Página precedente Indice Página siguiente


Dossier


Todo lo que debe saber sobre la agricultura de bajos insumos
En busca del equilibrio perdido
El futuro se llama diversidad
Los números no engañan


Todo lo que debe saber sobre la agricultura de bajos insumos

Entrevista con los responsables del IFOAM

La nomenclatura de la Revolución Verde en el mundo de la agricultura, en vigencia desde la Segunda Guerra Mundial, está siendo renovada con nuevas palabras de una contrarrevolución de apariencia algo tecnocrática: "sustentabilidad", "biodiversidad", "sistemas integrados" o "bajos insumos", forman parte del vocabulario de la denominada "agricultura orgánica".

Pero ¿qué es exactamente eso de lo que todo el mundo está hablando? ¿Es realmente sostenible la agricultura orgánica?

Ceres ha entrevistado a Susan Milner, Coen van Bueningen y Boudewijn van Elzakker miembros del IFOAM (Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica), para que nos ofrezcan su punto de vista.

Por Bradley Busetto

Pregunta: ¿Cuáles son los objetivos del IFOAM?

Coen van Bueningen (CVB): El objetivo es aumentar la producción orgánica, así de simple y sencillo, y por lo tanto nos referimos a toda la cadena de producción, incluyendo los trabajadores agrícolas (a través de grupos de agricultores), grupos comerciales, grupos de procesamiento y comités de calidad y certificación. Es un intento de ofrecer unidad al creciente movimiento orgánico. Están representados más de 600 grupos de 80 países distintos en el que también participan varios miles de agricultores a título individual.

Susan Milner (S.M.): No estamos interesados sólo en el producto orgánico sino en la totalidad del proceso de la producción orgánica. Más allá del nivel técnico, nos interesamos también en aspectos sociales, como un comercio justo, y lo enfocamos desde el punto de vista de los grupos del Sur que se plantean la agricultura no como una solución técnica sino como una parte de la dinámica económico-social.

Susan Milner (Photo B. Busetto)

Coen van Bueningen (Photo B. Busetto)

P: ¿Cuáles son las ventajas de optar por una agricultura orgánica?

BVE: Es difícil de generalizar porque los ejemplos útiles de sistemas de agricultura orgánica se pueden encontrar en condiciones muy diferentes. Una gran ventaja, desde luego, es que frena la degradación ambiental. Las técnicas orgánicas se emplean para regenerar zonas contaminadas. Una segunda ventaja es que, debido a la diversificación, por lo genial ofrece al agricultor unos ingresos económicos más seguros que cuando dependía sólo de uno o dos tipos de producto. El consumo de derivados, además, mejora la salud de todos los miembros de la granja. En tercer lugar, los agricultores mantienen un equilibrio de nutrientes en el terreno a través de materiales orgánicos disponibles localmente o de desechos agrícolas reciclados. Por lo tanto, se mantiene un mejor terreno nutritivo y también facilita un mejor mantenimiento de una tierra cuyo acceso a insumos sintéticos es limitado o muy caro. Finalmente, desaparecen los problemas causados por los pesticidas y herbicidas.

La agricultura de bajos insumos externos no prohibe los insumos sintéticos

P: Exactamente, ¿qué es la agricultura sostenible de bajos insumos externos (ASBIE) y cuáles son sus principios?

BE: La agricultura sostenible de bajos insumos extremos reduce lo máximo posible el uso de insumos externos como plaguicidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos y los sustituye con insumos internos. El principio básico es que se considera la agricultura tanto en su gestión agrícola como ecológica. El agricultor administra la granja con una diversidad coherente. Los conceptos importantes son diversificación, tanto de cultivos como de animales, rotación de las cosechas y ciclos de materia orgánica. La agricultura de bajos insumos no prohibe el uso de insumos sintéticos, lo que ocurre es que cuando se aplican los principios esta necesidad desaparece. Las técnicas varían desde el uso del conocimiento tradicional al uso de modernos herbicidas bacteriológicos e insecticidas que sustituyen sus equivalentes sintéticos. También se incluye el mezclar cosechas, el abono en verde, compuestos, empleo de material orgánico local, reducción del trabajo del suelo y preparados biodinámicos.

P: ¿Qué implica la palabra biodiversidad, que está tan de moda?

BE: Sencillamente que la biodiversidad sustenta los recursos genéticos basándose tanto en los cultivos como en los animales, a la vez que mejora las posibilidades de un control natural de las plagas y las enfermedades. También aumenta la productividad y la sustentabilidad de todo el sistema agrícola.

P: ¿Cuánta aceptación tiene en la actualidad la agricultura orgánica?

CB: La agricultura orgánica no es exactamente nueva. Muchos de los sistemas denominados tradicionales han funcionado durante mucho tiempo sin insumos externos ni químicos... y todavía funcionan. La mejor prueba de que la agricultura orgánica funciona es que ha funcionado durante tanto tiempo. Ese no quiere decir que no pueda ser mejorada, por supuesto que puede y debe ser mejorada, pero para ello no se necesita obligatoriamente utilizar insumos extremos. Hay otras formas. En este sentido es donde creo que la FAO falla. La Organización cree que mejorar la agricultura significa el uso de productos químicos. Ese es sólo un punto de vista. En algunos casos este planteamiento es viable, pero en otros no. Y creo que tenemos un papel que jugar en el desarrollo de sistemas tradicionales que todavía son de bajos insumos sin el uso de productos químicos. El método de llevarlo a la práctica incluye el concepto de equilibrio de nutrientes, además de materia orgánica. La ciencia posee en la actualidad mucha más información sobre lo que ocurre con los recursos de la tierra y, con esa información, pueden ser mejorados muchos sistemas tradicionales sin la necesidad de utilizar productos químicos. Hay otras fórmulas.

En Tailandia mezclan cosechas, como café y arroz, para evitar la dura erosión del suelo (Foto FAO por F. Botts)

P: ¿Qué ocurre con las regiones, como partes de Asia, con un alto índice de población y una tierra en constante deterioro que necesita más nitrógeno para mantener su producción de arroz? ¿Cómo puede funcionar la agricultura de bajos insumos en lugares así?

BE: El hecho es que los sistemas se degradan, muy a menudo, debido a que los insumos extremos no son utilizados de forma correcta. La tecnología de la Revolución Verde sólo se acepta parcialmente. Es increíble que en las Filipinas el arroz sea fertilizado sólo con urea. ¿No extrae la cosecha otros nutrientes? El uso correcto de insumos extremos se reduce a través del ciclo de nutrientes y de un insumo como el trabajo. Cuando son necesarios otros insumos, se trata de materiales orgánicos. Uno puede realizar biológicamente sistemas de producción intensiva con rendimientos medios superiores utilizando más gente y recursos orgánicos renovables.

SM: La intensificación de un sistema agrícola no necesita que se empleen automáticamente más productos químicos. Hay formas como intercalar cosechas, el abono en verde, el reciclaje de estiércol, y plantar cosechas en diferentes épocas para obtener el mayor rendimiento de un terreno. Se pueden utilizar sistemas de cultivo para obtener diversas especies que se complementen una con otra y plantar cultivos de forma combinada, así serán menos susceptibles de verse atacados por plagas y, por lo tanto, no dependerán del uso de pesticidas, tal y como ocurre con los monocultivos. Hay todo un mundo agrícola que es mucho más complejo.

P: ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de los sistemas de bajos insumos con respecto a la agricultura que emplea insumos sintéticos en términos de rendimiento, especialmente en los países en desarrollo?

