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Pinos para las regiones tropicales


Distribución de los pinos tropicales
Algunas experiencias de introducción de pinos en los trópicos
Prácticas adoptadas para los pinos introducidos
Conclusiones
Bibliografía

U AUNG DIN
Dirección de Montes, FAO

EN los trópicos, las especies coníferas son muy escasas en relación con las frondosas. Se reconocen plenamente, sin embargo, las propiedades y la multitud de posibles usos de los pinos, por lo que en todos los países tropicales se presta una atención cada vez mayor a estas especies al planear programas nacionales de silvicultura. En el presente artículo se resume una información que puede ser de utilidad al elegir especies para su introducción y plantación.1

1Este artículo completa la sección sobre coníferas tropicales contenida en la publicación de la FAO, Silvicultura Tropical, Volumen 1.

Con frecuencia, los bosques de coníferas presentes en los trópicos se consideran simples prolongaciones de los bosques de la zona templada, sosteniéndose que los únicos pinos genuinamente tropicales de todo el mundo son P. merkusii, en la región asiática, y P. hondurensis desde México a Nicaragua, y en las Antillas. No existe ninguna especie en Africa. Si bien especies tales como P. longifolia en la India, P. khasya en Birmania y países vecinos, P. insularis en las Filipinas, P. strobus (ver. chiapensis) en Centroamérica y P. occidentales, P. tropicalis y P. cubensis en las Antillas, pueden considerarse asimismo tropicales, su habitat llega hasta zonas subtropicales, con una elevación de 1.000 a 2.000 m. (3.000 a 6.000 pies).

En el presente artículo, por «pinos tropicales» se entienden todos aquellos que hoy se dan naturalmente en la región tropical, comprendiendo por tanto los que se encuentran en zonas altitudinales de condiciones climáticas templadas o subtropicales.

En rigor, la región tropical del globo abarca la extensión limitada por los trópicos de Cáncer y de Capricornio (23°½ N. y S.), pero al objeto de incluir los «trópicos exteriores», así como la zona de transición que imperceptiblemente se funde con los subtrópicos, tomaremos como límites de la región las latitudes de 30°N. y S. Esto corresponde aproximadamente a la extensión delimitada por una zona en que la temperatura anual media es de 21° a 24°C. (700 a 75° F.) (Véase Figura 1).

Esta delimitación un tanto arbitraria presenta la ventaja de comprender casi la totalidad de México, que es quizá la región más rica del mundo en cuanto a número de especies de pinos que en ella crecen. Abarca asimismo una gran porción de Africa del Sur, donde las experiencias ganadas con abundantes especies exóticas de pinos bien pueden calificarse de afortunadas.

Distribución de los pinos tropicales

En su distribución natural parece que el género Pinus no ha podido cruzar el ecuador, interponiéndose a su avance hacia el hemisferio austral el cinturón de bosques tropicales y equatoriales. La única excepción la constituye la especie P. merkusii, que se da en la India, Birmania, Tailandia, Camboja, Vietnam e Islas Filipinas, en el hemisferio boreal, y en Sumatra, Java, Borneo e Indonesia, en el austral. Mas ni en Australia ni en Nueva Zelandia está representado el género Pinus.

En todo el continente africano no existe una sola especie indígena de pino, tropical o no. Se cuenta, sin embargo, con una especie. P. canariensis, en las islas Canarias, frente a la costa noroeste africana.

Tampoco en Sudamérica se da ninguna especie indígena de pinos, siendo Nicaragua el límite meridional de estas especies en Centroamérica, a unos 12° al norte del ecuador.

Antes de asignar las especies de los diversos países de estas regiones a un tipo determinado de clima caracterizado por su temperatura, altitud y régimen pluvial, serán oportunas algunas observaciones generales.

Zonas térmicas y temperatura

Basándose en la latitud, según la cual la temperatura media desciende al irse alejando del ecuador hacia el norte o el sur, las zonas climáticas generales que de ordinario se reconocen son la tropical, subtropical, templada y polar. La irregular distribución de tierras y aguas y otros diversos factores originan, sin embargo, notables variaciones dentro de zonas definidas según su latitud. Puede suponerse con cierta aproximación que a cada grado más de latitud corresponde un descenso de 1° F. en la temperatura anual media, a la vez que la temperatura anual media de 24° C. (75° F.) es la que suele aceptarse como característica de climas tropicales. Las variaciones en la temperatura a lo largo del año tienden a aumentar al ser mayor la latitud, lo que supone una mayor diferencia entre el día más largo y el más corto, y también al disminuir la precipitación, mientras que son menores a grandes altitudes o en las proximidades del mar.

Los climas pueden clasificarse en líneas generales según su temperatura media anual en la forma siguiente:

Región

Temperatura media



C.

F.

Tropical

más de 24°

más de 75°

Subtropical

entre 19,5° y 240

entre 67° y 750

Cálido-templado

entre 16,6° y 19,5°

entre 62° y 67°

Templado-frío

entre 10° y 19,5°

entre 50° y 62°

Polar

menos de 10°

menos de 50°

Régimen de lluvias

En la distribución general de lluvias en el mundo existen dos rasgos característicos:

(a) la existencia de dos zonas áridas que siguen de cerca una latitud de 30° al norte y al sur del ecuador, límites que en realidad son los fijados en el presente estudio;

(b) el aumento general de la precipitación a partir de estas zonas hacia el ecuador y hacia los polos.

Las variaciones en la lluvia están, sin embargo, causadas por factores tales como la orografía, proximidad al mar, influencia de los monzones o vientos alisios, etc.

La distribución de las lluvias no es menos importante que la cantidad total de éstas, pudiéndose distinguir tres tipos principales de pluviosidad:

(a) pronunciadas lluvias estivales,
(b) lluvias bien distribuidas y
(c) pronunciadas lluvias invernales.

Cada uno de éstos da origen a un tipo distinto de vegetación.

Sin embargo, entre los límites de 30° N. y S., son dos los régimenes de distribución de lluvias que nos interesan:

(a) lluvias estacionales, esto es, caracterizadas por una temporada pluviosa bien definida, y
(b) lluvias regularmente distribuidas a lo largo del año, a veces con una o dos culminaciones.

