El objetivo del análisis de los casos contenidos en la base de datos ECM era estudiar las principales dimensiones en las que se manifiestan los efectos del CMFAT y los factores que contribuyen a conseguir resultados positivos. Se pueden distinguir tres dimensiones diferentes:
La figura 2 ofrece una visión general de la distribución de las respuestas en las distintas dimensiones. Los aspectos mencionados con mayor frecuencia eran los suelos (en concreto, el mantenimiento de la fertilidad y productividad del suelo, mencionado en el 35% de las respuestas, la participación de los interesados (30%), las contribuciones para conseguir medios de vida sostenibles (30%), y el fortalecimiento institucional (29%)). En un nivel más general, los efectos parecían ser más acentuados en el medio geográfico (recursos de tierra, tecnología y medio ambiente) y el medio social (participación de las partes interesadas, mayor concienciación pública acerca de la sostenibilidad) que en el medio económico (mercados, comercio, políticas e instituciones), en el que los efectos del CMFAT eran menores.
Otra dimensión de los efectos es la escala: la zona comprendida y el número de familias campesinas afectadas. Más del 40% de los casos se referían a zonas de más de 100 km² y el 50% afectaba a más de 1 000 familias. En el otro extremo, en casi el 30% de los casos, la superficie abarcada era inferior a 1 000 ha y en el 16% de ellos eran menos de 100 las familias afectadas. Cuando se les pidió que señalasen diversos niveles en los que su caso podía tener repercusiones (desde el nivel agrícola hasta el nivel mundial), el 84% mencionó el nivel local y el 64% el nivel de la explotación. Los porcentajes disminuyen progresivamente hasta solamente el 8% para el nivel mundial. El 75% de todos los casos tenían repercusiones en uno, dos o tres niveles, y sólo el 25% en cuatro o más niveles.
Estrechamente relacionados con los efectos aparecen los factores que propician o dificultan el éxito. En el ECM se distinguían los siguientes tipos de factores (denominados en el estudio fuerzas motrices) que contribuyen al éxito:
Se estableció una clasificación de las fuerzas motrices de cada una de esta categorías mediante una escala que se extendía desde muy positivo hasta muy negativo. Si bien ninguna de las categorías contribuía de modo exclusivo al éxito (todas recibían entre 50 y 74 menciones), los resultados referentes a las fuerzas motrices individuales dentro de cada categoría ofrecieron una visión mucho más precisa (véase la figura 3).
El factor más importante para conseguir un resultado satisfactorio (es decir, que se califica como muy positivo en numerosas ocasiones) es la participación de los interesados y el proceso de consulta con ellos. Se le concede una importancia mucho mayor que a la ciencia y la tecnología o a las políticas sobre el medio ambiente y los recursos naturales. Los elementos que constituyen un obstáculo de mayor peso son los factores históricos y sociales (particularmente la emigración y la urbanización) y los factores de carácter normativo (especialmente una política inadecuada en materia de tenencia de la tierra).
Con el fin de poder controlar los progresos realizados, la mayor parte de los proyectos de la base de datos ECM incorporaba un sistema de seguimiento y evaluación de las múltiples funciones:
Asimismo, se calificó (subjetivamente) la labor de seguimiento y evaluación utilizando una escala que iba de 0 (ninguna) a 3 (un grado elevado). En la mayor parte de los proyectos, las actividades de evaluación eran apropiadas, solamente en dos proyectos no se llevaba a cabo ninguna labor de seguimiento, y en el 10 por ciento de los casos las actividades de este tipo eran escasas. Las tareas de seguimiento y evaluación eran bastante intensas en una cuarta parte de los casos estudiados.
La gran diversidad de proyectos incluidos en la base de datos ECM permite establecer una serie de factores que pueden condicionar que se obtengan los mismos resultados en distintos lugares. Esos factores pueden agruparse en cuatro grandes categorías:
Por último, la gran diversidad de experiencias presentadas en la base de datos ECM permite extraer importantes enseñanzas (cuadro 1).
CUADRO 1. ENSEÑANZAS MÁS IMPORTANTES QUE SE PUEDEN EXTRAER DE LOS 130 CASOS INCLUIDOS EN LA BASE DE DATOS ECM (LAS RESPUESTAS A LOS CUESTIONARIOS PODÍAN REFERIRSE A UNO O VARIOS APARTADOS) |
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- importancia de los conocimientos y de la participación de los agricultores e instituciones locales |
70% |
- participación del sector privado |
20% |
- apoyo suficiente |
35% |
- necesidad de un compromiso a largo plazo |
14% |
- recursos humanos apropiados |
20% |
- una visión global integrada |
29% |
Los resultados indican la gran importancia de la participación de los interesados directos (especialmente los agricultores e instituciones locales). Aproximadamente un tercio de quienes respondieron a los cuestionarios consideraban importante que existiera un entorno de política favorable y que se adoptara un enfoque global que tuviera en cuenta distintos elementos.
Los casos que se presentan a continuación proceden de fuentes distintas. Ocho de ellos se han tomado de la base de datos ECM, uno de la conferencia electrónica y los restantes de otras bases de datos y de diferentes informes. Se han agrupado con arreglo a los tres tipos de funciones (ambiental, económica y social) pero todos ellos ilustran esas funciones conjuntamente con las demás.
El capital natural es un elemento esencial para el funcionamiento de los sistemas agrícolas y, al mismo tiempo, está determinado por sus actividades. Los casos que se presentan a continuación ilustran formas muy diversas de explotar el carácter multifuncional de la agricultura y la tierra utilizando más adecuadamente los recursos naturales y/o intensificando determinados subcomponentes de los sistemas agrícolas
El proyecto de conservación del suelo y el agua en el distrito de Illéla, financiado por el FIDA, es un ejemplo de una tecnología agrícola básica sostenible que reporta múltiples beneficios al tiempo que permite recuperar tierras degradadas o abandonadas. La introducción del sistema de tasas (denominadas también zaï en Burkina Faso) ha permitido recuperar alrededor de 5 800 ha de tierras abandonadas y degradadas en las fincas de unas 6 000 familias en 77 aldeas. Hasta ese momento, las medidas utilizadas habitualmente para frenar la erosión en gran escala no habían dado resultados positivos en la región.
Las tasas son hoyos de 20-30 cm de profundidad excavados en suelos compactados por una capa superficial endurecida por la acción del viento y el agua. La costra que se forma en el suelo impide la filtración de agua y obliga a abandonar esas zonas, que aparecen desprovistas de vegetación y que son muy propensas a la erosión superficial. Los hoyos excavados se llenan con abono, pues normalmente en los suelos de esta región existe una gran carencia de materia orgánica. Cuando llueve, los hoyos se llenan de agua y los agricultores plantan mijo o sorgo. Las tasas se utilizan conjuntamente con terraplenes de piedras, que se construyen con las que retiran los agricultores de los campos. Los campesinos de Illéla aprendieron estos métodos de conservación del suelo y el agua en la visita que realizaron a Atenga, en Burkina Faso, donde solamente en la meseta central se han rehabilitado alrededor de 100 000 hectáreas, que producen actualmente de 700 a 1 000 kg de cereales por año.
Esta actividad de mejora del suelo ha permitido que la región obtenga unos rendimientos medios de mijo de 480 kg/ha, alcanzando las 700 kg/ha si se utilizan fertilizantes químicos (práctica poco común todavía). A efectos comparativos se puede señalar que las parcelas de calidad similar producían únicamente 130kg/ha. Según el FIDA, la disponibilidad de alimentos de las familias participantes aumentó de un 20 a un 40 por ciento, según la cuantía de las precipitaciones locales. Una familia típica de Burkina Faso y el Níger que utilizan estas tecnologías propias de la agricultura sostenible han pasado de tener un déficit anual de cereales de 644 kg (equivalentes a 6,5 meses de escasez alimentaria) a producir un excedente de 153 kg por año. El sistema de tasas es especialmente adecuado para las parcelas en las que se puede utilizar mano de obra familiar o donde se pude contratar trabajadores agrícolas. Esta técnica ha dado lugar a la aparición de grupos de trabajadores jóvenes que han conseguido dominarla y que, en lugar de emigrar, van de aldea en aldea para atender las demandas crecientes de los campesinos. Algunos agricultores han vuelto a comprar las tierras que habían vendido, al tomar conciencia de los beneficios que puede reportarles su explotación.
Uno de los mejores ejemplos de asociación rural procede de Australia, donde desde los años ochenta se está desarrollando un experimento social de enorme interés. Landcare exhorta a grupos de agricultores a cooperar con el Gobierno y las comunidades rurales para solucionar muchos problemas de carácter social y ambiental. A finales de 1998, se habían formado ya 4 500 grupos locales que agrupaban a más de la mitad de las familias campesinas de Australia. En un país en que los agricultores se han vanagloriado de su espíritu "fronterizo" y de su capacidad para afrontar los problemas en solitario, esto supone el reconocimiento por el conjunto de la sociedad de que la cooperación es el sistema más adecuado para resolver determinados problemas.
