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Estudio la vegetación tropical

con referencia especial a la Guayana británica y al Africa Occidental británica por

P. W. RICHARDS
Profesor de Botánica en el Instituto Superior de Gales del Norte, Bangor

En marzo de 1956, se organizó en Ceilán un simposio, bajo los auspicios de la UNESCO, el cual versó sobre el Estudio de la Vegetación Tropical. Al efecto, la UNESCO confirió con las Direcciones de Agricultura y de Montes de la FAO y propuso a ésta que participara enojando representantes. A insinuación de la FAO, fueron invitados también varios ingenieros forestales del Asia Sud-oriental e instados a presentar ponencias. En la página 175 se da una lista de las comunicaciones recibidas. Con el amable permiso del autor y de la UNESCO, se reproduce este artículo del profesor P. W. Richards.

Una vez leídas las ponencias, los concurrentes formularon conclusiones y recomendaciones en asuntos de carácter general como factores ecológicos, tipos de vegetación y métodos para estudiarlos, cartografía fitológica, conceptos de climas en los trópicos y formación de grupos como uno de los medios de apreciar la situación que guardan los tipos vegetativos. En vista de la provechosa labor de la reunión, se acordó que la UNESCO promoviera otros simposios en lo futuro, primero sobre suelos, seguido de otro en materia de climas, ambos en sus relaciones con la vegetación, y uno más destinado a coordinar los móviles y métodos de estudio de la vegetación tropical, climatología y suelos.

Los problemas de ecología tropical, en cierto modo, parecen ser diferentes de los que ofrecen las regiones templadas, pero en el fondo son análogos. Superficial y prácticamente podrían juzgarse distintos porque la flora de los trópicos, ante todo en las comarcas forestales húmedas, es sin comparación más rica en especies que la de zonas templadas, con mayor razón en aquellas partes de estas últimas que, como Europa, se empobrecieron durante los períodos glaciales. Esa exuberancia de la vegetación tropical tiene consecuencias importantes. En la práctica, ello significa que las comunidades botánicas tropicales poseen abundantísimos elementos constitutivos difíciles de reconocer en el campo y a menudo mal determinados en su aspecto taxonómico. Un efecto de mayor importancia aún y que tiene relación directa con el propósito principal de este simposio, suele consistir, pero no siempre, en que los trópicos brindan innúmeras combinaciones de especies poco diferenciadas, en vez de las relativamente escasas y bastante bien definidas asociaciones de plantas a que estamos habituados en Europa y Norteamérica. Todavía otra distinción entre las zonas tropicales húmedas y la mayoría de los países templados se refiere a que en tanto que las modificaciones de la vegetación por la actividad humana es casi general y de ordinario muy profunda en las primeras, se encuentran vastas superficies donde son menos severas y en todo caso mucho más recientes que en los segundos. La aparente desigualdad de multitud de sinecias europeas y norteamericanas quizá provenga, en repetidas ocasiones, de influencias antropogénicas que explican asimismo la nitidez de sus linderos. Un motivo de la notable carencia que en diversas partes de los trópicos se advierte, de asociaciones vegetales reconocibles al instante, puede pues atribuirse a la poca intensidad y acaecimiento relativamente reciente de la intervención del hombre.

Al tratar los problemas de la clasificación y nomenclatura de la flora tropical nos ocuparemos en concreto de dos regiones tropicales húmedas; a saber: de la Guayana británica, situada en el noroeste de Sudamérica, y del Africa Occidental británica. Aunque los dos territorios concuerdan con bastante similitud en cuanto a variaciones del clima, en buen número de aspectos son muy diferentes y hay que considerarlos como característicos de condiciones extremas a que habrá de enfrentarse el estudioso de la vegetación tropical. La disertación se limitará a los tipos de selvas más húmedas, es decir, al bosque higrofítico tropical en el sentido más lato.

