FAO en Chile

En la Araucanía chilena, productores locales conservan alimentos para resistir el invierno

30/08/2021

Productores agrícolas y ganaderos de Lonquimay, pueblo en la Provincia de Malleco, mantienen sus alimentos aptos para el consumo mediante prácticas tradicionales, en una zona donde sus habitantes permanecen en encierro hasta veinte días al año, debido a las condiciones climáticas. Estos métodos de preservación garantizan su alimentación en la pandemia.

Jenny Sobarzo y Sergio Silva, agricultores y ganaderos de la zona de Lonquimay, ubicada en la Provincia de Malleco, Región de La Araucanía, Chile, conservan vegetales y papas mediante técnicas ancestrales para sobrevivir al invierno, sin padecer hambre, en la precordillera. Lonquimay es una localidad que sufrió varias cuarentenas en COVID-19, presentando dificultades en el acceso a la salud y otros servicios básicos.

Ambos productores forman parte de la iniciativa Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola Nacional (SIPAN), impulsada por el Ministerio de Agricultura de Chile, con apoyo técnico de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Chile y el financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, en inglés). Este proyecto busca crear una red de territorios importantes para el patrimonio agrícola de Chile, conectando lugares que cuentan con producción agropecuaria que resguarda la biodiversidad y que pertenecen a comunidades rurales e indígenas.

A menudo, estas prácticas contribuyen a hacer los sistemas agroalimentarios más resilientes, ya que mitigan el cambio climático mediante su sostenibilidad, entregan seguridad alimentaria a sus comunidades y abastecen a las ciudades aledañas.

Lonquimay destaca por sus tradiciones agrícolas y cuenta con un microclima privilegiado dentro de la montaña. Cada año, durante el invierno, sus habitantes deben hibernar de 15 a 20 días debido a la nieve que corta los caminos, aislándolos del resto del país.

Para conservar la comida en este período de encierro, en el área se mantienen prácticas ancestrales para resguardar algunos alimentos, como las papas y preservar su calidad durante el invierno. Estas formas de cultivo y conservación son las que aplica Jenny en su terreno.

Los métodos de producción incluyen posicionar los sacos de papas en un fogón, cubriéndolas. Las papas se escarchan y su consistencia se comienza a parecer a la de un líquido. Luego, se realiza un orificio en el suelo y se entierran los tubérculos. De esta manera, no se pudren y se pueden consumir por largo tiempo. El mismo procedimiento se repite con los piñones, un alimento tradicional que es la base de la dieta en la comunidad Mapuche Pehuenche.

“Si no están los accesos limpios, no se puede bajar al pueblo. Los niños se quedan encerrados en el colegio en las vacaciones de invierno, porque no pueden volver a sus casas”, explica Jenny Sobarzo, quien cuenta con ocho hectáreas de producción sustentable. En sus terrenos se encuentran huertas y un invernadero.

Además de obtener alimento para su consumo y venta, gracias a sus cultivos, Jenny logra dar comida a sus lechones, vacas y ovejas. Ella es dirigente en la junta de vecinos de su barrio y presidenta del Consejo Asesor de Área del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) chileno, en Lonquimay.

Como líder comunitaria, hace un balance sobre el panorama en pandemia en la localidad: “Yo guardé carnes y el pasto del verano. En el sentido de la alimentación, la pandemia no nos ha afectado mucho. Aquí, en Lonquimay, a pocas personas los encontró desprevenidos, porque acostumbramos a tener todo el alimento guardado, a más tardar en abril”.

Jenny asegura que solo mediante exhaustivo trabajo y dedicación es posible cultivar en su terreno. El 60% de su producción es comercializada en Lonquimay y un 40% de esta es destinada al autoconsumo de su hogar. 

Cultivar papas entre granizos y heladas

Sergio Silva es productor de papas en la zona cordillerana de Lonquimay, desde hace una década. El agricultor pertenece a una comunidad Pehuenche y en 2017 formó la Cooperativa Campesina We Kimun –que en español significa “nuevo conocimiento”– junto a cinco familias de su comunidad, para el cultivo de este alimento.

Las condiciones de la producción de estas papas, en Lonquimay, las hacen libres de todo tipo de enfermedades y las convierten en uno de los 19 semilleros certificados por el Servicio Agrícola Ganadero de Chile en Araucanía.

La comunidad comenzó sus trabajos con un aporte de INDAP para financiar una hectárea de cultivos y luego, gracias a los aportes de una empresa privada, lograron sembrar siete hectáreas. En 2019, inauguraron una sala de procesos para productos agroalimentarios, la primera de toda la comuna.

En pandemia, la cooperativa vendió importante parte de su producción para abastecer a la Municipalidad de Lonquimay de papas –600 sacos de 25 kilogramos–, que fueron destinados como ayuda social. Sergio destaca el microclima de las montañas en las que producen. “Si nosotros no hubiésemos estado en esta posición, todas las papas tendrían que haberse comprado afuera”, asegura el agricultor.

Sergio enfatiza la importancia de la producción de agricultura familiar en períodos de crisis, como el estallido social de octubre de 2019 en Chile o el comienzo de la pandemia: “Nos damos cuenta de que cobra mucha importancia la capacidad de cada persona o cada familia en el sector rural de producir alimentos”, reflexiona.

Para el agricultor, la fragilidad de los sistemas productivos hace necesario un rescate de las tradiciones agropecuarias de sus antepasados, en los cuales se mantenían huertas familiares. Estas mismas prácticas ancestrales son llevadas a cabo por las comunidades Pehuenche y pequeños agricultores como Jenny, lo cual les permite sobrevivir cada año el invierno y ahora, mantener su alimentación en pandemia.