Los grupos Landcare se han constituido para hacer frente a muchos problemas locales que afectan al conjunto de la comunidad, tales como las plagas, los problemas causados por las malas hierbas y los conejos, la decadencia de los árboles, la regeneración de dunas, la agricultura de conservación, la salinidad del suelo, la conservación de la fauna silvestre y la rentabilidad agrícola y la gestión empresarial. A título de ejemplo, se puede citar entre esos grupos al de la cuenca de captación de Morbinning, en la zona triguera de Australia occidental. El grupo de Morbinning está formado por 20 familias que ocupan 25 000 hectáreas de tierra de cultivo. Crearon el grupo en 1989, impulsados por los problemas comunes de la creciente salinidad del suelo, las deficiencias en materia de avenamiento y los efectos de las inundaciones periódicas. Sólo la planificación y la cooperación entre las distintas explotaciones podía permitir hacer frente a estos problemas. Durante los últimos años, se ha restablecido la cubierta vegetal en 300 hectáreas de tierras agrietadas, se han tratado 550 hectáreas de tierras salinas, se han plantado 440 000 árboles, inclusive 91 km de cortavientos y 90 hectáreas de árboles forrajeros, se han levantado 249 km de cercados para proteger los arbustos naturales, se han plantado 460 hectáreas mediante sistemas de cultivo en hilera, y 80 hectáreas de pastos permanentes y se han instalado 145 piezómetros para medir regularmente la profundidad del manto freático. Además, el grupo ha estado en primera línea en todas las mejoras introducidas en las explotaciones agrícolas locales, en actividades de distinto tipo como la plantación de semillas oleaginosas, el laboreo de baja intensidad, la utilización de fertilizantes alternativos, la aireación del suelo, la floricultura, la plantación de sándalo y los programas de estancias en las explotaciones y visitas a escuelas.
Ahora bien, los beneficios obtenidos no son sólo de carácter ambiental y agrícola. Como afirma Bob Hall, presidente del grupo en 1997, "antes de que se creara el grupo, las fincas se estaban concentrando, los jóvenes emigraban y la comunidad se desintegraba. Pero ahora nos reunimos seis u ocho veces al año, con la participación habitual de las familias que integran el grupo. Se ha desarrollado una mayor confianza que ha hecho que aumenten las oportunidades de aprender unos de otros y ello ha servido para cohesionar a la comunidad". El grupo Morbinning consiguió en 1995 el premio nacional Landcare instituido para los grupos relacionados con las cuencas de captación.
Este proyecto, que se inició a finales de los años setenta, ha servido para frenar la degradación del suelo en una superficie de 8 millones de ha en el Brasil, beneficiando a decenas de millares de familias campesinas. El objetivo inicial de lucha contra la erosión y utilización sostenible de la tierra se perfiló en el marco de un enfoque impulsado por la comunidad en microcuencas de captación para implantar un nuevo sistema de ordenación de los recursos naturales. Se perfeccionaron técnicas de laboreo reducido demostradas científicamente y atractivas desde el punto de vista económico a nivel comunitario, dando lugar a sistemas agrícolas de conservación, que comportaban la diversificación y rotación de cultivos y la dedicación de la tierra a otros usos, como bosques y pastos. Se estableció una colaboración estrecha entre los agricultores, el sector privado (proveedores y fabricantes de insumos) y las instituciones oficiales (FAO, EMBRAPA, etc.).
Se han conseguido beneficios concretos como el incremento a largo plazo de la disponibilidad de agua en cantidad y calidad (para usos agrícolas y no agrícolas), la mejora de la fertilidad del suelo y la reducción del riesgo en la producción gracias a la diversificación. Además, el proyecto ha permitido reducir el impacto ambiental de la actividad agrícola y ha fomentado la conciencia ambiental de los agricultores. Por otra parte, el aumento de la producción agrícola ha estimulado -y esto es importante- las actividades rurales no agrícolas.
Las dehesas españolas son sistemas muy integrados que potencian el capital natural y social. La dehesa es una combinación de pastos forestales y de praderas abiertas en las que predominan las encinas y alcornoques, con cultivos cerealeros y ganado -ovino, bovino, porcino y caprino- que se alimenta de hierba y bellotas. Se trata de sistemas muy integrados en los que los árboles proporcionan carbón vegetal, leña, sombra, bellotas y corcho; los cereales aportan grano y forraje; y los animales suministran productos como carne y leche. Normalmente, suele haber rotaciones de 4-20 años, de forma que el paisaje es un mosaico de hábitat mezclados.
Las dehesas tienen una gran riqueza de especies silvestres: hasta 60 especies vegetales por m2, mariposas, aves y animales, inclusive especies amenazadas como el águila imperial, el buitre egipcio, la cigüeña negra y el lince ibérico. Además, cuando se explotan adecuadamente, las dehesas son una importante fuente de empleo para la población local. Por ejemplo, una finca de 7 000 ha en Andalucía produce corcho, madera, leña, ganado (ovino y vacuno) y plantas silvestres (hierbas y setas). Los sistemas de cultivo y los pastizales necesitan pocos insumos y utilizan una gran cantidad de mano de obra, mayor que las fincas que no se explotan de manera integrada. Sin embargo, muchas de estas zonas están en declive, los árboles se han talado para practicar una agricultura más intensiva y en gran escala y la tierra se ha repoblado con pinos y eucaliptos.
Lo mismo puede decirse de los hábitat de biodiversidad de Escocia. La investigación que se ha llevado a cabo durante un largo período en la isla de Islay en las Hébridas Interiores ha revelado una vez más la importancia crucial de un paisaje complejo y diverso para la vida de las aves. En Islay existen 10 especies de aves importantes: ganso monjita, chova piquirroja, guión de las codornices, águila real, chorlito dorado común, aguilucho pálido, alcotán palomero, halcón real y ganso de patas blancas. Se agruparon en 8 categorías distintas los sistemas seminaturales y agrícolas de la isla y se clasificó toda su superficie (687 km2), lo que permitió averiguar que las diferentes especies utilizan diferentes tipos de tierra en momentos distintos del año. Lo fundamental era el mosaico: "Uno de los rasgos más importante [es]...que se utilizan todos los tipos de tierra en algún momento del año. Por consiguiente, llegamos a la conclusión de que es la diversidad de tipos de tierra lo que permite que exista tan gran número de especies de aves". No se trata, pues, simplemente de mantener uno o dos hábitat en una tierra dedicada a la agricultura intensiva. Es necesario proteger paisajes enteros adoptando prácticas agrícolas mixtas y sostenibles.
Se han citado solamente dos ejemplos, pero existen muchos otros en Europa: extensas zonas seminaturales como en Escocia y en muchas zonas de montaña, lugares importantes para la vida de las aves en toda la región y zonas con una gran riqueza natural.
Unas 45 000 familias campesinas de Honduras y Guatemala se han beneficiado de la introducción de la agricultura sostenible, que ha permitido incrementar el rendimiento de los cultivos de 400-600 kg/ha a 2 000-2 500 kg/ha. Los campesinos utilizan elementos tales como abono verde, cultivos de protección, fajas de herbáceas a lo largo de las curvas de nivel, labranza en hileras, diques de piedras y abono animal, adaptándolos a las condiciones locales mediante la experimentación. Estos programas han permitido regenerar las economías locales. Los precios de la tierra y el salario de la mano de obra son más elevados en las zonas del proyecto y las familias han comenzado a regresar desde las ciudades. Estas prácticas también han sido beneficiosas para los bosques, pues los agricultores afirman que ya no necesitan talarlos porque disponen de las tecnologías necesarias para cultivar permanentemente la misma parcela. Estas tierras así conservadas fueron las que menos sufrieron los efectos del huracán Mitch en noviembre de 1998, pues la lluvia torrencial fue absorbida por el suelo y no provocó desprendimientos.
En Etiopía, la mayor parte de las tierras montañosas, como la zona de Hararghe oriental, están afectadas por una intensa degradación. Los efectos de esta situación sobre el medio ambiente ponen en peligro los medios de subsistencia de la comunidad agrícola y de la población en su conjunto. El Gobierno y los organismos donantes han adoptado diversas medidas para frenar la degradación, aunque con escasos resultados. La experiencia anterior indica que es importante tener en cuenta la adaptación y mejora de las prácticas locales. Las prácticas de conservación del suelo y el agua mediante la plantación de setos T'chat (Catha edulis), basadas en los conocimientos locales, se adaptan perfectamente a la comunidad agrícola. Este método ha demostrado su eficacia, puesto que integra la conservación de la tierra, el aumento de los ingresos agrícolas y beneficios conexos como la generación de empleo para la comunidad de campesinos.