La Guayana británica es un país en que casi toda la tierra cultivada ocupa una angosta faja costera y allí está concentrada la mayoría de la población. El interior se extiende a más de 700 Km. de la costa, pero se halla muy despoblado o sus habitantes, principalmente amerindios, se encuentran esparcidos. En tal virtud, la vegetación ha sido poco afectada por el hombre, fuera de la franja costera, y en gran parte consta de comunidades clímax inalteradas o con sólo leves modificaciones. La comarca vecina al arroyo Moraballi, ribereña del río Essequibo, que el autor y sus compañeros estudiaron durante la Expedición de la Universidad de Oxford a la Guayana británica en 1929, no contenía herbazales y la selva la cubría por completo excepto en manchas pequeñas dedicadas a la agricultura migratoria. Aparte de esa circunstancia, que dada la exigüidad de la población, carecía de importancia práctica, la única actividad humana que se hacía sentir en la flora era la extracción de madera, a la sazón confinada a la corta exclusiva y en extremo selectiva de laurel [Ocotea rodiaei. (SCHOMB.) MEZ]. Donde la selva no daba señales de cultivo anterior a la explotación forestal, podía considerarse vegetación clímax en equilibrio con la climatología y sin duda existía poco cambiada desde un período geológico asaz remoto.

Puesto que el área estudiada no pasaba de unos cuantos kilómetros cuadrados de extensión ni mostraba caracteres topográficos notables, se podía suponer que el clima era uniforme, salvo algunos cambios micro-climáticos en verdad ligeros. Las diferencias entre las comunidades de plantas no obedecían al cultivo migratorio ni al apeo de árboles, sino que deben provenir de otras influencias, acaso particularidades de la topografía, como el desagüe y exposición a los vientos y agentes edáficos. De ocurrir así, sorprendía el hecho, no conforme con las nociones entonces prevalentes acerca de la vegetación tropical, de que la flora y el suelo se mostrasen tan variados. Se encontraron sinecias distintas y bien discernibles, que en 1929 se designaban, en términos evasivos, «tipos forestales», y en muchos casos, aunque no siempre, los confines entre una y la siguiente estaban muy claros. Cada «tipo forestal» iba asociado a un tipo distinto de suelo, o al menos a una combinación diferente de suelo y topografía.

T. A. W. Davis y el autor hicieron un relato descriptivo pormenorizado de la vegetación del arroyo Moraballi en un artículo que publicó el Journal of Ecology en 1933-34, y una narración mucho más breve salió a luz en The Tropical Rain Forest (1952). Baste manifestar aquí que además del «monte bajo» (low bush, bosque secundario en sitios antes cultivados o de tala, es decir, etapas en sucesiones secundarias) había 5 tipos de selva primaria: Mora, Morabukea, Mixta, Laurel y Wallaba. Los morales, en que la especie leguminosa Mora excelsa, BENTH. formaba el 67 por ciento¹ de los mayores árboles (41 cm. o más de diámetro) que poblaban los bajíos pantanosos del arroyo Moraballi y una que otra vez subían a mayor altura en las laderas donde el lecho de roca era somero y el suelo pedregoso. La selva de Morabukea, en la cual otra especie de mora [Mora gonggrijpii (KLEINH.) SANDW.] formaba cerca del 60 por ciento de los mayores árboles, tenía su asiento en estaciones mejor desaguadas con suelo de arcilla rojiza compacta e impermeable. El bosque Mixto contenía como especies arbóreas más abundantes la Eschweilera sagotiana, MIERS; la Licania venosa, RUSBY y la Pentaclethra macroloba (WILLD.) BENTH.; sin que se observara ninguna fuerte tendencia a la «dominancia de una sola especie». El suelo era margoso (franco) ligero con buen desagüe, que podía considerarse la habitación óptima en la zona. Los dos «tipos forestales» restantes, en que dominaban respectivamente el laurel [Ocotea rodiaei (SCHOMB.) MEZ] y la Wallaba (cuyos árboles más grandes pertenecían en un 67 por ciento aproximado a la especie Eperua falcata, AUBL., Wallaba suave), correspondían en el orden mencionado a los suelos de arena parda y de la peculiar «arena blanca» muy deslavada que el autor toma por tierra baja tropical equivalente al podsol de zona templada.

