Género

Empoderar a las líderes de las zonas rurales: escuela de liderazgo para mujeres indígenas

«Es hora de que las mujeres indígenas rompamos nuestro silencio. Es hora de que tomemos la palabra.»

© FAO

22/11/2016

Elsie Mokudef es una agricultora indígena de la provincia filipina de Maguindanao. Es una de más de 150 mujeres indígenas de todo el mundo que han asistido hasta ahora a la Escuela Internacional de Liderazgo para Mujeres Indígenas, programa liderado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI), denominado en inglés Indigenous Women’s Forum (IIWF).

El programa, que se lanzó en mayo de 2015 y se ha implementado hasta la fecha en Bolivia, el Perú, la India, Filipinas, Panamá y el Paraguay, tiene por meta empoderar a las indígenas líderes y activistas para que aboguen por los derechos humanos, la seguridad alimentaria y la nutrición.

El papel fundamental de los pueblos indígenas y de la mujer en particular

Dada la riqueza de sus conocimientos ancestrales y tradicionales, la complejidad de sus sistemas alimentarios y la resistencia de sus prácticas agrícolas frente al cambio climático, los pueblos indígenas cumplen un papel un papel crucial a la hora de abordar los problemas del hambre, la inseguridad alimentaria y el desarrollo sostenible en general.

A pesar de su importancia, figuran entre los colectivos más marginados y desfavorecidos del mundo. Por ejemplo, los pueblos indígenas representan el 5% de la población mundial y, sin embargo, abarcan aproximadamente al 15% de la población pobres del mundo. Gran parte de esta vulnerabilidad y la marginación surge de la violación de sus derechos, especialmente en relación con la tierra y los recursos.

Las mujeres indígenas, en particular, a menudo sufren no sólo la pobreza y los numerosos problemas derivados de su condición de indígenas, sino también la discriminación de género que afecta a todas las esferas de sus vidas, agravando las desigualdades a las que se enfrentan tanto dentro como fuera de sus comunidades. Por ejemplo, con frecuencia se les impide participar en actividades políticas y procesos de toma de decisiones. 

«Observamos en las comunidades que sólo se brinda a unas pocas mujeres la oportunidad de participar en la toma de decisiones y esto se debe frecuentemente a que se sienten inseguras para hablar.»

— Elsie Mokudef (Teduray), Maguindanao (Filipinas)

En comparación con sus homólogos masculinos, las mujeres indígenas a menudo tienen menos acceso a la educación y formación, lo cual, a su vez, dificulta aún más el acceso a los espacios de toma de decisiones. Esto limita la contribución que pueden hacer a escalas del hogar y de la comunidad especialmente en relación con cuestiones de vital importancia para los pueblos indígenas, tales como la seguridad alimentaria y la conservación de las semillas y de la biodiversidad. 

«Las mujeres son las principales proveedoras de alimentos del hogar no sólo en cuanto a su preparación, sino también a la hora se sembrar, plantar y cosechar. Sin embargo, siguen siendo los hombres quienes deciden qué alimentos o cultivos hay que plantar y cosechar, así como lo que hay que comprar y vender en el mercado.»

— Darhmingliani Hloncheu (Khasi y Mizo), Meghalaya (la India)

Además de ser los principales productores de alimentos para la familia, las mujeres indígenas también suelen encargarse de custodiar las semillas y de salvaguardar la biodiversidad. Por lo tanto, es fundamental su participación en la toma de decisiones. 

«Cuando hablamos de mujeres y seguridad alimentaria, debemos darnos cuenta de que las mujeres somos vitales [para] la producción de alimentos. Nosotras somos las que producimos y preparamos la comida y alimentamos a nuestras familias.»

— Judith Paucar, Puno (el Perú)

Escuela Internacional de Liderazgo para Mujeres Indígenas

En 2014, la FAO comenzó a trabajar con el FIMI para abordar estas y otras cuestiones mediante la Escuela Internacional de Liderazgo para Mujeres Indígenas. La Escuela, que va dirigida a mujeres indígenas líderes y activistas de derechos humanos de grupos, se centra en la sensibilización, los derechos humanos, la seguridad alimentaria y la nutrición. 

«Las mujeres indígenas necesitamos este tipo de escuela porque la mayoría no conoce nuestros derechos. Sabemos que hay derechos, pero no sabemos cómo aplicarlos ni defenderlos.»

— Darhmingliani Hloncheu (Khasi y Mizo), Meghalaya (la India)

Aunque cada escuela es única en su adaptación a las necesidades del país, la estructura general se define en tres fases.