Los resultados demuestran que, dados los recursos y la tecnología con que cuentan los agricultores, las prácticas de conservación basadas en el seto T'chat constituyen una práctica rentable y bien adaptada para la conservación y utilización de tierras marginales en pendiente. La producción de forraje y leña y la generación de empleo mediante actividades no agrícolas como la comercialización de Catha edulis, particularmente por las mujeres, pone de manifiesto el carácter multifuncional de la iniciativa.
A comienzos del decenio de 1990, los productores de frutas, uva y vid de Western Cape tomaron conciencia de la necesidad de brindar protección al medio ambiente y a las personas. Se creó un comité para dirigir la lucha integrada contra las plagas y de él surgió un grupo ecologista denominado Ag Chem, integrado por todas las partes interesadas del sector, con inclusión de las universidades, exportadores, cooperativas, institutos de investigación, apicultores y la industria de productos químicos agrícolas. Se establecieron directrices para la producción de frutas de pepitas y de hueso, uva y vid y se estableció un sistema de evaluación de los programas de investigación que permitiera cuantificar la labor posterior de vigilancia. El grupo Ag Chem se reúne varias veces al año y examina las directrices y prácticas conexas con el fin de determinar por consenso nuevos agentes de protección de los cultivos. Durante el período de crecimiento, un grupo informal de lucha integrada contra las plagas, formado por representantes de todos los grupos participantes, se reúne cada dos semanas para analizar la situación, estudiar temas diversos y adoptar medidas en caso necesario. Se organizan cursillos sobre el control de las huertas para agricultores y se expiden certificados. Se capacita a los trabajadores para reconocer y registrar la incidencia de plagas y enfermedades y esa información se utiliza para mejorar las medidas de lucha contra las plagas con el fin de reducir al mínimo el impacto de la agricultura y, en particular, para mejorar la utilización de productos químicos aplicados para la lucha contra las plagas y conservar los mercados exteriores cumpliendo las normas establecidas en todo el mundo.
En seis zonas de Fiji se establecieron cultivos de protección a lo largo de las curvas de nivel, de ananás (en las zonas de pendiente media) y vetiver (en las zonas más bajas) en zonas en pendiente degradadas, explotadas por terratenientes tradicionales y arrendatarios. Se adoptaron sistemas participativos para determinar los lugares y establecer los setos y se facilitó el material de plantación necesario. Entre los sistemas agrícolas que se están estudiando figuran el formado por jenjibre-taro-yuca (en las zonas de precipitaciones intensas) y de hortalizas de fuera de temporada (en zonas sometidas a una sequía estacional). En un caso, los tomates de fuera de temporada reportaron a un solo agricultor un beneficio de 1 500 dólares EE.UU. Otros resultados positivos igualmente apreciados e inesperados han sido la mejora de la seguridad alimentaria, la posibilidad de desarrollar una acción familiar y comunitaria colectiva y el aumento de riqueza en las aldeas, con un mayor desarrollo económico y diversificación de la producción.
Las tecnologías de conservación mediante la plantación de setos en tierras marginales en pendiente se están utilizando cada vez más para la producción de alimentos. En esas zonas, la degradación del suelo había hecho disminuir la sostenibilidad de la producción. En el marco de esta iniciativa se controlan los efectos biofísicos, sociales y económicos de esta tecnología, principalmente mediante la observación directa y la realización de entrevistas, y se transfiere tecnología a los agricultores efectuando demostraciones prácticas y en la explotación. En Fiji y en otros países insulares del Pacífico son las ONG y organismos oficiales los que se encargan de la transferencia de la tecnología, y en otros lugares esta labor se lleva a cabo mediante el intercambio de información y de personal. Tanto los hombres como las mujeres han participado en el diseño y ejecución de las actividades, demostrando un alto grado de interés. Los gobiernos brindan apoyo externo para superar los obstáculos identificados por los agricultores (por ejemplo, facilitando material de plantación y pulverizadores de mochila); y, por último, se potencian al máximo los efectos positivos consiguiendo un equilibrio entre los beneficios económicos y de conservación.
Actualmente se están realizando actividades en seis zonas: Waibau, Namulomulo, Serua, Tilivalevu, Nadi/Lautoka y Labasa y se está haciendo un seguimiento de más de 125 parcelas de demostración en las explotaciones. El carácter multifuncional de la agricultura y la tierra se pone de manifiesto en esta iniciativa mediante: la introducción de setos de ananás y vetiver en tierras en pendiente que pueden dar un rendimiento efectivo a largo plazo y reducir las pérdidas de suelo y de nutrientes debidas a la erosión, y al mismo tiempo potenciar al máximo la utilización del agua y los nutrientes existentes en el suelo; el aumento del flujo de efectivo en las aldeas y familias mediante la diversificación de la producción, con inclusión de hortalizas de fuera de temporada; la participación de un gran número de familias (agricultores de sexo masculino y femenino) en las actividades de planificación y evaluación; el hecho de que los investigadores y agentes de extensión faciliten -pero no controlen- las actividades en las fincas; y el interés creciente que suscita este enfoque y que se demuestra en la expansión de la superficie de plantación de setos, tanto en las zonas iniciales como en las de experimentación y en las comunidades vecinas.
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Existe un número cada vez mayor de tecnologías experimentadas y prometedoras de conservación de los recursos que pueden aplicarse en materia de plagas, nutrientes y gestión de los suelos, aguas y energía. Esas tecnologías proceden de fuentes muy diversas, desde los sistemas agrícolas tradicionales y la experimentación con nuevas técnicas y tecnologías hasta la agricultura orgánica, y tanto de países en desarrollo como desarrollados. Muchas de ellas han aparecido cuando ya se han adoptado medidas para reducir los costos y los efectos ambientales negativos. Estas tecnologías persiguen la conservación de los recursos agrícolas y de tierra existentes, especialmente los nutrientes, el agua, la biodiversidad y los suelos. Muchas de ellas son multifuncionales, lo que supone que su introducción comportará simultáneamente efectos favorables en distintos aspectos de los sistemas agrícolas y agroecológicos. Tal es el caso, por ejemplo, de las técnicas de captación de agua, el cultivo a lo largo de las curvas de nivel, las terrazas, el laboreo reducido, el ahorro de agua mediante la gestión del riego, el pastoreo rotativo, y las técnicas mecanizadas y manuales de recuperación del suelo.
Es posible utilizar mejor los insumos no renovables y las tecnologías, inclusive los plaguicidas y fertilizantes, si se emplean técnicas agrícolas y de ejecución muy precisas, se aplican dosis muy ajustadas y se utilizan variedades y razas resistentes y maquinaria adecuada de bajo consumo de energía. El carácter multifuncional comporta efectos sobre la agroecología local, la sostenibilidad de los ingresos y la productividad y una mejor accesibilidad a los productos.
Los casos que se acaban de exponer ilustran algunos puntos importantes:
Una de las funciones importantes de la agricultura y la tierra es su contribución al desarrollo económico que comprende la acumulación de capital financiero mediante los beneficios de las ventas de productos y servicios y la consecución de nuevas fuentes de dinero (como los créditos y subvenciones) y un incremento de la actividad económica alcanzado a través de una amplia gama de efectos multiplicadores para la región en su conjunto.
Haifer Project International (HPI) (Proyecto internacional de cría de novillas) introdujo en Uganda la producción lechera mediante la alimentación del ganado en estabulación. El sistema supone la estabulación de vacas lecheras de buena calidad y la corta y transporta de pienso y comporta la producción de forraje, herbáceas y árboles leguminosos. Estos cultivos se intercalan con otros cultivos alimentarios o comerciales para conservar el suelo y la humedad. El sistema permite mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición familiar. Los animales son una fuente excelente de ingresos y alimentos durante la estación seca y los rumiantes consumen una gran parte de los cultivos y de los subproductos derivados de la elaboración de los alimentos. El abono y el compost procedente de la cría de los animales se utilizan como fertilizante orgánico y permiten el rápido reciclaje de los reducidos nutrientes existentes en el suelo. Otro componente importante es el fortalecimiento de los grupos comunitarios que facilitan apoyo mutuo y capacitación.
Las novillas lecheras se entregan como préstamo en especie y los agricultores reembolsan el préstamo criando hembras que se entregan a otras familias de la comunidad. De esta forma, el grupo dispone de un recurso esencial que permite extender los beneficios del programa. Este sistema, que fue introducido en Uganda por HPI en 1983, ha sobrevivido a pesar de los problemas políticos y económicos y desde entonces ha sido adoptado por numerosos organismos, como el Ministerio de Agricultura y ONG internacionales.
Más de 5 000 familias se han beneficiado directamente de un aumento significativo de los ingresos y una importante mejora de la nutrición, que ha propiciado mejoras importantes en materia de vivienda y asistencia escolar. El desarrollo de un sistema sostenible de producción lechera en pequeña escala ha supuesto la mejora o estabilización de alrededor de 10 000 hectáreas de tierra. Más de 50 grupos comunitarios han visto mejorar sus condiciones y han comenzado a impulsar el desarrollo rural. También ha mejorado la situación de la mujer, dado que más de la mitad de los propietarios de ganado son mujeres, muchas de ellas viudas con familias numerosas.