(¹ Estas cifras y otros datos que se refieren a la composición florística se obtuvieron en lotes de muestreo simple cuadrados, de 122 m. de lado (1,5 Ha.), en los cuales se contaron todos los árboles de 10 cm. o más de diámetro.)

Estos 5 «tipos forestales» constituyen una serie por lo regular dispuesta. en la susodicha sucesión (Mora a Wallaba) con arreglo a un transecto imaginario desde el ribazo del río hasta la meseta baja y los lomos de los cerros que representan las mayores elevaciones en el área del arroyo Moraballi.

Botánicamente, cada «tipo forestal» es distinto, a pesar de que muchas especies eran comunes a todos los cinco, pero en ellos había cierta composición constante y característica. Los tipos centrales de la serie. Morabukea, Mixto y Laurel, mostraban formación muy similar y pocas excepciones se notaban, si acaso, de que alguna especie observada en uno no apareciera en los tres, aunque las proporciones especiales variaban mucho.

El bosque de Mora y el de Wallaba, comunidades extremas de la serie, ofrecían fuerte contraste con los demás tipos y cada uno contenía ciertas especies subordinadas peculiares. Entre las cinco sinecias existen diferencias de estructura adicionales a las de composición, pero no hace falta ocuparse de ellas.

Cuando el suelo o las condiciones topográficas que caracterizaban un tipo forestal se fundían gradualmente con los característicos de otro, también era paulatina la transición de una colectividad vegetal a la próxima; pero si ocurría un cambio brusco de propiedades edáficas, cosa en particular evidente en la conjunción de la selva de Laurel y la de Wallaba. el lindero que las separaba llegaba a ser muy claro.

Hay una manifiesta analogía entre lo que acontece en las relaciones que el monte Mixto guarda con los de Laurel y Wallaba por una parte, y con las comunidades de Morabukea y Mora por otra, y lo que sucede en el «bosque mesofítico heterogéneo» de la América del Norte templada, donde el Dr. Lucy Braun ha descrito una asociación mixta «indiferenciada» con «segregados de asociación» a los flancos, en que las especies dominantes disminuyen y ocupan las laderas empinadas, áreas geográficas aledañas y otras estaciones cuya ecología al parecer no presenta condiciones óptimas para la mayoría de las especies. De manera similar, los montes de Mora, Morabukea y Laurel, e incluso tal vez el bosque de Wallaba, podrían conceptuarse «segregados de asociación» de la selva Mixta. Si se prefiere, sin embargo, una terminología más ortodoxa que la de Braun, podemos dejar sentado que el bosque Mixto constituye una asociación y que las colectividades de Mora excelsa, Mora gonggrijpii, Ocotea y Eperua son consociaciones, considerando todos estos 5 «tipos forestales» como unidades del mismo clímax.

Después de 1929, Fanshawe hizo extensos estudios de la vegetación en la Guayana británica, compendiados en su valiosa pero por desgracia brevísima obra Vegetation of British Guiana: a preliminary review (1952). Este trabajo nos ayuda a contemplar las comunidades botánicas del arroyo Moraballi en perspectiva más espaciosa. Permite asimismo situar los 5 «tipos forestales» primarios en el lugar que les pertenece en la clasificación de las comunidades clímax de la América tropical, tarea de que originalmente se encargó Beard (1944; 1955) en Trinidad, y que Fanshowe adoptó y amplió a base de su experiencia en la Guayana británica. Aunque el autor impugna algunas modalidades de la clasificación de Beard y no está dispuesto a aceptar sin reservas todos los supuestos en que se funda, verdad es que sigue siendo la clasificación más útil de los tipos vegetativos de la América tropical hasta ahora conocida y merece una prueba suficiente para lograr su completo mejoramiento o suplantación definitiva.

