FAO en Uruguay

La alimentación, la agricultura de Uruguay y el mundo, frente al COVID19

31/03/2020

La pandemia del coronavirus impacta el suministro y la demanda de alimentos, tanto las vidas como los medios de subsistencia se ven afectados a través del suministro y de la demanda de alimentos. Es una realidad más preocupante en los lugares particularmente vulnerables del mundo, pero hay aspectos que atender en Uruguay.

El mundo es un reflejo de la interna de cada país ante el coronavirus. Hay sectores –y países- más expuestos, que requieren una atención particular.

Ya antes de la actual pandemia, 820 millones de personas en el mundo padecían hambre crónica: no consumen suficientes calorías para poder llevar una vida normal. 

Sería especialmente preocupante que el COVID cobrara fuerza en los 44 países que dependen de ayuda alimentaria externa, o en 53 países donde viven los 113 millones de personas que padecen hambre aguda, tan grave que supone una amenaza inmediata para su vida o sus medios de subsistencia.

Estas personas no pueden permitirse ninguna otra interrupción de sus medios de vida o de acceso a los alimentos que el COVID-19 pueda generar.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está preocupada por los efectos de la pandemia en los países donde los sistemas de sanidad pública tienen capacidad limitada y en los que han sido afectados por otras crisis: el brote de langosta del desierto en el Cuerno de África, la inseguridad en Yemen o en el Sahel, por ejemplo.

Los países que dependen en gran medida de importaciones de alimentos y aquellos cuyas economías se basan en exportaciones primarias, como el petróleo, también merecen especial atención.

Hay que incluir además a 85 millones de niñas y niños que, en América Latina y el Caribe, se beneficiaban de los programas de almuerzos escolares apoyados por la FAO. Para unos 10 millones de niñas y niños, son vitales.

Suspender los programas de comedores escolares por la pandemia pone en peligro su seguridad alimentaria y debilita su capacidad para afrontar las enfermedades y, con conciencia, Uruguay lo está evitando.

Impacto del COVID en el sistema alimentario de Uruguay

La oferta de alimentos se ve afectada cuando la enfermedad impacta en la vida y el bienestar de las personas que los producen y, además, debido a los esfuerzos de contención que restringen la movilidad y también porque los costos se elevan y hacer negocios cuesta más.

Por otro lado, el COVID-19, genera un aumento significativo de la demanda a sus inicios y el costo de una dieta saludable podría aumentar con el incremento del precio de los productos básicos perecederos.

Eso podría tener un efecto adverso en los hogares de menores ingresos y dificultaría alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en Uruguay y en el mundo.

Luego, después del pico y del aplanamiento de la curva del contagio, a medida que pase el tiempo se va a reducir la demanda, si mantenemos el confinamiento. Debido a la incertidumbre, va a primar la cautela y el aumento de los costos hará que las personas reduzcan gastos.

Por suerte, Uruguay, es un país agrícola excedentario, que produce más alimentos que los que consume y siguen circulando mercaderías.

Las ferias vecinales de alimentos se mantienen y el Mercado Modelo de Montevideo funciona. Además, Uruguay, sus productoras y productores tienen, en la fuerte cobertura de Internet con la que cuenta el país, una aliada que facilita el comercio a distancia, reduciendo el riesgo de aglomeraciones.

Es esencial que todas las personas accedan a fuentes de alimentos suficientes, diversas y nutritivas, en especial cuando sus países están afectados por el virus.

Si no atendiéramos este punto, podríamos estar ante una crisis alimentaria inminente, pero en Uruguay se están adoptando medidas con rapidez.

Por otro lado, el país y sus productoras y productores contribuyen a mantener operativas las cadenas mundiales de suministro de alimentos, en beneficio de la población de otros países y de la economía nacional.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que varios países aplican controles más estrictos a los buques de carga, y eso puede afectar el transporte marítimo. Además, la adopción de nuevas normas sanitarias puede implicar un periodo de adaptación para las industrias alimentarias.