BE: Voy a dar un buen ejemplo. El Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI), de las Filipinas, está cultivando diversas variedades que producen hasta ocho toneladas por hectárea, dos veces al año, con una alta tecnología y altos insumos químicos. Ese es el máximo rendimiento en el uso de la agricultura de insumos extremos sintéticos. Sin embargo, el agricultor filipino medio no tiene un acceso suficiente a esos insumos o son demasiado caros, y en su lugar produce 2,5 toneladas por hectárea, dos veces al año. En China todavía se pueden encontrar sistemas tradicionales, orgánicos intensivos, donde incluso los excrementos humanos son reciclados en los campos. Según el doctor Li Zhengfang, un científico del gobierno chino, en esos sistemas intensivos se produce hasta cinco toneladas, dos veces al año.

P: ¿Tienen lugar problemas nutritivos cuando los agricultores, especialmente los de países en desarrollo, se dedican a un solo cultivo para obtener un alto rendimiento?

BE: Sí. Por ejemplo, algunos agricultores filipinos producen grandes cantidades de arroz y todavía están desnutridos porque no pueden comprar otros alimentos. En el pasado, los agricultores no cultivaban sólo arroz, tenían sistemas más diversificados que suministraban alimento y abono. El monocultivo actual, además del uso en aumento de plaguicidas en los campos, significa que se eliminan del concomo otros tipos de vida tanto animal como vegetal. El agricultor depende sólo del arroz y de la venta del mismo, mientras que en el pasado parte de sus proteínas venían del pescado de sus arrozales. En la agricultura de bajos insumos nosotros queremos volver a ese equilibrio tradicional de sistemas agrícolas diversificados.

P: ¿Dónde ha visto aplicados ejemplos con éxito de agricultura moderna de bajos insumos externos?

BE: Estuve recientemente en las Filipinas, como consejero de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo (UNCTAD), una agencia que sí ha entendido y que aplica el mensaje de la agricultura orgánica, y vi muchos ejemplos con éxito de granjas de arroz con di versificación de cosechas en verduras, frutas, pescado y pequeños animales de granja. Los agricultores tenían ingresos económicos mejores que cuando sólo dependían del arroz, y también había mejorado el nivel nutritivo de sus familias.

En Nicaragua hemos visto un sistema de cultivos combinados que era sostenible, aumentaba el rendimiento de los cultivos y daba de comer a algunos animales, de forma que los agricultores han abandonado el anterior método de cambiar los cultivos. Los únicos insumos necesarios fueron simientes de plantas leguminosas y conocimiento. Muy a menudo el único insumo realmente necesario es la formación de los agricultores. No todas las técnicas son verdaderamente "modernas" sino que se basan en los conocimientos tradicionales, de forma que los campesinos las aprenden con rapidez. La idea principal es diversificación, entendiendo tanto diversificación de las cosechas como rotación, así como variedad de animales si es posible. El concepto de una granja mixta con cosechas y animales subsistiendo conjuntamente es importante. En segundo lugar, se debe poner énfasis en una óptima gestión de los ciclos nutritivos y la materia orgánica.

Agricultores en las montañas de Bhután mejoran las condiciones del suelo llevando excremento animal a sus campos en las colinas (Foto de Walter Roder)

P: ¿Cómo puede sobrevivir la gente de una país con terreno degradado y alta densidad de población mientras se cambia a un sistema moderno de bajos insumos?

BE: Lo que es importante en el período de conversión es introducir una gestión estricta de materia orgánica para mejorar el contenido orgánico del terreno mientras que, al mismo tiempo, se sigue dando de comer a la población local. En tierras bajas de arrozales se puede plantar una cosecha leguminosa como el frijol (Dolichos lablab) que restituye el nitrógeno, mejora la estructura del terreno, suministra pienso para animales e incluso para los humanos que pueden comer las hojas como verdura y las habas como fuente de proteína. Esta cosecha puede cultivarse en lugar del arroz, pero también entre cosechas de arroz, durante el período de conversión. En zonas altas con una alta densidad de población a menudo se observa un cambio de cultivos equivocado. Aquí se puede introducir un sistema agroforestal como cultivos en hileras, que detiene la erosión y es más productivo y sostenible. Por supuesto no es cierto eso de que siempre disminuye el rendimiento cuando se cambia a la agricultura orgánica. Cuando se pasa de un monocultivo de arroz a arroz/pescado, la productividad del sistema es mayor. Si se efectúa la rotación adecuada de las cosechas, las comunidades podrían seguir recibiendo sus alimentos durante el período de conversión.

P: ¿Qué pasa con el tema de los costos? ¿Necesita más fuerza de trabajo la agricultura de bajos insumos, es decir, resulta más costosa?

CB: Esa es una acusación que se utiliza a menudo y es infundada. En muchos lugares, en efecto, la agricultura de bajos insumos externos necesita más fuerza de trabajo, pero en países en desarrollo no hay tal problema ya que el trabajo es relativamente barato, especialmente si se le compara con el uso de productos químicos y la mecanización.

SM: El poder adquisitivo de la gente que compra alimentos en los países en desarrollo es muy limitado. Si uno aplica un sistema de insumos sintéticos que es costoso en la fase de producción, entonces inevitablemente termina pasándole ese coste al consumidor. Si los mercados agrícolas estuvieran sólo controlados por las leyes del libre comercio y no distorsionados por los subsidios, quizá el consumidor no pagaría ese precio mayor. Por lo tanto, el sistema de producción no es necesariamente costoso si el agricultor no está obligado a comprar los productos químicos. Me han dicho que esto ya sucede en algunas zonas de Nigeria.

P: ¿Puede la agricultura de bajos insumos producir mejores beneficios económicos a los agricultores de zonas marginales?

BE: Sí, a veces. En un sistema diversificado hay muchos derivados que el agricultor puede utilizar para su propia nutrición o para vender en el mercado. Cuando un agricultor tiene animales para tracción, por ejemplo, cultiva forraje para sus animales los cuales, a su vez, producen estiércol, tracción y, quizá, hasta leche. Cuando un agricultor alimenta a su cerdo con desperdicios, el cerdo produce carne o dinero en efectivo, así como estiércol que el agricultor puede utilizar para fertilizar su terreno. Tiene lugar un ciclo nutritivo con un sistema que depara mejores beneficios económicos.

P: Por lo tanto, el factor económico principal no es el eliminar los caros insumos químicos sino la importancia de la diversificación...

BE: En efecto, cuando se diversifica en el campo el resultado es que el agricultor necesita menos fertilizantes químicos y sintéticos y, en general, tiene menores costos externos.

P: ¿Creen ustedes que los subsidios ayudarían en el futuro para una conversión en gran escala hacia una agricultura de bajos insumos externos?

BE: Yo tengo mis dudas sobre si funcionarían los subsidios en productos orgánicos. En todos los países, tanto desarrollados como en desarrollo, hay muchas medidas administrativas sobre subsidios que no están bien aplicadas. Y también les está costando mucho dinero a los respectivos gobiernos. Sería más atractivo el favorecer desde el punto de vista de los impuestos el uso de insumos que no dañen el medio ambiente, como herbicidas o fertilizantes, una especie de impuesto ecológico, lo cual también supondría una fuente de ingresos para los gobiernos y sería más fácil de regular.

P: ¿Han visto algún cambio serio de actitud de los gobiernos respecto a la agricultura de bajos insumos externos?

SM: Creo que, por lo menos, en el mundo occidental se ha llegado a un punto donde la gente se ha dado cuenta que el actual sistema agrario no ha logrado sus objetivos.

P: ¿Qué objetivos eran esos?

SM: Al menos en Europa, seguridad alimentaria. Ahora hay un excedente alimentario. Hay exceso de producción porque todo el sistema está distorsionado por diferentes esquemas de incentivos para asegurar que los agricultores reciban un precio garantizado. Esto ha llevado a una mayor intensificación para obtener mayores rendimientos que ha conducido a una degeneración de la tierra. Esta intensificación se ha logrado aumentado los insumos, la mecanización, las distintas variedades de alto rendimiento... en fin, todo lo que se asocia con la Revolución Verde. En cualquier caso, hay una tendencia en la actualidad a ver qué es lo que puede ofrecer la agricultura de bajos insumos externos. Y, al menos desde el punto de vista de los donantes, la gente cree que los sistemas de bajos insumos deberían también ser desarrollados en los países del Tercer Mundo.