Conforme al sistema de Beard, con la ampliación introducida por Fanshowe, las comunidades forestales del arroyo de Moraballi corresponden a tres diferentes «series de formación», se expone en el siguiente cuadro:

CUADRO 1. - DIFERENTES «SERIES DE FORMACIÓN» A LAS QUE PERTENECEN LAS COMUNIDADES FORESTALES DEL ARROYO DE MORABALLI

Terminología de Davis y Richards

Unidad

Formación

Serie de formación

Consociación de Morabukea

Fasciación Mora gronggrijpii del bosque higrofítico mixto

Bosque higrofítico

Selva higrofítica

Asociación de bosque higrofítico

Fascinación mixta de la asociación del bosque higrofítico mixto



Consociación de Laurel

Fasciación Ocotea rodiaei de la asociación del bosque higrofítico mixto



Consociación de Wallaba

Asociación de Eperua eperua

Bosque de Wallaba

Selva xerofítica siempre verde

Consociación

Consociación de Mora excelsa

Bosque de Mora

Selva de cenagal

Así pues, en la selva higrofítica de la Guayana británica se encuentran algunas asociaciones florísticas de clímax cuya distinción es clara (Fanshowe descubrió más de las aquí mencionadas) que se reconocen y definen sin dificultad. Podría formarse su mapa fitológico, expresando sus caracteres en términos precisos. En las selvas del Africa Occidental británica se halla una situación muy diferente.

Los cinco territorios británicos del Africa Occidental: Gambia, Sierra Leona, Costa de Oro, Nigeria y Camerún británico (territorio en fideicomiso), son todos fajas de tierra de anchura y longitud variables que se extienden tierra adentro de la costa y por consiguiente presentan diversas estructuras las zonas de vegetación que corren a través de toda el Africa Occidental de poniente a oriente. Las condiciones que se observan en Nigeria y el Camerún parecen ser iguales a las de la Costa de Oro y Sierra Leona.

En un primer reconocimiento se tiene la impresión de ciertas grandes diferencias con respecto a la Guayana británica, pero como ya se ha dicho, las variaciones de clima son muy similares en los dos países.

La zona forestal húmeda de Nigeria (equivalente a la selva densa de Aubréville y otros escritores franceses) forma una banda paralela a la costa del Golfo de Guinea. En su extremidad occidental tiene menos de 100 Km. de anchura (más al oeste en Dahomey desaparece por completo), pero se ensancha hacia el este; al sur del río Níger en Nigeria y en el Camerún recorre algunos cientos de kilómetros al interior de la costa. En el borde interno la faja se une a la zona sabanera de Guinea.

Quizá las discrepancias más importantes entre esta región forestal húmeda de Nigeria y la de la Guayana británica sean las que se refieren a densidad de población. Al paso que el bosque higrofítico de la última está casi deshabitado, la zona forestal de la primera se halla densamente poblada y abarca algunas comarcas de mayor concentración humana en todo el país. Por tal motivo, no debe extrañar que casi entera se haya dedicado la región de bosques a la explotación agrícola (plantaciones de cacao, palmas oleaginosas, etc.), o se cultive de acuerdo al sistema que en la localidad se denomina bush-fallow (manchones). Poco queda del resto de la selva que no esté acotada formando reservas forestales protegidas por los gobiernos locales o regionales. Copiosos acotamientos se destinan a la explotación activa de la madera y sólo en terreno quebrado del extremo oriental, colindando con el Camerún, subsisten áreas considerables de monte que al presente no se aprovechan y siguen relativamente intactas. En las reservas forestales de menor importancia situadas al occidente, permanecen en pie unos cuantos excelentes fragmentos selváticos, con probabilidad de que no sean otra cosa que colectividades secundarias antiguas y no relictos de selva virgen. Por ejemplo, en la reserva forestal de Okomu, el Dr. E. W. Jones (1955) demostró que en el ámbito del high bush (monte medio) existen fragmentos de alfarería, carbón de leña, etc., enterrados en el suelo, lo cual prueba sin lugar a duda que esa comarca estaba habitada y se cultivaba en otro tiempo. El bosque actual data tal vez del siglo XVIII, cuando por razones que todavía no se han dilucidado, se despobló el distrito.

