Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe

Antecedentes


El Panorama Regional de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición es una publicación que presenta una actualización del estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en América Latina y el Caribe.

El informe es parte de un trabajo conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA); la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS); el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas.

El Panorama 2023 informa que, a nivel regional, América Latina y el Caribe, fue una de las dos regiones (junto con Asia) que entre 2021 y 2022 no presentaron una tendencia de aumento de la prevalencia de subalimentación, con una reducción de 7% en 2021 a 6,5% en 2022. Esto significa que 2,4 millones de personas dejaron de padecer hambre en nuestra región. La misma tendencia se aprecia respecto a la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave, la cual disminuyó de un 40,3% en 2021 a 37,5% en 2022. Es decir, que 16,5 millones de personas en América Latina y el Caribe dejaron de padecer inseguridad alimentaria.

Sin embargo, el documento concluye que la región presenta enormes desafíos. La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave sigue estando por sobre la estimación global y en niveles superiores a los años previos a la pandemia de COVID. Además, da cuenta que las mujeres continúan padeciendo más inseguridad alimentaria que los hombres y hay diferencias relevantes por subregiones.

Por otra parte, la región sigue registrando el costo de la dieta saludable más alto en comparación a otras regiones del mundo, cifra que alcanza los 4,08 dólares diarios por persona, mientras que el promedio mundial es de 3,66 dólares. Como consecuencia, 133,4 millones de personas no pueden acceder a este tipo de dietas.

En 2021, a nivel regional un 22,7% de las personas no pudieron acceder a una dieta saludable. El 57% de la población del Caribe no tuvo acceso a una dieta saludable debido a su alto costo; en Mesoamérica, la cifra corresponde al 22,2% y en Sudamérica al 20,6%. 

Mensajes Claves


1

América Latina y el Caribe no está en camino de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 de poner fin al hambre, ni las seis metas establecidas por la Asamblea Mundial de la Salud, relacionadas a la malnutrición en sus diversas formas.

2

A pesar de algunas disminuciones en la prevalencia de hambre y la inseguridad alimentaria en comparación con 2021, las cifras siguen superando los niveles previos a la pandemia y las cifras a nivel mundial.

3

En la región, la prevalencia de hambre afectó a un 6,5 % de la población en 2022, es decir, a 43,2 millones de personas. Esto representa una disminución de 2,4 millones de personas comparado al 2021, pero aún está por encima del nivel previo a la pandemia de COVID-19. 

4

Las cifras a nivel subregional son dispares. El hambre afectó al 5,1 % de la población de Mesoamérica (9,1 millones de personas), 6,1 % de la población de Sudamérica (26,8 millones) y 16,3 % de la población del Caribe (7,2 millones).

5

En 2022, el 37,5% de la población regional experimentó inseguridad alimentaria moderada o grave, en comparación a un 29,6% a nivel mundial. En la región se observa una disminución respecto al 2021 (40,3%), pero por encima de los valores registrados en el 2019.

6

La prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave fue del 34,5 % en Mesoamérica, 36,4 % en Sudamérica y 60,6 % en el Caribe.

7

La brecha en la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave entre hombres y mujeres se redujo a 9,1 puntos porcentuales en 2022. Sin embargo, es superior al promedio mundial y sigue estando por encima de las cifras previas a la pandemia de COVID-19.

8

En 2022, la inseguridad alimentaria moderada o grave fue 8,3 puntos porcentuales mayor en las zonas rurales que en las urbanas. 

 

 

9

133,4 millones de personas en la región no pueden acceder a una dieta saludable. En 2021, la región alcanzó el costo más alto de una dieta saludable en comparación a otras regiones, llegando a 4,08 dólares diarios por persona, comparado al promedio mundial de 3,66 dólares. Esto representa un incremento del costo del 5,3 % con respecto al año anterior.

10

El costo de la dieta saludable es más alto en el Caribe con un valor de 4,41 dólares, seguido de Sudamérica y Mesoamérica con 3,82 dólares y 3,63 dólares, respectivamente. 