La primera fase consta de una semana de formación presencial en grupo en la ciudad capital de cada país. Incluye talleres, debates y presentaciones sobre diversos temas relacionados con la sensibilización, los derechos humanos, la seguridad alimentaria y la nutrición, así como sesiones sobre comunicación, liderazgo, creación de redes, planificación y estrategia.

«Es la primera vez que logro participar en una reunión de mujeres indígenas de diferentes partes del país e incluso del extranjero. Vemos un diálogo democrático y estamos aprendiendo al compartir nuestras experiencias y escuchar las experiencias de las demás.»

— Elsie Mokudef (Teduray), Maguindanao (Filipinas)

Se debaten temas específicos para cada país que afectan a los pueblos indígenas y a las mujeres en particular. Asimismo, se invitan a representantes de instituciones específicas de cada país, incluidas autoridades gubernamentales, la sociedad civil, las universidades y otros sectores pertinentes, a participar en las sesiones y en el fomento del diálogo. 

«La información era local, nacional e internacional. Por eso pude aprender a diseñar procesos de sensibilización con diferentes autoridades y a ser capaz de aplicar estos conocimientos a la organización a la que pertenezco.»

— Vanesa Viera, Pando (Bolivia)

La segunda fase, que dura cinco meses, se lleva a cabo mediante una plataforma en línea de aprendizaje electrónico. Los participantes leen la documentación pertinente y comparten reflexiones, análisis e ideas mediante un foro de debate en línea. El proceso cuenta con el respaldo de coordinadores del FIMI, así como de expertos técnicos de la FAO, y en él participan invitados especiales para que hablen de temas específicos. Durante esta fase, cada participante selecciona un tema de especial prioridad y relevancia y, con orientación y retroalimentación, traza un plan integral de sensibilización para abordar el ámbito o tema elegido y conseguir cambios en él.

«Mi plan de sensibilización se basa en la soberanía alimentaria. Queremos que el trigo de mi región sea producido y procesado con el fin de fabricar galletas para el desayuno escolar, de modo que se fomente el consumo saludable y nutritivo de nuestros productos locales.»

— Clementina Garnica, Potosí (Bolivia)

Los planes de sensibilización se han centrado en una serie de objetivos, que van desde el aumento del acceso a los servicios de educación y sanidad y la mejora de los sistemas alimentarios y la seguridad alimentaria, hasta la mejora de los roles de las mujeres y el reconocimiento en la toma de decisiones de la comunidad. 

«La idea es gestionar la administración, la alcaldía y la Universidad de Pando para apoyar los procesos de capacitación con el fin de evitar la migración juvenil. Además, este plan brinda a los jóvenes la oportunidad de convertirse en proveedores de servicios y asistentes técnicos en las comunidades.»

— Vanesa Viera, Pando (Bolivia)

 La tercera y última fase incluye sesiones sobre temas de interés para cada grupo, junto con presentaciones de planes finales de sensibilización de los participantes. Muchos de los planes desarrollados hasta el momento plasman una cantidad extraordinaria de esfuerzo e innovación y han dado lugar a propuestas de miniproyectos. Actualmente, la FAO y el FIMI están explorando posibilidades de financiación para respaldar la implementación de las mejores de estas propuestas a escala nacional o comunitaria.

Casos de cambios y progresos positivos

Al terminar el programa, se alienta a los participantes a replicar actividades formativas en sus comunidades, sensibilizar y reforzar el apoyo a la mujer indígena.

«Me siento reforzada e informada porque ahora conozco la legislación y creo que contamos con apoyo para poder hacer un trabajo de sensibilización en nuestros municipios y con nuestras autoridades.»

— Bernardina Laura, La Paz (Bolivia)

En este contexto, muchas de las «graduadas» de la Escuela han transmitido testimonios de cambios y progresos positivos en sus comunidades. Entre dichos testimonios, destaca la creación de grupos de mujeres, la organización de debates a escala de la comunidad y seminarios sobre legislación y políticas, la colaboración con organizaciones no gubernamentales locales sobre la reivindicación de tierras, las demostraciones de técnicas agrícolas que reviven formas tradicionales de agricultura y la concienciación sobre la conservación de las semillas tradicionales.

«Al venir aquí y participar en esta escuela, siento que he aprendido muchísimas cosas que puedo llevar de vuelta a la comunidad, a las mujeres con las que trabajo.»

— Darhmingliani Hloncheu (Khasi y Mizo), Meghalaya (la India)

 

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