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6. Impacto ambiental.


6.1 Impacto ambiental de la instalación relevada.
6.2 Normativa existente y necesaria.
6.3 Impacto ambiental positivo de la utilización energética de biomasa forestal.

Las instalaciones de generación de energía a partir de la combustión de leña y residuos forestales, en la medida en que sean sometidas a un correcto esquema de mantenimiento y adecuadamente conducidas y reguladas durante su funcionamiento, no presentan per se un impacto ambiental negativo en su entorno.

El principal impacto ambiental potencial de estos aprovechamientos se dá cuando no existe una correcta planificación en la provisión del combustible, en lo que hace a su procedencia y cantidad, induciendo de esa manera a la eventual depredación del recurso.

Este factor desaparece en los casos en que se dispone como combustible de los residuos de explotación y/o industrialización de madera o bien se utiliza leña comercial.

Las restantes fuentes de impacto ambiental están constituidas por las emisiones y afluentes propios del funcionamiento de la planta y por la posible contaminación a través de ruidos o vibraciones.

En el primer aspecto, los combustibles biomásicos no presentan mayor nivel potencial de contaminación que otros combustibles, sobre todo si se mantiene un adecuado control de la combustión y se utilizan medios aptos para en control de las emisiones. En los casos de cogeneración no existe impacto adicional por la producción de energía eléctrica, ya que el vapor debe ser producido para alimentar el proceso principal.

En el segundo aspecto, y en particular para los motores de vapor verticales rápidos, la influencia no es diferente de la de los grupos motogeneradores Diesel.

6.1 Impacto ambiental de la instalación relevada.

Para la instalación relevada, los hogares y las calderas presentaban un aceptable estado de mantenimiento y una razonable regulación de marcha. Las chimeneas de las calderas exhibían una altura adecuada y la densidad y color aparente de los gases de escape de la combustión revelaban un control correcto de la misma.

El ambiente y la localización de la planta (y por ende la inexistencia de regulaciones al respecto) no requiere de especiales cuidados en el tratamiento de las emisiones gaseosas de las calderas.

El vapor de escape del motor que se encontraba en funcionamiento se condensaba en una pileta dispuesta al efecto, de manera de poder recuperar el agua para su reutilización (de igual forma se procede con el otro motor cuando está en uso).

El nivel de ruido y de vibraciones del motor de vapor resulta en todos los casos menor o similar al de una instalación Diesel equivalente. En cualquier caso, el impacto de la usina, debido a su pequeña capacidad relativa, no implica un impacto adicional mensurable respecto del resto de las actividades productivas de la planta industrial.

Las cenizas y otros residuos y los afluentes de la planta son procesados conjuntamente con los otros desechos del proceso productivo.

Dado que la planta utiliza como combustible leña comercial de eucalyptus producida al efecto, no existe posibilidad de depredación en el entorno. El parque de almacenamiento de leña sí presenta un importante impacto sobre el terreno circundante, pero la utilización mayoritaria del combustible para otros usos productivos (secado) tampoco puede penalizar solamente a la generación eléctrica.

En contraste con el funcionamiento de la usina generadora de la planta industrializadora de yerba mate y té, se observó un negativo impacto ambiental en el incinerador de residuos instalado en el aserradero cercano integrado al establecimiento (que se muestra en la Figura N° 12). Dicho incinerador, construido en chapa, recibe por medio de una cinta transportadora los desperdicios de industrialización de madera. La combustión en el mismo es altamente deficiente, al punto que para mantenerlo encendido se requiere el funcionamiento de un ventilador adicional en la puerta lateral del mismo, que a ese efecto se mantiene abierta.

Posiblemente debido a un subdimensionamiento del incinerador, sumado al deficiente funcionamiento antes mencionado, el mismo se está deteriorando rápidamente por lo que se está precediendo a construir uno nuevo basado en mampostería, con los elevados costos que ello implica.

Paradójicamente, el aserradero cuenta con un equipo de generación energética de reserva de tipo Diesel, marca Caterpillar D349, de 620 kW de potencia. De acuerdo a lo manifestado por las autoridades del establecimiento, la utilización energética de los residuos del aserradero no se ha implementado ano debido a los elevados costos de inversión que requiere la instalación.

Si este aprovechamiento se concretara, la energía posible de generar en el mismo permitiría alimentar no solamente al propio aserradero sino que, por medio de una línea de transmisión disponible al efecto, también podría alimentar al resto de las áreas productivas del establecimiento (lineas de producción de yerba mate y té).

