La alimentación suscita el interés de la ciudadanía, las empresas, las comunidades, el mundo de la investigación… Así, se han adoptado muchas iniciativas que contribuyen a la aparición de Sistemas Alimentarios Territorializados. El análisis de una veintena de ellas en Francia y España destaca tres desafíos principales que resultan fundamentales para lograr esta transición alimentaria: la movilización de todos los actores, una gobernanza duradera y el desarrollo de modelos socioeconómicos consolidados. ¿Cómo afianzar este cambio a largo plazo? Esta es seguramente la cuestión estratégica más recurrente en el día a día de los actores de los Sistemas Alimentarios Territorializados (SAT). En Francia, estos nuevos procesos comenzaron a desarrollarse hace diez años, alentados por la Ley de Futuro para la Agricultura, la Alimentación y el Bosque de 2014, que inscribe la transición agroecológica y alimentaria en la agenda política. En España, desde 2015, los Ayuntamientos «del cambio»- vinculados a los movimientos sociales- y el entusiasmo por el Pacto de Milán han hecho que se institucionalicen progresivamente estas iniciativas. Cooperativas, asociaciones, pueblos, ciudades o regiones plasman sus visiones en distintos proyectos: los circuitos cortos, la lucha contra el despilfarro, la integración social, la economía circular, la justicia alimentaria... Aunque actualmente exista consenso sobre la idea de un sistema alimentario sostenible, su puesta en marcha sigue planteando interrogantes. El seguimiento y análisis de veintidós proyectos franceses y españoles (véase página 15) permiten identificar los problemas a los que se enfrentan los dinamizadores.