P: ¿Están cambiando las actitudes de los gobiernos en el tercer Mundo hacia estos nuevos sistemas?

BE: Desgraciadamente no están cambiando demasiado rápido. Desde la Revolución Verde, las políticas gubernamentales, especialmente en el Tercer Mundo, se han centrado en una agricultura con un uso elevado de insumos, y es escaso el interés en buscar otras tecnologías. En países en desarrollo, la agricultura orgánica está por ahora sólo en manos de organizaciones no gubernamentales (ONG). Suele haber una gran disparidad de criterios entre los ministerios de agricultura y de medio ambiente. Además, la política de concesión de créditos y programas de desarrollo como los del Fondo Monetario Internacional están todavía basados en el concepto de la Revolución Verde de un suministro sistemático de insumos a los agricultores. Es necesario un cambio de mentalidad dentro de las organizaciones internacionales, especialmente entre los donantes.

La información sobre la agricultura orgánica no llega hasta los agricultores

P: ¿Qué piensa usted del trabajo de la FAO en este sentido?

SM: Parece haber un cambio hacia sistemas agrícolas de bajos insumos extremos, al menos a nivel de política, lo cual es bueno. También se está hablando en la FAO actualmente de Manejo Integrado de Plagas y de Sistemas integrados de nutrición de las plantas, aunque la Organización todavía no ha dado definiciones claras sobre estos conceptos integrados.

CB: Estos sistemas integrados suponen un sistema totalmente distinto al de la estructura de la FAO y la Organización todavía no se ha adaptado.

P: ¿Cuáles son los mayores obstáculos para impedir la aplicación de la agricultura orgánica en el mundo?

SM: Creo que el acceso a la información es uno de los problemas principales. La gente que desea saber sobre sistemas de bajos insumos extremos - no sólo dejar de utilizar fertilizantes o productos químicos sino cómo hacer que una granja funcione de forma sostenible - no siempre tiene acceso a la información justa. Creo que debe profundizarse más sobre esta cuestión, hay necesidad de programas de aprendizaje que vayan directamente hacia los agricultores, así como a los trabajadores del desarrollo para que éstos puedan pasar la información. Por ahora, esa información no está disponible y los trabajadores del desarrollo no están formados en los conceptos de agricultura de bajos insumos.

En busca del equilibrio perdido

Diversas formas para conseguir una agricultura sostenible

Por Coen Reijntjes, Bertus Haverkort y Ann Waters-Bayer

Treinta años después de lanzar la Revolución Verde - y a pesar de algunos éxitos notables - los delegados de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo tuvieron que admitir que en muchos países el rendimiento de las cosechas está estancado (o en declive), que está aumentando la pobreza rural y que en gran parte del planeta los recursos naturales están resultando seriamente contaminados. Conclusión de la Conferencia: "son necesarios cambios importantes en la política agrícola, medioambiental y macroeconómica, tanto a nivel nacional como internacional... para crear las condiciones de agricultura sostenible y el desarrollo rural".

Antes de empezar a realizar esos cambios sería una buena idea echar un vistazo a las herramientas que disponemos y decidir qué equipo es el mejor para llevar a cabo la tarea. Si elegimos las herramientas equivocadas, el proceso de ajuste puede reducirse a simples medidas superficiales... y el crecimiento demográfico y la contaminación ambiental no dejan tiempo para eso.

Tres alternativas

Básicamente, hay tres alternativas disponibles:

1) Revolución agrícola verde integrada, 2) Agricultura orgánica, y 3) Agricultura sostenible de bajos insumos extremos. La diferencia entre estas alternativas no siempre está clara y, además, en ocasiones se contraponen. Su utilidad varía en función de cada situación específica, incluyendo la existencia de factores externos como subsidios que encarecen o abaratan los insumos, la capacidad de las granjas y que los cooperadores de desarrollo, investigadores y dirigentes se adapten a las nuevas condiciones.

Revolución agrícola verde integrada: Bajo esta alternativa siguen utilizándose las herramientas básicas de la Revolución Verde (uso abundante de insumos extremos como fertilizantes sintéticos, plaguicidas y herbicidas; desarrollo de híbridos de alto rendimiento y la mecanización del trabajo). Pero se impone una eficiencia mucho mayor para limitar el daño al medio ambiente y a la salud humana. Se seleccionan también algunas técnicas orgánicas y se combinan con técnicas de altos insumos para crear sistemas de manejo integrado de plagas que reducen la necesidad de productos químicos tóxicos. Se utiliza biotecnología sofisticada para producir rendimientos altos o variedades de plantas resistentes a las plagas.

Esta opción puede ser una posibilidad para regiones con condiciones favorables de producción, incluyendo buen terreno y clima, la disponibilidad de grandes cantidades de capital para invertir y la existencia de la infraestructura necesaria.

Agricultura orgánica. Esta opción excluye el uso de cualquier tipo de productos químicos inorgánicos, basándose totalmente en técnicas mecánicas o biológicas/orgánicas para mantener la fertilidad del suelo y su rendimiento. Muchos de sus defensores están de acuerdo, sin embargo, en que a veces es necesario un período de transición en el cual se disminuya gradualmente el uso de productos sintéticos. La agricultura orgánica tiende a trabajar mejor donde hay suficiente materia orgánica o donde no se encuentran disponibles los fertilizantes químicos.

Agricultura sostenible de bajos insumos externos: Un número cada vez mayor de agricultores, trabajadores de desarrollo y científicos están llegando a la conclusión de que las técnicas de la Revolución Verde sobre el uso intensivo de capital no son una alternativa factible para el segmento más pobre de los 14 000 millones de agricultores que viven en las regiones tropicales con condiciones de producción menos favorables desde el punto de vista ecológico, geográfico y de desarrollo. En esas zonas complejas, alejadas de los mercados, los insumos extremos o son demasiado caros o, sencillamente, no existen. Para obtener una mayor productividad, los agricultores dependen de los recursos locales y los procesos ecológicos así como del material genético específico de cada lugar y el reciclado. Los insumos extremos no deben ser excluidos, pero su empleo debe realizarse de forma estratégica para poder ser un complemento de los insumos internos o actuar en caso de emergencia como, por ejemplo, una plaga inesperada. Los factores sociales deben también ser tomados en cuenta, utilizando recursos como el conocimiento local e instituciones para aumentar la cohesión social, las economías locales y la dignidad humana.

Estas son, de hecho, algunas de las ideas básicas de la agricultura sostenible de bajos insumos externos.

Algunos inconvenientes

Desgraciadamente, como la Revolución Verde Agrícola, la agricultura de bajos insumos extremos no es siempre sostenible. Los agricultores consiguen una parte importante de sus ingresos de nutrientes minerales, por lo que la contaminación de la tierra es muy abundante. Se necesitaría una gran inversión financiera y humana para regenerarla.

Los animales forman parte integral de muchos sistemas orgánicos y suministran alimento, estiércol y dinero (Foto de Ann Waters-Bayer)

La tecnología que se requiere para que la agricultura de bajos insumos extremos sea sostenible proviene de diversas fuentes: ciencia agroecológica, sistemas ecológicos de desarrollo agrícola empírico (cultivos orgánicos, agricultura regenerativa, cultivos naturales, cultivos biodinámicos... etcétera), conocimiento tradicional e indígena y nuevos planteamientos de las ciencias convencionales agrícolas.

