109 toneladas ;
1 Tg (teragrama) = 106 toneladas

Los estudiosos llevan más de 100 años advirtiendo - con cierta insistencia en el último decenio que esas emanaciones pueden afectar el equilibrio de las radiaciones térmicas de la atmósfera (es decir, el porcentaje de la radiación solar que se filtra directamente hasta la Tierra y la reflejada por la superficie terrestre) dando lugar a un significativo y duradero aumento de la temperatura media de la Tierra.

Permanencia y potencial de recalentamiento de los GEI

La permanencia (período que duran en la atmósfera antes de descomponerse) y su potencial para recalentar la Tierra en relación con el CO2 (gas que se toma como término de referencia) de los GEI varían mucho. Con el fin de comparar los diferentes gases, se ha ideado el concepto de Potencial de Recalentamiento de la Tierra (PRT) como medio de llevar cuenta de los distintos períodos de permanencia y de las posibilidades que los gases tienen para recalentar por radiación (IPCC, Grupo de Trabajo 1, 1990).

El cuadro presenta algunos cálculos redondeados de emanación anual de los GEI y su contribución al efecto invernadero en el decenio de 1980. Se hace hincapié en la contribución de los bosques tropicales, que representa del 25 al 33 por ciento del total de la emisión actual de CO2, el 35 por ciento de CH4 y tal vez del 25 al 30 por ciento de N2O.

Emisión de gases de invernadero de diferentes ecosistemas forestales

En términos generales, los ecosistemas forestales conservan de 20 a 100 veces más carbono por unidad de superficie que los ecosistemas agrícolas y desempeñan una función esencial en la reducción del nivel de CO2 en el medio, en virtud del proceso de fotosíntesis que les permite utilizar carbono atmosférico para incrementar la biomasa leñosa. No obstante, no se conoce todavía bien todo lo referente al almacenamiento de carbono en la cubierta forestal y a las emanaciones asociadas con el cambio o la eliminación de masas forestales. Por ejemplo, no se han cuantificado todavía las emisiones de gases de invernadero en medios de cultivo como son el swidden (corta y quema). Tampoco se dispone de cálculos más o menos precisos de la biomasa, contenido de carbono y emisiones gaseosas de una muestra verdaderamente representativa de bosques tropicales en estado natural y alterado, ni de los movimientos del carbono en suelos tropicales alterados (que pueden representar una tercera parte del carbono desprendido en la deforestación).

Bosque boreal. Algunas investigaciones hechas recientemente en bosques boreales (septentrionales, en su mayoría coníferas) en América del Norte indican que las cifras de contenido en carbono y en biomasa que se suelen utilizar en el cálculo de los flujos del ciclo del carbono pudieran ser erróneas. En efecto, Botkin y Simpson (1990) han fijado en 9,7 mil millones de toneladas métricas el contenido en carbono de la biomasa de los bosques boreales de América del Norte, cantidad muy inferior a la de 13,8 a 40 mil millones de toneladas de carbono que se solía usar al hacer un balance del carbono mundial.

Anualmente se desmontan por lo menos 17 millones de ha de bosques tropicales, en su mayoría mediante quemas

Bosque templado. El ciclo de carbono de los bosques de las zonas templadas se encuentra ahora en equilibrio, ya que el incremento anual es más o menos igual a la madera que se cosecha, más la deforestación que se practica para dar paso al crecimiento urbano y a otros usos de la tierra. No obstante, conviene recordar que hace unos cuantos siglos Europa y América del Norte contribuyeron en muy grande medida a la emisión mundial de carbono, al eliminar (cuando se cortaron y quemaron) bosques para abrir paso a su agricultura.

Bosque tropical. Según Brown (1988) la selva tropical húmeda promedia entre 155 y 160 toneladas de carbono por hectárea (t C/ha) de biomasa en pie, en América Latina y Asia, y alcanza 187 t C/ha en Africa. El bosque tropical seco tiene por término medio 27 t C/ha en América Latina y Asia y 63 t C/ha en Africa. La FAO calcula que anualmente se desmontan, casi siempre mediante quemas, alrededor de 17 millones de hectáreas de bosques tropicales.