 

 

11

En 2022, la prevalencia de retraso del crecimiento en niños menores de 5 años fue 11,5% en la región, 10 puntos porcentuales debajo del promedio mundial. Las cifras se han reducido en los últimos años, pero la tendencia se ha desacelerado en el contexto de la pandemia.

12

En 2022, el 8,6% de los niños menores de 5 años presentaron sobrepeso, 3 puntos porcentuales por encima del promedio mundial. Esta prevalencia viene en aumento desde el año 2000 a nivel regional, presentando un aumento más acelerado desde 2019.

13

En la región, la anemia afecta al 17,2% de las mujeres de entre 15 y 49 años, cifra significativamente inferior a la media mundial. En el Caribe, alrededor del 30% de las mujeres sufren anemia, en Sudamérica afecta al 17,3% y en Mesoamérica, al 14,6%.

Preguntas y respuestas


El hambre es la sensación física incómoda o de dolor causada por un consumo insuficiente de energía alimentaria. En este informe, el término “hambre” se utiliza como sinónimo de subalimentación que se define como la condición de un individuo cuyo consumo habitual de alimentos es insuficiente para proporcionar la cantidad de energía alimentaria necesaria para mantener una vida normal, activa y saludable.

La prevalencia de hambre es un indicador (2.1.1) que es parte del ODS 2 (Hambre Cero), particularmente relacionada a la meta 2.1 que busca, para 2030, poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año. Éste se calcula a través de una estimación que toma en cuenta el requerimiento mínimo promedio de calorías, el consumo promedio de calorías y el coeficiente de variación del consumo diario de la población. 

América Latina y el Caribe y Asia son las únicas regiones que revirtieron la tendencia al alza del hambre que se venía observando desde 2019. La prevalencia de hambre disminuyó de 7 % en 2021 a 6,5 % en 2022, afectando a un total de 43,2 millones de personas en la región. Esta prevalencia estuvo por debajo del nivel mundial, la cual fue de 9,2 %. A nivel subregional, la prevalencia de hambre fue de 5,1 % en Mesoamérica, 6,1 % en Sudamérica y 16,3 % en el Caribe.

Sudamérica fue la única subregión en la cual se percibió una disminución, mientras que en Mesoamérica se mantuvo (aumento 0,1 puntos porcentuales) y en el Caribe aumentó 1,6 puntos porcentuales.

La inseguridad alimentaria se refiere al acceso restringido a los alimentos, para las personas o los hogares, debido a limitaciones de dinero u otros recursos. En consecuencia, se define como una falta de acceso continuado a los alimentos, lo cual disminuye la calidad de la dieta, altera los hábitos alimentarios normales y puede tener consecuencias negativas para la nutrición, la salud y el bienestar.

La prevalencia e inseguridad alimentaria moderada o grave (indicador 2.1.2 de los ODS), se basa en la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES por sus siglas en inglés). Se construye utilizando el Módulo de Encuesta FIES, que consta de ocho preguntas relativas al acceso de las personas a una alimentación adecuada, y puede integrarse fácilmente en diversos tipos de encuestas de población

En base a la medición se puede identificar el grado de severidad, siendo la inseguridad alimentaria moderada una situación en la que las personas afrontan incertidumbres con respecto a su capacidad de obtener alimentos y se ven obligadas, en ciertas épocas del año, a reducir la cantidad o la calidad de los alimentos que consumen. Esto  por carecer de dinero u otros recursos. Mientras que la inseguridad alimentaria grave es la situación en que las personas probablemente se han quedado sin alimentos, sufren hambre y, en el caso más extremo, pasan días sin comer, poniendo en grave riesgo su salud y bienestar

La prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o grave disminuyó entre el 2021 y 2022, alcanzando un 37,5 % en 2022 en comparación con un 40,3% para el año previo. Sin embargo, esta prevalencia continua por encima del nivel mundial (29,6 %). Esta disminución rompe una tendencia al alza que había experimentado la región entre 2015 y 2021, periodo en el cual el incremento en la región había sido de 13 puntos porcentuales, en comparación a un incremento de 7,9 puntos porcentuales a nivel mundial.