Para obtener una agricultura de bajos insumos extremos más sostenible se pueden utilizar a menudo las mismas técnicas que para conseguir una agricultura de la Revolución Verde menos dependiente de agentes químicos. El conocimiento local, basado en las propias experiencias de los agricultores con sus agroecosistemas, ofrece una base para el desarrollo tecnológico. Donde se ha fomentado la innovación y la experimentación entre los agricultores a través de desarrollos tecnológicos participativos han triunfado los sistemas de rehabilitación de lugares específicos.

El entendimiento científico en agricultura de bajos insumos externos verdaderamente sostenible está todavía en su infancia, pero algunos de sus principios básicos ya han trazado el proceso del sistema de desarrollo:

1) Mejorar las condiciones para el crecimiento de las plantas empleando materia orgánica y aumentando la vida del terreno. La vida del terreno y la materia orgánica juegan un papel clave en el mantenimiento de la estructura de la tierra, la disponibilidad de los nutrientes y el agua así como en la prevención de la pérdida de nutrientes y tierra en la agricultura tropical. Pero esto es algo que ha sido reconocido hace muy poco.

2) Utilizar mejor los nutrientes y equilibrar mejor su flujo. El déficit y el desequilibrio nutritivo son los principales problemas para mejorar las cosechas y la salud humana. Un balance nutritivo negativo significa que está siendo erosionado el capital natural del agricultor, que poco a poco el rendimiento disminuirá y que el sistema se degradará. Donde no son disponibles los suficientes insumos extremos orgánicos o fertilizantes químicos, pueden emplearse otras tecnologías.

El ejemplo hondureño

Los agricultores de algunos pueblos pequeños de la costa septentrional de Honduras plantan frijol de terciopelo (Mucuna pruriens) junto con el maíz para lograr un rendimiento mayor, controlar la erosión y obtener una reducción de los costos al preparar el terreno.

En esta zona húmeda, donde la temperatura media es de 28 grados centígrados y con altitudes muy variadas, la época de siembra va de enero a junio y de julio a diciembre, pero muchos agricultores cultivan sólo una cosecha de maíz al año durante la primera estación.

Los agricultores que utilizan frijol por primera vez lo siembran uno o dos meses después del maíz. Cuando recogen este último dejan los tallos en los campos. El frijol de terciopelo empieza a cubrir los tallos y pronto tapa todo el campo. Para diciembre, una gran cantidad de hojas leguminosas (entre 50 y 70 toneladas por hectárea) empieza a secarse y cubrir el terreno con una capa de 20 centímetros de espesor. La siguiente plantación de maíz se lleva a cabo a través de esa capa que suprime semillas y permite su establecimiento adecuado. Al segundo año, germinan las semillas del frijol del año anterior, y el ciclo continúa con la siembra del nuevo maíz. Los campesinos obtienen un rendimiento del maíz de entre 2 700 y 3 250 kilogramos por hectárea (más de la mitad del promedio anual) sin utilizar fertilizantes químicos.

El uso continuo de legumbres está cambiando todo el sistema de cultivo. La agricultura migratoria está poco a poco desapareciendo porque los agricultores han encontrado una fórmula barata y sencilla de conseguir que su tierra sea más productiva.

Los agricultores adoptaron el uso del frijol de terciopelo sin que fuera promovido por ninguna agencia privada o gubernamental. Debido al conocimiento del cultivo del maíz, se dieron cuenta enseguida de las grandes ventajas del nuevo sistema. Una gran parte de sus ingresos depende del maíz, por lo que un rendimiento bajo significa ganancias menores. Además, el uso del frijol de terciopelo no cuesta prácticamente nada: las semillas pasan de manos entre los campesinos.

Para mayor información contactar con:
CIDICCO, apartado 278-C, Tegucigalpa, Honduras.

3) Empleo de flujos de radiación solar, de aire y de agua para mejorar la producción y minimizar los daños. Los flujos de radiación solar, de aire y de agua puede ser manipulados con capa vegetal del suelo o por medios técnicos para crear microambientes para el mejor crecimiento e impedir daños. Todos los métodos que se emplean para la conservación del agua y la tierra, como la radiación solar para cosechas secas, irrigación o el empleo óptimo de la luz, son utilizados también para este concepto agroecológico.

4) Emplear la prevención y los tratamientos de seguridad para reducir los daños causados por plagas y enfermedades. Los agricultores que emplean sistemas integrados y técnicas que minimizan la necesidad de curas no se verán atrapados en el espiral de los plaguicidas. Los investigadores están desarrollando formas de organización integrada de plagas, pero por ahora se dirigen a reducir la necesidad de pesticidas químicos para cosechas específicas. Todavía no reciben la atención adecuada - excepto por parte de los agricultores - las cosechas de alimentos que se utilizan en la agricultura en pequeña escala.

Tras siglos de experimentos, los agricultores tradicionales han desarrollado muchas tecnologías específicas en cada lugar que reducen los daños provocados por las plagas y las enfermedades. Estas cosechas tradicionales tienen, además, otras ventajas. Aparte de ser mucho más resistentes, suministran productos nutritivos muy útiles. Los agricultores tampoco se olvidan de utilizar las plantas salvajes y los animales. Aunque no hay mucha información sobre este tipo de recursos genéticos naturales poco convencionales, se sabe sin embargo lo suficiente como para afirmar que juegan un papel crucial en la subsistencia de la gente que vive bajo condiciones complejas y de alto riesgo.

Ejemplo: el búfalo de agua

El búfalo de agua es muy apreciado por los agricultores de subsistencia porque ofrece tracción, alimento y abono además de ser un activo seguro en caso de que vengan tiempos malos. Vale la pena no descuidar la atención del animal y, en relación con esto, los innovadores de Filipinas han dado con un método nuevo.

La agricultura de bajos insumos externos requiere de una mayor mano de obra. Aquí, un niño del Nepal transplantando arroz (Foto FAO por G. d'Onofrio)

Ramón Pelisco, un agricultor de Pamahawan Leyte, dueño de un búfalo, una cabra, varios pollos y varios cerdos, elabora su propia hierba medicinal para tratar a los búfalos cuando estos sufren una dura diarrea. Emplea la planta herbácea albahaca (Hyptis suaveolens), que crece mucho en zonas marginales, y sigue el siguiente procedimiento:

· toma raíces de albahaca;
· las lava cuidadosamente con agua;
· las hierve en un litro de agua hasta que sólo quedan unos 375 mililitros de líquido;
· deja que se enfríe;
· lo pone en una botella y se lo da al animal;
· le da una dosis cada mañana y cada tarde durante cuatro días consecutivos.

La albahaca tiene otros usos. Puede tratar la diarrea humana y sirve también como aislante de infecciones en los nidos de los pollos.

Tito Pael es dueño de siete hectáreas de terreno en la localidad filipina de Altavista, Leyte. Cultiva cocos, café y maíz además de cuidar a varios búfalos, cabras, cerdos y pollos. Para combatir las enfermedades parasitarias de las crías de búfalo, Tito extrae 40 mililitros de leche pura de coco, sin añadirle agua, y la mezcla con un huevo de las gallinas. Sitúa dicha mezcla sobre la cría por la mañana, deja que se revuelva y repite la medicina por lo menos un par de veces.

5) Explotar complementariedad y sinergia en recursos genéticos. Los agrosistemas con un alto grado de diversidad tiene mas posibilidades de ser estables que aquellos que contienen una sola especie, además de otorgarle al agricultor más seguridad (aunque sólo cuando son elegidos correctamente los componentes). Es importante saber que la diversidad sola no lleva necesariamente a la estabilidad y que puede incluso causar inestabilidad.

La diversidad funcional puede ser lograda combinando especies de plantas y de animales que posean características complementarias y que participen de interacciones sinérgicas positivas. Las características complementarias pueden ser distintas en términos de necesidad de luz, nutrientes, profundidad de la planta, tiempo de crecimiento o trabajo. Los efectos de la sinergia pueden ayudar a mejorar el crecimiento a través de las cosechas intercaladas que ofrecen protección contra flujos de agua o viento o que produce desechos que sirven como alimento a otras plantas o animales. El resultado es mejorar la estabilidad y aumentar la productividad.

