Alianza Mundial por el Suelo

La Agenda de Desarrollo Post 2015 y los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Tierra y suelos

04/03/2014
  • La tierra y los suelos constituyen la base para el desarrollo sostenible de la agricultura, las funciones esenciales de los ecosistemas, y la seguridad alimentaria, y por lo tanto son la clave para sostener la vida en la Tierra.
  • El suelo es un recurso natural no renovable, su pérdida no es recuperable en el marco de tiempo de una vida humana.
  • La degradación del suelo es una amenaza real y creciente causada por usos insostenibles de la tierra y prácticas de gestión y extremos climáticos resultantes de diversos factores sociales, económicos y de gobernanza.
  • La tasa actual de degradación del suelo amenaza la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades, a menos que podamos invertir esta tendencia a través de un esfuerzo concertado para su gestión sostenible.
  • Al poner los suelos en peligro, se compromete la agricultura sostenible, la seguridad alimentaria y el suministro de servicios ecosistémicos.

Introducción

El suelo es un componente central de los recursos de tierras y la base del desarrollo agrícola y la sostenibilidad ecológica. El suelo es la base para obtener alimentos, piensos, combustible y producción de fibras y muchos servicios ecológicos vitales. El suelo es un sistema vivo complejo, dinámico y su idoneidad varía de un lugar a otro. El área de tierra productiva es limitada y se encuentra bajo una creciente presión por la intensificación y los usos que compiten por los cultivos agrícolas, bosques y pastos/pastizales, y para satisfacer las demandas de una creciente población de alimentos y producción de energía, extracción de materias primas, y demás.

  • El suelo es el reservorio de al menos una cuarta parte de la biodiversidad mundial y por lo tanto requiere la misma atención que la biodiversidad que se encuentra por encima.
  • Los suelos funcionales desempeñan un papel clave en el suministro de agua limpia y resiliencia frente a las inundaciones y la sequía.
  • La vida de animales y plantas depende de los ciclos de nutrientes primarios a través de los procesos del suelo. Los suelos eficientes suponen el mayor almacenaje de carbono terrestre; su conservación podría contribuir a la mitigación del cambio climático.
  • Los suelos también sirven como plataforma para la construcción y son fuente de materias primas. Los suelos desempeñan un papel para lograr sistemas integrados de producción y ayudar a abordar el vínculo entre los alimentos, el agua y la energía.
  • Los suelos se ven afectados por, y a su vez pueden contribuir, al cambio climático. La gestión sostenible de los recursos del suelo contribuye eficazmente a mitigar (i) el cambio climático a través del secuestro de carbono y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y (ii) los procesos de desertificación.

Los suelos deben ser reconocidos y valorados no sólo por su capacidad de producción, sino también por su contribución al mantenimiento de servicios esenciales de los ecosistemas:

Desafíos clave

Teniendo en cuenta las tendencias demográficas actuales y el crecimiento previsto de la población mundial (que superará las 9 000 millones de personas en 2050), que se calcula que aumentarán la demanda de alimentos, piensos y fibras en un 60 por ciento para el 2050, la gestión sostenible de los suelos agrícolas del mundo y la intensificación de la producción sostenible se han convertido en un imperativo para la seguridad alimentaria mundial, pero estos objetivos no pueden lograrse plenamente a menos que los suelos se sitúen en un lugar prioritario en la agenda de desarrollo. Hay pocas posibilidades de expandir la superficie agrícola, excepto en algunas zonas de África y América del Sur. Gran parte de la tierra adicional disponible no es apta para la agricultura, y los costes ecológicos, sociales y económicos de convertirla en tierra productiva serán muy altos. Además, el 33 por ciento de la tierra está entre moderada y altamente degradada debido a la erosión, la salinización, la compactación y la contaminación química de los suelos.

Estos objetivos paralelos no se pueden lograr plenamente a menos que los suelos se coloquen en el centro de la nueva agenda de desarrollo. Existen vínculos bien conocidos entre los suelos y la pobreza, que a menudo van asociados a problemas socioeconómicos y de gobernanza.

La degradación de la tierra y el agotamiento del suelo es una amenaza mundial real y creciente e implica una serie de procesos, como: la erosión por el viento y el agua y la labranza, compactación, sellado, desequilibrio de nutrientes, pérdida de materia orgánica del suelo, acidificación, salinización y contaminación. Estos procesos son causados por prácticas insostenibles de gestión de la tierra que resultan de diversos factores sociales, económicos y de gobernanza. El daño que producen en el suelo afecta a los medios de vida, las funciones de los ecosistemas, la seguridad alimentaria y el bienestar humano. La tasa actual de degradación de la tierra y de los suelos pondrá sin duda en peligro la capacidad de las generaciones futuras para cubrir sus necesidades básicas, a menos que adoptemos un nuevo enfoque para gestionar este recurso vital de manera sostenible.

¿Qué hay que hacer?

El uso y la gestión sostenible de los suelos están vinculados con numerosos ámbitos del desarrollo sostenible. Hay una necesidad urgente de detener la degradación de la tierra y el agotamiento de los nutrientes del suelo y establecer marcos para la gestión sostenible de la tierra y de los suelos.

Fomentar la gestión sostenible de la tierra y de los suelos puede contribuir a la salud del suelo y así también a los esfuerzos para erradicar el hambre y la inseguridad alimentaria y a la estabilidad de los ecosistemas.

El Grupo Técnico Intergubernamental sobre Suelos recomienda las siguientes acciones:

  • Es necesario proveer de tecnologías apropiadas, políticas sostenibles e inclusivas, programas de extensión eficaces y sistemas educativos sólidos, de manera que se produzca más con menos.
  • Los proyectos de protección y recuperación del suelo y de manejo sostenible de la tierra deben incluirse en los mercados emergentes actuales que aportan un valor económico a aquellas actuaciones que producen servicios ecosistémicos. Los gobiernos tienen que reconocer la creciente necesidad de preservar los suelos y realizar las inversiones correspondientes.
  • Promover prácticas de gestión para la adaptación y la mitigación del cambio climático y la resiliencia frente al cambio de los patrones meteorológicos y los fenómenos extremos. La protección y gestión de suelos orgánicos ricos en carbono, en especial las turberas y zonas de permafrost, generan especial preocupación.
  • Debería establecerse una regulación estricta y un control efectivo de los gobiernos con el fin de limitar la acumulación de contaminantes más allá de los umbrales establecidos para la salud y el bienestar humanos y, en última instancia, remediar la cuestión de los suelos contaminados.
  • Aumentar el área sujeta a prácticas de manejo sostenible de la tierra, mejorar la restauración de los suelos degradados, y promover la “intensificación de la producción sostenible” a través de recursos biológicos adaptados, aumentando la fertilidad del suelo, la eficiencia en el uso del agua, garantizando el uso sostenible de los insumos y el reciclaje de los subproductos agrícolas.
  • Apoyar el desarrollo de sistemas nacionales de información de suelos para apoyar la toma de decisiones sobre el uso sostenible de la tierra y los recursos naturales y aumentar la inversión en la gestión sostenible del suelo superando obstáculos, incluyendo la seguridad de la tenencia y los derechos de los usuarios y el acceso al conocimiento, asesoramiento técnico, servicios financieros e innovación.