Al desglosar por subregión, se observa que en Sudamérica la inseguridad alimentaria moderada o grave afectó al 36,4% de la población en 2022, mientras que en Mesoamérica la prevalencia fue del 34,5%. La cifra es aún más alta en el Caribe, donde el 60,6% de la población sufrió inseguridad alimentaria moderada o grave, y de ellos, la mitad (30,5%) experimentó inseguridad alimentaria grave.

Por otra parte, la inseguridad alimentaria afecta de manera desigual a distintos grupos de la población, siendo las mujeres y los habitantes de zonas rurales los más vulnerables. Las mujeres enfrentan mayor inseguridad alimentaria que los hombres con una brecha de 9,1 puntos porcentuales, y estando por encima de la brecha mundial. Además, la inseguridad alimentaria aumenta a medida que disminuye el nivel de urbanización. Es decir, las poblaciones rurales y periurbanas experimentan una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave que aquellas que viven en zonas urbanas. 

La disminución en ambas prevalencias a nivel regional se explica debido a la disminución en la subregión de Sudamérica, donde ambas se redujeron entre 2021 y 2022.  En Mesoamérica, la tendencia creció levemente y el Caribe se observó un aumento en la prevalencia de hambre.

La disminución en Sudamérica, subregión exportadora neta de alimentos y productos agrícolas, se debió en gran medida a la evolución positiva de los mercados laborales, que contrarrestó el aumento de la inflación, así como a las políticas de protección social. Además, algunos países de la región se han beneficiado de la subida de los precios del petróleo y el gas, que ha impulsado los ingresos de exportación. Esto se ha traducido en una mejora de los recursos presupuestarios públicos (que podrían utilizarse para financiar programas de protección social) y de la inversión en agricultura y sistemas de distribución de alimentos.

En el Caribe, más de un país ha sufrido una elevada inflación de los alimentos y un incremento del valor de las importaciones, dada la dependencia de la subregión de los alimentos y productos agrícolas importados. Al mismo tiempo, los ingresos por exportaciones han disminuido en sectores clave, como el turismo, lo que ha provocado un aumento de la inseguridad alimentaria.

En Mesoamérica, los aumentos en ambas prevalencias han sido menores a el Caribe debido a diferentes situaciones que han atravesado los países de esta subregión. Si bien algunos han presentado mejoras en el mercado laboral y algunos han visto los ingresos fiscales aumentados, otros países aún no se han recuperado en su totalidad de las crisis sucesivas, lo cual ha tenido impactos inflacionarios relevantes en sus economías.

La malnutrición es una condición fisiológica anormal causada por una ingesta inadecuada, desequilibrada o excesiva de macronutrientes y/o micronutrientes. La malnutrición incluye la desnutrición (el retraso en el crecimiento y la emaciación de los niños, y deficiencias de vitaminas y minerales), así como el sobrepeso y la obesidad.

En 2022, la prevalencia del retraso en el crecimiento en niños y niñas menores de 5 años en América Latina y el Caribe era del 11,5%, aproximadamente 11 puntos porcentuales por debajo del promedio mundial. Todas las subregiones han logrado avances positivos en la reducción del retraso en el crecimiento. Sin embargo, existen países en la región con prevalencias similares o por encima de la estimación mundial. Entre 2000 y 2022, Sudamérica redujo el retraso en el crecimiento en un 38%, Mesoamérica en un 33% y el Caribe en un 26%.

En contraste, el 8,6% de los niños y niñas menores de 5 años padecieron sobrepeso en 2022, es decir, 3 puntos porcentuales por encima del promedio mundial (5,6%). En Sudamérica, el Caribe y Mesoamérica, la prevalencia se encuentra por encima de aquella registrada en el 2012. Esta prevalencia viene en aumento desde el año 2000 a nivel regional, presentando un aumento más acelerado entre 2019 y 2022 en el contexto de la pandemia.