A diferencia de las otras zonas térmicas caracterizadas por un aumento en la latitud, en los trópicos no es tan importante que las lluvias se produzcan durante el verano o el invierno, por no existir una estación invernal señalada. Gran parte de las lluvias caen durante los meses más calientes del verano, cuando el sol está en su punto más alto, mientras que el llamado «invierno» es invariablemente una estación seca.

De conformidad con la clasificación general adoptada en la publicación de la FAO Silvicultura Tropical, será conveniente distinguir aquí tres clases de intensidad pluvial:

1. Zonas con más de 1.900 mm. (75 pulgadas) o de montes higrofíticos.

2. Zonas con 1.000 a 1.900 mm. (40-75 pulgadas) o de montes mesolíticos.

3. Zonas con menos de 1.000 mm. (40 pulgadas) o de montes xerofíticos, comprendidos los montes espinares y las zonas semiáridas.

Es evidente que estas cifras representativas variarán de una región a otra, siendo tanto menores cuanto mayor sea la latitud, esto es, su distancia desde el ecuador. Dicho de otra forma, en latitudes más al norte o al sur, un determinado tipo de vegetación exigirá menos lluvias que en lugares más próximos al ecuador.

Altitud y temperatura

El ritmo de disminución de la temperatura media con la elevación es aproximadamente de 1° F. por cada 300 pies de altitud en cualquier punto del mundo. En los trópicos, sin embargo, la diferencia de altitud necesaria para un descenso de 1°F. en la temperatura media es casi de 400 pies hasta una altura de 3.000 pies, por encima de la cual el descenso térmico es más rápido, aproximándose a la cifra válida para todo el mundo. Aparte de las variaciones debidas a factores locales, el descenso es también variable en distintos momentos del año, siendo menor en invierno que en verano.

A mayores altitudes revisten importancia las heladas, a la vez que a altitudes suficientemente grandes, la precipitación toma la forma de nieve, que puede acumularse y permanecer sobre el suelo durante períodos variables.

Tanto las heladas como las nevadas influyen en modo importante sobre la vegetación. Las heladas del suelo pueden conducir a la muerte retrogradante de la vegetación de poca altura y de las plántalas. Una capa de nieve protege al suelo y a la vegetación contra sucesivos descensos en la temperatura, a la vez que la fusión gradual de estas nieves en la primavera constituye una valiosa fuente de humedad para la vegetación. En este sentido, 12 mm. de nieve se consideran equivalentes a 1 mm. de lluvia. En las zonas que orillan los límites exteriores de la región estudiada en el presente artículo, durante el invierno se producen regularmente heladas a altitudes superiores a 900 m. (3.000 pies), mientras que al irse acercando al ecuador, las heladas raramente se producen a altitudes menores de 1.800 m. (6.000 pies). En forma análoga, si bien en ocasiones puede nevar a altitudes inferiores a los 1.200 m. (4.000 pies) cerca del límite del paralelo 30°, la nieve no se mantiene durante un tiempo apreciable por debajo de los 2.100 m. (7.000 pies). Más cerca del ecuador, rara vez nieva por debajo de los 3.000 m. (10.000 pies). A alturas superiores a los 4.800 m. (16.000 pies) existen nieves perpetuas.

En el Cuadro 1 se da una división empírica de las zonas altitudinales, basada en los límites de las temperaturas medias, de forma que correspondan en líneas generales a las zonas térmicas latitudinales del mundo, al objeto de asignar las especies a una zona altitudinal concreta. De esta forma, como la consideración de esta relación altitud-temperatura se limita a la región comprendida entre los 30° N. y S., el problema resulta algo más simple que si se introdujera la tercera variable de latitud. Por supuesto, esto no quiere decir que no se advierta el efecto de un cambio en la latitud, pero esta influencia sólo es notablemente pronunciada al aproximarse a los paralelos límites de 30° N. y S.

CUADRO 1. - DIVISIÓN EMPÍRICA DE LAS ZONAS ALTITUDINAL ES BASADA EN LOS LÍMITES DE LAS TEMPERATURAS MEDIAS

Clima

Temperatura media

Altitud

Observaciones

Tropical


Más de 24°C.

Hasta 900 m.


(75°F.)

(3.000 pies)


Subtropical


19,5°-24°C.

900-1.800 m.

(Heladas poco frecuentes pies) en invierno)

(67°-75°F)

(3.000-6.000 pies)


Cálido -templado


16,6° 19,5°C.

1.800-2.700 m.

(Ligeras he ladas en in vierno)

62°- 67°F.

(6.000 9 000 pies)


Templado - frío


10°-16,6°C.

2.700-4.000 m.

(Intensas heladas en in vierno

(50°-62°F.)

(9.000-13.000


Polar



Menos de

Más de 4.000 m.


10°C.

(13.000 pies)


(50°F.)



A este punto, es precisa una advertencia. En primer lugar, al delinear las zonas lluviosas o térmicas correspondientes a un determinado piso latitudinal, nunca es posible trazar una divisoria neta entre éstas ni entre clases distintas de éstas. En modo análogo, al distribuir las especies en clases térmicas, altitudinales de pluviosidad, debe tenerse siempre presente que, dentro de un determinado margen de condiciones en que se dé una especie, puede existir un óptimo, y asimismo que es siempre posible que una especie trasponga sus propios límites y penetre en zonas térmicas más frías o calientes en elevaciones mayores o menores o en zonas de intensidad pluvial superior e inferior.

FIGURA 1. - Planisferio en el que se indica, los límites de 1a región en que existen pinos tropicales y que está comprendida entre 30° de latitud N. y s.

En segundo lugar, la temperatura, elevación y pluviosidad representan un medio de clasificación muy general, siendo siempre posible y aun conveniente subdividir estas categorías según las necesidades locales.

En tercer lugar, no debe suponerse en absoluto una correspondencia exacta entre los climas de las zonas térmicas diferenciados según su latitud y altitud. Por ejemplo, Kikuyu, enclavada a una altitud de 2.073 m (6.800 pies) sobre el nivel del mar en Kenia, y Lisboa, gozan de una temperatura media anual casi idéntica (16,1° y 15,6° C., respectivamente), pero la diferencia entre las temperaturas medias de los meses más fríos y más calientes es de sólo 5° C. en la primera localidad, en comparación con 13,8° en la segunda. Puede así decirse que existe una mayor uniformidad a lo largo de todo el año en los trópicos, factor que, unido a la ausencia de períodos de reposo como los que atraviesan los pinos en estaciones más septentrionales, puede conducir en ocasiones al fracaso de algunas especies introducidas en las tierras altas ecuatoriales. Atendiendo a esta falta de correspondencia entre los climas, los que se basan en pisos altitudinales suelen con frecuencia denominarse tropical, subtropical montano inferior, montano superior, subalpino, alpino, etc.