PREDICCION DE CAMBIOS DEL CLIMA

Para la mayor parte de los estudios de la alteración que pudieran experimentar los bosques al cambiar el clima, se han usado Modelos de Circulación General (MCG) normales. Son complicados modelos tridimensionales de la acción recíproca de la atmósfera y las masas de tierra y agua que permiten predecir variaciones del clima (cambios regionales de temperatura y humedad) suponiendo que se duplique la concentración de CO2 en la atmósfera (o sea, en condiciones de 2xCO2). Dan como resultado generalizaciones muy amplias que predicen aumentos de temperatura media anual de entre 2,8 y 5,2 °C, y aumentos de entre 7,1 y 15,8 por ciento de la precipitación.

Con la introducción de reacciones - retroalimentaciones - en los MCG se introducen a la vez factores de imprecisión de varios órdenes de magnitud. Por ahora los citados modelos manejan muy vagamente el movimiento de los mares, de las nubes, la nieve, el hielo, el vapor de agua y reacciones biogeoquímicas. Además, tienen tan poca resolución espacial que apenas permiten predecir con alguna seguridad los efectos del cambio del clima en masas forestales concretas. De todos modos, a continuación se resume cómo podría reaccionar el clima al registrarse grandes aumentos de la concentración de los gases de invernadero (duplicarse la de CO2, o su equivalente en el caso de otros gases). Se ha usado la siguiente calificación: prácticamente seguro = acuerdo casi unánime de la comunidad científica; muy probable = probabilidad superior al 90 por ciento; probable = probabilidad superior al 67 por ciento; dudoso = efecto supuesto partiendo de insuficientes observaciones o derivado de modelos poco adecuados.

Por varios procedimientos diferentes se pronostica que disminuirá en verano la humedad del suelo en regiones continentales de latitudes medias

Global - recalentamiento de la superficie (muy probable): los medios científicos siguen estando de acuerdo -a pesar de que estudios recientes y algunos artículos de prensa insisten en que el recalentamiento no será tan acentuado (véase la opinión en contra de Windelius, pág. 15) - en que para mediados del siglo próximo la temperatura de la superficie terrestre habrá subido entre 1,5 y 4,5 °C, en caso de que se duplique la concentración de anhídrido carbónico.

Global - aumento de la precipitación (muy probable): al calentarse la superficie aumentará la evaporación y, como consecuencia, aumentará la precipitación media sobre toda la Tierra. No obstante, pudieran registrarse disminuciones de la precipitación en algunas regiones en particular.

Global - subida del nivel medio del mar (probable): se predice que el recalentamiento de la superficie terrestre y oceánica dará lugar a un aumento del volumen de agua. Con mucha menor seguridad en cuanto a la velocidad y cuantía se predice también fusión de hielos glaciales y continentales. El pronóstico de los cambios de nivel medio del mar sigue siendo difícil y muy poco preciso.

Aumento de la precipitación en latitudes septentrionales (probable): puede esperarse que cerca del polo se vuelvan más penetrantes las masas de aire caliente y humedad, con lo que aumentarían las precipitaciones anuales y el caudal de las corrientes fluviales.

Sequedad y recalentamiento en los veranos continentales (probable): diferentes modelos prevén en verano una considerable disminución de la humedad del suelo de algunas regiones continentales de latitudes medias. Eso sería consecuencia de un derretimiento más temprano de las nieves y de la disminución de la humedad del suelo en primavera y verano.

Cambios regionales de la vegetación (dudoso): se considera que consecuencia inevitable de los cambios de clima antes citados serían una alteración duradera de la cubierta vegetal. Sin embargo, no se alcanza a percibir con cierta precisión la distribución, escala, velocidad y reacciones (como cambios del albedo o reflectividad de la superficie, y de la precipitación) de los cambios que experimente la vegetación.

Más tormentas tropicales (dudoso): según varios estudios la tendencia a climas más cálidos y húmedos daría lugar a una mayor frecuencia e intensidad de tormentas tropicales, como son los huracanes.

Efectos probables del recalentamiento rápido de los ecosistemas forestales templados (América de Norte y otras partes)

DESPLAZAMIENTO DE LOS LIMITES

· El limite meridional de muchas especies forestales del este de los Estados Unidos y de los bosques boreales del Canadá y Escandinavia pudieran desplazarse de 200 a 100 km hacia el norte.

