FAO en Argentina

La revolución estancada de las mujeres en la agricultura

05/08/2016

Desde FAO Argentina trabajamos junto a la Unidad para el Cambio Rural (UCAR) dependiente del Ministerio de Agroindustria de la Nación, para sensibilizar sobre la importancia del empoderamiento de las mujeres rurales y visibilizar sus problemáticas y necesidades.

En esta nota entrevistamos a la técnica especialista en género del equipo de la Unidad Ambiental y Social de la UCAR,  la Mg. Maricel Magario, quien se dedica a brindar charlas y capacitaciones a lo largo y ancho del país recorriendo a veces hasta cinco provincias por mes, formando fundamentalmente a técnicos y técnicas sobre la importancia del enfoque de género al trabajar en los proyectos y las políticas públicas.

¿Cómo describirías los roles de género en el ámbito rural?

Acercarnos a la ruralidad  y alejarnos del mundo urbano, permite que nuestra cotidianidad irrumpa y se nos haga visible, en ese momento los hechos que son parte de nuestra vida cotidiana, que están naturalizados, y creemos que están dados, como la luz eléctrica, el agua corriente, el gas natural, cloacas, servicio de internet, calles pavimentadas, rutas, centros de salud de alta complejidad, educación universitaria, (solo por nombrar algunas), desaparecen, y es en ese momento donde nos damos cuenta que cada contexto, nos ofrece un modo de vida particular circunscripto en un  tiempo y espacio determinado.

Lo rural se presenta en la actualidad como un fenómeno complejo y muy diverso, en tanto y en cuanto la organización territorial en Argentina presenta diversidad de paisajes, climas, relieves, disponibilidad de recursos naturales y esta situación condiciona las posibilidades y modos de vida de las personas.

Más allá de estas diferencias y particularidades, hay algo que aparece como un denominador común “los roles y funciones” que se les atribuyen a  varones y mujeres.

En el mundo occidental, rige un sistema patriarcal, androcéntrico, que espera que los varones sean proveedores, se desarrollen en el mundo público, en el mercado de trabajo remunerado, mientras que de las mujeres se espera se hagan cargo de las tareas reproductivas, trabajo doméstico y de cuidado del grupo familiar. Es lo que los académicos llaman “la división sexual (social) del trabajo”, categoría que jerarquiza el trabajo de los varones que genera ingresos, “cobran un salario” en detrimento de las mujeres que no genera ingresos visibles, aunque su aporte sea esencial para el sostenimiento del sistema y de sus familias.

En los últimos años las mujeres en la Argentina han cobrado un rol político muy importante, ¿este avance se ve reflejado en el ámbito rural? ¿De qué manera? 

En la actualidad la división del trabajo ya no es rígida, en las últimas décadas, hubo avances que han permitido que las mujeres logren participar en el espacio público (productivo), pero paralelamente los varones no acompañaron este cambio ingresando a la esfera privada (doméstica), fenómeno que fue bautizado por la psicóloga social americana, Arlie Russell Hochschild, como la “revolución estancada”. La consecuencia de este estancamiento es que son las mujeres quienes concilian entre el trabajo productivo y la vida familia asumiendo dobles o triples roles (trabajo en la casa, en el campo  y en las organizaciones sociales), generando una sobrecarga de tareas y responsabilidades, con salarios menores a los varones, dificultad en acceder a puestos de decisión, falta de reconocimiento de sus derechos y una gran invisibilidad social, económica y legal del aporte valioso que generan las mujeres tanto desde su trabajo doméstico como productivo.

La revolución es más difícil de reconocer en el medio rural, ya que la salida de las mujeres al mundo público no es visible, fundamentalmente, porque realizan las tareas del hogar y productivas dentro de un mismo espacio físico,  no son titulares de las tierras, del crédito, no reciben asistencia técnica y la precarización laboral las deja fuera del acceso a derechos como vacaciones, licencia por maternidad, seguros, jubilación, entre otros. Es decir, ellas están doblemente invisibilizadas, como trabajadoras domésticas y como productoras de sus tierras. Por otro lado, los varones tienen mayores resistencias para hacerse cargo de las tareas del hogar y del cuidado de  niños/as y ancianos/as.

¿Qué se puede hacer para visibilizar ante la sociedad la importancia de las mujeres rurales?

 

Ustedes desde  FAO en Argentina vienen realizando todos los años campañas de comunicación y sensibilización, que son en sí mismas una oportunidad enorme para romper mitos y estereotipos que hacen que nuestras acciones (sesgadas) perpetúen un discurso que solo ayuda a reforzar justamente aquello que pretendemos cambiar.

Quienes trabajamos en el medio rural, sabemos que son las mujeres quienes llevan adelante gran parte de las actividades productivas, a pesar de ello, su trabajo sigue invisibilizado y el gran  protagonista sigue siendo el varón-adulto, por ello, tenemos la responsabilidad que nuestras acciones contemplen la necesidad de promover que varones y mujeres puedan acceder y controlar los recursos disponibles de igual manera.

¿Cuáles son las acciones que deben hacerse para mejorar la situación actual de las mujeres rurales?

Es necesario, tener en cuenta algunas acciones que son posibles llevar adelante, tales como:

  • Garantizar diagnósticos participativos con enfoque de género, desagregando los datos para poder generar información diferenciada detectando brechas entre varones y mujeres.
  • Lograr que quien realice la tarea (sea varón o mujer), sea quien reciba el crédito, asistencia técnica y capacitación, rompiendo mitos que le dan supremacía  a determinadas cadenas productivas por considerarlas masculinas, en detrimento de otras consideradas como labores femeninas.
  • Promover la participación de las mujeres en puestos de decisión y en los cargos directivos de las organizaciones sociales.
  • No circunscribir la participación de las mujeres en tareas productivas que reproducen roles de género tradicionales, tales como las artesanías, producción de dulces y conservas, cuidado de animales, que son considerados una extensión del trabajo doméstico. La política de sumar mujeres, no garantiza la equidad de género.
  • Democratizar la información, buscar canales de difusión y convocatoria inclusivos usando un lenguaje claro y comprensible.
  • Acercar las tecnologías disponibles que faciliten el trabajo potenciando la capacidad productiva.
  • Generar Redes institucionales con organismos públicos y privados para abordar las diferentes problemáticas sociales que demandan las personas que viven en el medio rural.

Es importante reconocer que ninguna acción es neutra, por acción u omisión estamos favoreciendo u obstaculizando determinados procesos, por tanto, considerar el enfoque de género nos va a permitir ampliar la mirada para detectar las desigualdades entre varones y mujeres en el territorio para posteriormente, definir estrategias que busquen achicarlas y/o  cerrarlas.

El Estado, es un actor clave que puede promover que la revolución se complete, por un lado, entendiendo que la organización social del cuidado, no es una responsabilidad individual y cosa de “mujeres”, sino un derecho universal y una responsabilidad social colectiva y por otro, jerarquizando el trabajo productivo y reproductivo de las Mujeres, dignificando su saber hacer y garantizando el ejercicio pleno de todos sus  derechos como mujeres, madres y trabajadoras.

La revolución solo podrá ser completada si varones y mujeres somos invitados a participar en un espacio donde se respeten las diferencias y se garanticen las mismas oportunidades para alcanzar la igualdad de derechos entre varones y mujeres tanto en el mundo rural como en el urbano.

Lins de interés

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Resumen campaña /Flickr FAO Argentina