Asia

Existen sólo seis especies de pinos en la región indomalaya, tres de los cuales, P. excelsa, P. longifolia y P. gerardiana, corresponden al Himalaya, P. khasya vive en Assam y Birmania y P. merkusii en Birmania, Tailandia, Camboja y las Filipinas, mientras que P. insularis, muy afín a P. khasya, solamente se encuentra en las Filipinas.

1. P. excelsa (wallichiana). Está limitado principalmente a las regiones templadas del Himalaya (2.000 a 3.000 m., o 6.000 a 10.000 pies) y se extiende desde Afganistán, en el oeste, hasta Bhutan, en el este, si bien puede descender hasta 1.200 m. (4.000 pies) y ascender hasta 3.600 m. (12.000 pies). Temperaturas extremas: - 17,8° C. (0°F.) - 37,8° C. (100°F.), y la lluvia oscila entre 1.000 y 1.900 mm. (40-50 pulgadas) con nevadas durante el invierno.

2. P. longifolia. Se encuentra entre 460 y 2.280 m. (1.500-7.500 pies), desde Afganistán hasta Bhutan en la India, donde en su límite inferior está con frecuencia asociado con especies de bajo nivel altitudinal, como Shorea robusta, Buchaniana latifolia, Anogeissus latifolia, Bacchinia spp. Temperaturas extremas: - 4° C. - 43,3°C. (25°-110°F.). Precipitación 890 a 2.800 mm. (35-110 pulgadas),

3. P. gerardiana. Se encuentra a la misma altitud que P. excelsa, pero en localidades más áridas fuera de la influencia de los monzones, recibiendo sólo nevadas y ligeras lluvias de 380 a 760 mm. (15-30 pulgadas) en Afganistán, Pakistán y el Himalaya. Esta especie proporciona semillas comestibles.

4. P. khasya. Crece en las colinas de Khasi y Naga en Manipur, extendiéndose hasta las montañas de la Alta Birmania a alturas de 760 a 2.280 m. (2.500 a 7.500 pies), mezclado con robles, castaños y otras frondosas. Pluviosidad superior a 1.900 mm. (75 pulgadas). Temperaturas extremas: - 1,1° - 37,8° C. (30°-100°F.), a veces con ligeras heladas durante el invierno.

5. P. insularis. Es análogo a P. khasya, pero sólo se encuentra en las Filipinas a 900-2.100 m. (3.000-7.000 pies), recibiendo hasta 3.600 mm. (140 pulgadas) de lluvia.

6. P. merkusii. Es el más tropical de todos los pinos y la única especie que atraviesa el ecuador llegando al hemisferio austral. Se encuentra en Birmania, Tailandia, Cambuja, Indonesia y Filipinas, a 150-900 m. (500-3.000 pies), con pluviosidad intensa superior a 1.900 mm. (75 pulgadas), pero en terreno poroso y bien avenado, y con frecuencia también en terreno árido.

En China, dentro de los límites de 30°, crecen las cuatro especies siguientes:

P. armandi en las montañas de Shensi, Yunnan y Szechwan.
P. bungeana en los suelos calcáreos de las montañas centrales.
P. massoniana en el sudeste, siguiendo el valle del Yangtsé y penetrando en Szechwan.
P. tabulaeformis en el oeste de Yunnan y Szechwan.

Africa

P. canariensis es indígena de las Islas Canarias. Vive entre 750 y 2.400 m. (2.500 a 8.000 pies), de ordinario en laderas áridas y suelo volcánico. Es fundamentalmente un árbol de clima subtropical, con dilatados períodos de sequía y una considerable precipitación pluvial en el invierno. Su madera es resistente y duradera y una de las mejores que proporcionan los pinos.

América

En México2 existen más de 30 especies y otras tantas variedades que, en su mayor parte, crecen a alturas de 1.200 a 4.500 m. (4.000 a 15.000 pies) sobre el nivel del mar. Cinco de estas especies (P. hondurensis, P. oocarpa, P. montezumae, P. pseudostrobus y P. tenuifolia) penetran en Centroamérica siguiendo las montañas y llegan hasta Nicaragua. En las Antillas existen cuatro especies (P. occidentales, P. hondurensis, P. tropicalis y P. cubensis) distribuidas en la forma siguiente: una en las Bahamas (P. hondurensis), una en Haití (P. occidentalis), las cuatro en Cuba y dos en la Isla de los Pinos (P. tropicalis y P. hondurensis). Los pinos se hallan ausentes de la flora autóctona de Puerto Rico, Jamaica, Antillas Menores, Costa Rica, Panamá y Sudamérica.

2 La taxonomía de los pinos centroamericanos exige aún investigación y esclarecimiento, así como un acuerdo entre los botánicos. En este artículo el primitivo P. caribaea se considera desglosado en P. elliottii de Georgia y Florida y P. hondurensis de Honduras y Guatemala; esta última denominación se utiliza asimismo para designar al P. caribaea de las Antillas. En forma análoga, P. tropicalis, P. cubensis y P. occidentales, que algunos autores consideran sinónimos, se tratan aquí como especies independientes.

Algunas experiencias de introducción de pinos en los trópicos

La introducción de nuevas especies en una zona determinada es más probable que conduzca a resultados satisfactorios y positivos cuando se ajusta a una de las dos modalidades siguientes:

1. De un país de la «región tropical» a otro de la misma región, esto es, sin salirse de los 30° de latitud N. y S.; en este caso, sólo será necesario cultivar la nueva especie a la misma altura que en su país de origen;

2. De fuera de la «región tropical», esto es, de países de mayor latitud; en este caso será preciso buscar en la «región tropical» zonas de altitud suficiente para que en su clima se produzca un equivalente térmico comparable;

y siempre, además, que el clima de la nueva estación pertenezca a la misma clase de pluviosidad (húmedo, mesolítico o xerofítico) que el lugar de origen.