· Los limites septentrionales de las especias del este de América del Norte pudieran desplazarse hasta 700 km hacia el norte, pero la migración efectiva pudiera no ser superior a 100 km, por causas relacionadas con la dispersión de la semilla.

· La sanidad y supervivencia a largo plazo de los bosques pudiera depender de la prontitud con que se estabilice el clima y de que no haya depauperación en gran escala por causa de plagas, tensión debida a la contaminación atmosférica, incendios, sequía.

· La composición del bosque (especies predominante) pudiera cambiar significativamente, dado que tienden a dominar las especies que necesitan menos agua y las mas cercanas al limite septentrional de su zona de dispersión

VARIACION DE LA PRODUCTIVIDAD DE LOS BOSQUES

· Dentro de 30-80 anos pudieran registrarse bajas en la productividad, del orden del 46 al 100 por ciento, a lo largo del limite meridional de las especies, según el nivel de humedad del suelo

· Los bosques boreales de Escandinavia pudieran reaccionar muy favorablemente los aumentos de temperatura y humedad, mejorando su productividad y biomasa (AFOS, 1990).

· No obstante, los bosques boreales y las zonas de transición de especies boreales a latifoliadas, en el Canadá y en otros partes, pudieran depauperarse si los cambios de humedad y temperatura son demasiado rápidos y si hay escasez de nutrientes.

CAMBIOS DE LA FISIOLOGIA Y CRECIMIENTO DEL ARBOL

· Es probable que se acentúe la depauperación de las masas y la mortalidad del árbol por causa de infectos y enfermedades que tengan su origen en los aumentos de temperatura y humedad

· Es difícil predecir con cierta seguridad cambios en la regeneración natural, pero pudieran ser favorable en el caso de algunas especies y procedencias, en Escandinavia (AFOS, 1990), y de especies que se reproduzcan tanto por semilla como por métodos de propagación vegetativa.

· Aumentaran la frecuencia y los danos causados por incendios, especialmente en las masas y zonas vegetativas (trópicos semiáridos) que tiendan a una mayor sequía y temperatura mas elevada.

Téngase en cuenta que apenas se han aplicado los resultados de los MCG al estudio de los trópicos. La mayor parte de los investigadores que lo han hecho afirman que en ellos el clima cambiará poco. De todos modos, examinando algunos resultados de esos estudios se encuentra que postulan subidas de la temperatura de entre 2,5 y 6,0 °C para el sudeste de Asia y el Africa occidental, así como importantes variaciones estacionales de la lluvia en el Africa occidental (Andrasko, 1990a).

REPERCUSION DEL CAMBIO DE CLIMA EN LOS BOSQUES

Los estudios que se han hecho hasta ahora de la repercusión que pudiera tener el cambio de temperatura y de precipitación en caso de que se duplicara la concentración de anhídrido carbónico, sugieren muy diversos efectos tanto en el bosque en general, como en cada árbol (Shands y Hoffman, 1987; Smith y Tirpak, 1989; Meo, 1987).

Botkin y Nisbet (1990) resumen los efectos del hipotético cambio del clima sobre los ecosistemas forestales como sigue:

Investigaciones recientes indican que el recalentamiento del globo terrestre repercutiría rápida y cruelmente en grandes extensiones de bosques ... Las proyecciones sugieren que esos efectos pudieran ser tan considerables que en regiones enteras variaría la producción de los bosques, así como su composición por especies, y que, en otras partes, no subsistirían los bosques. Semejante reacción repercutiría muy sensiblemente en la silvicultura comercial, en la provisión de madera, en los usos recreativos y en la fauna de los bosques, así como en el abastecimiento de agua y en la velocidad de erosión.

Sedjo y Solomon (1989), con base en trabajos previos de Emanuel et al. (1985), y usando la clasificación Holdridge, pronostican que disminuiría en un 6 por ciento - 444 millones de hectáreas de bosque - la superficie apta para que subsistan bosques. El área de bosques boreales bajaría en un 37 por ciento, con una pérdida de 60,4 Gt de biomasa, mientras que el área de bosques tropicales aumentaría en un 28 por ciento, es decir en 57,8 Gt de biomasa. En el caso de 2xCO2, se reduciría en 14,1 Gt el carbono total.