El olivo se viene cultivando en la costa del Mediterráneo desde hace al menos dos milenios y ha supuesto siempre un medio de subsistencia a nivel local y un hábitat rico y variado para la fauna silvestre. Sin embargo, durante los últimos decenios la localidad de Cilento está sufriendo una emigración masiva porque los jóvenes se resisten a seguir cultivando el olivo. Todo ello, unido a la competencia de Túnez, donde los costos de producción son más reducidos, configura una situación cada vez más preocupante.
El proyecto CADISPA, coordinado por la Universidad de Strathclyde, mantiene una estrecha colaboración con grupos locales de distintos países en apoyo de la regeneración local. En Cilento, CADISPA-Italia comenzó su labor cooperando con una cooperativa aceitera local, Nuovo Cilento, para introducir la agricultura orgánica y nuevos métodos de comercialización. En la actualidad, 130 agricultores del parque nacional de Cilento practican una agricultura totalmente orgánica utilizando una gran variedad de técnicas de conservación de los recursos para reducir al mínimo el uso de los insumos y reciclar productos valiosos, como la utilización de cáscaras de oliva como fertilizante. Así, han comenzado a producir Cilento Verde, un aceite orgánico extravirgen de gran valor. Con el éxito de la recuperación olivarera, han comenzado a establecerse también cooperativas de producción de harina de castaño silvestre y ha comenzado a florecer el turismo ecológico. La mayor parte de estas nuevas iniciativas están en manos de jóvenes que cada vez en mayor número se deciden a permanecer en Cilento y poner a contribución su capacidad y su preparación para promover la consecución de bienes y servicios locales de gran calidad.
En las zonas remotas del norte de Pakistán, el programa de apoyo rural Aga Khan ha contribuido a establecer más de 2 600 organizaciones rurales o grupos de mujeres, que abarcan a unos 53 000 hogares. Los grupos rurales, organizados inicialmente para ayudar a construir un canal de riego, una carretera o un puente, luego ayudaban a sus miembros a ahorrar pequeñas cantidades de dinero, creando así garantías para el suministro de créditos. Con el paso del tiempo, y con el control y responsabilidad locales, los grupos han conseguido ahorrar sumas sustanciales.
Otras experiencias muy satisfactorias se han registrado en el sur de la India, donde ONG como Myrada, SPEECH y Pradan han demostrado una vez más la importancia de los pequeños grupos. Durante años, la dependencia de los bancos y de sus sociedades cooperativas locales para el suministro de crédito ha sido de poca ayuda para los pobres. Pero cuando los bancos comenzaron a cooperar con pequeños grupos independientes cuyos miembros estaban animados de una confianza mutua, advirtieron que no sólo se administraba mejor el dinero, sino que además los grupos demostraban una responsabilidad mucho mayor en el reembolso de los préstamos, algo que antes no les había importado cuando formaban parte de la cooperativa. Lo que tiene una enorme importancia para el programa es que del 95 al 98 por ciento de los préstamos se reembolsan en su totalidad, frente a sólo el 20-25 por ciento cuando los bancos conceden préstamos en el marco de programas de desarrollo rural integrado.
El parque nacional de Prespa está situado en las proximidades de la frontera de Albania y Macedonia. Comprende un valle montañoso con dos lagos y la llanura aluvial circundante. Este lugar alberga la colonia de anidamiento de pelícanos dálmatas (Pelecanus crispus) más importante del mundo. Se trata de una zona remota cuya principal actividad económica es el cultivo de frijoles. Se desarrolla también una actividad ganadera y pesquera de escasa entidad que sirve para complementar los ingresos. El sistema tradicional de explotación de la tierra ha favorecido el medio natural, ya que el ganado pasta en las praderas húmedas e impide la proliferación de cañas y permite la existencia de hábitat valiosos para aves y peces. Pero la introducción de métodos de cultivo intensivo de los frijoles ha supuesto la transformación de algunas de esas praderas en tierra cultivable y un gran incremento de la utilización de fertilizantes y plaguicidas, que han tenido un impacto significativo en los recursos acuáticos, con la desaparición de especies de aves como la espátula blanca y el morito. En 1993, varias organizaciones comenzaron a fomentar el cultivo orgánico de los frijoles, la diversificación de la agricultura y las posibilidades del parque para el turismo ecológico.
Actualmente, los agricultores obtienen un mayor rendimiento de frijoles y precios más elevados y ello constituye un acicate para adoptar prácticas sostenibles. Con el desarrollo del turismo ecológico, el número anual de visitantes del parque ha pasado de 5 300 a 13 000 y las visitas se distribuyen mejor a lo largo del año. Se ha impartido a los jóvenes de las comunidades formación sobre gestión ambiental y se han inaugurado dos centros turísticos, que han contribuido a modificar la actitud de la población local y de los visitantes frente a la conservación. El crecimiento del turismo ha comportado el establecimiento de dos albergues dirigidos por mujeres locales, y varios restaurantes y tabernas que se mantienen gracias a los mayores gastos de los visitantes. El sector del turismo ecológico emplea en estos momentos de 50 a 60 personas. También el Gobierno ha hecho su aportación, invirtiendo en infraestructura para el turismo ecológico y las múltiples funciones de la agricultura.
La rápida difusión de la soja en los sistemas agrícolas de la India ilustra los beneficios que pueden derivarse de la introducción de un único componente regenerativo en los sistemas agrícolas. La extensión cultivada ha pasado de 0,04 millones de ha a mediados de 1960 a 0,5 millones de ha en los años ochenta (con un rendimiento medio de 0,57 t/ha) y 5,6 millones de ha en la actualidad (con un rendimiento de 0,56 t/ha en promedio). Cada año se ponen en cultivo 0,5 millones de ha adicionales y se espera que la superficie total cultivada alcanzará los 8 millones de ha en el año 2000. Las exportaciones de soja reportaron a la India 518 millones de dólares EE.UU. (20 000 millones de rupias) en 1997.
El carácter multifuncional del cultivo de la soja en la India comprende los siguientes elementos:
Este caso ilustra una iniciativa que comenzó a nivel local y ha adquirido reconocimiento nacional. Indígenas de la Sierra Madre de Motozintia (ISMAM) es un grupo de indios mayas de Chiapas que se dedican al cultivo orgánico de café. ISMAM fue creado por un núcleo de pequeños cultivadores de café para abordar los problemas de la baja productividad, las condiciones deficientes de comercialización y la extrema pobreza de las familias rurales. La introducción de técnicas orgánicas y la mejora de la calidad permitió al grupo frenar la degradación del suelo y conseguir mayores rendimientos para introducirse en un mercado privilegiado de productos especializados que recompensa sus esfuerzos dirigidos a la producción ecológicamente sostenible. Gracias a un trabajo intenso y a una gestión participativa, ISMAM consiguió capitalizar su empresa, superar el desinterés y la represión iniciales del Gobierno y llegar a convertirse en una agroindustria importante con sus propias instalaciones de elaboración y mercados directos de exportación en los Estados Unidos, Europa y el Japón.
El siguiente paso consistió en producir mezclas y café soluble para el mercado nacional y en diversificar la producción agrícola para conseguir una mayor seguridad alimentaria. Además de ampliar la empresa, una parte de los beneficios se destinan a comités regionales que los invierten en obras sociales. En 1995, ISMAM recibió el premio nacional de exportación agrícola de manos del Presidente de México. El grupo ha alcanzado una posición privilegiada en lo que respecta al crédito y el apoyo oficial y ha diversificado sus actividades adoptando nuevas iniciativas, como el turismo ecológico.
En los últimos años, el dilema entre la protección del empleo local y el medio ambiente ha sido origen de graves conflictos en la zona noroccidental del Pacífico. Se han registrado duros enfrentamientos a propósito de la lechuza moteada. Desde que fuera declarada especie en peligro en 1990, el volumen de madera extraída en Oregón y Washington disminuyó un 50 por ciento. Pero ahora se ha iniciado una nueva colaboración entre grupos antes enfrentados, demostrando hasta qué punto la gestión sostenible de los recursos naturales y la agricultura puede contribuir al crecimiento económico local.
La cuenca hidrográfica de Willapa comprende 275 000 hectáreas de la costa del estado de Washington. Tiene una gran riqueza de recursos naturales como ostras, almejas, cangrejos, esturiones, salmones y bosques densos. Sin embargo, los cuatro condados que la componen son extremadamente pobres y han sido calificados por el Estado como "económicamente desfavorecidos". Además, han disminuido los recursos naturales. Se han reducido las migraciones de salmones, los esturiones han desaparecido casi por completo, ha disminuido el tamaño de las ostras y los bosques maduros han sido sustituidos por plantaciones de abetos. Existe una estrecha relación entre la situación de los recursos y la pobreza local, pues se extrajeron y agotaron los recursos sin que ese proceso supusiera una creación importante de empleo e ingresos.