Cuando los cultivos, árboles, animales y humanos no son complementarios se produce la competencia por el terreno, la energía solar, los nutrientes acuáticos, los alimentos o el trabajo y se influyen negativamente creando microclimas desfavorables o transmitiendo plagas. Aunque la competitividad no puede ser totalmente eliminada, es mínima sin embargo cuando tiene lugar una buena combinación de recursos genéticos. El agricultor debe encontrar el mejor equilibrio posible entre los aspectos negativos y positivos de los componentes, valorando la pérdida de espacio, por ejemplo, en favor de la creación de un mejor microclima o de la fijación de nitrógeno.

En las últimas décadas las políticas oficiales se han centrado en un uso elevado de insumos

A modo de ejemplo:

Integrar cultivos, ganadería y pescado - un alimento altamente nutritivo y de gran valor tradicional - en pequeños sistemas agrícolas posee ventajas ecológicas y económicas. Haciendo un uso completo de los recursos adyacentes, los sistemas trabajan para conservar en lugar de destruir el habitat. Son productivos y beneficiosos porque emplean desechos de un lugar como insumos en otro. Y explotan microambientes dentro del sistema agrícola que añaden productividad y seguridad a la plantación.

Los agricultores de Viet Nam han desarrollado un sistema efectivo que combina arroz, verdura, pollos, cabras, pescado y camarones. Cultivan el arroz y crían camarones en zanjas, que también suministran agua para regar la verdura. Después de realizar las zanjas ponen a los pollos y el ganado dentro de los campos de arroz para que produzcan fitoplacton para el pescado y los camarones.

Aunque la dieta de los camarones es natural, también reciben alimentos de la granja en los primeros dos meses de vida. Se hacen zanjas con mango y eucaliptos para mantener aparte a los animales y permitir que los camarones disfruten del habitat tranquilo que necesitan.

La integración aumenta la productividad global y reduce los costos. Los camarones y el pescado se alimentan de semillas de arroz, disminuyendo en un tercio el importe de la alimentación. También se puede reducir en un 30 por ciento la cantidad de fertilizantes químicos sin que ello afecte a la producción del arroz ya que el estiércol animal y las heces de los peces actúan como fertilizante.

Para más información dirigirse a: Clive Lightfood, ICLARM, MC PO Box 1501, Makati Metro Manila 1299, Filipinas.

El reto es descubrir qué combinación de plantas, animales e insumos dará como resultado una mayor seguridad y un aumento de la productividad, así como conservar los recursos dados en una zona determinada.

Coen Reijntjes, Bertus Haverkort y Ann Waters-Bayer son coautores de Farming for the future: an introduction to low-external-input and sustainable agriculture, del cual ha sido adaptado este artículo.

El futuro se llama diversidad

Las propias experiencias de los agricultores determinarán el futuro de la seguridad alimentaria

Por William Grisley

Nadie discute la necesidad de encontrar un modo de cultivar que responda a la creciente demanda de alimentos sin debilitar los recursos naturales. Pero se puede discutir mucho sobre cuáles podrían ser los tipos de sistemas de producción altamente productivos y al mismo tiempo sostenibles. En efecto, el abanico de posibilidades abarca desde el cultivo puramente orgánico, en uno de sus extremos, hasta la agricultura industrial, con sus sistemas de monocultivo o monocriadores altamente especializados y con un uso intensivo de productos agroquímicos, en el otro.

Entre unos y otros se colocan los programas alternativos de producción de alimentos que hacen hincapié en la intensificación mediante la diversificación, tanto de los cultivos como de los tipos de ganado y en su integración. Estos sistemas quizás sean los más prometedores y ya hoy, en todo el mundo en desarrollo, los campesinos experimentan continuamente variaciones del tema de la alternativa. Los resultados que están obteniendo podrían servir de guía, no sólo para los propios campesinos sino también para los investigadores, quienes trabajan en el desarrollo y los planificadores gubernamentales.

Diversidad y flexibilidad

Antes de pasar revista a algunos ejemplos actuales, habría que observar que la ventaja de los sistemas de producción alternativos consiste en que no son sistemas fijos. Debido a su diversidad y flexibilidad, ofrecen muchas oportunidades a los agricultores que actúan en muchos diferentes medios agroecológicos y especialmente en países donde las tecnologías de la revolución verde son demasiado caras o inadecuadas. Las zonas de producción marginal de Asia, América Latina y la mayor parte de Africa entran en esta categoría.

Los sistemas diversificados e integrados requieren algunos insumos y los agricultores deben decidir cuántos y qué tipo de insumos internos o externos utilizarán. Si se recurre a bajos niveles de fertilizantes minerales y de productos químicos para la protección de los cultivos y del ganado ¿responderá la producción al aumento de la demanda de los consumidores? ¿Dichos sistemas serán económicamente sostenibles y podrán satisfacer los objetivos de los agricultores? Los altos niveles de insumos extremos aumentarán sin duda la productividad, pero ¿serán sostenibles desde el punto de vista económico y ecológico?

El tipo y la operación de un sistema de producción dependen en realidad de si el agricultor decide producir o comprar sus insumos. Esa decisión influye sobre la producción de los insumos en la explotación misma y sobre la interacción entre la utilización de insumos internos o extremos. La producción de fertilizantes orgánicos en la finca exige disponer de una abundante fuente de biomasa y de energía humana y/o mecánica. Si para producir biomasa se recurre al barbecho y al cultivo de fertilizantes verdes, habrá que sacrificarles poca tierra agrícola y se deberá utilizar una cantidad adicional de mano de obra para cosechar y almacenar ese material. Si se dispone en cambio de abono animal se necesitará más mano de obra y una mayor gestión para recogerlo, transportarlo y aplicarlo.

La mayor parte de las fincas en los países en desarrollo producen fertilizantes orgánicos y los cultivadores luchan contra las plagas y las enfermedades y se defienden de las variaciones climáticas con complejas prácticas agrícolas que han desarrollado mediante largas y sucesivas pruebas y sacando experiencia de los errores. Mezclan así las variedades e intercalan los cultivos, realizan el cultivo rotativo, administran los residuos de las cosechas y seleccionan semillas inmunes a las enfermedades. Deben aceptar los costos que derivan de una mayor exigencia de mano de obra y de actividad de gestión pero la mayor parte de ellos no tiene otra alternativa.

Los resultados económicos de la producción interna de insumos y de su utilización en la finca en ciertas zonas no son favorables y lo serán cada vez menos en la medida en que el tamaño de las fincas siga disminuyendo y la fertilidad del suelo continúe su descenso. La producción y distribución de los insumos internos son costosas, la oferta es limitada y la calidad es desigual. En la mayor parte de los lugares no hay suficiente material para la biomasa ni suficiente mano de obra como para producir el material orgánico que se necesita para obtener rendimientos elevados. Los métodos de los cultivadores nativos tienen también una eficacia y un alcance limitados especialmente hoy cuando los cultivos y las variedades de éstos, las razas ganaderas y los métodos de producción cambian muy rápidamente.