Efectos potenciales sobre los límites y composición de los bosques

Bosque boreal. Pudiera incrementarse el crecimiento del bosque boreal en Escandinavia (AFOS, 1990), desplazándose sus límites septentrional y meridional y alterándose la composición por especies. No obstante, en el Proyecto Biosfera del BASA, Solomon supone que casi el 40 por ciento del actual bosque boreal no sería ya apto para especies boreales en caso de 2xCO2. Si el calentamiento fuera muy rápido las condiciones variarían tan deprisa que las especies procedentes del sur no tendrían tiempo para arraigar, ni las boreales para emigrar hacia el norte. Las plantitas aptas para las condiciones reinantes en el momento de la plantación no tendrían tiempo para madurar antes de que cambiaran las condiciones, mientras que las plantitas capaces de sobrevivir más tarde, perecerían en ese momento.

Wheaton et al., (1987) han llegado a la conclusión de que el límite meridional del bosque boreal canadiense probablemente se trasladaría de 250 a 900 km hacia el norte, mientras que el límite septentrional sólo se desplazaría de 80 a 700 km. con lo cual habría una disminución del área cubierta de bosque boreal. Harrington (1987) sugiere que, dado que las especies colonizadoras sólo avanzan en el límite septentrional del bosque boreal a razón de 100 ó 150 km cada siglo, es probable que el borde meridional fuera reemplazado por pastizales (estepas).

Bosque templado. A continuación se resume en forma de recuadro cómo repercutiría el 2xCO2 sobre algunos sistemas y especies forestales de la zona templada de América del Norte y de otras partes.

Bosque tropical y subtropical (húmedo y seco). No parece que se haya estudiado la repercusión del recalentamiento en los bosques tropicales. No obstante, Solomon y Leemans (en BASA, 1989) han extendido a toda la superficie terrestre las zonas de Holdridge. Llegan a la conclusión de que las zonas tropicales en que no es probable que sobreviva la vegetación actual son la Amazonia central y meridional, la parte noroccidental de América del Sur, el Africa occidental, los bosques de secano de Etiopía y Somalia, la parte meridional de las Filipinas, Indonesia, Sarawak, Papua Nueva Guinea, y el norte de Australia.

Emanuel et al. (1985) pronostica que al duplicarse la concentración de anhídrido carbónico aumentaría en un 12 por ciento la superficie arbolada de los ecosistemas tropicales, en gran parte en virtud del incremento de la precipitación en zonas marginales, y que aumentaría la superficie de bosques tropicales húmedos, y de los secos especialmente, mientras que disminuiría la superficie cubierta de bosques subtropicales húmedos.

Examinando resultados de los MCG y concentrándose en Tailandia, Panich (1989) estudia la repercusión probable en los bosques del sudeste de Asia. Hace notar que, según Salati, alrededor del 50 por ciento de la lluvia que cae sobre los bosques tropicales de la Amazonia tiene su origen en la transpiración propia de esos mismos bosques, por lo que si la alteración del clima provocara una reducción de las lluvias variaría considerablemente la precipitación y el régimen hidrológico de los bosques tropicales. Aumentaría el peligro de incendios y disminuiría la capacidad del bosque para recuperarse después de las cortas o de alguna alteración de origen natural. Entre los efectos del cambio de la distribución estacional de las lluvias (aunque se modificara poco la cantidad total) se contarían el retraso de la temporada de crecimiento, más frecuentes inundaciones en la temporada de las lluvias, una temporada seca más prolongada, variación del número e intensidad de los ciclones y una mayor vulnerabilidad de los bosques costeros.

Mabbutt (1989) discute los efectos hipotéticos del cambio de clima sobre 4,5 millones de km2 de sabana con vegetación típica de las zonas tropicales semiáridas. Dice que pudieran desplazarse en 200 km en dirección norte/sur los límites actuales de las zonas climatológicas. Explora dos posibilidades: mayor precipitación en las latitudes tropicales, pero menos lluvia en los trópicos semiáridos debido a una menor disponibilidad de humedad en el suelo; una situación en que aumentaría del 10 al 20 por ciento la precipitación en la zonas semiáridas.

