Actualmente, el 56% de la población mundial se concentra en las ciudadesi y se estima que 7 de cada 10 personas vivirá en ciudades hasta el año 2050. Este escenario conlleva a una urbanización acelerada que genera diversos desafíos, principalmente relacionados al empleo, el acceso a servicios básicos y la gestión del territorio. Ante este panorama, es importante diseñar mecanismos y estrategias que permitan una transición hacia ciudades más sostenibles y que consideren la lucha contra el cambio climático y la necesidad de garantizar seguridad alimentaria como aspectos fundamentales.

En ese sentido, cada vez van surgiendo más iniciativas que tienen el fin de transformar el entorno y los hábitos de la población, como por ejemplo la adopción de huertos urbanos como mecanismo para reducir la huella de carbono, a tiempo de influir positivamente en los estilos de vida de las personas.Esto permite la construcción de espacios urbanos con menor impacto ambiental y con mayor biodiversidad, que al mismo tiempo sirven como una medida de mitigación al cambio climático. Sin duda, esta práctica aporta a la sostenibilidad social y ambiental de las ciudades, a tiempo de facilitar mayor disponibilidad y acceso a alimentos frescos, sanos y nutritivos. Por estas y otras razones, hoy más de 800 millones de personas practican la agricultura urbana y periurbana (AUP) alrededor del mundo. En Bolivia, la AUP se practica hace décadas y poco a poco se ha ido expandiendo por diferentes territorios. Además se practica por diferentes razones, incluyendo la lucha contra la pobreza y la inseguridad alimentaria, la transición hacia estilos de vida más saludables, el fomento de espacios verdes en las ciudades y la generación de fuentes de trabajo amigables con el medio ambiente, entre otros.

En el municipio de El Alto, según diversas investigaciones, la AUP surgió el año 1984 aunque se resalta que, en ese momento aún no se usaba el término, pero sí se cultivaba en la ciudad y en sus alrededores.La visibilización de la práctica en el municipio comenzó cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) otorgó carpas solares a familias vulnerables con el objetivo de reducir la pobreza y los altos índices de desnutrición infantil.Este proyecto es recordado y reconocido en el municipio por el aporte a la incorporación de ingredientes saludables a la dieta familiar, impactos positivos sobre la nutrición, el acceso y disponibilidad de alimentos de calidad y el desarrollo de capacidades integrales que aporta a los agricultores.