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Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Plan global de respuesta humanitaria
La pandemia de COVID-19 es una de las mayores crisis mundiales en generaciones. En todo el mundo los medios de vida se han visto afectados, y la pobreza y el hambre van en aumento. Sin embargo, el impacto real de la pandemia aún está por verse, a medida que la presencia e intensidad del virus fluctua y se desplaza por las distintas regiones. Las consecuencias serán más graves en los países que ya estaban sufriendo crisis alimentarias, o aquellos altamente vulnerables a los choques. Durante el año pasado, 135 millones de personas sufrieron crisis o peores niveles de inseguridad alimentaria, de las cuales 27 millones se encontraban en situación de emergencia. Para esas poblaciones, los efectos de la COVID-19 podrían ser catastróficos.
Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 – Inclusión económica y protección social para aliviar la pobreza
La pandemia COVID-19 está afectando de manera directa e indirecta la salud y el bienestar en todo el mundo. La enfermedad y las medidas de contención están exacerbando las desventajas sociales y económicas de las personas más vulnerables de la sociedad. Estos impactos sociales y económicos podrían provocar reveses devastadores en los esfuerzos por lograr la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Las persistentes desigualdades entre poblaciones rurales y urbanas, ricos y pobres, mujeres y hombres exacerbarán estos efectos. Las personas que viven en las zonas más afectadas por el cambio climático, los conflictos, el desplazamiento forzoso y la migración se verán aún más vulnerables. Las consecuencias socioeconómicas de la pandemia COVID-19 resaltan con mayor urgencia al llamado a la erradicación de la pobreza, especialmente en las zonas rurales. Teniendo en cuenta que cerca del 80% de los 734 millones de personas en pobreza extrema viven en zonas rurales, y que casi el 70% de las metas de los ODS se refieren a zonas rurales para lograr la Agenda 2030 es preciso dedicar mayor atención en el desarrollo rural.
Fomento de la resiliencia de los pequeños agricultores para la recuperación: Proteger a los más vulnerables, promover la recuperación económica y mejorar las capacidades de gestión de riesgos
La pandemia COVID-19 está teniendo impactos devastadores de corto y largo plazo en la vida y los medios de vida de personas en entornos rurales y urbanos. Además del coste de la pandemia para la salud humana y la vida cotidiana, las medidas de contención, y en especial la restricción de movimientos de personas y bienes, están provocando un incremento dramático de la pobreza, destruyendo medios de vida, y haciendo aumentar la inseguridad alimentaria. Elaborado con anterioridad a la pandemia, el último Informe mundial sobre las crisis alimentarias1 advertía del incremento en el número de personas que sufrían inseguridad alimentaria que en 2019 llegaba a los 135 millones en 55 países. Se calcula que la pandemia global podría empujar a 71 millones de personas más a la pobreza extrema en 2020, lo que supondría un aumento, por primera vez desde 1998, en la proporción de la población mundial que sobrevive con menos de 1,90 USD al día.2 La pandemia ha exacerbado las desigualdades de género existentes en cuanto a limitación en el acceso a los servicios básicos, aumento de las responsabilidades laborales y del hogar, un aumento en la violencia per motivo de género y la pérdida de oportunidades de empleo en el sector informal3 (en promedio, las mujeres representan el 43% de la mano de obra en agricultura). El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, afirmó en su Nota de orientación de abril de 2020 que “en todas las esferas –desde la salud a la economía, la seguridad a la protección social–, los impactos de COVID-19 son más severos para las mujeres y las niñas simplemente por razón de su sexo”.4 La pandemia pone en peligro los esfuerzos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de poner fin a la pobreza y el hambre y alcanzar la igualdad de género para 2030.
Exposición de seres humanos o animales al SRAS-COV-2 procedente de animales de producción, silvestres, acuáticos y de compañía
El SARS-CoV-2 es un virus emergente que está causando en la actualidad una gran epidemia de COVID-19. Los países han solicitado a la FAO asesoramiento sobre el modo de investigar las posibles fuentes animales del virus. Este resumen ofrece una versión más breve del trabajo original sobre evaluación cualitativa de riesgos para la infección por derrame del SARS-CoV-2 entre animales y humanos, subraya las principales lagunas de conocimientos y propone una serie de recomendaciones.
Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Prevenir la próxima pandemia zoonótica
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) se originó en una fuente animal, al igual que ha sucedido con alrededor del 60% de las enfermedades infecciosas en el ser humano. La pandemia pone de manifiesto la necesidad de prepararnos, prevenir, detectar y responder ante estas enfermedades en las zonas donde más posibilidades hay de que surja la próxima pandemia. El riesgo es mayor donde existe una estrecha vinculación entre la vida silvestre y la producción agrícola o ganadera intensiva, y a menudo se ve exacerbado en lugares donde la agricultura ha invadido los ecosistemas naturales, o los ha sometido a presión. Las situaciones de mayor riesgo para que se produzca un nuevo salto del virus son, por ejemplo, los mercados de animales vivos y los lugares donde aumenta el consumo de carne de animales silvestres. Para prevenir estos saltos del virus es necesario trabajar con las comunidades que viven en lugares de alto riesgo.