La economía mundial y el virus

Los mercados mundiales están más integrados e interconectados y la economía china contribuye en un 16% al producto interno bruto mundial. Por lo tanto, lo que afecta a China, repercute en la economía mundial.

La desaceleración o contracción de la economía se ha asociado con el aumento del hambre en 65 de 77 países en los últimos años, de acuerdo a El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019.

En el marco de la crisis que está generando el COVID 19, la oferta y la demanda de alimentos se verán afectadas y esto va a repercutir en las economías, reduciendo su crecimiento en mayor o menor medía, según cada caso y las respuestas de cada país.

En marzo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) redujo su pronóstico de crecimiento económico mundial para 2020 del 2,9 al 2,4%, el nivel más bajo desde la crisis financiera de 2008. Además, advirtió que una epidemia prolongada y más intensa de coronavirus podría reducir esta cifra hasta el 1,5%.

Para terminar, se dio una devaluación significativa del tipo de cambio con respecto al dólar estadounidense, que también afecta a los países que dependen de las importaciones.

En cuanto a las exportaciones, los mercados mundiales de alimentos no son inmunes a estos acontecimientos, dada la complejidad de las cadenas de valor de los alimentos y la importancia que en ella tienen el comercio y el transporte, podrían volverse más vulnerables, sin embargo, es esperable que sean menos afectados que otros.

Por último, es probable que, a largo plazo, el COVID-19 profundice la inestabilidad de los precios de los bienes agrícolas, como arrojan las últimas tendencias del Índice de precios de los alimentos de la FAO y con estó se verá afectada la economía mundial. 

Las cadenas de suministros, los mercados y el virus

La cadena de suministro de alimentos implica a productores, insumos agropecuarios, transporte, plantas de procesado, transporte marítimo, etc. Será puesta a prueba de múltiples maneras en las próximas semanas y meses.

Por ahora, el suministro de alimentos es adecuado y los mercados están estables. Las reservas mundiales de cereales tienen buenos niveles y las perspectivas para el trigo y otros cultivos básicos importantes para el año, son positivas.

Aunque es probable que se reduzca la producción de alimentos básicos de alto valor (frutas y hortalizas), hasta ahora, no se percibe. Lo que sí se está viendo son dificultades de logística para transportar la producción en algunos países.

De acuerdo a lo que se vio en China, el impacto de la pandemia en el sector ganadero puede ser particular, debido a un posible problema de acceso al forraje y al riesgo de menor capacidad en los mataderos, debido a limitaciones logísticas y a la escasez de mano de obra.

El bloqueo de las rutas de transporte es particularmente perjudicial para las cadenas de suministro de alimentos frescos y puede aumentar los niveles de pérdida y desperdicio, al cual los gobiernos y los productores deben estar atentos.

Es importante prever que la escasez de mano de obra podría afectar a la producción y elaboración de alimentos, en particular en los cultivos que necesitan mucha mano de obra en ciertos momentos.

Recomendaciones de la FAO

Es fundamental tomar medidas proactivas como lo hace Uruguay, porque cuesta menos tomarlas antes que en el peor momento de la crisis.

En primer lugar, es clave que los países aseguren las necesidades alimentarias de sus poblaciones vulnerables y hemos visto que Uruguay no se ha quedado atrás en ese sentido.

Es esencial que las canastas alimenticias que se distribuyan cuenten con alimentos frescos producidos, preferentemente, por productores familiares locales y que tengan en cuenta la necesidad de una dieta balanceada y permitan un consumo suficiente de legumbres, para que la población más vulnerable pueda así fortalecer su respuesta inmunitaria.

En segundo lugar, la seguridad alimentaria también depende de los programas de protección social y en ese sentido Uruguay ya comenzó a tomar medidas.