El reto que debían afrontar era el de crear empresas y productos que utilizaran los recursos naturales de forma sostenible y les aportaran valor añadido. Ecotrust, un grupo ecologista de Portland, contribuyó a crear una nueva asociación de agricultores, cultivadores de ostras, pescadores, pequeños empresarios, grupos de indígenas americanos y otros. Esta "alianza de Willapa" encargó diversos estudios sobre la utilización de los recursos y sobre los activos existentes y elaboró un plan conjunto de ordenación. Sin duda, existían muchas ideas para llevar a cabo actividades empresariales, pero escaseaban las aptitudes y el acceso a los mercados y el crédito. Ecotrust entró en contacto con un banco comunitario de Chicago con una sólida implantación, el Banco South Shore, que desde los años setenta había invertido 345 millones de dólares en zonas de bajos ingresos para la regeneración comunitaria. Con el apoyo de la Fundación Ford y del Banco South Shore, la alianza de Willapa se puso en contacto con distintos bancos para el desarrollo para conseguir créditos para la zona. Se ha conseguido ayuda para una serie de empresas locales que aportan valor añadido a una variedad de recursos naturales:
Gran parte de estos productos han permitido obtener un nuevo medio de vida a la población local, entre la que figura la tribu de Shoalwater Bay, que ha constituido una empresa de producción de ostras que explota una superficie de 300 hectáreas de fondos costeros. Tras varios años de éxitos crecientes, se ha formado una nueva plataforma, el Grupo de Acción para el Desarrollo Económico de Willapa, que ya ha elaborado un ambicioso plan de desarrollo regional basado en el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.
En los últimos años, se ha registrado un aumento muy significativo de la productividad de los sistemas agrícolas basados en el arroz en Camboya, gracias a las actividades del Proyecto Camboya-IRRI-Australia. La difusión de tecnología en el marco del proyecto ha permitido conseguir un aumento sostenible de la producción de arroz valorada en unos 130 millones de dólares EE.UU. por año. Los rendimientos han pasado de 2,5 a 3,1 t/ha en la estación seca y de 1,3 a 1,6 t/ha en la estación húmeda. Se distribuyen variedades de arroz más eficientes para los diferentes ecosistemas, se han diversificado los sistemas de cultivo, se aprovechan al máximo los recursos hídricos y los campesinos han introducido prácticas de lucha integrada contra las plagas (LIP). La conservación de germoplasma es una actividad muy importante y se han vuelto a entregar a los agricultores variedades de arroz perdidas en los tiempos de Pol Pot pero que estaban almacenadas en un centro de germoplasma de Filipinas. Entre las innovaciones introducidas cabe señalar un nuevo sistema de identificación de los suelos de Camboya, la intensificación de los experimentos en las explotaciones, el fomento de la capacidad institucional, la participación de numerosas ONG y el desarrollo de un sistema nacional de investigación. Todas estas mejoras han propiciado la obtención de alimentos de mayor calidad para los agricultores pobres, sin afectar negativamente a las mujeres campesinas y al medio ambiente.
Gracias a esta iniciativa ha aumentado la población íctica en los arrozales, ha aumentado el número de animales de gran tamaño, para los que existe una mayor cantidad de pienso, se han diversificado los cultivos y ha mejorado la dieta de los agricultores. Los resultados concretos conseguidos fueron los siguientes: desarrollo de variedades más eficientes; establecimiento de sistemas de identificación del suelo con el fin de formular recomendaciones sobre la gestión integrada de los nutrientes; diversificación de los sistemas agrícolas; introducción de peces en los ecosistemas arroceros para reducir el uso de plaguicidas; y mejora de los sistemas de preparación de la tierra.
También se han extraído diversas enseñanzas: es posible difundir la tecnología aun en las condiciones de mayor pobreza; es necesario poder disponer de insumos de gran calidad; la variedad y adaptabilidad en la producción de semillas reviste una gran importancia; la participación de las ONG y de otras organizaciones es esencial para conseguir resultados satisfactorios.
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De los casos a los que se acaba de hacer referencia se pueden extraer una serie de conclusiones:
Los 10 casos que se exponen a continuación ilustran distintas formas de reforzar la función social de la agricultura mediante la adopción de procesos participativos, tanto a nivel individual como al nivel en que coinciden las diferentes categorías de interesados. La dimensión individual se refiere al capital humano, que representa las aptitudes, conocimientos y buena salud de la población. La dimensión social hace referencia al desarrollo de instituciones (capital social) y comporta una acción colectiva organizada para utilizar más adecuadamente los recursos existentes. El capital social es una función no alimentaria importante de los sistemas agrícolas. La población es consciente de los problemas sociales que existen en sus comunidades (tanto en las comunidades locales como en la comunidad mundial). Los problemas abarcan distintas cuestiones, desde la pobreza hasta la desigualdad entre los sexos y se pueden solucionar adoptando procesos participativos que permitan una acción colectiva organizada para hacer mejor uso de los recursos y para desarrollar nuevas aptitudes. En esa acción colectiva se incluyen grupos de agricultores para la investigación y la experimentación; grupos de gestión de los recursos y de usuarios (por ejemplo, en materia de protección de los bosques, pesca, riego y cuencas hidrográficas); grupos de crédito, y asociaciones horizontales entre organismos sectoriales externos (p. ej., Gobierno y ONG, sector privado y público).
La "Fedération des Organisations Non Gouvernementales du Senegal (FONGS)" fue creada en 1978 por asociaciones rurales autónomas que trataban de buscar soluciones a los problemas que aquejaban a los pequeños productores. En los primeros años del decenio 1990, la FONGS había crecido y estaba formada por 24 asociaciones regionales integradas por 2 000 grupos rurales con un total de 400 000 miembros. Alrededor de 1,5 millones de personas (el 20 por ciento de la población nacional) se benefician de las actividades comunitarias de la federación en esferas tales como la compra de insumos y la producción, elaboración y comercialización colectiva de los alimentos.
En los años noventa, comenzó a dejarse oír cada vez con mayor fuerza la preocupación de los agricultores respecto de un modelo agrícola que producía una sobreexplotación de los recursos naturales y tenía una dependencia creciente de unos insumos no renovables cada vez más costosos, para aumentar la productividad. Al mismo tiempo, se incrementaron los experimentos de alternativas orientadas a la agricultura sostenible. La FONGS organizó en 1993 un foro nacional que desembocó en la creación de una nueva plataforma que agrupaba a todas las asociaciones rurales: el Consejo Nacional para el Diálogo y la Cooperación Rurales (CNCR). El Consejo está integrado por 3 millones de personas. Durante los últimos cinco años, ha sido reconocido por el Gobierno y por los principales donantes como el portavoz de los intereses de la población rural en las negociaciones de políticas y programas. Junto con otras iniciativas, el CNCR participa en un programa conjunto de investigación con el Instituto Senegalés de Investigación Agrícola y un mecanismo controlado por los agricultores para canalizar fondos públicos hacia proyectos de producción agrícola en pequeña escala.
En julio de 1995, el gobierno de Gujarat adoptó una resolución que anunciaba la puesta en marcha del programa de gestión participativa del riego (GPR), que prevé que el funcionamiento y mantenimiento de los canales de riego esté totalmente en manos de las AR. Los canales seguirán siendo propiedad del Estado y las reparaciones importantes seguirán siendo responsabilidad del Departamento de Riego, pero la responsabilidad del funcionamiento cotidiano del sistema corresponderá a las AR, que se encargarán también de planificar los cultivos, asignar el agua disponible para el riego, fijar las tasas de utilización de agua, recoger los formularios de petición de agua y cobrar los derechos del agua, así como de castigar a los infractores. Una vez se hayan realizado las reparaciones y las obras de rehabilitación en la red de canales, la gestión se entregará a las AR.
En la fase piloto del programa GPR se seleccionaron trece proyectos para experimentar el nuevo sistema y extraer las conclusiones oportunas. Este programa se centró en la formación de cooperativas de usuarios y el establecimiento de vínculos entre diferentes elementos (agricultores participantes, ONG y el Gobierno). Las ONG movilizan y organizan a los agricultores para establecer AR y ofrecen orientación durante la fase de formación y en las etapas subsiguientes. Sin embargo, la ayuda técnica, cooperación y orientación del Departamento siguen siendo importantes. Los agricultores participantes constituyen y gestionan la asociación y aportan una contribución fija para cubrir los gastos iniciales de reparación y rehabilitación del sistema. Se admite y se reconoce que las ONG han contribuido en gran medida a desarrollar un espíritu de cooperación entre los participantes.