FIGURAS 2. - Diagrama en el que se indica el crecimiento de 6 especies de pinos en la región tropical de Asia y de 32 especies en la América tropical. En la parte del texto que a esto se refiere y también en el Cuadro 2, se hace mención de las cifras que aquí se citan con referencia a dichas especies. El triángulo representa una montaña; el espacio de la izquierda corresponde a una precipitación de más de 1.900 mm. (75 pulgadas); el de la derecha, a menos de 1.000 mm. (40 pulgadas), y el interior del triángulo, a 1.000-1.900 mm. (40-75 pulgadas).

FIGURAS 3. - Diagrama en el que se indica el crecimiento de 6 especies de pinos en la región tropical de Asia y de 32 especies en la América tropical. En la parte del texto que a esto se refiere y también en el Cuadro 2, se hace mención de las cifras que aquí se citan con referencia a dichas especies. El triángulo representa una montaña; el espacio de la izquierda corresponde a una precipitación de más de 1.900 mm. (75 pulgadas); el de la derecha, a menos de 1.000 mm. (40 pulgadas), y el interior del triángulo, a 1.000-1.900 mm. (40-75 pulgadas).

La temperatura anual media, aunque es un dato útil, no da por sí misma una indicación suficiente de la amplitud de las variaciones; deberán considerarse no sólo las temperaturas medias de los meses más calientes y más fríos, sino también las temperaturas absolutas máxima y mínima que han de soportarse en la nueva estación.

La existencia de razas o estirpes de una especie y las características de su lugar de origen pueden determinar el éxito o el fracaso de la introducción3 de tal especie en un lugar distinto de su habitat natural. Por ejemplo, en las tierras bajas malayas fracasó la repoblación con semilla de P. insularis recogida en las Filipinas a una altitud de 1.800 m. (6.000 pies). Sin embargo, las tentativas posteriores con semilla de árboles que se habían extendido hasta elevaciones menores de 450 a 600 m. (1.500 a 2.000 pies) como resultado de la agricultura migratoria, tuvieron éxito. Podrían aducirse muchos otros ejemplos parecidos de otros países.

3 Una especie exótica se considera plenamente naturalizada en su nueva estación cuando produce semillas fértiles o se regenera. en el nuevo habitat. En las líneas que siguen se recogen, sin embargo, algunas experiencias con pinos «no tropicales».

CUADRO 2. - ESPECIES DE PINO QUE EXISTEN EN LA RÉGION TROPICAL DE AMÉRICA

CUADRO 2. - ESPECIES DE PINO QUE EXISTEN EN LA RÉGION TROPICAL DE AMÉRICA (conclusión)

Las experiencias efectuadas en diversos países parecen indicar que la introducción con arreglo a la primera modalidad conduce a resultados mucho mejores que con arreglo a la segunda. Esto es fácil de comprender, ya que si bien la sucesión de zonas térmicas al aumentar la altitud es igual a la encontrada al alejarse del ecuador y acercarse a los polos, nunca podrá obtenerse con la alternativa 2 el mismo grado de aproximación climática que la conseguida con la alternativa 1, en particular, respecto de factores tales como la presión, radiación solar, régimen pluvial y variaciones de la temperatura, diferencias que por supuesto influirán sobre la especie

Asia

India

En Nilgiri Hills se han creado pequeñas plantaciones de P. radiata, P. pinaster y P. maritima. Aunque estas especies son prometedoras en sus fases iniciales, no se desarrollan bien. Con P. pinaster se obtienen resultados aceptables a unos 2.100 m. (7.000 pies) en el Himalaya; no se alcanzó éxito con P. silvestris a 2.400-2.700 m. (8.000-9.000 pies) en el Himalaya; en cambio, se dieron a conocer resultados satisfactorios con introducciones en pequeña escala de P. canariensis y P. halepensis en Cachemira; P. hondurensis y P. radiata en Assam; P. patula, P. pinaster, P. taeda y P. laricio en el Punjab

Ceilán

P. canariensis se ha ensayado con éxito a 1.200-1.800 m. (4.000-6.000 pies) y también en margas arenosas aluviales a alturas de hasta 120 m. (400 pies). Esta especie puede soportar una precipitación menor que ninguna otra conífera (de 127 a 380 mm. o 5 a 15 pulgadas), sobre todo en invierno, y no queda afectada por las heladas. Crecimiento medio en altura 3,8 cm. (1½ pulgadas) por año. Es la especie de pino introducida con mayor éxito.

CUADRO 3. - DIVERSAS ESPECIES AGRUPADAS BAJO SU RESPECTIVA ZONA TÉRMICA

Tropical

Subtropical

Cálido - templada

Templada - fría

Polar

más de 24°

19,5° - 24°C

16,6° - 19,5°C

10° - 16,6°

(menos de 10°C

(75°F)

(670 -75°F)

(62° - 67°F)

(50° - 62°F)

(50°F)

1. P. hondurensis

4. P. strobus var. chiapensis


5. P. oocarpa

16. P. rudis

4. P. strobus var. chiapensis

5. P. oocarpa

5. P. oocarpa

6. P. montezumae

20. P. hartwegii





















6. P. montezumae

6. P. montezumae

7. P. pseudostrobus





















7. P. pseudostrobus

7. P. pseudostrobus

8. P. michoacana

8. P. michoacana

8. P. michoacana

14. P. patula

9. P. Iawsoni

9. P. Iawsoni

15. P. ayacahuite

10. P. pringlei

10. P. pringlei

16. P. rudis

11. P. herrerai

11. P. herrerai

17. P. cooperi

12. P. douglasiana

12. P. douglasiana

18. P. duranguensis

22. P. leiophylla

13. P. tenuifolia

20. P. hartweyii













14. P. patula

21. P. fexilis

15. P. ayacahuite

22. P. Ieiophylla

22. P. leiophylla

23. P. lumholtzii

23. P. lumholtzii

24. P. greggii

25. P. teocote

25. P. teocote








26. P. cembroides

27. P. pinceana

28. P nelsoni

29. P. chihuahuana

30. P. engelmannii

31. P. arizonica

32. P. reflexa

P. excelsa se ha introducido a 1.800 .m. (6.000 pies) con resultados aceptables. Crecimiento inicial lento.

P. longifolia se ha introducido a 1.800 m. (6.000 pies) con resultados prometedores.

Federación Malaya

P. insularis. Con semillas procedentes de las Filipinas los pies alcanzan una altura media de 2,3 m. (7½ pies) y máxima de 3,9 m. (13 pies) en dos años. Especie muy prometedora. Los árboles plantados en Cameron Highlands (1.440 m. o 4.800 pies) alcanzaron una altura de 29 m. (96 pies) y un diámetro normal de 1,5 m. (5 pies) en 24 años. El crecimiento, rápido en sus primeras fases, se ha reducido algo en los últimos años. Algunos pies jóvenes mueren como resultado del ataque de Armillaria mellea.