6.2 Normativa existente y necesaria.

No existe en la República Argentina al presente prácticamente ninguna normativa relativa al control de emisiones de plantas generadoras de energía, salvo en el caso de las grandes usinas del sistema interconectado y en el ámbito nacional.

Tampoco existe legislación que resalte la necesidad de emplear los residuos combustibles para la autogeneración en los casos de las industrias que los producen como ocurre, por ejemplo, en el Brasil a través de una prohibición de uso de combustibles derivados del petróleo en aserraderos y otras industrias productoras de residuos [Beaumont Roveda, 1983].

Por lo tanto, los aprovechamientos energéticos de este tipo quedan librados a la conveniencia económica de las respectivas empresas, con consecuencias negativas como las que se han reseñado. En la mayor parte de los aserraderos de las provincias de Misiones y Corrientes - que presentan la mayor concentración de los mismos - es común ver desde gran distancia las columnas de humo que delatan la presencia de hornos incineradores tipo tee-pee o bien la lisa y llana combustión a campo abierto de los residuos de aserrado.

Resultaría por lo tanto necesario implementar a breve plazo, por parte de las Autoridades competentes, un cuerpo normativo que regule el impacto ambiental de esta quema incontrolada de residuos y que impulse la autogeneración de energía eléctrica en todas aquellas industrias que dispongan de residuos combustibles provenientes de su proceso productivo - similar al esquema PURPA de los EE.UU. que regula la compra prioritaria y en condiciones ventajosas, por parte de las utilities, de aquella energía generada en base a fuentes renovables.

6.3 Impacto ambiental positivo de la utilización energética de biomasa forestal.

La utilización energética de biomasa forestal presenta una serie de impactos ambientales positivos, que no deben dejar de considerase al diseñar las políticas y regulaciones que permitan impulsar su desarrollo [Beaumont Roveda, 1994].

Las instalaciones que industrializan biomasa producen normalmente efectos contaminantes apreciables. La situación está caracterizada por la disposición inadecuada de los residuos no utilizados pero con potencial aprovechamiento energético, tecnologías en muchos casos obsoletas, carencia o insuficiencia de normas y reglamentaciones e ineficacia en los sistemas de control.

Por otra parte, en general los procesos productivos distan de estar optimizados en referencia a su consumo energético: existen subproductos combustibles que no son utilizados, energía calorífica residual no aprovechada, y posibilidades de autogeneración y cogeneración de energía no contempladas. Asimismo, el mix de fuentes energéticas utilizado no es siempre el óptimo, privilegiándose generalmente a los combustibles fósiles ano cuando su localización y disponibilidad haga que constituyan una alternativa costosa e irracional.

En relación a las operaciones silvícolas, la limpieza de los bosques puede resultar sumamente costosa, pero si la biomasa removida puede ser utilizada energéticamente existe una chance adicional de mejorar el resultado económico de dicha limpieza. Mas aún, la medida puede posiblemente justificarse mas fácilmente y considerarse mas útil de esta manera dado que existe un retorno directo para la operación en forma de combustible.

Un incremento en la demanda de madera como combustible puede proveer incentivos para la recolección de los residuos de apeo, lo cual a su vez facilitaría la preparación posterior del lugar para la reforestación. La venta de los residuos de raleo o de cosecha puede proveer un ingreso adicional, permitiendo al industrial forestal realizar mayores inversiones en el manejo de sus montes y un aprovechamiento mas racional de los mismos. Por lo tanto, el uso de residuos forestales para energía puede contribuir al objetivo final de intensificar y mejorar el manejo del bosque.

Debe notarse que, a diferencia de lo que ocurre con los residuos agrícolas, que dejados en el campo actúan como protección contra la erosión de los suelos, los residuos de la explotación forestal abandonados en el terreno impiden la formación de un tapiz herbáceo que disminuya los riesgos de erosión, a la par que aumenta las posibilidades de incendio por la madera seca y otros efectos indeseables.

Otro tipo de recurso que resulta del aprovechamiento de los productos del bosque, y que debería tener un lugar importante como fuente de energía, son los residuos forestoindustriales, los que además constituyen un grave problema ambiental, dado que su quema al aire libre o en hornos rudimentarios - como ya se ha dicho - es una fuente de contaminación y efectos ecológicos negativos. Se estima que un promedio del 50 % en volumen de la madera que entra a los aserraderos termina como residuos.