Entre los resultados más significativos que se han obtenido hay que mencionar los siguientes:
La constitución de cooperativas alimentarias es un procedimiento muy adecuado para hacer llegar alimentos de buena calidad a grupos urbanos que no tienen acceso directo a las explotaciones agrícolas. El establecimiento de vínculos directos entre los agricultores y consumidores ha conocido un éxito espectacular en el Japón, con el rápido crecimiento de cooperativas de consumidores, grupos sanchoku (directo desde el lugar de producción) y sistemas teikei (compromiso mutuo entre consumidores y productores). Han sido los consumidores, más que los agricultores, y principalmente las mujeres, quienes han impulsado este excepcional movimiento. Actualmente existen de 800 a 1 000 grupos en el Japón, integrados por 11 millones de personas. Estos grupos de consumidores-productores se basan en la confianza mutua y dan gran importancia al contacto personal. Algunos de ellos han ejercido una influencia notable en la agricultura, así como en otras cuestiones ambientales.
El grupo más amplio y mejor conocido de consumidores es el Club Seikatsu, una cooperativa de consumidores integrada por más de 210 000 familias organizadas en 26 000 hans o grupos locales, por todo el Japón. Fue creado en 1965 por amas de casa de Tokyo que buscaban una fórmula para no pagar un precio tan elevado por la leche. La idea era agruparse y comprar directamente la leche a los agricultores. En los años siguientes comenzaron también a comprar ropa, productos cosméticos y alimentos libres de plaguicidas. A continuación, los miembros del club empezaron a ocuparse personalmente de la distribución. A finales del decenio de 1970 se inauguró una nueva sede en Setagaya y al año siguiente un ama de casa del Club Seikatsu fue elegida para integrarse en la administración local. Aunque en este momento son ya 37 los miembros del club que intervienen en la política local, el club aspira a profundizar el cambio, tratando de que todos los miembros tengan voz y desempeñen una función en la política participativa. Este movimiento ha supuesto dar una nueva oportunidad a las mujeres, que tradicionalmente han permanecido aisladas en el hogar. La cifra de negocios del Club Seikatsu alcanza actualmente los 40 000 millones de yenes (320-350 millones de dólares) y emplea a 905 personas a tiempo completo.
Los agricultores de Bangladesh están acometiendo extraordinarias transformaciones de sus sistemas arroceros. El nuevo sistema de lucha integrada contra las plagas, que cuenta con el apoyo del Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido y de la Comisión de la Unión Europea, a través de donaciones para proyectos que ejecuta CARE International, una ONG internacional que coopera con ONG locales, organizaciones de agricultores y el personal local del Ministerio de Agricultura de Bangladesh en determinados distritos. Durante el último año y medio se han presentado en la sede de la FAO dos seminarios organizados por miembros del personal de campo de CARE, que han contado con una nutrida asistencia. Los seminarios se referían a las escuelas de campo (escuelas sin muros) a las que asisten agricultores durante toda una campaña arrocera. Se reúnen todas las semanas para aprender un conjunto de principios, conceptos y términos relacionados con el arroz y la lucha contra las plagas y los depredadores. Se trata de un plan de educación de adultos para incrementar la producción de alimentos. Los beneficios que han obtenido los agricultores han sido de índole diversa: la mayor parte de ellos han reducido el uso de plaguicidas o han dejado de utilizarlos sin que disminuyan los rendimientos, lo que ha reducido los costos de producción; cultivan peces en los arrozales, lo que supone una nueva fuente de proteínas e ingresos; y cultivan hortalizas en los diques de los campos de arroz. De esta forma, las 150 000 familias participantes han alcanzado la seguridad alimentaria durante todo el año.
La Asociación para una mejor explotación de la tierra promueve sistemas de agricultura de conservación de bajo costo para reducir la pobreza y mejorar la economía rural y los medios de subsistencia de la población que depende de ella. El sistema recibe el nombre de "inversión casi nula". El principio básico en que se asienta es que las familias rurales pobres carecen de recursos financieros para invertir en la mejora de la agricultura. Lo que necesitan son formas de incrementar la productividad y los ingresos aprovechando al máximo los recursos humanos y naturales disponibles. El doble laboreo, combinado con la utilización de compost y abono verde y animal, mejora el suelo. Al mismo tiempo, una buena capacidad de retención de agua y un mayor contenido de materia orgánica hace que esos terrenos sean más productivos, más diversos y con mayor capacidad para sostener cultivos de hortalizas durante la estación seca. Una vez se ha llevado a cabo esa inversión, poco más es lo que hay que hacer durante los dos o tres años siguientes. Se cultiva un gran número de hortalizas y frutas, como berzas, cebollas, tomates, coles, granadillas, guandú, espinacas, pimientos, judías verdes y soja.
Los grupos de autoayuda han visto mejorar sustancialmente la seguridad alimentaria familiar desde la adopción de los cultivos de conservación. Anteriormente, cuando escaseaban los alimentos durante la estación seca se veían obligados a comprar maíz y hortalizas y tenían que contratarse en otras partes, depender de las remesas de familiares que trabajaran en otras zonas del país, o vender cultivos comerciales. Se veían obligados a hacerlo en un momento en que los precios de los alimentos eran elevados y los salarios y los precios de los cultivos comerciales bajos. Muchos agricultores se veían obligados también a recolectar productos silvestres en los bosques. Ahora, las familias han descubierto que si trabajan más intensamente sus fincas obtienen mayores ingresos que trabajando para otros. Han comprendido que invertir en el capital natural de sus explotaciones permite aumentar la producción de alimentos. De esa manera, los miembros de esos grupos han dejado casi totalmente de emplearse como trabajadores contratados. Los niños son los principales beneficiarios, porque el mayor consumo de hortalizas y la posibilidad de disponer de alimentos suficientes durante períodos más largos ha influido positivamente en su salud. Según la evaluación realizada en 26 comunidades de 8 distritos, el 75 por ciento de las familias ya no padece hambre en ninguna de las estaciones del año y el porcentaje de familias que necesita comprar hortalizas ha disminuido del 85 al 11 por ciento.
Las Islas Salomón son un archipiélago formado por unas 900 islas, muchas de las cuales tienen dificultades de acceso y unos servicios y recursos limitados. Tradicionalmente, el modo de vida de las comunidades rurales se ha basado en la agricultura de subsistencia, la pesca artesanal, la explotación forestal y el comercio intercomunitario. La expansión de la economía monetaria y la intensificación de la explotación de los recursos naturales (cultivos comerciales, madera y atún) por empresarios procedentes de otros lugares ha impulsado el éxodo hacia los núcleos "urbanos" y ha provocado problemas de desarrollo en la población local y conflictos sociales. La falta de crédito, equipo, material y capacidad técnica ha supuesto un obstáculo para el desarrollo de actividades y empresas rurales en pequeña escala. En los primero años del decenio de 1990 se crearon espontáneamente, sobre la base de vínculos comunitarios, culturales y/o religiosos, una treintena de asociaciones rurales denominadas centros de capacitación rural (CCR), cuyas funciones principales eran prestar asesoramiento, asistencia técnica y formación profesional y facilitar el acceso al crédito.
Los 30 CCR (su número aumentó durante la ejecución del proyecto) promovieron de 10 a 30 iniciativas en su esfera de competencia. Algunas de las personas que recibían capacitación se convirtieron a su vez en instructores y se emplearon a tiempo parcial en los CCR. Se establecieron nuevas instalaciones de comercialización y nuevas rutas comerciales, creando nuevas oportunidades de empleo y en las provincias más dinámicas se han abierto nuevas sucursales del Banco de Desarrollo. Los principales resultados conseguidos son los siguientes:
La piscicultura en los arrozales rinde numerosos beneficios a las familias, a la economía y al medio ambiente del mundo rural. En la actualidad, sólo se practica la acuicultura en 136 000 ha de los 21 millones de ha de arrozales de regadío del Asia sudoriental. En la provincia de Jiangsu, en China, los campos de arroz ocupan más de 30 millones de mu (2 m de ha), de los que un tercio son adecuados para la piscicultura. El "Proyecto de extensión de técnicas de alto rendimiento, gran eficacia y en gran escala, de acuicultura en los arrozales de la provincia de Jiangsu" fue elaborado por el gobierno provincial a mediados de los años noventa, con objetivos multifuncionales: el fomento de la acuicultura en los arrozales, combinado con el mejoramiento y reforma del cultivo de arroz de bajo rendimiento, con la finalidad de aumentar la producción de alimentos y los ingresos, promover la economía rural y dotar de mayor riqueza a los agricultores.
De esta forma, la extensión de la acuicultura en los arrozales de la provincia de Jiangsu pasó de 5 000 ha en 1994 a 68 973 ha en 1997. Además, se amplió la superficie dedicada al cultivo de cangrejos en arrozales a 36 113 ha, y la del cultivo de camarones a 13 867 ha. Esta actividad piscícola rinde importantes beneficios económicos. En 1997, la rentabilidad unitaria de los campos dedicados al cultivo del arroz y a la acuicultura fue 2,86 veces la de los arrozales dedicados al monocultivo del arroz. Los sistemas de arroz/acuicultura son de bajo costo y permiten obtener beneficios rápidamente. Constituyen una fuente adicional de alimentos e ingresos en las zonas rurales, con una producción de 50 kilos de pescado por mu.