P. caribaea [semilla recogida en Honduras Británica a una altitud de 540 m. (1.800 pies)]. Es la especie de más rápido en las tierras bajas con un excelente porcentaje de sobrevivencia (94 por ciento). Altura máxima de 6,7 m. (22 pies) en tres años. Es una especie muy prometedora.

P. elliottii. Especie afín a P. caribaea de la región subtropical. Fracasa en tierras bajas, si bien su sobrevivencia es aceptable durante varios años.

P. merkusii (semillas procedentes de Sumatra). Resultados poco notables, si bien el crecimiento inicial es rápido. Se consiguen mejores resultados con semillas procedentes de Java, cuyos pies se desarrollan satisfactoriamente en prados de pasto Imperara de tierras agrícolas degradadas.

P. massoniana (semillas procedentes de Hong-kong). Los pies de esta especie emergen con poco vigor y crecen con mayor lentitud que otras especies. Recientemente se ha conseguido un mejor desarrollo en prados de pasto Imperata, y los árboles crecen a un ritmo regular, con tendencia a formar guías largas no ramificadas.

Borneo

P. khasya. Exilo negativo a poca altura.

P. massoniana. Exilo negativo.

Oceanía

Australia tropical: Queenslandia

P. leiophylla. Ha resultado resistente a un calor y una humedad extremos.

P. longifolia. Las plantaciones son muy promete doras. Las plantitas son difíciles de transplantar después de unos ocho meses, obteniéndose los mejores resultados con plantas de uno o dos meses transplantadas en tubos.

P. merkusii y P. montezumae. Se han introducido con éxito positivo en Queenslandia.

P. taeda, P. patula, P. elliottii, P. radiata, P. palustris y P. hondurensis han quedado establecidos, mientras que P. pinaster, P. insularis, P. strobus var. chiapensis y P. tropicalis medran satisfactoriamente.

Islas Viti

P. hondurensis, P. elliottii y P. taeda resultaron prometedores, pero las pruebas con P. khasya, P. massoniana, P. patata y P. radiata no tuvieron éxito.

Africa

Unión Sudafricana

P. ayacahuite. Demuestra rusticidad y crecimiento rápido en los puntos de mayor humedad alcanzando una altura media de 6,1 m. (20 pies) en 10 años.

P. canariensis. Utilizado ampliamente para la plantación desde 1898 en margas arenosas y arcillosas, sobre rocas de arenisca, granito o dolerita, sobre todo en laderas montañosas, cuya vegetación original consistía en gramíneas, brezos y helechos. La especie es bastante vigorosa y resistente a la nieve, pero teme a las heladas en sus primeras fases de vida. El crecimiento medio anual en altura es de 46 a 91 cm. (1 ½3 pies) y el volumen anual medio producido, de 6,7 a 10,7 m3 por Ha. (100 a 250 pies cúbicos por acre).

FIGURA 4. - Pinus merkusii, en la región montañosa de las proximidades de Dalat, en Vietnam.

P. caribaea. Introducido en 1919 y plantado profusamente en arenas margosas profundas próximas a la costa, así como en suelos arenosos y margosos de laderas y colinas sobre roca de arenisca, granito, dolerita y cuarzita. Es bastante resistente a las heladas. Crecimiento medio anual en altura, 1 m. (3 ½ pies). Su crecimiento es vigoroso en las zonas húmedas tanto templadas como subtropicales, soportando una intensa competencia de plantas adventicias, así como un terreno cenagoso.

P. excelsa. Su comportamiento ha sido bastante satisfactorio en plantaciones, alcanzando un crecimiento medio en altura de 15 m. (50 pies) y un diámetro medio de 25 cm. (10 pulgadas) en 27 años.

P. cembroides. Produce semillas comestibles. Procede de altitudes templadas de México. Aunque su crecimiento es lento, esta especie es vigorosa y prometedora.

P. gerardiana. Se ha ensayado profusamente, resultando ser especie rústica y prometedora.

P. halepensis. Las plantaciones con esta especie se iniciaron ya en 1893 y medran bien. Se cultiva en suelos arenosos que contienen cal, próximos a la costa marítima y en otros puntos en suelo no ácido formado a partir de arenisca, arcilla pizarrosa y dolerita. No prospera en suelos ácidos ni en lugares más altos y fríos. Especie útil para los suelos calcáreos de zonas más áridas, tanto próximas a la costa como del interior, presentando a la vez una relativa resistencia a los termes. Puede soportar la sequía y las heladas. El crecimiento medio en altura es de 61 cm. (2 pies) y la producción de 10 m3 por Ha. (150 pies cúbicos por acre).

P. khasya. Especie introducida ya en 1894, de la que existen varias plantaciones muy prometedoras que con toda probabilidad adquirirán importancia económica. El crecimiento medio anual en altura es de 60 a 90 cm. (2 a 3 pies) y la producción media anual de 10 a 14 m3 por Ha. (150 a 200 pies cúbicos por acre).

P. insularis. También esta especie, procedente de las Filipinas, prospera satisfactoriamente.

P. leiophylla. Existen extensas y prometedoras plantaciones de esta especie.

P. longifolia. Especie introducida ya en 1873. Las plantaciones más viejas datan de 1908. Crece en margas y margas arenosas o sobre laderas de montañas herbosas con mezcla de helechos. Es resistente a la nieve, a las heladas y a la sequía. El crecimiento medio en altura de 60 cm. (2 pies) y la producción anual de 10 a 14 m3 por Ha. (150 a 200 pies cúbicos por acre) hacen de esta especie una de las más seguras para la repoblación en las estaciones más secas de las zonas cálido-templadas y templado-frías de lluvias estivales, pero su madera va perdiendo aceptación por presentar la fibra revirada.

