FAO en Honduras

Mujeres unidas: haciendo frente a los retos de la producción y la exclusión productiva

Iniciativas de inclusión productiva en favor de las mujeres del municipio de Chinacla, La Paz.

Las nubes se mueven bajas y rápidas en esta mañana fría en El Pacayal, municipio de Chinacla, La Paz, una zona conocida por producir uno de los mejores cafés de todo el país.

Sin embargo, las tres mujeres que nos esperan se dedican a un rubro diferente desde que los precios del grano empezaron a caer y la crisis de la roya hizo del cultivo de café, una lucha que cada vez menos personas se atreven a enfrentar.

La discreta, pero risueña conversación de Romualda, Silveria y Rosaura, revela un vínculo que supera la relación productiva que tienen gracias al grupo de productores “Fuerzas unidas”, donde junto a otras 16 mujeres de la comunidad, hacen frente a los retos de la producción agrícola en la zona.

Entre las tres, tiene experiencia en el cultivo de al menos diez tipos de hortalizas distintas, sin embargo, la siembra desprotegida, los efectos del cambio climático y los precios variables del mercado no les han permitido consolidarse en ninguno de ellos.

“El precio variaba. Nosotros vendíamos más aquí en el mercado local, entonces no ganábamos casi nada, obteníamos casi lo mismo invertido en el capital”, recuerda Romualda Martínez.

Fue a mediados de 2020 que el grupo se acercó a los técnicos de la Mancomunidad de Municipios del Centro de La Paz (MAMCEPAZ) para postularse para formar parte de su estrategia de inclusión productiva, desarrollada en asociación con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La estrategia de inclusión productiva desde una perspectiva de protección social ampliada, tiene como objetivo contribuir al desarrollo de las capacidades productivas de las familias en situación de vulnerabilidad, a través de programas y proyectos socio-productivos que favorezcan mayores ingresos y fuentes de trabajo.

Uno de los componentes de este proyecto es la instalación de mega túneles para el cultivo de vegetales como el chile morrón y el tomate, que tienen un potencial comercial mayor, tanto en la zona como en mercados más grandes a nivel nacional.

El blanco del mega túnel del grupo “Fuerzas unidas” contrasta dramáticamente con las montañas de fondo, oscurecidas por la neblina. La estructura de 400 metros cuadrados les fue facilitada al grupo a través de la mancomunidad, quienes les enseñaron a como montarlo, su mantenimiento y la construcción de las “camas” y los sistemas de riego que funcionan en su interior.

Funcionando a su máxima capacidad, estas estructuras pueden albergar unas mil plantas de chile o tomate, las que pueden llegar a producir aproximadamente 12 kilos de frutos cada una, que representan alrededor de 12 mil kilos en total en una buena temporada.

“Antes trabajábamos a ‘campo libre’ y nos dañaban mucho los fenómenos. Acá es más económico en cuanto a fertilizantes y agua”, afirma Romualda.

Sin embargo, la eficiencia de estas estructuras fue puesta a prueba antes de lo que el grupo imaginaba.

Apenas cuatro meses después de haber instalado su primer mega túnel, los huracanes Eta, de categoría 4 e Iota, de categoría 5, azotaron a Nicaragua, Guatemala y Honduras con dos semanas de diferencia entre ellos, dejando a su paso un importante impacto en las zonas productivas de todo el país y pérdidas por más de US$ 15,000 millones, según datos del Gobierno y la CEPAL.

En El Pacayal, el impacto no fue menor. Prácticamente todas las familias de agricultores reportaron perdidas enormes debido a los temporales.

Las pérdidas del grupo también fueron importantes, pero gracias al mega túnel, resultaron mucho menores en comparación a las de otros productores de la zona.

“Esas tormentas fueron fuertes, pero nosotros casi no tuvimos mucho problema porque aquí no entraron las crecientes a arruinarnos los bancales, por eso es que nosotros todavía tenemos producción aquí. Si esto lo hubiéramos tenido en campo abierto, ya no tendríamos nada porque con la primera tormenta se nos hubieran dañado los arbolitos”, relata Silveria Hernández, otra de las mujeres del grupo.

Pero las estructuras son solo una parte de la iniciativa. El otro componente importante tiene que ver con la creación de un mercado seguro para los productos que se cultivan dentro de los mega túneles.

“Vegetales Lencas”, es una de los mayores distribuidores de la zona y proveedor de Vegetales a la cadena de supermercados más importantes del país. Para la mancomunidad MAMCEPAZ y FAO, eran los socios obvios de cara, no solo a generar una cadena comercial más vital, sino también a generar los conocimientos necesarios para hacerla sostenible.

La empresa no solo compra el producto seleccionado de los productores a precios justos y previamente establecidos, sino que también les brinda asistencia técnica para mejorar su producción en cantidad y calidad, además de otorgarles la seguridad de un mercado que, a diferencia del café, no varía.

“Para meternos a un producto de estos, nosotros tenemos que tener primero el mercado. En el mercado del pueblo hay tanto ‘coyote’ (intermediario) que a Lempira pueden pagarnos cada chile. Entonces de ahí nuestra idea de entrar en este proyecto, porque sabíamos que teníamos un mercado seguro.”, asegura Rosaura.

A pesar de que la empresa les compra únicamente productos que alcancen ciertos estándares de calidad, en la finca del grupo no se desperdicia nada. Los chiles más pequeños van a los mercados municipales y a los programas de merienda escolar.

“A veces el descarte, lo que no se manda para los supermercados, lo regalamos a las familias que no tienen qué comer, entonces con esto también podemos ser solidarias con los que lo necesitan”, dice Rosaura mientras camina por uno de los senderos del mega túnel, mostrando algunos de los chiles más grandes que quedaron tras el último corte.

Pero quizás el impacto más importante del proyecto es el cambio de paradigma que representa para las mujeres de la zona, en un país donde tradicionalmente los hombres son dueños de la tierra, la producción y de la última palabra respecto a las finanzas familiares.

“Nosotras administramos mejor los fondos. Las mismas compañeras vamos a traer el dinero de las ganancias y ya no dependemos de pedírselo al esposo porque hay muchos a los que les gusta tomar, entonces por eso nosotros cuidamos nuestro dinero y nos cuidamos entre nosotras mismas.”, sostiene Rosaura.

Las mujeres del grupo “Fuerzas unidas” ahora son plenamente conscientes de su papel en la comunidad, no solo como productoras y emprendedoras, sino como ejemplos para otras como ellas.

“Antes decían que solo los hombres podían hacer estos trabajos y a nosotros solo nos necesitaban en la casa haciendo tortillas. En las comunidades, muchas mujeres no se organizan porque piensan ‘eso no lo puedo hacer’ y nosotros somos la muestra de que nosotras las mujeres sí podemos.”, sentencia Rosaura, mientras prepara, junto a sus compañeras, un nuevo envío de vegetales hacia la capital.