Además, los sistemas de piscicultura en los arrozales mantienen el equilibrio ecológico en los ecosistemas del arroz. El medio ambiente rural se puede mejorar utilizando sistemas de cultivo no contaminantes, ya que se reduce en gran medida la aplicación de productos agroquímicos. Por otra parte, el cultivo de arroz/acuicultura ayuda también a eliminar las larvas de mosquito perjudiciales para la salud humana. La encefalitis japonesa y la malaria son enfermedades transmitidas por mosquitos que aparecen en una gran extensión de Asia y la prevención de esas enfermedades depende de una gestión ambiental adecuada para eliminar la reproducción de los mosquitos en los arrozales. Los sistemas mixtos de cultivo de arroz/acuicultura permiten luchar adecuadamente contra los mosquitos. En el distrito de Quanzhou, la incidencia de la malaria descendió de 11,6/100 000 a 0,1/100 000, lo que puede deberse en parte a un incremento de la superficie dedicada al cultivo del arroz en combinación con la piscicultura de, 0 al 43 por ciento en un período de 10 años.
Este caso, al tiempo que se basa en un enfoque comunitario, ilustra aspectos muy diversos de las múltiples funciones de la agricultura. La Fundación Lightstone se creó en 1986 como organización educativa sin ánimo de lucro, con vocación de centro regional de enseñanza y demostración para la práctica y el apoyo de la agricultura familiar sostenible, la ordenación de los recursos naturales y el desarrollo rural comunitario. Sus actividades se agrupan en cuatro programas, a saber, el Programa de futuros administradores, el Centro agrícola, el Programa de sistemas alimentarios comunitarios y el Programa de desarrollo económico comunitario. La fundación persigue los objetivos trazados en cooperación con muchas otras organizaciones de ámbito local, estatal y nacional.
El Programa de administradores para el futuro es un programa experimental de formación, aprendizaje y enseñanza de administradores comunitarios dirigido a estudiantes de enseñanza media y universitarios en la administración de los recursos naturales y humanos. Sus tres componentes principales son la capacitación (talleres intensivos de formación práctica de 4 a10 días de duración en la Fundación Lightstone sobre agricultura sostenible, reciclado, ordenación de los recursos naturales y técnicas de dirección y comunicaciones); aprendizaje pagado en explotaciones, pequeñas empresas y organismos de servicios en las comunidades que se están ocupando de la administración de recursos materiales y humanos; proyectos de gestión comunitaria (los estudiantes continúan el aprendizaje organizando y dirigiendo proyectos comunitarios de servicios durante el año escolar).
El Centro Agrícola consiste en una explotación orgánica certificada de 562 acres en el curso alto del río Potomac, en el condado de Pendlton, Virginia occidental, en el que tienen lugar actividades de demostración de prácticas agrícolas sostenibles, restauración de humedales, ecosilvicultura y agrosilvicultura y agricultura comunitaria. En el Centro Agrícola de Lightstone se demuestran los principios de la diversidad de cultivos, pastizales, ganadería, humedales y silvicultura; equilibrio del ecosistema natural y la vida silvestre, la cría de ganado y las necesidades humanas; sucesión de especies autóctonas en humedales, cultivos en zonas cultivadas y ganado en ciclos secuenciales; interdependencia de la explotación y de la comunidad en su conjunto; plantas y animales silvestres y domésticos; regeneración de humedales; praderas y bosques de montaña; y sostenibilidad, a través de actividades respetuosas con el medio ambiente, socialmente aceptables y económicamente viables. Uno de los principales objetivos del Centro Agrícola de Lightstone es impartir enseñanza práctica a jóvenes y adultos en los ámbitos de la preservación y regeneración de cuencas hidrográficas, sistemas agrícolas globales, elaboración y comercialización de alimentos con valor añadido, ecosilvicultura y actividades agrícolas forestales.
El Programa de sistemas alimentarios comunitarios brinda apoyo técnico y financiero a una red cooperativa de comercialización de explotaciones diversificadas, creando mercados para alimentos cultivados localmente y facilitando el acceso a alimentos saludables. A través de sus recursos en materia de información, de la investigación sobre el desarrollo del mercado y las demostraciones en la explotación, la Fundación Lightstone identifica posibles mercados y pone de manifiesto la viabilidad de diferentes modelos de producción para varios cultivos especializados.
Por último, en 1994 se creó la Sociedad de Desarrollo Comunitario de Lightstone para crear y mantener puestos de trabajo en las tierras altas del Potomac, ofreciendo asistencia técnica y financiera a las comunidades rurales en las que una gran parte de la población vive con ingresos muy bajos. Entre otras actividades, concede pequeños préstamos para la creación de empresas sostenibles, apoya el establecimiento de mercados locales de agricultores y fomenta las iniciativas locales en materia de reciclado.
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El examen de la función social de la agricultura y la tierra abarca múltiples aspectos, como la organización humana, los mecanismos de acción colectiva, el desarrollo del capital humano, la difusión de la tecnología y los conocimientos locales apropiados y la gestión colectiva. Los casos que se han descrito más arriba ilustran estos puntos:
Una vez se han concluido los proyectos, existen más probabilidades de que prosigan las actividades si la población ya está bien organizada o si se le exhorta a constituir grupos, y si durante la fase de planificación y ejecución se recaban e incorporan sus conocimientos.
Un aspecto importante de las instituciones de acción colectiva, al que con frecuencia no se le presta la debida atención, es el desarrollo de prácticas y tecnologías adaptadas a las condiciones locales. Existen modelos muy diversos en lo que respecta a los recursos naturales y las vinculaciones entre grupos sociales diferentes son muy complejas. Cuando las personas invierten su tiempo y deliberan en su propio contexto, es más posible que aporten soluciones convenientes para sus condiciones específicas que cuando aquellas son impuestas. Por ello, el aprendizaje participativo es un elemento central para que haya innovación, y la innovación es vital para encontrar nuevas soluciones que permitan superar las incertidumbres del futuro.
El capital humano tiene una importancia crucial para la agricultura sostenible. La fomenta a través de una variedad de procesos que impulsan la capacidad de las personas para conocer el medio en el que viven y actuar sobre él. Puede tratarse tanto de actividades educativas informales (por ejemplo, en escuelas de agricultores sobre el terreno) como de programas de capacitación oficiales. El sector privado puede desempeñar una función de gran utilidad en este proceso, fomentando una utilización más eficiente y segura de los productos químicos destinados a proteger los cultivos. Pero el aumento de la producción de alimentos (que contribuye a la salud nutricional) y la gestión del medio ambiente para luchar contra los agentes transmisores de las enfermedades también puede contribuir a conocer mejor el medio en el que viven las personas.
Los agricultores suelen experimentar para conseguir tecnologías, prácticas, cultivos y ganado que se adapten a las condiciones locales. Adaptan permanentemente la tecnología y sus sistemas de cultivo rara vez permanecen invariables de un año al siguiente. Pero su intervención en la tarea de adaptar las tecnologías a las condiciones reinantes supone invertir el sistema habitual de investigación y generación de tecnología, pues exige la colaboración interactiva entre profesionales y campesinos. Es un proceso en el que los conocimientos y la capacidad de investigación de los agricultores se suman a los de las instituciones científicas, al tiempo que se fortalece la capacidad local de experimentación e innovación. Se exhorta a los agricultores a desarrollar y evaluar tecnologías autóctonas y a seleccionar y adaptar las procedentes de otros lugares con arreglo a sus propios conocimientos y sistemas de valores. Ciertamente, los investigadores y agricultores desempeñan funciones importantes y complementarias y los resultados más positivos se obtienen cuando es posible establecer un sistema eficaz de cooperación.
En los últimos años se ha registrado una extraordinaria expansión de los programas de ordenación colectiva en todo el mundo, bajo diferentes denominaciones como ordenación comunitaria, ordenación participativa, ordenación conjunta, ordenación descentralizada, ordenación autóctona, participación de los usuarios y ordenación coparticipativa. Estos progresos en lo que respecta a la creación de capital social se han centrado en los procesos de aprendizaje participativos en los ámbitos de la ordenación de cuencas hidrográficas y zonas de captación, gestión del riego, micofinanciación, ordenación forestal y lucha integrada contra las plagas.
El aumento de la producción de alimentos, unido a una mejor organización comunitaria, a la reducción de la pobreza y a la utilización de tecnologías adecuadas en las zonas rurales permitirá conseguir mejoras importantes en lo que respecta a la seguridad alimentaria.