La densa población y el consiguiente alto grado de intromisión humana en los bosques de Nigeria significan que la selva clímax jamás se encuentra intacta, o rara en verdad será la ocasión. Todos los macizos forestales son un abigarramiento de retazos consistentes en comunidades secundarias de muy diversas edades, es decir, un mosaico de etapas seriales. Tal estado :le cosas hace formidable y difícil la faena de estudiar la vegetación; además de las variaciones atribuibles al clima, al suelo y a la topografía, existen considerables modificaciones superpuestas que dependen del elemento tiempo (que no resulta de medida fácil) y de la clase e intensidad de la acción humana.

Si se concede un margen, hasta donde cabe en lo posible, para los efectos de la intromisión del hombre, ¿ pueden reconocerse asociaciones distintas u otras unidades de vegetación en la zona forestal húmeda de Nigeria? Hay que declarar desde luego que los «tipos forestales» tan distinguibles como los descubiertos en una zona de la Guayana británica no se advierten en Nigeria, en parte tal vez por la menor variedad de suelos, pero se observan ciertas diferencias vegetales correlativas de las del clima, y algunas (si bien de poca importancia) que parecen depender del suelo; otras tienen que ver con la composición de los bosques según su ubicación oriental u occidental en el país, que pudieran ser consecuencia de causas históricas y de la barrera geográfica del Níger.

La primera distinción, que se hizo evidente en los bosques de Nigeria, aparte de la notoria entre selva de altura y de tierra baja, fué la de vegetación siempre verde en contraste con lo que los escritores precedentes llamaron «bosque caducifolio mixto.» En las porciones más húmedas de la zona forestal, esto es, donde la estación seca tiene duración y severidad menores (en ninguna parte de Nigeria vienen menos de dos meses consecutivos con precipitación inferior a 10 cm.), la selva permanece siempre verde, por más que en sentido lato, el «bosque higrofítico tropical» se aproxima fisionómicamente a lo que Beard denominó «bosque siempre verde estacional» de la América. Al acercarse la selva a su límite interior, se hacen mayores y menos graduales las diferencias de composición florística; aunque ni la estructura ni la fisionomía cambian fundamentalmente, excepto que aumenta la proporción de árboles caducifolios que quedan deshojados una larga temporada. Este es el bosque caducifolio mixto que los autores franceses y belgas llaman tropófilo o semicaducifolio. El paso de bosque siempre verde a caducifolio misto coincide con una ligera modificación del clima y también un cambio del material edafogénico de roca sedimentaria a cristalina. Algunos escritores recientes han sostenido que el bosque caducifolio mixto es heterogéneo y climáticamente indeterminado pero sujeto al substrato y que el nombre resulta engañoso e impropio. No obstante, los estudios más recientes hechos en Nigeria (1955) inducen al retorno a la antigua opinión de que existe un tipo distinto de monte, sobre todo determinado por el clima, para el cual el nombre de bosque caducifolio mixto es al menos tan atinado como cualquier otro de los que se han propuesto.

Cuando se trata de hacer distingos más sutiles, verbigracia, diferencias de las asociaciones, fasciaciones u otras unidades dentro del bosque siempre verde o del caducifolio mixto, la exigüidad de datos y el estado de fragmentación del resto del arbolado presentan dificultades formidables. Roseveer (1953) indicó a título de tanteo la división en 4 tipos de la selva higrofítica de tierra baja en Nigeria, característicos de las provincias occidentales de Ondo, Ijebu y Benin, y de las provincias orientales, respectivamente. El tipo Ondo de Roseveer corresponde en muchos aspectos al que aquí se llama bosque caducifolio mixto; los otros tres son variantes del bosque siempre verde. Hasta qué punto se deban las diferencias a los agentes climáticos y edáficos o a las barreras geográficas, está por averiguarse. Parece probable que las notorias diferencias entre los montes occidentales y los orientales obedecen ante todo a causas históricas y a la barrera geográfica que forman los ríos Níger y Cross, pero todavía hay incertidumbre acerca de si las diferencias de clima tienen también importancia. Las discrepancias entre los montes de Ijebu y los de Benin tal vez dependen de modificaciones del suelo. Es difícil determinar a qué grado representan estos dos tipos etapas en un mismo continuo, porque se ha destruido gran parte del bosque de la región intermedia.