P. lumholtzii. Especie muy prometedora.

P. maritima. Introducida con gran éxito y cultivada desde 1890. Es la especie más adecuada para la repoblación general de terrenos arenosos pobres en las zonas templadas de lluvias tanto invernales como equitativamente distribuidas durante todo el año. En general, no se adapta bien a las condiciones de lluvias estivales por ser susceptible al granizo y a las enfermedades criptogámicas propias de los subtrópicos.

P. merkusii. Medra en las zonas cálidas y húmedas.

P. montezumae. Es una de las especies de crecimiento más rápido de la Unión Sudafricana, habiendo demostrado su resistencia a la sequía y a las heladas.

P. elliottii. Especie establecida, notable por estar libre de enfermedades y plagas de mayor cuantía y por su excepcional adaptabilidad a condiciones climáticas y edáficas.

P. patata. Especie profusamente plantada en zonas montañosas frías con elevada precipitación y frecuente nubosidad en Africa.

P. pinaster. Establecido en especial en los suelos arenosos de escasa fertilidad de laderas montañosas.

P. pseudostrobus. Establecido en estaciones frías y húmedas de las zonas de lluvias estivales. Su madera no goza de gran demanda en el mercado.

P. radiata. Especie establecida, pero susceptible al granizo y a la subsiguiente infección por Diplodia pinea.

P. taeda. Establecido, pero de calidad inferior a P. patula, P. elliottii y P. radiata.

Kenia

Las primeras tentativas de introducción de todas las especies de Pinus fracasaron por no haberse considerado imprescindible la inoculación de hongos micorrizógenos, pero las plantaciones subsiguientes a la importación de «tierra de pinar» condujeron a extraordinarios resultados con especies tales como P. canariensis, P. caribaea, P. halepensis, P. leiophylla, P. montezumae, P. radiata, P. patata, P. ayacahuite y P. oocarpa. Estos pinos se plantan a altitudes de 1.500 a 2.700 m. (5.000 a 9.000 pies) y reciben de 1.000 a 1.270 mm. (40 a 50 pulgadas) de lluvias.

Nyasalandia

P. cembroides, P. tarda, P. pseudostrobus, P. canariensis, P. montezumae, P. elliottii y P. patata se han establecido con gran éxito a altitudes de 900 a 2.250 m, (3.000 a 7.500 pies), donde reciben de 1.000 a 2.800 mm. (40 a 110 pulgadas) de lluvias, con resultados muy alentadores, a la vez que P. longifolia se ha establecido con resultados análogos a altitudes de 750 a 1.050 m. (2.500 a 3.500 pies) con 760 mm. (30 pulgadas) de lluvia. Los resultados fueron poco significativos con P. caribaea y P. leiophylla.

Rhodesia

P. canariensis. Consigue su mejor desarrollo en Rhodesia del Sur a altitudes de 1.500 m. (5.000 pies) o mayores, con una pluviosidad de 890 mm. (35 pulgadas) O más.

P. halepensis. Crece bien a altitudes de 900 a 1.500 m. (3.000 a 5.000 pies), que reciben hasta 890 mm. (35 pulgadas) de lluvias.

P. longifolia. En Rhodesia del Sur su crecimiento óptimo se consigue a altitudes de 1.500 m. (5.000 pies) o superiores, con lluvias de 890 mm. (35 pulgadas) 0 más.

P. elliottii, P. montezumae, P. patata, P. radiata y P. taeda se han establecido a elevaciones de 1.050 a

1.950 m. (3.500 a 6.500 pies), con una precipitación de 1.000 a 2.540 mm. (40 a 100 pulgadas). P. taeda suele estar libre de plagas, mientras que P. radiata sufre el ataque de Diplodia pinea.

P. insularis. Esta especie se ha establecido, pero no se cultiva aún profusamente.

Nigeria

P. longifolia. Exilo negativo.

Tanganyika

P. patula. Establecido a 1.200-2.400 m. (4.000:8.000 pies), con una precipitación de 1.000 a 2.000 mm. (40 a 80 pulgadas).

P. radiata. Establecido a 1.200-2.100 m. (4.000-7.000 pies), con una precipitación de 760 a 1.270 mm. (3050 pulgadas).

Uganda

P: patula. Crece a altitudes superiores a 1.350 m. (4.500 pies), con 1.000 a 1.900 mm. (40 a 75 pulgadas) de lluvias. Su desarrollo es vigoroso.

P. radiata. Crece a altitudes superiores a 1.350 m. (4.500 pies), con 1.000 a 1.270 mm. (40 a 50 pulgadas) de lluvias. Medra bien.

Mauricio

P. longifolia. Las plantaciones hechas en 1910 con esta especie han dado un excelente resultado. Se cultiva a elevaciones de 240 a 450 m. (800 a 1.500 pies) en suelo de arcilla densa y de laterita. Se comporta bien en lugares áridos o en suelos estériles y compactos en que la mayor parte de las demás especies fracasan. No puede soportar una lluvia intensa y se malogra a una altitud de 540 m. (1.800 pies) con 3.200 mm. (125 pulgadas) de lluvias.

P. massoniana. Se introdujo con gran éxito en 1885 a altitudes diversas superiores a 300 m. (1.000 pies), hallando su óptimo en suelos arcillosos y lateríticos con suficiente humedad. La precipitación media es de 1.470 mm. (58 pulgadas) bien distribuida y con una elevada humedad atmosférica. Soporta bien la sequía. Crecimiento medio en altura, 60 cm. (2 pies). Producción media anual, 7 m3 por Ha. (más de 100 pies cúbicos por acre).

Antillas

Trinidad

P. hondurensis. Precipitación: de 2.000 a 2.800 mm.

(80 a 110 pulgadas). No tiene límite altitudinal. Se desarrolla vigorosamente y con gran rapidez: 6,1 m. (20 pies) en 4 años.