Efectos de los cambios de clima sobre el crecimiento y el rendimiento de los árboles

No se conocen bien los efectos de un enriquecimiento en CO2 del medio ambiente sobre el crecimiento de los árboles y sobre su rendimiento. Harrington (1987) resume los conocimientos existentes citando las conclusiones de Occhel y Strain con respecto a las plantas perennes: «... Pudieran acumularse los aumentos de año en año y conservarse más carbono en las plantas de mayores dimensiones. No obstante, no es seguro que aumente la producción de ecosistemas en un equilibrio ecológico en el que haya animales que se alimenten con plantas, organismos patógenos en actividad y en que las plantas se disputen la luz, el agua y los nutrientes existentes.»

Según investigaciones de laboratorio, cuando aumenta el CO2 en el ambiente de las plantas, se incrementa la fotosíntesis, disminuye la necesidad de agua, aumenta la fijación de carbono y aumenta en el suelo la actividad microbiana dedicada a fijar nitrógeno fertilizante, que estimularía el crecimiento (Hardy y Havelka, 1975; Drake et al., 1988). Por consiguiente, teóricamente una mayor abundancia de CO2 implicaría considerables beneficios para las plantas y árboles que actualmente padecen por escasez de agua en los climas más secos.

No obstante, se ha investigado muy poco in situ la reacción de comunidades forestales, o naturales de otra índole, en períodos más o menos prolongados. (Drake et al., 1988). Se sigue sin saber cuál sería el efecto neto de un enriquecimiento en CO2 combinado con una depauperación debida al cambio de clima y a la contaminación atmosférica. Sedjo y Solomon (1989) llegan a la conclusión de que «a pesar de la insistencia con que se ha buscado sobre el terreno ... y en cámaras de crecimiento, no se ha observado en los árboles un efecto fertilizante atribuible al CO2».

Efectos secundarios

Una de las pocas cosas que se pueden predecir con cierta seguridad acerca del efecto del recalentamiento global es que «la actividad del fuego espontáneo obedecerá de cerca a los cambios regionales de clima, y que la magnitud de esa reacción será proporcional (con un factor de 2) a la magnitud del cambio» (Main, 1987).

La elevación de temperatura pudiera dar lugar a que se incremente el número anual de generaciones de algunos insectos, dado que tienen un elevado potencial reproductivo que probablemente les permitiría adaptarse y evolucionar con una rapidez por lo menos de un orden de magnitud mayor que la del ciclo vital -30 a 100 años - propio de las especies forestales que le sirven de hospedante (Hedden, 1987). En los trópicos semiáridos, al cambiar la precipitación y la localización de la sabana, pudiera alterarse la zona de invasión de la langosta en el Africa occidental y oriental y en la zona semiárida del subcontinente de la India, con efectos fatales para la vegetación (Mabbutt, 1989).

MEDIDAS QUE PUDIERA ADOPTAR EL SECTOR FORESTAL PARA MITIGAR EL EFECTO INVERNADERO

Se han hecho numerosas propuestas para mitigar el efecto invernadero, fijando carbono en plantas leñosas, conteniendo la disipación de áreas forestales (especialmente en los trópicos) y modificando las prácticas de aprovechamiento de tierras agrícolas y forestales, para reducir la producción antropogénica de gases de efecto invernadero. No es probable que con la sola aplicación de medidas forestales se llegue a estabilizar la concentración de gases de invernadero en la atmósfera, ni a contener el desprendimiento de CO2 (AFOS, 1990). De todos modos, es preciso tomar en cuenta todas las posibilidades de reducir el CO2 atmosférico, incluso las que afectan al sector forestal.

Principales estrategias de mitigación de que dispone el sector forestal

REDUCIR LA EMISION DE GASES DE INVERNADERO

· Implantar técnicas agrícolas sostenibles indefinidamente para sustituir la deforestación por sistemas de corta y quema.

· Reducir la frecuencia y extensión de las quemas de bosques y sabanas practicadas para crear o mantener pastizales.

· Disminuir el consumo de bosques para proyectos agrícolas y de desarrollo mediante una planificación y ordenación adecuadas del medio ambiente.

· Mejorar el rendimiento de la combustión de biomasa (leña) en estufas domesticas e industriales.

· Disminuir la producción de residuos forestales incrementando la fabricación a base de madera de artículos duraderos, así como reutilizando artículos hechos con madera

MANTENER LOS ACTUALES SUMIDEROS DE GASES DE INVERNADERO

· Conservar los bosques maduros como reserva de biomasa.