El estudio de la vegetación tropical hace surgir problemas de clasificación y nomenclatura. El objeto de la ecología tropical (en sus aspectos sinecológicos o fitosociológicos), como en otras partes del mundo, es describir, nombrar y clasificar las colectividades vegetales, no sólo con el fin de ingeniar una clasificación, sino para poner en evidencia las relaciones de causalidad entre la vegetación por un lado, y el medio por otro. Así entendida, debe esclarecer el concepto que Emberger nombró homoecias, que significa «ambientes equivalentes»; y que, sin detenernos en su incuestionable importancia científica, entraña un gran valor potencial para la agricultura, silvicultura y aprovechamiento de la tierra en general. Al comparar la Guayana británica con el Africa Occidental británica, se tiene por lo menos una noción de lo mucho que queda por hacer y de las dificultades que será preciso vencer antes de que el indicado propósito se convierta en realidad en los trópicos húmedos.

Como es bien sabido, no existe un acuerdo general acerca de la manera en que deben clasificarse y denominarse las comunidades vegetales de zona templada. Tampoco puede esperarse que fuera más fácil llegar a ponerse acordes tratándose de las tan complejas comunidades de las plantas tropicales. El primer paso constructivo que se ocurre dar es el de procurar cierto grado de uniformidad en los métodos de descripción y muestreo de las unidades vegetales, como más trascendental ano que un sistema de clasificación y nomenclatura en que todos estén conformes. Una clasificación natural de cualquier conjunto de fenómenos de la naturaleza presupone un conocimiento bastante completo de los hechos en que la misma haya de basarse. En lo que concierne a la vegetación tropical, esos conocimientos distan mucho de ser cabales. En 1939, el ahora finado profesor Tansley, el Dr. A. S. Watt y el autor, publicaron un procedimiento para ¹ el registro de la estructura, formas biológicas y flora de las comunidades forestales tropicales como base de su clasificación. Este sistema tenía la finalidad de dar a los ingenieros de montes y a otros que trabajan en los trópicos una guía para recoger datos descriptivos de la vegetación tropical. Parece que resultó útil y podría serlo todavía más una nueva versión puesta al día y quizá ampliada con la mira de incluir otras comunidades distintas de las forestales, lo cual contribuiría tal vez a alcanzar la meta deseada.

(1 The Recording of Structure, Life-form and Flora of Tropical Forest Communities as a Basis for their Classification.)

En segundo término, existen varios sistemas de clasificación de la vegetación tropical, bastante completos, pero todos con defectos propios y la intención de los autores fué hacerlos aplicables a una sola región de los trópicos. Están, por ejemplo el sistema de Beard para la vegetación de la América tropical, ya mencionado; y del profesor van Steenis, la muy valiosa clasificación de los tipos vegetativos de Malasia. En cuanto a India y Ceilán, tenemos del profesor Champion la esmerada clasificación de los tipos forestales de la India y Birmania. Aunque conviene evitar los intentos prematuros de igualar las comunidades vegetales de una parte del inundo con las de otras muy distantes, quizá bien valiera la pena que los que tiene n la experiencia necesaria se ocupasen de comparar esto,; diversos sistemas. Sería recomendable que después se estudiara hasta qué punto es aplicable el sistema de Beard en Africa y Asia o el de Champion en Africa y la América tropical. No obstante, la mira de esta labor no debería circunscribirse a la mera clasificación N nomenclatura, sino más bien a trazar las relaciones causales entre la vegetación y los elementos que la determinan.

Bibliografía

BEARD, J. S. (1944) - «Climax vegetation in tropical America», Ecology, Vol. 25: págs. 127-158.

BEARD, J. S. (1955) - «The classification of tropical American vegetation-types», Ecology, Vol. 36: págs. 89-100.

CHAMPION, H. G. (1936) - «A preliminary survey of the forest types of India and Burma». Indian For. Rec. (nueva serie), Vol. 1, N° 1.

