Desafío 1: Reforzar los compromisos políticos
La última década nos enseñó que la voluntad política real, como la expresada en el acuerdo intergubernamental Iniciativa América Latina y el Caribe sin Hambre, puede dar lugar a grandes progresos en materia de alimentación y agricultura sostenible.
El Programa se propone facilitar compromisos políticos amplios y participativos por el Hambre Cero, en el que estén involucrados los gobiernos, los parlamentos, la academia, la sociedad civil, en otros actores relevantes.
Desafío 2: Convertir los compromisos políticos en acciones concretas
Para lograr que los compromisos políticos deriven en acciones concretas el Programa, mediante sus 5 líneas de trabajo, pone a disposición su apoyo técnico para:
- La generación de políticas públicas, programas, leyes y marcos jurídicos.
- Una coordinación más sólida e inclusiva de los múltiples sectores y tomadores de decisión.
- La toma de decisiones basada en evidencias provenientes de la academia y de expertos de la FAO.
- Una asignación de recursos y procesos de fiscalización que aseguren resultados con impacto.
Desafío 3: Que nadie quede atrás
En cada país de América Latina y el Caribe, aún en los más exitosos, existen territorios rezagados que no alcanzan un nivel adecuado de bienestar.
Se trata de un problema alarmante y poco visible, pues los promedios nacionales de seguridad alimentaria y nutricional esconden la severidad de la realidad que enfrentan las localidades más pobres.
La desigualdad también se ve en el género: en América Latina y el Caribe, el 8,4% de las mujeres sufre inseguridad alimentaria severa (en comparación con el 6,9% de los hombres), mientras que la tasa de obesidad de las mujeres es mayor a la de los hombres en toda la región.
Para atender a esta problemática, el Programa se ha propuesto priorizar, en todas sus acciones, a los territorios o grupos poblacionales más vulnerables con un enfoque de igualdad de género.