La peste de los pequeños rumiantes

La enfermedad y su impacto

La peste de los pequeños rumiantes (PPR) -también conocida como peste ovina y peste caprina- es una enfermedad animal altamente contagiosa que afecta a los pequeños rumiantes domésticos y silvestres. Está causada por un virus del género Morbillivirus, familia Paramixoviridae. Tras su primera introducción, el virus puede infectar hasta el 90 % de la cabaña y la enfermedad mata hasta el 70% de los animales infectados. El virus de la PPR no puede infectar a los humanos.

La PPR fue descrita por primera vez en 1942 en Côte d'Ivoire, África occidental. Desde entonces, la enfermedad se ha extendido a amplias regiones de África, Oriente Medio, Asia y Europa. Hoy en día, hay más de 70 países afectados o en riesgo alto de estarlo, y muchos otros no tienen definido un estatus oficial de PPR. Los países afectados por la PPR y en riesgo albergan aproximadamente 1 700 millones de cabezas de ganado ovino y caprino, esto es, en torno al 80 % de la cabaña mundial.

La PPR causa pérdidas económicas anuales por valor de hasta 2 100 millones de USD. Detrás de esta cifra se encuentran 300 millones de familias que corren el riesgo de perder sus medios de vida, su seguridad alimentaria y sus oportunidades de empleo. Además, los pequeños rumiantes y los productos que se derivan de ellos son productos básicos comercializados internacionalmente, en particular en África y Oriente Medio. La PPR afecta de manera considerable a los ingresos de exportación y genera escasez de suministros. La incapacidad de las familias, las comunidades y las instituciones para prever y absorber la PPR y para recuperarse de ella puede comprometer las iniciativas nacionales y regionales de desarrollo y revertir décadas de progreso.

Un brote de PPR se considera una emergencia debido a su rápida propagación y a la elevada tasa de mortalidad animal. Las enfermedades letales de los pequeños rumiantes, como la PPR, afectan a los medios de vida ya de por sí vulnerables y pueden diezmar los ahorros de las poblaciones pobres, en particular en las zonas de pastoreo. Además, las personas caen en la desesperación cuando pierden sus bienes. Los brotes de PPR y la desesperación por las pérdidas pueden, consecuentemente, provocar perturbaciones, migración y situaciones de seguridad inestable. La erradicación de la PPR permitirá incrementar la sostenibilidad, aliviar la pobreza, mejorar la resiliencia de los pastores pobres y sus comunidades ―y así ayudarles a enfrentar mejor otras perturbaciones y amenazas―, prevenir la migración forzada y mitigar tendencias extremistas.

A modo de ejemplo, Mongolia informó de sus primeros brotes de PPR en poblaciones de ovejas y cabras en septiembre de 2016. Ante la ausencia de una respuesta adecuada por parte de los servicios veterinarios locales, la enfermedad se propagó con rapidez, arruinando los medios de vida rurales y alterando las exportaciones y las cadenas de valor. En diciembre de 2016, la PPR se propagó a las especies de antílopes silvestres y mató al 60 % de la población de antílopes saiga que, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), es una especie gravemente amenazada.

La importancia de los pequeños rumiantes

Los pequeños rumiantes -según FAOSTAT, 2 100 millones de cabezas en total en todo el mundo- son el principal recurso ganadero de muchas familias rurales pobres en el planeta, incluidos agricultores de subsistencia, aldeanos sin tierras y pastores. Para estos hogares, las ovejas y las cabras constituyen una fuente de alimento e ingresos regulares, una manera de capitalizar ahorros y una red de protección en momentos difíciles. La venta de animales o de productos derivados de ellos aporta los recursos necesarios para acceder a alimentos, así como a servicios educativos y sociales. Los productos alimentarios derivados de las ovejas y las cabras son un componente esencial de la dieta de muchas personas en el mundo y contribuyen a superar la malnutrición. La leche y la carne ovina y caprina tienen altos valores nutricionales y aportan proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales fundamentales para el desarrollo cognitivo y la fortaleza física, en particular para los niños. Los pequeños rumiantes pueden criarse en diferentes sistemas de producción y añaden valor a la tierra, la mano de obra y los activos: producen leche, carne, lana, fibra y pieles y apoyan los medios de vida de los comerciantes, elaboradores de alimentos, mayoristas y minoristas que participan en la cadena de valor. El comercio de animales vivos, carne de ovino y caprino y leche de cabra se extiende desde los mercados locales hasta los mercados nacionales, regionales e internacionales.

Los pequeños rumiantes se adaptan bien a entornos áridos y semiáridos y se crían en diferentes sistemas de producción en todo el mundo, por ejemplo en zonas de pastoreo en las que las cabras y ovejas forman rebaños mixtos. Los hogares pueden depender totalmente de los animales para sobrevivir, dado que en esas zonas áridas o desérticas la producción de cultivos es prácticamente nula. En la zona seca de la región del Sahel, en particular, son el único medio de vida.