Las principales conclusiones de la conferencia electrónica y de la actividad que la precedió fueron las siguientes:
El análisis de los informes preparados por los países para la CDS aportó datos sobre la contribución de agricultura multifuncional y el uso de la tierra a la seguridad alimentaria, la mejora de las políticas e instituciones, el desarrollo económico, la igualdad y la reducción de la pobreza, la cohesión social; y la protección, recuperación, rehabilitación y mejora del medio ambiente. La finalidad principal de los informes era aportar datos sobre los progresos realizados en el camino hacia el desarrollo sostenible.
Los informes nacionales indican que, en su mayor parte, los países en desarrollo no han realizado todavía exámenes sectoriales y del conjunto de la economía, en consonancia con la ADRS. Apenas existen presiones internas en favor de la calidad de los productos alimenticios, aunque sí existen presiones externas, que se ejercen a través del comercio internacional. Algunos países han comenzado ya afrontar los problemas medioambientales relacionados con la alimentación y la agricultura, inclusive la preparación de planes nacionales de acción ambiental (PNAA), con ayuda de organismos internacionales. Los PNAA se centran en la base de recursos, pero también abordan otros aspectos como la ordenación integrada del suelo, el agua y la nutrición de las plantas, la capacitación sobre la lucha integrada contra las plagas (LIP), iniciativas de vigilancia y capacitación encaminadas a conseguir la agricultura sostenible y actividades de protección agroambiental en las explotaciones. Aunque los PNAA no siempre integran las políticas medioambientales en la planificación económica, han contribuido a que se conozcan mejor los elementos necesarios para afrontar los problemas ambientales a escala nacional.
Teniendo en cuenta los problemas importantes y las deficiencias identificadas, las razones fundamentales del progreso desigual conseguido en la aplicación de la ADRS son las siguientes:
Muchos países en desarrollo son objeto de presiones de distinto tipo para que examinen, desde el punto de vista sectorial y de la economía en general, las repercusiones de sus políticas, planes y programas agrícolas sobre el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria. Sin embargo, estos países tienen una capacidad limitada, desde el punto de vista institucional y de los recursos humanos, para evaluar los efectos de los planes de desarrollo en el desarrollo agrícola y rural sostenible. Las múltiples, coincidentes y descoordinadas exigencias para que realicen análisis y planes ambientales y de desarrollo sostenible reducen aún más su capacidad y llevan a adoptar iniciativas no participativas impuestas desde arriba que hacen excesivo hincapié en el plan como documento, más que como proceso que pueda hacer avanzar a la agricultura y el desarrollo rural de manera sostenible.
Los países en transición hacia la economía de mercado se han visto obligados a afrontar, como una de las cuestiones prioritarias, una reestructuración radical del sector agrícola. La introducción y desarrollo de mecanismos de mercado ha alterado completamente la relación de los precios insumo-producto. No obstante, lo cierto es que se han conseguido avances significativos en la reforma de las políticas agrícola y medioambiental, que ha comportado la adopción de medidas relacionadas directamente con la utilización racional de los recursos naturales y con cuestiones de importancia para el medio ambiente, como la protección de aguas y suelos. También se están impulsando medidas encaminadas a interrumpir las actividades productivas en las tierras marginales.
Sorprendentemente, si se tiene en cuenta que la desaparición de los sistemas anteriores de producción y comercialización ha desorganizado el suministro alimentario, en los informes nacionales a la CDS apenas se hace referencia a la contribución de la agricultura a la seguridad alimentaria, así como a las mejoras introducidas en las políticas y las instituciones, la reducción de la pobreza y la equidad, la cohesión social, y la ciencia, la tecnología y la educación. En cambio, algunos informes nacionales prestan bastante atención a la necesidad de sentar las bases de la agricultura y el uso de la tierra para conseguir el desarrollo económico, por ejemplo mediante la privatización de la tierra. Muchos países hacen referencia a las estrategias que han adoptado en apoyo de la ADRS en aspectos tales como la protección, recuperación, rehabilitación o mejora del medio ambiente. En todas partes existen problemas importantes de contaminación y degradación del suelo derivados de las prácticas agrícolas e industriales anteriormente en vigor, que han obligado a tomar medidas para remediar la situación. También están perfectamente documentadas las iniciativas que se han adoptado en lo que respecta a la ordenación de tierras, tal vez porque es el tema de una de las secciones de los informes nacionales.
Además de los informes nacionales, varios exámenes regionales, preparados también en el contexto de la ADRS, abordan aspectos referentes al carácter multifuncional de la agricultura y la tierra. Se elaboraron sendos informes sobre los pequeños Estados insulares en desarrollo y sobre los países de la OCDE.
Los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID) han comenzado a comprender la amenaza que supone para ellos el aislamiento físico y humano y el riesgo que entraña desde una perspectiva ecológica y genética, así como sociocultural, el intercambio de productos y personas que ha comenzado a producirse recientemente. La introducción de especies vegetales y animales puede perturbar de manera irreversible la diversidad biológica y agrícola en mucha mayor medida que en las regiones continentales. Los PEID son cada vez más conscientes de la fragilidad de una agricultura basada en el monocultivo, tanto por razones económicas como ecológicas. La competencia por la tierra, la presión demográfica y la urbanización suscitan una preocupación creciente en estos países, por ejemplo en lo que respecta a la eliminación de los desechos, cuya gestión inadecuada puede afectar a la agricultura y a la calidad de los productos alimenticios, y ser una fuente de contaminación. Una menor utilización de productos químicos agrícolas, el tratamiento apropiado y el reciclado de los desechos animales para utilizarlos como abonos y para producir biogás, y el reciclado de los desechos orgánicos domésticos para producir compost y para su uso en la agricultura y la horticultura también pueden ser beneficiosos para el medio ambiente.
Existe una convicción cada vez más firme de que la agricultura, los productos alimenticios y el paisaje rural forman parte del patrimonio cultural y son bienes importantes, junto con los recursos costeros y marinos (p. ej., las especias en Zanzíbar y las plantaciones de tabaco en Cuba). También se está tomando conciencia de las repercusiones del turismo como fenómeno masivo sobre los valores culturales y las pautas de consumo tradicionales, y de que únicamente un planteamiento multisectorial e integrado puede ayudar a establecer la capacidad de carga de la tierra y de las actividades conexas. Estos problemas acuciantes y la limitación de los recursos humanos y de la capacidad institucional necesarios para conseguir objetivos acordados internacionalmente han inducido a los PEID y a una serie de donantes a fortalecer la cooperación regional y subregional en aspectos relacionados con el desarrollo sostenible, a través de organizaciones intergubernamentales permanentes, tales como el Foro del Pacífico Sur, la Comisión del Pacífico Sur (CPS), la Comisión del Océano Índico y el CARICOM (Caribe).
Los países de la OCDE que presentaron informes a la CDS no prestaron una especial atención a la seguridad alimentaria, el desarrollo económico, la reducción de la pobreza y la equidad, así como a la ciencia, la tecnología y los conocimientos. Probablemente, el hecho de que ningún país de la OCDE hiciera una referencia específica a la seguridad alimentaria indica cuál es el nivel de vida del que disfrutan esos países. Sin embargo, algunos de ellos mencionaron la importancia creciente de la producción orgánica de alimentos y el apoyo que prestan a esta iniciativa. Los informes nacionales de estos países apenas hacen mención de las contribuciones al desarrollo económico, tal vez porque la contribución de la agricultura a la formación del PIB es relativamente modesta y por la escasa atención que se presta al desarrollo rural. En cuanto a la reducción de la pobreza y la equidad, se mencionan en los informes de Australia, en relación con circunstancias excepcionales (como la sequía), de Austria (por ejemplo, respecto de la elaboración de planes especiales para los agricultores de las zonas de montaña) y de Noruega, donde se está fomentando la participación equitativa de hombres y mujeres en los procesos de adopción de decisiones. Los gobiernos de Austria, el Canadá, Alemania, Nueva Zelandia, el Reino Unido y los Estados Unidos abordan en sus informes cuestiones relacionadas con la tecnología y la educación.
Casi todos los países de la OCDE afirman que la agricultura sostenible es la base de sus políticas agrícolas y que en los últimos años las han revisado, y también la legislación, para que sean compatibles con los objetivos del Programa 21. En el caso de los miembros de la UE, tal vez esto se deba en parte a las directivas promulgadas sobre las medidas agroambientales. Varios países apoyan la ADRS, pero algunos de ellos no se refieren al desarrollo rural en sus comunicaciones. La cohesión social se analiza en sus diversos aspectos, por ejemplo, en relación con la participación de los interesados, la educación y capacitación sobre cuestiones ambientales, y la participación comunitaria. Muchos de los países de este grupo hacen referencia en sus informes a la protección, recuperación, rehabilitación y mejora del medio ambiente. También dedican gran atención a la mejora de la ordenación de los recursos de tierra y la mayor parte de los gobiernos afirman haber intensificado la actividad en esta esfera. Es posible, no obstante, que esto se deba al hecho de que la ordenación de la tierra es el tema único de una de las secciones en los informes a la CDS.