DAVIS T. A. W y RICHARDS. P. W . (1933-34) - «The vegetation of Moraballi Creek, British Guiana: an ecological study of a limited area of Tropical Rain Forest», Partes I y II. Journal of Ecology, Vol. 21: págs. 350-84, Vol. 22: págs. 106-55.

FANSHAWE, D. B. (1952) - «The vegetation of British Guiana: a preliminary review», Imperial Forestry Institute, Oxford. Institute Paper No. 29.

RICHARDS, P. W. (1952) - The tropical rain forest, an ecological study, Cambridge.

RICHARDS, P. W.; TANSLEY, A. G. Y WATT, A. S. (1939) «The Recording of Structure, Life-form and Flora of Tropical Forest Communities as a Basis for their Classification», Imperial Forestry Institute, Oxford. Institute Paper No. 19 (también impreso en el Journal of Ecology, Vol. 28: págs. 224-239, 1940).

ROSEVEER, D. R. (1953) - Capitulo XV: Vegetation. En Nigeria Handbook, Londres.

VAN STEENIS, C. G. G. J. (1935) «Maleische vegetatie schetsen. Tijdschr. ned, aardrijksk», Genoot. Reeks 2, 52: págs. 25-67, 171-203 y 363-98.

Lista de las comunicaciones científicas por orden de presentación



UNESCO NS/HT/46

1. Dr. G.S. PURI (India)

Problemas de Ecología en los Trópicos Húmedos

Anexo 1

2. A. DILMY y A.J. G.H. KOSTERMANS (Indonesia)

Investigaciones sobre la Vegetación Indonesa

Anexo 2

3. R.A. DE ROSAYRO (Ceilán)

Estudios de Ecología Tropical en Ceilán

Anexo 3

4. J. WYATT-SMITH (Fed. Malaya)

Notas sobre el Estudio de la Vegetación Tropical

Anexo 4

5. Prof. P.W. RICHARDS (Reino Unido)

Estudio de la Vegetación Tropical con referencia especial a la Guayana Británica y al Africa Occidental Británica

Anexo 5

6. P.W. BEDARD (E.U.A.)

Clasificación Exploratoria y Cartografía de los Montes Filipinos

Anexo 6

7. Dr. F.R. FOSBERG (E.U.A.)

Vegetación de las de Oceanía

Anexo 7

8. Dr. D. CHATTERJEE (India)

Vegetación Tropical de la India Oriental

Anexo 8

9. Dr. C.G.G.J. VAN STEENIS (Países Bajos)

Compendio de la Literatura Forestal y de los Mapas Fitológicos Malasios

Anexo 9

10. Dr. R. MISRA (India)

Estudio de la Vegetación Tropical en Madhya Pradesh y en el Valle del Ganges

Anexo 10

11. Dr. J.W. PURSEGLOVE (Singapur)

Vegetación de los Trópicos Húmedos con referencia especial a Singapur

Anexo 11

12. Dr. F.R. BHARUCHA (India)

Métodos de Estudio de la Vegetación Tropical

Anexo 12

13. C.H. MACFADDEN (Ceilán)

Investigaciones de los Montes Higrofíticos Tropicales mediante Técnicas y Fotografía Aéreoterrestres

Anexo 13

14. C.H. HOMES (Ceilán)

Climatología General y Distribución Geográfica de la Flora en Ceilán

Anexo 14

15. Dr. G. MANGENOT (Francia)

Investigaciones Botánicas en las Regiones Tropicales Húmedas del Africa Occidental

Anexo 15

16. B.W. TAYLOR y G.A. STEWART (Australia)

Cartografía Fitológica en los Territorios de Papua y Nueva Guinea, dirigida por la C.S.I.R.O.

Anexo 16

17. Dr. E.K. JANAKI AMMAL (India)

Introducción al Análisis Genético de la Flora Forestal Higrofítica en el Asia Meridional


18. Dr. S. HEDAYET- ULLAH (Pakistán)

Estudio de la Vegetación Tropical con particular referencia a Pakistán

Anexo 18

Pueden obtenerse ejemplares de todos estos documentos dirigiéndose a: UNESCO, South Asia Science Co-operation Office. New Delhi, India.


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