El la estación seca, la trashumancia permite que los campos reciban un aluvión de estiércol que abona el terreno para los cultivos (Foto de Ann Waters-Bayer)

Diversificación mediante nuevos cultivos y nuevas variedades

Pero esos cambios también pueden ser favorables a los agricultores. Los nuevos cultivos y las nuevas variedades que aumentan los rendimientos o reducen los riesgos pueden ayudar a obtener una mayor diversificación de los cultivos y de los sistemas de cultivo, al mismo tiempo que se aumenta la sostenibilidad general. Pueden ser directamente incorporados a un sistema ya existente con cambios mínimos y a veces requieren muy escasos, o nulos, insumos extremos. Por ejemplo:

· En Zambia, la introducción de frijoles de soya está logrando la sostenibilidad en las fincas pequeñas que utilizaban tradicionalmente el método de tumba-roza-y-quema para mantener la fertilidad del suelo. Más de 60 000 pequeños campesinos están produciendo frijoles de soya para reemplazar parcialmente las legumbres tradicionales, mucho más sensibles a las enfermedades y a las plagas. Se reducen los riesgos y aumentan las ganancias. Los frijoles de soya son actualmente un importante cultivo comercial y están siendo cada vez más utilizados para preparar alimentos ricos en proteínas para el consumo humano. Al fijar el nitrógeno, los frijoles de soya benefician también al maíz, que es el alimento básico. Los rendimientos aumentan en un 20 ó 30 por ciento cuando se siembra maíz después de los frijoles de soya.

En Brasil, la entrega de nuevas variedades de frijoles ha permitido un aumento de la productividad y de las ganancias tanto de los pequeños campesinos como de los agricultores en grande escala. Con las nuevas variedades, los frijoles rinden un 26 por ciento más y las ganancias brutas aumentan en un 16 por ciento mientras aumenta la sostenibilidad del sistema de cultivo y de cosecha. Globalmente, las nuevas variedades aumentaron el valor de la producción de frijoles en más de 20 millones de dólares anuales.

· En Rwanda, un país densamente poblado que necesita desesperadamente aumentar la oferta alimentaria, la introducción de frijoles trepadores en zonas donde tradicionalmente no se cultivaban ha dado grandes resultados. El rendimiento se triplicó y las ganancias brutas aumentaron en un 500 por ciento cuando los frijoles trepadores reemplazaron a las variedades tradicionales. En 1992 más de 160 000 campesinos utilizaban ya el nuevo sistema de producción de frijoles trepadores. Pero no todo el panorama es rosado. Para obtener esos resultados además de las nuevas variedades hubo que utilizar abono verde, mientras en Rwanda el fertilizante constituye un problema. El país carece de una oferta de fertilizantes minerales y el abono verde es caro y escaso. Las limitaciones en la producción de fertilizantes orgánicos y el alto costo de los fertilizantes minerales importados podrían amenazar la sostenibilidad y la difusión del nuevo sistema de producción de los frijoles trapadores.

Los nuevos cultivos y variedades pueden ayudar a que aumente el rendimiento

· En Viet Nam nuevas variedades de maíz y una tecnología que acorta el ciclo productivo permitieron a los agricultores intensificar sus sistemas de cultivo en las zonas del Valle del Río Rojo, tradicionalmente productoras de arroz. Durante la fría y seca estación invernal vastas zonas de los arrozales se siembran con maíz utilizando una ingeniosa técnica de trasplante. En 1990, se sembraron con esta técnica más de 250 000 hectáreas de maíz invernal. Los rendimientos oscilan alrededor de las dos toneladas por hectárea, y superan en un 30 por ciento al promedio nacional. También en este caso hubo que utilizar más fertilizante mineral, pero valió la pena. El maíz excedente va a la producción porcina, que actualmente aporta una gran parte del abono natural necesario para la producción intensiva de arroz. Dado que el aumento del fertilizante mineral permite a su vez aumentar la producción de fertilizantes orgánicos, el sistema en su conjunto es ahora más productivo y quizás más sostenible.

Una cura para el Africa subsahariana

¿Son las variedades de alto rendimiento y el uso de los fertilizantes minerales una cura para los rendimientos endémicamente bajos y la creciente insostenibilidad de la producción cerealera del Africa subsahariana? El Proyecto Global 2000 - Sasakawa cree que sí, por lo menos en ciertas áreas seleccionadas. Los resultados obtenidos en los campos de los campesinos son alentadores.

En Tanzania las variedades maiceras y de sorgo combinadas con las aplicaciones de fertilizantes minerales aumentaron los rendimientos y las ganancias en más de un 200 por ciento. Los resultados con el maíz fueron similares en Zambia y un poco menos espectaculares con el maíz y el sorgo en Ghana, donde los rendimientos aumentaron entre 100 y 200 por ciento y las ganancias brutas entre 60 y 900 por ciento. Los cultivadores de Togo y Benin informan haber obtenido aumentos en el rendimiento del maíz oscilantes entre 50 y 100 por ciento. Las variedades de sorgo de alto rendimiento y los fertilizantes minerales produjeron en Sudán un 130 por ciento más que las prácticas tradicionales.

Cultivos y cría ganadera integrados

Muchos piensan que la clave del desarrollo de un sistema de producción agrícola con altos insumos y sostenible es la integración en una misma finca de la agricultura con la ganadería. Los cultivos alimentan al ganado que, a su vez, aporta el abono para mantener la fertilidad del suelo. El concepto es simple pero ¿funciona en la práctica esta relación sinergética?

· En las tierras altas de Kenya, en condiciones climáticas favorables, el aumento de la demanda de leche y la disminución del tamaño de las fincas hizo nacer un sistema de producción lechera sin pastoreo. Esto ha permitido que los pequeños campesinos aumenten sus ingresos y, por lo tanto, incluso su seguridad alimentaria aunque disminuya el tamaño de sus fincas. Los agricultores cosechan diariamente hierba de Napier para alimentar a su ganado lechero encerrado en establos. En teoría se supone que deberían recoger el abono animal y distribuirlo sobre los pstizales para mantener la fertilidad del suelo, pero encuestas recientes demustran que sólo cerca de la mitad del abono producido está siendo así utilizado. Los campesinos, en efecto, usan la parte restante para los cultivos comerciales, principalmente para la horticultura y los cafetales o, simplemente, no lo utilizan. Se están utilizando fertilizantes minerales para reponer los nutrientes del suelo perdidos en los campos forrajeros, pero se está produciendo evidentemente una extracción excesiva de los minerales del suelo y la sostenibilidad de este sistema sin pastoreo podría verse amenazada si siguiese disminuyendo la fertilidad del suelo. Para que el sistema siga siendo sostenible se necesitarían mayores cantidades de fertilizantes minerales o un desvío menor del uso del abono animal.

· En China, para producir alimentos para el ganado se está utilizando paja tratada con amoníaco tanto en las fincas grandes como en las pequeñas. Tradicionalmente se quemaban grandes cantidades de paja porque ésta tiene escaso valor nutritivo. Las investigaciones y la práctica han demostrado que es altamente provechoso el tratar la paja con amoníaco para usarla después como pienso. Los beneficios pueden incluso aumentar mucho si se agrega un suplemento de torta de semilla de algodón, que es un pienso altamente proteínico de producción local. Después se utilizará el abono animal producido por el ganado en los cultivos del trigo invernal y del algodón de verano. Este es otro caso en el cual un mayor uso de los fertilizantes minerales contribuye a aumentar la producción de fertilizantes orgánicos.

William Grisley es un economista agrícola y consultor de la FAO

Los números no engañan

El actual desequilibrio de nutrientes amenaza gravemente los recursos futuros

Por A L Angé

Antes de que termine la primera década del próximo siglo, la combinación entre crecimiento de población y desarrollo económico habrá reducido a la mitad, con toda probabilidad, el promedio de tierra disponible por persona la para agricultura, respecto a la que se disponía en 1990 en los países en desarrollo de Africa y América Latina, una tendencia que llevará, diez años más tarde, a que suceda lo mismo en Cercano Oriente y Asia. En Oceanía, el promedio será dividido por 1,3 para el año 2010 (Cuadro 1).

Esta dramática situación significa que se intensificarán los cultivos y que su rendimiento deberá mejorar en gran medida. Sin embargo, los nutrientes vegetales disponibles para que esas mejoras tengan lugar no son infinitos y dependen de una amplia gama de factores.