En las líneas anteriores se ha mencionado Pinus radiata. No puede considerarse completa ninguna reseña sobre la introducción y establecimiento de pinos exóticos si no se menciona el papel que desempeña P. radiata en Chile o en Nueva Zelandia, pese a que estos países están situados fuera de la región a que se refiere el presente artículo. Al igual que pasa con P. canariensis, la zona de distribución natural de P. radiata es muy limitada, pero, también a semejanza del primero, se ha introducido con todo éxito en condiciones muy diversas. En un tiempo, este pino carecía de toda importancia en su habitat natural del sur de California donde apenas si era utilizado como leña, habiéndose hoy convertido, por ejemplo en Nueva Zelandia, en una de las maderas de utilidad e importancia más generalizada en la construcción y también como materia prima de las industrias de la celulosa. En Nueva Zelandia se plantan extensiones cada vez mayores con esta especie mezclada con otras como P. nigra, P. ponderosa, P. strobus y P. conforta.

Prácticas adoptadas para los pinos introducidos

Técnicas de vivero y plantación

La semilla suele sembrarse a voleo en albitanas, donde queda protegida contra la lluvia y la radiación solar. Es también necesario protegerla contra las hormigas y otros insectos. Una vez que las plantitas alcanzan una altura de 5 cm. se trasladan a un criadero previamente inoculado con hongos microrrizógenos o, si es posible, mezclado con tierra de pinar. Esto es absolutamente esencial para el buen éxito de la plantación en estaciones nuevas. Deberá contarse con sombrajos y protección contra una lluvia intensa, así como con medios de riego durante la temporada seca.

Se plantan de asiento en hileras espaciadas 7 u 8 centímetros. Suele prevenirse la peste de los semilleros espolvoreando la superficie con arena o pulverizando con caldo bordelés. Cuando se trata de especies rústicas con raíces cortas, las plantitas podrán arrancarse cuando hayan alcanzado una altura de 20 a 30 cm. para plantarlas de asiento en el campo a raíz desnuda. Con especies más exigentes y de largas raíces quizás sea necesario primero recortar éstas haciendo pasar transversalmente por debajo del criadero un hilo de acero tenso. Se corta después un cuadrado de unos 8 cm. de lado alrededor de cada planta, y el trasplante se efectúa con cepellón. Cuando el terreno de asiento es de escasa fertilidad el tratamiento de cada planta con cepellón con unos 85 g. (3 onzas) de superfosfato da buenos resultados.

En lo que se refiere a la preparación del terreno, si la plantación puede hacerse conjugada con el sistema taungya esto será una ventaja. De ordinario, sin embargo, tal plantación se efectúa en terrenos áridos, poco profundos, porosos y estériles, 0 en praderas no aptas para la agricultura, y en tal caso deben prepararse casillas de tamaño suficiente para alojar las raíces. El espaciado varía según el lugar y la especie, pero como norma general suele adoptarse el de 1,8 × 1,8 m. (6 × 6 pies), con tendencia en los últimos años hacia un espaciado mayor de 2,4 × 2,4 m. (8 × 8 pies) o de 2,7 × 2,7 m. (9 × 9 pies).

Tratamiento de las masas

Durante los tres primeros años pueden ser necesarios los desbroces, pero una vez establecida una plantación puede en general soportar una considerable competencia de plantas adventicias o herbazales exuberantes.

CUADRO 4. - CLASIFICACIÓN DE ALGUNOS PINOS TROPICALES SEGUN EL NÚMERO DE AGUJAS POR FASCICULO Y SEGUN LA PRODUCCIÓN DE RESINA Y SEMILLAS COMESTIBLES

Pinos de 5 agujas

Pinos de 3 agujas

Pinos de 2 agujas

Con número variable

Producen semillas comestibles

Producen resina

P. montezumae

P. patula

P. halepensis

P. tabulaeformis

P. gerardiana

P. longifolia

P. pseudostrobus

P. khasya

P. massoniana

P. cembroides

P. cembroides

P. merkusii

P. armandi

P. canariensis

P. merkusii

P. lawsoni

P. armandi

khasya

P. excelsa

P. longifolia







P. hartwegii

P. pinea

montezumae

P. ayacahuite

P. greggii

P. oocarpa

P. cembra

P. chihuahuana

P. flexilis

P. radiata





P. nelsoni

P. oocarpa

P. leiophylla

P. gerardiana

P. pinceana

P. teocote



P. bungeana



P. leiophylla

P. lumholtzii


Para la obtención de buenos pies maderables algunas especies exigen algunas podas hasta que el fuste alcanza una cierta altura. La primera clara es necesaria entre los 4 y los 10 años de edad, según el espaciado original, la localidad y la especie. Las claras subsiguientes suelen efectuarse en base al marqueo de «árboles selectos», que se retendrán como producto definitivo, y se extraerán los restantes en fases sucesivas.

Es imprescindible la protección contra incendios, pero si por falta de fondos o de personal no puede adoptarse, al menos se dictarán medidas de regulación de quemas, no sólo para reducir el peligró de incendios, sino también para combatir la invasión de frondosas, cuando sea el caso. En la zona de distribución natural de los pinos en los trópicos, la invasión de frondosas no constituye un factor tan grave como en pinares de zonas altitudinales superiores de países templados, produciéndose en los claros, con la debida protección contra incendios, una fácil regeneración de pinos.

En la fase de explotación están muy generalizadas las cortas rasas seguidas por la quema de residuos y la regeneración artificial por plantación. El tratamiento de cortas rasas bajo cubierta de árboles padres seguida de reproducción diseminatoria directa es también posible y se ha adoptado en muchos países, a la vez que con la mayor parte de las especies ha resultado muy satisfactorio el tratamiento por cortas a clareo sucesivo uniforme con dos o tres cortas de regeneración a intervalos de algunos años. Después de las cortas de explotación las quemas reguladas son beneficiosas para la preparación del terreno, el cual posteriormente deberá protegerse contra incendios y contra el pastoreo durante al menos diez años, una vez establecida la nueva masa, sea por regeneración artificial o natural.

Los pinos son fundamentalmente especies de luz, y en este rasgo silvícola se basan la mayor parte de los tratamientos culturales.

