Presentación del Informe mundial sobre las crisis alimentarias de 2025
del Sr. QU Dongyu, Director General de la FAO
16/05/2025
Estimados y estimadas colegas:
Hoy presentamos la edición de 2025 del Informe mundial sobre las crisis alimentarias con la certeza de que la inseguridad alimentaria aguda es más que una crisis: se trata de una realidad persistente para millones de personas, en especial en las zonas rurales y en las comunidades más vulnerables.
A pesar de nuestros esfuerzos colectivos, el número de personas en situación de riesgo sigue siendo inaceptablemente elevado. Los conflictos, los fenómenos meteorológicos extremos y las perturbaciones económicas siguen generando hambre y provocando que millones de personas se enfrenten a niveles de inseguridad alimentaria de crisis, emergencia y catástrofe, en especial a los dos últimos, correspondientes a las fases 4 y 5 de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases.
El déficit de financiación y los cambios en las prioridades mundiales limitan aún más las posibilidades de invertir en el fomento de la resiliencia, en especial en las comunidades vulnerables, y también restringen las opciones de transformar los sistemas agroalimentarios mundiales para que sean más eficientes, más inclusivos, más resilientes y más sostenibles.
Esto pone en riesgo nuestra capacidad de prestar asistencia a las personas más necesitadas, de reducir la dependencia a largo plazo de la asistencia y de mitigar los riesgos sistémicos.
Hoy tenemos la oportunidad de replantearnos nuestra forma de responder a las crisis alimentarias y de centrar nuestros esfuerzos en maximizar los efectos.
En el Informe mundial sobre las crisis alimentarias de 2025 se ofrece información sobre los países que están sufriendo las crisis alimentarias más graves, así como sobre los factores que las impulsan y el número de personas afectadas por ellas. También se señala de forma inequívoca que las intervenciones en situaciones de emergencia y aquellas llevadas a cabo en materia de desarrollo ya no pueden abordarse por separado.
Estas intervenciones deben ser complementarias y escalonadas y deben realizarse a escala.
Nuestras acciones deben satisfacer las necesidades inmediatas, pero también sentar las bases que permitan lograr soluciones duraderas.
Existe un camino a seguir: sabemos que la mayoría de las personas afectadas por crisis alimentarias viven en zonas rurales, y para ellas la agricultura no es solo un medio de vida, sino un medio de supervivencia.
Quieren valerse por sí mismas, cultivar sus propios alimentos y afianzar su futuro. Debemos escucharlas y actuar de acuerdo con sus prioridades. Ese es el camino que debemos seguir. No basta con elaborar planes de acción desde una oficina; debemos tener en cuenta cuáles son las verdaderas prioridades sobre el terreno.
Por ello, la inversión en la agricultura de emergencia reviste una importancia fundamental.
No se trata solo de una respuesta, sino que es una solución especialmente rentable y que puede tener repercusiones significativas. Por cada dólar de los EE.UU. invertido en apoyo de la agricultura de emergencia se pueden generar siete dólares en beneficios, al proporcionar alimentos, ingresos y estabilidad a los agricultores y sus comunidades.
El programa de la FAO en el Afganistán está mostrando los efectos positivos que la asistencia agrícola de emergencia puede tener cuando se proporciona financiación a escala como complemento de la asistencia alimentaria humanitaria.
El mes pasado estuve en la región fronteriza entre el Afganistán y Tayikistán para conocer de primera mano la situación de la langosta y la necesidad de tomar medidas sobre el terreno: pequeñas medidas que pueden generar grandes cambios.
Estimados y estimadas colegas:
No podremos lograr un cambio significativo por nuestra cuenta. En un mundo con necesidades crecientes y recursos limitados, las asociaciones no solo son valiosas, son vitales.
La Red mundial contra las crisis alimentarias ha elaborado un informe anual desde 2017 y es nuestro foro común para convertir las palabras en acciones, para predicar con el ejemplo, trabajando juntos como verdaderos asociados.
La Red recopila datos, conocimientos especializados y recursos, y nos une bajo el compromiso común de velar por que nadie tenga que enfrentarse al hambre en soledad.
Además, la Red reconoce el papel complementario de iniciativas más amplias, como la Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza, respaldada en 2024 por 82 líderes del Grupo de los Veinte (G20) bajo la presidencia brasileña, mientras trabajamos juntos para abordar las causas profundas de las crisis alimentarias.
No se trata solo de hacer más con menos, sino de hacer más y de hacerlo mejor, juntos.
Estimados y estimadas colegas:
Para concluir, en vista del panorama de
las crisis alimentarias de 2025, es necesario adoptar medidas urgentes y coordinadas para romper el círculo vicioso del hambre.
Si bien los desafíos son significativos, existen oportunidades para aprovechar la tecnología, los datos y la solidaridad mundial a fin de fomentar sistemas agroalimentarios más resilientes.
Las posibilidades de evitar las peores hipótesis se están reduciendo, lo que subraya la necesidad de adoptar medidas proactivas sin mayor dilación.
Construyamos un futuro más seguro para todos en términos alimentarios, con una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás.
Gracias.