Fomento de la resiliencia nutricional en un contexto de crisis en Somalia


Etienne Peterschmitt, Representante de la FAO en Somalia

La FAO, en colaboración con sus asociados, proporciona ayuda de emergencia destinada a salvar vidas en las comunidades rurales de Somalia afectadas por la sequía. El suministro de efectivo y el apoyo a los medios de subsistencia van dirigidos a familias marginadas de zonas rurales de difícil acceso, lo que contribuye a prevenir los desplazamientos masivos y los graves riesgos que estos conllevan, al tiempo que facilita una recuperación más rápida una vez terminada la crisis. © FAO

18/05/2023

El acceso limitado a alimentos nutritivos ha sido un problema constante para gran parte de la población de Somalia, un país que se enfrenta a grandes dificultades para lograr mejorar la nutrición de las personas más vulnerables. Las sequías e inundaciones cada vez más frecuentes relacionadas con el cambio climático, las infestaciones de langosta del desierto, la pandemia mundial de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) y los conflictos persistentes han dado lugar a que Somalia tenga una de las tasas más altas de malnutrición aguda y los peores niveles de carencias de micronutrientes del mundo. En 2023, se estima que padecen malnutrición aguda algo menos de la mitad de todos los niños de Somalia (1,8 millones de niños), y de ellos casi medio millón probablemente presentan malnutrición grave. El costo de una dieta nutritiva ronda los 7 USD para una familia de cinco miembros, un gasto inaccesible en un país donde el 69 % de la población vive con menos de 2 USD al día. Los elevados costos también son consecuencia del aumento y la fluctuación de los precios mundiales de los productos básicos y los altos costos energéticos, así como la ineficiencia de los sistemas agroalimentarios locales, que impiden el acceso a una dieta nutritiva.

Gran parte de la acción humanitaria para hacer frente a la malnutrición en Somalia se ha centrado tradicionalmente en el tratamiento de las personas afectadas por este trastorno. No obstante, es necesario dedicar el mismo esfuerzo a la nutrición preventiva con el objetivo de fomentar la resiliencia nutricional de las comunidades. La “resiliencia nutricional” permite obtener resultados sostenibles y positivos en materia de nutrición a nivel individual, comunitario y nacional ante perturbaciones y situaciones de tensión. Este enfoque, que ha sido adoptado por la FAO en Somalia, tiene el respaldo de nuestro Plan de acción mundial sobre emaciación de los niños, en consonancia con el mandato de la FAO de lograr una mejor nutrición, garantizando la seguridad alimentaria y la nutrición para todos de forma sostenible e inclusiva.

La estrategia en materia de nutrición de la FAO en Somalia, integrada en todas las intervenciones dentro del Marco de programación por países (2022-25), tiene múltiples vertientes y aborda la diversificación de la producción y el consumo de alimentos nutritivos, la comunicación y capacitación en materia de comportamiento social y el enriquecimiento de los alimentos para compensar las carencias de micronutrientes. En estas intervenciones estamos trabajando con hogares encabezados por mujeres como punto de partida para la mejora general de la seguridad alimentaria y la nutrición de los hogares. Un ejemplo de cómo la FAO fomenta la resiliencia nutricional en Somalia es la utilización de transferencias de efectivo transitorias con el objetivo de romper el ciclo recurrente en el que se ven atrapados los hogares vulnerables, que vuelven a caer en la inseguridad alimentaria aguda tras la finalización de los programas de ayuda de emergencia. Esto se consigue combinando la ayuda en efectivo con los sistemas de ahorro y préstamos colectivos de las aldeas, insumos de subsistencia climáticamente inteligentes y ricos en nutrientes, y actividades de capacitación en nutrición destinadas a fomentar la resiliencia. Otro ejemplo es la colaboración que la FAO mantiene con el Programa Mundial de Alimentos en relación con las comidas escolares, y que nos permite ayudar a las escuelas mediante el suministro de semillas de frutas y hortalizas a fin de garantizar un acceso diversificado a estos productos en sus comidas. Y en las comunidades costeras estamos reforzando la cadena de valor del pescado para mejorar el acceso local a alimentos ricos en nutrientes.

Istahil Muhumed Hashi y sus hijos recolectan frutas y hortalizas de sus campos en la aldea de Ceel-humo, cerca de Burao (Somalia) © FAO

Mientras visitaba un centro ambulatorio de un campo de desplazados me di cuenta del camino que aún le queda por recorrer a Somalia para superar los problemas estructurales que perpetúan la malnutrición. Pero me sentí animado por un proyecto piloto de la FAO impulsado recientemente en Galmudug, en Somalia central, dirigido a las mujeres vulnerables de estos centros y que tiene como objetivo mejorar su capacidad de recuperación nutricional por medio de microhuertos. El proyecto piloto, financiado por el Gobierno francés, contó con la participación de 800 mujeres encargadas del cuidado de su familia, que quedaron distribuidas en grupos de apoyo de madre a madre integrados por entre 10 y 15 mujeres, a las que se proporcionaron insumos para poner en marcha un microhuerto utilizando materiales disponibles a nivel local. Los microhuertos no solo son manejables, sino también muy productivos en comparación con los huertos domésticos convencionales, ya que tienen una alta concentración de nutrientes, reducen al mínimo la evaporación y son eficientes en cuanto al espacio que ocupan. Además, permiten producir una diversidad de cultivos ricos en nutrientes en diferentes capas de suelo disponible localmente, abonado con estiércol de cabra.

El enfoque promueve la recuperación sostenida tras padecer malnutrición, previene de recaídas y protege la resiliencia nutricional de los hogares afectados por la sequía, incluidas las familias desplazadas. Los beneficios de este tipo de intervención pueden percibirse tanto durante la aplicación del proyecto como tras su finalización, gracias a la incorporación de actividades de educación nutricional combinadas con enfoques basados en los alimentos, todos ellos destinados a prevenir la (re)aparición de la malnutrición.

En este contexto, los microhuertos también se caracterizan por su viabilidad económica. Constituyen una forma eficaz en función de los costos de evitar la necesidad de un tratamiento a largo plazo de los casos de recaída, que representan aproximadamente el 15 % de los casos de malnutrición aguda. El ahorro de costos es aún más evidente al tratarse de un enfoque nutricional preventivo para toda la familia, ya que el costo por persona es de unos 35 USD al año, lo que contrasta con el costo medio de 264 USD por niño que requieren las intervenciones nutricionales curativas para recuperarse de la malnutrición aguda.

En el marco de un programa de desarrollo de medios de subsistencia financiado por la FAO, varios grupos de mujeres desplazadas internas han aprendido a elaborar, secar, comercializar y vender pescado de origen local © FAO

El concepto del microhuerto se está ampliando como instrumento para los servicios de extensión a nivel comunitario. El Ministerio Federal de Agricultura y Riego está elaborando un manual de recursos para huertos familiares con el fin de apoyar la adopción de este enfoque, que resulta adecuado para el contexto somalí y capacita a las mujeres para participar en el fortalecimiento de la nutrición y la seguridad alimentaria a nivel familiar.

En última instancia, el fomento de la resiliencia nutricional en Somalia exige una colaboración multisectorial a diferentes niveles, lo que implica fortalecer los sistemas alimentarios, mejorar el acceso a la atención sanitaria, diversificar las dietas y crear redes de seguridad social. De este modo, podemos ayudar a prevenir la malnutrición entre la población más vulnerable y garantizar que las personas y las comunidades puedan disfrutar de una mejor nutrición y prosperar incluso ante la adversidad.


2. Zero hunger, 3. Good health and well-being