Plagas y enfermedades

Los pinos son susceptibles al ataque de gran número de plagas y enfermedades criptogámicas que pueden aparecer en los pies dañados por escamondas, por el granizo, las tormentas, etc., o en pies débiles que crecen en estaciones poco adecuadas. Si bien algunos de estos males pueden provocar una considerable destrucción, muchos de ellos apenas si revisten algo más que una importancia local.

Hongos

Entre las enfermedades fungosas, la roya vesicular causada por Peridermium spp. (sin. Cronartium spp.) constituye una clase por sí misma, y ataca con preferencia a los pinos de cinco agujas, causando agallas y tumores en las acículas, ramas y fustes. Su presencia se ha registrado en Centroamérica, a la vez que, en la India, P. longifolia y P. excelsa son en extremo susceptibles a estas enfermedades.

Trametes pini y otras especies afines siguen en orden de importancia, habiéndose denunciado en todas las regiones de coníferas del mundo. Quedan atacados árboles de todos los tamaños, y las señales visibles usuales son la pudrición y desintegración del duramen, que inutiliza en mayor o menor grado la madera y expone a los árboles al peligro de rotura por el viento, así como la aparición de esporóforos sobre los tallos o sobre las raíces descubiertas en puntos en que el leño ha quedado expuesto por lesiones mecánicas. Las medidas preventivas pueden consistir en evitar las escamondas y otras formas de intervención dañosa, apear los árboles a nivel del suelo o por debajo de éste, cubriendo los tocones con tierra o quemándolos junto con todos los residuos y ramas infectados, y extraer en las claras los árboles dañados por la nieve o por otras causas.

Diplodia pinea es motivo de gran preocupación, sobre todo en la Unión Sudafricana, donde este hongo causa notables daños a especies como P. radiata, P. patula, P. canariensis y otras. El parásito penetra por las heridas provocadas por el granizo.

Entre otros hongos de menor importancia que en alguna localidad pueden causar la muerte de los árboles atacando las raíces o el cuello de éstos, pueden citarse Armillaria mellea, Trametes radiciperda, Rhizina inflata y Fomes annosus.

En general, las enfermedades criptogámicas causan daños relativamente reducidos en la América Latina.

La madera azul en el pino, sobre todo en la albura, está causada por un hongo cuya nociva actividad se conoce en todo el mundo. Se sabe que la difusión de este hongo está facilitada por los barrenillos del leño, mientras que Merulius lacrymans, que causa la alteración comúnmente denominada pudrición seca, con frecuencia ataca la madera en contacto con el suelo o en otros puntos en que no existe una libre circulación de aire.

Insectos

Los barrenillos cerambícidos Acolesthes y Baralipta spp. atacan P. insularis en las Filipinas. En Centroamérica P. hondurensis sufre el ataque de los barrenillos Ips, mientras que en Guatemala Dendroctonus adjunctus y D. mexicana han destruido dilatadas zonas de P. rudis. Entre los insectos más destructivos figuran también Hylobius abietis (gorgojo del pino y del abeto), que destruye las plantitas I Myclophilus piniperda (barrenillo de los pinos), Rhagium spp. (regios de los pinos) y Pissodes spp. (gorgojos de los pinos), cuyas larvas roen el cámbium.

Las moscas de sierra de los pinos (Diprion y Neodiption spp.) son también destructivas por ser sus larvas filófagas. La tórtrix de los brotes del pino y la tórtrix de las agallas resinosas del pino (Evetria spp.) son barrenillos comunes que pueden atacar tanto a los árboles jóvenes como a los viejos, mientras que existen otras varias especies de tórtrix (Bupalis, Sphinx spp.) que se alimentan de las hojas. Las langostas y Euproctis terminalis causan también defoliación, y las medidas de combate consisten en la caza manual o en el espolvoreo desde aeroplanos.

FIGURA 5. - Pinus patula, en México.
Fotografía facilitada por el prof. Maximino Martínez.

Los sírices (Sirex spp.) atacan a los árboles vivos, mientras que las cochinillas (Chionaspes spp.) y los pulgones (Adelges spp.) forman visibles manchas blancas sobre los fustes, hojas y piñas. En algunos países los termes atacan la base del tronco.

Las medidas de lucha factibles consisten en la caza a mano, pulverización, espolvoreo aéreo, protección de las aves insectívoras y aplicación de correctos métodos culturales.

Conclusiones

Existen algunas especies de pinos tropicales que reclaman una detenida atención, siendo aconsejable que con ellas se proceda a ensayos de introducción, ya que presentan cualidades muy convenientes tales como superior crecimiento, excelentes propiedades madereras, adaptabilidad, resistencia, etc. Las siguientes son algunas de las especies más prometedoras:

1. P. merkusii y P. hondurensis para llanuras tropicales húmedas de hasta 900 m. (3.000 pies) de altitud.

2. P. khasya, P. longifolia y P. insularis para tierras altas húmedas tropicales y subtropicales.

3. P. strobus var. chiapensis para lugares entre tropicales y subtropicales con 1.000 a 1.900 mm. (40-75 pulgadas) de lluvias.

4. P. tropicalis, P. cubensis y P. occidentalis para comarcas tropicales.

5. P. canariensis (uno de los mejores pinos del mundo, de madera resistente, compacta y duradera) para un clima subtropical seco semejante al tipo mediterráneo.

6. P. patula y P. durangensis (figuran entre los pinos de gran tamaño y crecimiento más rápido, con buena madera para uso general) para zonas subtropicales y cálido-templadas con más de 1.000 mm. (40 pulgadas) de lluvias.

7. P. ayacahuite y P. pseudostrobus (figuran entre los mayores y mejores pinos maderables del mundo) para zonas altitudinales cálido-templadas o templado-frías con 1.000 a 1.900 mm. (40 a 75 pulgadas) de lluvias.

8. P. montezumae (especie de gran tamaño, pero variable) de amplia distribución y gran adaptabilidad desde zonas subtropicales hasta templado-frías con más de 1.000 mm. (40 pulgadas) de lluvias.

Además, P. herrerai, P. douglasiana, P. leiophylla, P. michoacana y P. pringlei figuran entre las especies que merecen ensayos y experimentación.

Anteriormente se ha mencionado P. radiata. En estas conclusiones pueden también citarse de pasada P. halepensis, P. marítima y P. laricio de la región mediterránea, por ser especies prometedoras para zonas subtropicales con un clima de tipo mediterráneo.

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