En las industrias forestales existe el concepto que los residuos representan un desecho del cual es necesario desprenderse, lo que lleva a su quema o deposición incontrolada en el entorno ocasionando graves perjuicios. Si bien los residuos forestoindustriales están constituidos por la componente improductiva que resulta de la generación y elaboración de productos primarios, si esos residuos pudieran utilizarse en una acción productiva, dejarían de ser considerados desechos para transformarse en nuevos recursos.

Los residuos forestoindustriales están normalmente concentrados, eliminando los eventuales costos de recolección, que son un factor frecuentemente decisivo en la economía de utilización de este tipo de residuos. El hecho de su concentración física en determinadas regiones, constituye un grave problema ambiental relacionado a su disposición.

En general los residuos de apeo son quemados in situ y el humo producido por este quemado contribuye significativamente a la contaminación del aire. Esta contaminación podría ser sin duda reducida si los residuos fuesen quemados en una planta de generación energética que operara con una alta eficiencia de combustión y con equipos de control de contaminación. Un sistema energético moderno está provisto para la combustión eficiente de la biomasa minimizando la generación de partículas y otras emisiones indeseables.

La recolección y uso de los residuos forestales puede reducir las emisiones nocivas, tanto de la quema incontrolada in situ como de los incendios forestales. De acuerdo a algunos autores, al pasar de una combustión abierta (incontrolada) a una realizada en el hogar de una instalación de conversión energética, el contenido de partículas (en kg por tonelada quemada) pasa de 26,3 kg/t a 13,6 kg/t y el contenido de CO del rango 18-63 kg/t al de 1-27 kg/t.

Hoy en día, mas que las pasadas crisis energéticas, es el debate ambiental el que actúa como la mayor fuerza impulsora del desarrollo de las fuentes renovables de energía, entre las cuales destaca la energía de la biomasa. Se ha probado que las medidas de conservación de energía por si solas muy difícilmente puedan estabilizar las emisiones de carbono de los combustibles fósiles. Existe un claro rol de las energías renovables para aumentar el impacto de las tecnologías energo-eficientes sobre el cambio climático global.

Apresar de que el quemado de la madera para producir energía libera CO2, la cantidad liberada no es mayor de la que se liberaría si los residuos no hubiesen sido utilizados para producir energía. La mayoría de los residuos no utilizados son oxidados a través de su quemado para su disposición o a través de la descomposición de los mismos en pilas descubiertas.

La incorporación de bióxido de carbono a la atmósfera, producto de la combustión de biomasa, es compatible con el sistema que ayuda a fijarlo (por el proceso de fotosíntesis en la vegetación existente). Consecuentemente se reduce el efecto de realimentación negativo del bióxido de carbono al denominado "efecto invernáculo".

Si los bosques almacenadores de carbono fueran utilizados para la generación de energía, la biomasa podría ser desviada de su proceso de oxidación por decaimiento a uno de oxidación dentro de un sistema de recuperación de energía, manteniendo el flujo de carbono hacia la atmósfera esencialmente inmodificado.

La mayoría de la biomasa utilizada para energía está constituida por residuos que de otra manera se pudrirían en el bosque o se convertirían en relleno sanitario. La descomposición de la biomasa produce emanaciones ácidas y metano, ambos perjudiciales para el ambiente (el metano es uno de los mayores contribuyentes al efecto invernáculo). El quemado de la biomasa para energía elimina la liberación de metano y no produce incremento en el contenido de CO2.

Asimismo, los métodos presentes de disposición de los residuos de madera contribuyen significativamente a la contaminación del agua. La lixiviación producida desde las grandes pilas de residuos depositados o enterrados y de las cenizas de los residuos quemados contribuyen a la contaminación de las napas de agua e, inclusive, en muchos lugares los residuos son arrojados directamente a los nos o mares.

Por otra parte, la combustión de biomasa forestal contribuye a la neutralización del efecto de la "lluvia ácida", combinación de SO2 y NOx con vapor de agua, dado que existe una disminución de la emisión de derivados del azufre ya que los combustibles de biomasa poseen un tenor considerablemente menor que los combustibles fósiles. Esto contribuye por lo tanto a prevenir el efecto de la lluvia ácida.

Todo lo anterior constituye un importante argumento para sostener la conveniencia y pertinencia del diseño de una política energético-ambiental que considere prioritariamente el aprovechamiento múltiple y racional de los recursos y residuos forestales.


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