Si la inseguridad alimentaria se volviera extremadamente grave, son clave no sólo mediante el suministro directo de alimentos por el Gobierno, sino también las donaciones de particulares, redes de solidaridad y organizaciones no gubernamentales y, en este sentido, en Uruguay ya se está dando una fuerte respuesta por parte de la sociedad civil y del Gobierno.

Por otro lado, es importante para los países analizar los márgenes de la formación de precios en toda la cadena de valor y, a través de políticas públicas, tanto macroeconómicas como sectoriales, incidir en una distribución más equitativa de las ganancias. Esto permitirá, que el agricultor tenga incentivos adecuados para seguir produciendo. 

El refuerzo de la seguridad alimentaria también debe figurar en el programa de los países más prósperos o de renta alta, como Uruguay, porque los más vulnerables serán los más afectados.

Es importante evitar que se dificulten, por accidente, las condiciones de suministro de alimentos. En China se dieron ejemplos de soluciones interesantes y, en general, las tecnologías digitales tienen un papel que desempeñar a la hora de anticipar los problemas y aliviar carencias temporales.

Cada uno debe esforzarse a su nivel para mitigar los efectos de la pandemia en el sistema alimentario. En el caso de los consumidores, es central el consumo responsable, medido y sin desperdicios en el marco de una dieta balanceada. Además, el apoyo a circuitos cortos que permitan mantener las redes locales de abastecimiento y producción es central.

Es probable, y deseable, que se dé un cambio en la forma en que las personas compren y consuman alimentos, con un aumento de las comidas y, ojalá, de la cocina en el hogar.

En Uruguay, esta situación de crisis constituye a su vez la oportunidad de generar y fortalecer los circuitos cortos, basados en nuevas tecnologías y en innovaciones digitales. Ya estamos viendo con entusiasmo nacer iniciativas como Ferias.uy, que vincula, sin costo, a los feriantes con los vecinos de Montevideo”, considera Rubén Flores Agreda, Representante de la FAO ad ínterim en Uruguay.

Los pequeños productores agropecuarios podrían tener dificultades para trabajar la tierra, para acceder a los mercados para vender sus productos o comprar semillas y otros insumos esenciales, van a perder la posibilidad de vender a restaurantes, por ejemplo.

Será necesario desarrollar más tecnología que los acerque a los consumidores, repensar cadenas de distribución y también establecer un buen monitoreo de precios, para evitar abusos.

Los agricultores son sin duda un eslabón esencial que debemos cuidar, porque entre sus manos está la alimentación de todas y todos, y de ellos depende que podamos acceder a alimentos saludables que nos ayuden a fortalecer nuestras defensas”, agrega Flores.

A nivel regional, “esta situación también nos da una gran ocasión para complementar el abastecimiento de nuestros sistemas alimentarios intrarregionalmente. Para eso tenemos que fortalecer los protocolos de facilitación de comercialización en las fronteras”, destaca Flores Agreda, que también es punto focal de Coordinación para América del Sur y Oficial Principal de Políticas para América Latina y el Caribe.

La FAO ante el nuevo virus

Como agencia especializada de las Naciones Unidas, la FAO ofrece asesoramiento en materia de políticas y comparte con los países, directrices y mejores prácticas sobre garantía de la continuidad y la protección de las cadenas de suministro de alimentos, protección de la seguridad alimentaria y nutrición de las poblaciones vulnerables, higiene de los alimentos y preparación para detectar rápidamente el COVID-19 en animales y productos de origen animal, si fuera necesario.

Además, la FAO y la Academia China de Ciencias Agrícolas están evaluando, en China, los efectos de la pandemia en las cadenas comerciales y los medios de vida rurales. 

La experiencia y los conocimientos especializados de la organización en fortalecimiento de redes de contención y en resiliencia de las comunidades ante la inseguridad alimentaria, en inocuidad y comercio de alimentos pueden aportar a los esfuerzos por salvaguardar la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida de la gente.

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