En Asia y Cercano Oriente, por ejemplo, las zonas de riego juegan un papel clave en los cultivos y en ellas debe estudiarse algún plan de nutrientes vegetales de cara al futuro para que puedan asegurarse altos rendimientos.

En otras zonas, sin embargo, la productividad de nutrientes vegetales disponible y el posible aumento de la biomasa están en función de las lluvias, cuya frecuencia no puede predecirse. Además, el acceso de los agricultores a la tierra también puede agravar la situación. En Africa y Asia, por ejemplo, las mayores granjas rara vez son cinco veces más grandes que las pequeñas, pero en Cercano Oriente pueden ser hasta 10 veces más grandes, mientras que en América Latina dicho promedio se eleva a mil.

La gestión de nutrientes vegetales en granjas y sistemas de cultivos en la situación citada de escasez de tierra dependerá, por lo tanto, de las condiciones locales. Muchas innovaciones, cuya finalidad es la utilización de nutrientes vegetales, deberán adaptarse a éstas.

Fórmulas de abastecimiento

Los agricultores tienen dos posibles fuentes de nutrientes para los cultivos:

Nutrientes locales naturales:

Estos pueden ser movilizados de nutrientes almacenados en la tierra y la biomasa (residuos de las cosechas y vegetación), o tomados de la lluvia, el polvo, el agua de riego a la sedimentación. Algunos cultivos suministran nitrógeno a las cosechas y lo fijan biológicamente. Otra fuente es el estiércol animal.

Nutrientes externos: Los agricultores de países desarrollados emplearon principalmente materiales no elaborados como fosfatos o desechos industriales hasta la llegada de los fertilizantes minerales en los años cuarenta. Durante los últimos 30 años, los fertilizantes minerales han sido la fuente externa más importante de nutrientes en los países desarrollados, y su utilización es cada vez más frecuente en el Tercer Mundo. Pero la fuente externa de nutrientes vegetales que no son el resultado de desechos reciclados son recursos no renovables. Si continúa la tendencia de emplear cada vez más fertilizantes minerales, algunos depósitos minerales podrían acabarse antes del siglo XXII.

Los nutrientes vegetales son necesarios para impedir que se verifiquen períodos largos de hambre como los habidos en Europa entre los siglos XV y XVIII. De dónde vienen y cómo se utilizan los nutrientes son dos cuestiones básicas del problema.

En los países en desarrollo, los agricultores han minado el terreno como consecuencia del uso desequilibrado de fertilizantes minerales, ya que el nitrógeno supera con mucho al fósforo. Con el aumento de los cultivos, aumentan también los nutrientes vegetales y, a su vez, el promedio mineral de la materia orgánica. Sin un suministrador de materia orgánica, el terreno desarrolla deficiencias en microelementos, así como elementos secundarios.

En los países en desarrollo, la transferencia masiva de nutrientes vegetales de zonas no cosechadas a cosechadas mejora los cultivos pero arruina los ecosistemas de las zonas no cosechadas, como ha sucedido en China, Viet Nam y, más recientemente, en amplios lugares del Africa sahariana. A nivel local, los agricultores pobres de países en desarrollo, que no tienen ni el dinero ni el crédito necesario para comprar los nutrientes vegetales externos, pueden exacerbar la pérdida de fertilidad si no tratan de forma adecuada la tierra.

País

Tierra arable m2 per capita

1910

2010

Africa

Congo

770

530

Kenya

1030

620

Côte d'Ivoire

2880

1850

Níger

4660

2240

Asia

Bangladesh

790

450

Viet Nam

1000

680

India

1980

1300

Tailandia

3840

3330

América Latina y Caribe

Haití

1410

990

Guatemala

2080

1460

Brasil

5340

4330

Argentina

11400

9450

Oriente Cercano

Egipto

480

300

Jordania

1130

660

Argelia

3010

1800

Turquía

5070

3580

Un modelo

Una revisión de las condiciones de producción y de los nutrientes vegetales puede ayudar a demostrar los límites de dichas fuentes. Un modelo para estudiar la expansión máxima posible de una zona cultivada, en una gran parte de países en desarrollo desde 1990 hasta 2010 muestra que, a través de una ligera intensificación, las ganancias de las cosechas se mantienen si se mantiene el valor de éstas en el mercado.

Dicho modelo establece que:

· el total de la tierra arable aumentará;
· la zona con cultivos industriales aumentará un 20 por ciento cada 10 años;
· la zona cultivada anualmente aumentará en proporción al crecimiento de la población;

Por lo tanto, la situación para el año 2010 sería la siguiente:

Desaparición de barbechos

La tierra en barbecho habrá prácticamente desaparecido en 17 países asiáticos de un total de 20, siendo las únicas excepciones Indochina, Mongolia y Afganistán. En 20 países del Africa subsahariana no habrá tierra en barbecho, y menos del 25 por ciento de la tierra disponible para cosechas anuales estará en barbecho en 29 países. En cinco países de América Latina y el Caribe las posibilidades para el barbecho habrán desaparecido y será menor de un 25 por ciento en otros nueve países de un total de 27. El barbecho se concentrará en las grandes granjas. En Cercano Oriente, sólo los agricultores de Argelia, Libia y Túnez tendrán tierras en barbecho.

Esto significa que muchos agricultores de países en desarrollo no podrán recolectar nutrientes vegetales de forma natural, aunque puedan recurrir al suministro de la lluvia y el polvo, que se calcula de entre cinco y 15 kilogramos de nutrientes vegetales por hectárea y fijación de nitrógeno, en contraste con el promedio de nutrientes en barbecho que es de 15 a 45 kilogramos por hectárea.

Las cosechas de legumbres y otros cultivos industriales anuales podrían crear mejores condiciones para rotar las cosechas, realizar la fijación biológica del nitrógeno y usar los nutrientes vegetales disponibles.

Cultivos en Asia

La producción de cultivos alimentarios en Asia septentrional debería alcanzar un límite bastante alto en muchos de los países con un promedio de rendimiento de 1,5 toneladas por hectárea para el trigo y de más de tres toneladas por hectárea para el arroz. El rendimiento medio de los cereales en China debería ser superior a las 5,4 toneladas por hectárea, mientras que el promedio de las dos repúblicas de Corea estará en torno a las ocho toneladas por hectárea. En el sur de Asia, el promedio para países con una densidad media de población, como Filipinas, será de 3.7 t/ha, y de 6,7 t/ha para zonas de alta densidad como Bangladesh.

Cultivos en América Latina

Los países secos de América Latina, como Bolivia, deberán obtener rendimientos medios cercanos a las 2,5 toneladas por hectárea, mientras que en México dicho promedio deberá situarse en 3,5 t/ha. En países exportadores de trigo, como Argentina, el rendimiento deberá superar las tres toneladas por hectárea. En países más húmedos, como Haití y Honduras, el promedio deberá exceder las dos toneladas por hectárea, cifra que deberá ser superior a 2,5 t/ha en Brasil.

Cultivos africanos

Africa necesitará un aumento substancial en el rendimiento de sus cereales. Los países más secos como Botswana, Chad y Níger, deberán alcanzar 0,8 t/ha, mientras que otras naciones de la zona deberían obtener un rendimiento de por lo menos 1,1 t/ha. Muchos países de la savana húmeda deberían producir por lo menos 1,7 t/ha de cereales y otros, como Nigeria, Madagascar y el Congo, 2,2 t/ha. Kenya necesitaría 2,4 t/ha, Tanzania 2,7 t/ha y Ghana 3 t/ha.

Los datos

Las cifras son claras. Para poder suministrar los alimentos necesarios para el año 2010, los países en desarrollo deberán multiplicar sus rendimientos una media de 1,5 veces y las zonas de cultivo 1,3 veces, lo que multiplicará los nutrientes vegetales que exportan esas zonas un promedio de 1.95 veces, es decir, entre 1,6 y 2,4 por ciento.