· Introducir sistemas de ordenación de los bosques naturales recurriendo a métodos sostenibles de cosecha que sustituyan a la corta destructiva.

· Hacer que las reservas extractivas produzcan madera y productos no maderables sostenidamente, mediante la ordenación integrada de los recursos y planes en desarrollo.

· Mejorar el rendimiento de la cosecha forestal, cortando mas especies por métodos que perjudiquen a menos arboles en pie y aprovechen un porcentaje mas elevado de la biomasa total.

· Extender las plantaciones de arboles de leña como fuente de energía y medio de reducir la presión sobre los bosques naturales.

EXTENDER LOS SUMIDEROS DE GASES DE INVERNADERO

· Mejorar la productividad de los bosques existentes por medios de ordenación y técnicas biológicas

· Establecer plantaciones en tierras actualmente excedentes en zonas templadas de países industrializados, o en tierras abandonadas en los trópicos.

· Restaurar los ecosistemas forestales y de sabana depauperados, por medio de regeneración natural y reforestación.

· Incrementar la cantidad de carbono almacenado dejando para ello en el suelo residuos de la cosecha y fomentando la agrosilvicultura.

Fuente: Andrasko, K. 1990a, b.

Las estrategias del sector forestal para la mitigación pueden agruparse en tres clases: las que reducen el desprendimiento de gases de invernadero; las que mantienen los sumideros de gases de invernadero existentes en la actualidad, y las que aumentan los sumideros (Andrasko, 1990b).

Cualquiera que sea el grupo en que encajen, todas las estrategias deben ser en la medida de lo posible: ecológicamente perpetuables; capaces de remediar las causas directas e indirectas de disipación de los bosques, proporcionando para ello una gama equivalente de productos y empleos forestales comparable a las formas actuales de aprovechamiento del bosque; económicamente viables y, a ser posible, con bajo costo inicial; socialmente integrativas, con apoyo en necesidades y tradiciones locales; tecnológicamente sencillas, y relativamente adaptables al cambio de las condiciones económicas, políticas, sociales, ecológicas y climáticas. De todos modos, antes de adoptar en gran escala cualquier estrategia o combinación de estrategias, será preciso hacer un balance de los gases en cuestión para determinar los beneficios relativos, tomando en cuenta al hacer dicho análisis, todos los flujos de todos los gases que intervengan en todas las fases de crecimiento, cosecha y aprovechamiento final de la biomasa y del carbono.

En el recuadro y el artículo anexo, escrito por B. Kyrklund, se reseñan varias de las posibilidades que tiene el sector forestal para enfrentarse con alteraciones del clima. Se describen con mayor detalle en Andrasko (1990a).

CONCLUSIONES

El concepto de «efecto invernadero» ha sido ampliamente aunque no universalmente, aceptado. No obstante, dado que los Modelos de Circulación Global existentes par a investigar las complicadas ínter relaciones de la tierra, los océanos y la atmósfera, son todavía muy poco precisos, se sigue debatiendo cómo y cuándo es más probable que cambie el clima en el futuro.

El interés político internacional empieza a concentrarse en la necesidad de formular políticas forestales apropiadas para hacer frente a posibles alteraciones del clima. El informe final del subgrupo forestal del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios del Clima del PNUMA y de la OMM, que inició en 1988 una evaluación científica y política del tema, ha recomendado que se negocie cuanto antes un Protocolo Forestal Global que trate de los cambios de clima, y que eso se haga paralelamente a un más amplio protocolo sobre energía (AFOS, 1990). La FAO y otras organizaciones locales, nacionales e internacionales, están adoptando ya medidas políticas y de programación para hacer frente a los cambios de clima.

Hasta el momento, la mayor parte de las ya abundantes investigaciones sobre repercusión de los cambios de clima en bosques, se ha llevado a cabo en América del Norte, Europa y Australia. Apenas ahora se están iniciando sobre el efecto en los bosques tropicales.

El peligro de que cambie el clima obliga al sector forestal, en todas las regiones y a todos los niveles, a enfrentarse con problemas biofísicas y de política de mucha mayor envergadura y duración, y con menor anticipación para la toma de decisiones, que ninguna otra causa pasada de inquietud.

Bibliografía

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