Por otra parte, en la región, la anemia afecta al 17,2% de las mujeres de entre 15 y 49 años, un porcentaje significativamente inferior al promedio mundial en el año 2019. En el Caribe, sin embargo, casi el 30% de las mujeres de 15 a 49 años están afectadas por la anemia. 

Por último, la obesidad afectaba a casi una cuarta parte de la población adulta (24,2%) en 2016 en América Latina y el Caribe. El último registro disponible para este indicador se encuentra muy por encima del promedio mundial de 13,1%. La obesidad en adultos presentó un aumento significativo en toda la región entre 2000 y 2016, el que fue de 9,5 puntos porcentuales en el Caribe, 8,2 puntos porcentuales en Mesoamérica y 7,2 puntos porcentuales en Sudamérica.

Mesoamérica muestra la mayor prevalencia de obesidad en adultos (27,3%), seguida por el Caribe (24,7%) y Sudamérica (23%).

Una dieta saludable es aquella que garantiza la satisfacción de las necesidades de energía (sin un aporte energético excesivo), macronutrientes (proteínas, grasas e hidratos de carbono con fibra alimentaria) y micronutrientes esenciales (vitaminas y minerales) de una persona, teniendo en cuenta su sexo, edad, nivel de actividad física y estado fisiológico. Es decir, una dieta saludable debe contener suficiente diversidad y una cantidad equilibrada de todos los grupos de alimentos; que incluyen frutas, verduras, alimentos básicos con almidón; alimentos de origen animal; legumbres, nueces y semillas; aceites y grasas.

La composición de una dieta saludable varía según la disponibilidad de alimentos en los países y territorios, pero existe un consenso en que las dietas saludables deberían contener un mínimo de 400 gramos de frutas y verduras al día, y el aporte energético de las grasas debe ser inferior al 30% de la ingesta energética total (donde las grasas saturadas no deben aportar más allá del 10% de las calorías), prefiriendo las grasas insaturadas y eliminando las grasas trans industriales. Además, la ingesta de azúcares libres no debe superar el 10% de la ingesta energética total, y la ingesta de sal debe ser inferior a 5 gramos al día. 

El costo de una dieta saludable se define como el costo de los alimentos más asequibles disponibles localmente para satisfacer las necesidades de energía de 2 330 kcal/día, así como los requerimientos de nutrientes establecidos por las guías alimentarias basadas en alimentos (GABAs) nacionales con suficiente diversidad y cantidad entre y dentro de los grupos de alimentos. En concreto, es la suma de los alimentos más baratos disponibles en cada país de los seis grupos de alimentos identificados en una dieta saludable: frutas, verduras, alimentos básicos con almidón, alimentos de origen animal, legumbres, frutos secos y semillas; y aceites y grasas.

La región registra el costo de la dieta saludable más alto en comparación a otras regiones del mundo, cifra que alcanza los USD 4,08 diarios por persona, mientras que el promedio mundial es de USD 3,66, llegando en el Caribe a un valor de USD 4,41, seguido de Sudamérica y Mesoamérica con USD 3,82 y USD 3,63, respectivamente. Esto se traduce en que, a nivel regional, el 22,7% de la población no pudo acceder a una dieta saludable, por debajo del promedio mundial de 42,2%.

El costo de una dieta saludable aumentó en un 5,3 % entre 2020 y 2021 a nivel regional. Este incremento está relacionado con el aumento de la inflación alimentaria que se produjo en 2021, así como con las consecuencias de la Pandemia de COVID que afectó el funcionamiento en la cadena de suministro mundial y el aumento de precios internacionales de los alimentos debido a esta pandemia y la guerra en Ucrania  . En este marco, Sudamérica tuvo el mayor aumento, con un 6,5 %; seguida por el Caribe, con un 5 %; y Mesoamérica, con un 4,1 %.

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Lanzamiento Panorama 2023
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Daniela Godoy

Oficial Principal de Políticas de Seguridad Alimentaria y Nutrición de la FAO para América Latina y el Caribe