La media de crecimiento anual de los nutrientes vegetales dentro de la biomasa de cosechas alimentarias deberá ser del 3,5 por ciento, en una gama que varía desde el 2,2 por ciento de países con buen nivel de alimentos per cápita y tierra más valiosa hasta un 4,3 por ciento en los países cuya situación es más precaria.

En teoría, reciclar los residuos de las cosechas sustituiría entre el 40 y el 50 por ciento del nitrógeno exportado por una cosecha, entre el 25 y el 40 por ciento del fósforo y el 70 por ciento del potasio. En la práctica, el fósforo se mantiene mientras se trabaja con los residuos, pero más del 20 por ciento de nitrógeno y el 30 por ciento de potasio se pierde a través de volatilización en muchos sistemas ecológicos.

Vista aérea de uso de tierra muy diversificado, que puede encontrarse cerca del limite de sustentabilidad, en Kisii, en la zona occidental de Kenya (Foto de Chris Pennarts, Studio 3)

En la mayoría de sistemas ecológicos se pierde más de un 20 por ciento de nitrógeno

Por otra parte, hay que tener en cuenta que los animales defecan un 90 por ciento de los nutrientes en forraje con lo que sólo dos tercios de los excrementos sirven como estiércol. Tan sólo entre el 52 y el 74 por ciento de los nutrientes de excrementos están disponibles para estiércol, lo cual deja menos del 70 por ciento de los nutrientes vegetales reciclados de los residuos disponibles para próximas cosechas. Se calcula que un máximo del 35 por ciento del total de nitrógeno se consume de los cereales mientra que un 30 por ciento del fósforo y otro 60 por ciento del potasio son reciclados a través de los residuos de las cosechas.

Los límites de la ganadería

Los cultivos de legumbres fijan el nitrógeno pero en la recolección, por ejemplo, los cacahuetes suministran menos de 20 kilogramos por hectárea de nitrógeno en los trópicos semiáridos, mientras que la soja ofrece 40 kilogramos por hectárea en los trópicos húmedos... siempre y cuando exista suficiente fósforo para suministrar un rendimiento alto. Los residuos de las cosechas leguminosas restablecen tanto nitrógeno como los residuos de cereales.

En condiciones favorables las leguminosas suministrarán nitrógeno fijo para las tre cosechas posteriores, mientras que en una situación más desfavorables rotarán con otras nueve. El promedio de suministro de nitrógeno '3 de legumbres a otras cosechas es de 14 kilogramos por hectárea por año en una agricultura intensa de soja/cereales, con una cosecha de soja cada cuatro cose - chas. Cuando la frecuencia del cultivo de soja es menor, el rendimiento es de cinco kilogramos por hectárea. En una agricultura intensa de cacahuetes/cereales el suministro es de siete kilogramos por hectárea, con una cosecha de cacahuetes cada cuatro.

Pero la proporción de leguminosas plantadas cada año no es grande: entre 25 y 30 por ciento en la India, Burma y Corea del Norte; entre 15 y 18 por ciento en China, Indonesia y Pakistán (menos de un ocho por ciento en otros países asiáticos); 20 por ciento en Brasil (menos del 12 por ciento en otros países de América Latina); entre 20 y 25 por ciento en Burkina Faso, Níger, Senegal, Malawi y Kenya (principalmente cacahuetes), Burundi, Twanda, Tanzania, Uganda (principalmente frijoles con baja capacidad de fijación de nitrógeno) y menos de un 10 por ciento en otro países africanos. Para poder hacer frente a las previsiones del año 2010, las cosechas de legumbres deben aumentar un 20 por ciento.

Para producir suficiente abono es necesaria más tierra de la que muchos agricultores posee

Los límites de lo ganadería

La ganadería puede transferir nutrientes vegetales de zonas no cosechables a zonas cosechables. En buenas condiciones, una tonelada de estiércol contiene ocho kilogramos de N, cuatro kilogramos de P205 y 16 kilogramos de K20. El cambio de nutrientes vegetales de zonas no cosechables a cosechables tiene un promedio de 4,8 N + 2,4 P205 + 9,6 K20 cada año en el total de la zona cosechable. Para no minar las reservas el cambio no debe exceder de entre 12 y 25 kilogramos por hectárea de reposición natural del nutriente vegetal disponible en zonas cosechables. Desgraciadamente, los agricultores de muchos países están superando ese nivel. Al transferir demasiados nutrientes vegetales almacenados en la vegetación natural y en el terreno sin cultivar, están arruinando su capital no renovable de nutrientes.

Para producir suficiente estiércol se necesita más tierra no cosechable de la que disponen los agricultores de países en desarrollo. Una vaca adulta de 350 kilogramos de peso necesita un mínimo de cuatro hectáreas por producción de pienso en los trópicos húmedos y de siete a 10 hectáreas en muchas partes de los trópicos semiáridos. Debido a que la vaca no puede producir más de tres toneladas de estiércol, del cual sólo dos toneladas pueden utilizarse para estercolero, un agricultor que necesite 10 toneladas por hectárea de estiércol, para una hectárea de cosecha, debe tener cinco vacas y entre 20 y 40 hectáreas de zona no cosechable, para una hectárea de tierra cosechable.

Un problema grave

Pero los recursos locales no son suficientes. Las cifras muestran que los nutrientes vegetales de barbecho, los residuos de cosechas, la fijación del nitrógeno, la transferencia de zonas no cosechables, la lluvia y el polvo combinado no recuperarán totalmente la cantidad que se toma por parte de las cosechas alimentarias, a menos que se le añadan otras fuentes externas de nutrientes vegetales, especialmente potasio.

La falta de nutrientes vegetales es uno de los factores que más limita el rendimiento de países en desarrollo, y la situación sólo puede empeorar si se van minando poco a poco del terreno sus actuales reservas. A lo largo de gran parte de Asia y América Latina, en la actualidad los nutrientes vegetales disponibles teóricamente de fuentes locales sólo representan entre el 50 y el 55 por ciento de los nutrientes que las cosechas exportan, utilizándose los fuentes externas para compensar.

Incluso aunque los agricultores hagan un uso más cuidadoso de su tierra - aceptando el rendimiento mínimo de sus cosechas como resultado -, ésta no tendrá suficientes nutrientes vegetales para alcanzar los rendimientos previstos para el año 2010, si se fertiliza sólo con fuentes locales de nutrientes vegetales y con la escasa cantidad de fertilizante mineral disponible actualmente en gran parte del Tercer Mundo.

Si se aumentan los rendimientos de las cosechas, los procesos de reciclado - al menos en teoría - deberían aumentar proporcionalmente, pero la transferencia de nutrientes vegetales de zonas no cosechables y la fijación de nitrógeno de las cosechas leguminosas no pueden suministrar la cantidad adicional de nutrientes vegetales almacenados que se requieren para el desarrollo de la zona cosechable. Lo que es peor es que todos los nutrientes vegetales suministrados no están disponibles para las cosechas.

Un plan de acción

Aumentar la eficacia del empleo de los nutrientes vegetales - y no sólo para las cosechas locales - seria un gran paso hacia adelante en el camino a una agricultura sostenible. Los planificadores deberían establecer qué fuentes de nutrientes vegetales están disponibles dentro de zonas rurales concretas y establecer redes representativas de granjas de referencia y granjas piloto. Las primeras suministrarían información sobre la eficacia de los nutrientes vegetales, mientras que las segundas probarían alternativas a los recursos locales y extremos, de forma que los planificadores puedan analizar la sustentabilidad de la innovaciones de forma universal.

Basándose en la interpretación económica de los resultados, los gobiernos tendrán entonces acceso a la información útil para planificar las estrategias vitales necesarias para asegurar la fertilidad de la tierra para el año 2010.

A.L. Angé es jefe del Servicio de Gestión y Desarrollo de la Nutrición Vegetal de la FAO.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente