Como resultado de la pandemia del COVID-19, han surgido o se han reformulado varias iniciativas al respecto del sistema alimenticio de la humanidad. El desafío ahora es consolidar un cambio cultural hacia el consumo de alimentos saludables de producción local. Por lo tanto, es imperativo que se traslade a los sistemas alimentarios oligopólicos de las grandes empresas para una alimentación sana y sostenible basada en la producción agroecológica o local. En Cataluña se han registrado varias iniciativas colectivas de circuitos cortos de comercialización que son las que tienen, como máximo, un intermediario entre el producto final y quien lo consume o entre quien lo produce y quien lo elabora. Algunos ejemplos ya pre-COVID-19 en Cataluña son la distribuidora y tienda agroecológica Mengem Bages o Mengem Osona, una asociación de productoras con tienda propia. Pero también se han creado o reactivado muchas iniciativas durante el estado de alarma; es el caso de la Xarxa agroalimentària de la Cerdanya, Fet a la conca o Del Parc al Plat, entre otros.  

Es necesario mantener vivos los mercados agroecológicos, que siguen siendo alternativas al modelo alimentario dominante. Como se menciona en el Sowing Transformación, la alianza entre la economía solidaria y el movimiento agroecológico puede ser una de las claves para consolidar un modelo económico que recupere la soberanía alimentaria y haga a las sociedades más resistentes a los tiempos que se avecinan.