Gaza: Cada día hay más personas en condiciones que las ponen al borde de la hambruna

Entrevista con Beth Bechdol, Directora General Adjunta de la FAO, sobre Gaza y otras emergencias mundiales, entre ellas Ucrania y el Sudán

Beth Bechdol, Directora General Adjunta, supervisa el trabajo de la FAO en situaciones de emergencia.

©FAO/Marco Longari

12/02/2024

Roma ‑ Los conflictos y el hambre están inextricablemente vinculados entre sí. Los conflictos suelen conducir a graves crisis humanitarias que intensifican los niveles del hambre en determinadas regiones. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) desempeña un papel fundamental a la hora de hacer frente a estas dificultades, trabajando a menudo en la primera línea junto a otros asociados de las Naciones Unidas y partes interesadas para salvar vidas y preservar los medios de subsistencia.

En una entrevista concedida a la Sala de Prensa de la FAO, la Sra. Beth Bechdol, Directora General Adjunta, que supervisa el trabajo de la Organización en situaciones de emergencia, proporcionó información actualizada sobre los esfuerzos de la FAO en las regiones afectadas por conflictos, como Gaza, el Sudán y Ucrania, arrojando luz sobre los desafíos que se plantean y los progresos realizados para hacer frente a la inseguridad alimentaria y promover la estabilidad.

También habló del mayor programa de trabajo de la FAO en el Afganistán y se refirió en detalle a los efectos de El Niño en América Latina, destacando el enfoque polifacético que adoptaba la Organización para abordar cuestiones complejas y fomentar la resiliencia en las comunidades vulnerables.

• ¿Qué implica el trabajo de la FAO en un contexto de emergencia?

Beth Bechdol: Estamos en estos lugares difíciles para hacer frente a la malnutrición y la inseguridad alimentaria, para plantear respuestas únicas de apoyo a las poblaciones más vulnerables. También debemos asegurarnos de que, en estos contextos, trabajemos para rehabilitar la producción agrícola y los sistemas agroalimentarios. Se trata de un papel fundamental ligado al propio mandato básico de la FAO.

El equilibrio entre la asistencia de emergencia inmediata y el desarrollo agrícola a largo plazo es una propuesta de valor única de nuestra Organización. A menudo empezamos por suministrar insumos muy importantes a los agricultores, como semillas, fertilizantes, vacunas para animales y piensos, a fin de ayudarles a producir o proteger sus fuentes de alimentos. Esa es la primera línea de defensa, protección y apoyo en estas situaciones, ya sean resultado de un conflicto, de una crisis climática o de otras catástrofes.

Pero el pleno apoyo técnico de la FAO en el espacio de la resiliencia y la rehabilitación de los sistemas agroalimentarios y la producción agrícola viene de la mano... ya sea la entrega de sistemas de semillas, la atención a la producción pesquera y acuícola o el trabajo que realizamos en materia de nutrición e inocuidad alimentaria, salud del suelo y la gestión del agua o la adaptación y mitigación climáticas.

Todas estas son esferas fundamentales del trabajo técnico en la creación de resiliencia para las que la FAO está en una posición única para proporcionar apoyo, ofreciendo conjuntamente soluciones inmediatas y a más largo plazo.

Disminuyen las existencias de ganado en Gaza

• ¿Cuál es el estado actual de la seguridad alimentaria y cuáles han sido los daños en el sector agroalimentario en Gaza?

En Gaza, se registran niveles sin precedentes de inseguridad alimentaria aguda, hambre y condiciones cercanas a la hambruna. Nos encontramos en una situación sin precedentes. Tenemos categorías para medir la inseguridad alimentaria aguda, de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF); las fases 3, 4 y 5 de la CIF, que nos llevan de la emergencia a la crisis a la catástrofe. Los 2,2 millones de habitantes de Gaza pertenecen a estas tres categorías.

Nunca habíamos visto algo así en el análisis y examen que la estructura de la CIF lleva a cabo en países de todo el mundo. Lo más preocupante es que cada día vemos a más y más personas al borde de la hambruna o acercándose a condiciones similares. En este momento, probablemente alrededor del 25 % de esos 2,2 millones de personas se encuentran en esa categoría del nivel más alto, la Fase 5 de la CIF.

Por lo tanto, cada día que pasa sin que se encuentre una solución al conflicto en sí, con un alto el fuego o algún otro fin de las hostilidades, más y más personas pasan hambre y tienen menos acceso a los alimentos, la nutrición, el agua y los servicios médicos que allí tanto se necesitan.

Tenemos personal en Palestina, en la Ribera Occidental, y estamos atentos a la evolución de todas las circunstancias. Lamentablemente, nos resulta difícil estar en primera línea para proporcionar cualquier tipo de apoyo a la producción agrícola, porque la mayor parte ha sufrido daños considerables, si es que no ha sido destruida.

Antes del conflicto, la población de Gaza contaba con un sector de producción de frutas y hortalizas autosuficiente, poblado de invernaderos, y existía un sólido sector de producción ganadera doméstica en pequeña escala. A partir de nuestras evaluaciones de daños, hemos comprobado que la mayoría de estas existencias de ganado, así como la infraestructura que se necesita para ese tipo de producción de cultivos específicos están prácticamente destruidas.

Ahora nos estamos adentrando en un espacio en el que utilizamos tecnologías geoespaciales, teledetección y personal sobre el terreno de la mejor manera posible para intentar comprender cuáles serán las necesidades de la población de Gaza en cuanto a reconstrucción y rehabilitación. Cuando haya tiempo, si lo hay, podemos volver a ese tipo de respuestas.

Es nuestra intención brindar el mejor apoyo posible a nuestros otros asociados de las Naciones Unidas. Nos preocupan las cuestiones relacionadas con la financiación sostenida de muchos donantes a los asociados de las Naciones Unidas; este es un tema muy delicado. Sabemos que, sin duda, hay cuestiones políticas en juego, pero garantizar que la gente pueda entrar para proporcionar este tipo de apoyo humanitario es fundamental hoy en día.

En estos últimos meses nos hemos centrado en dar prioridad a las posibles entregas de piensos a través de uno o dos de los pasos fronterizos que quedan abiertos y en los que se distribuyen alimentos. Y nos hemos topado con algunos problemas al intentar que esos camiones crucen la frontera. Lo que hemos intentado transmitir a las autoridades israelíes es que el suministro de piensos, si se tienen los animales allí, no ofrece solo un medio de subsistencia sostenido o un activo económico para las familias interesadas. Es una fuente de proteínas, es una fuente de nutrición, es una fuente de leche para los niños de una familia. Si se tienen unas cuantas gallinas domésticas o un par de ovejas y unas cuantas cabras, sé que eso se considera un activo económico para una familia. Pero creo que lo más importante es garantizar una nutrición sostenida.

Lamentablemente, cada día que pasa nos damos cuenta de que las existencias de animales están disminuyendo. Por eso, estamos haciendo un seguimiento y colaborando estrechamente con las autoridades gubernamentales y con quienes intentan coordinar y organizar sus actividades. En estos momentos, la máxima prioridad es garantizar que las entregas de alimentos, agua y suministros médicos a Gaza sean las más prioritarias.

• ¿Hay planes de la FAO para hacer un seguimiento de los acontecimientos en la Ribera Occidental, en el Líbano, en el Mar Rojo?

Estamos siguiendo muy de cerca todas las implicaciones que podrían producirse. Las tensiones en el Mar Rojo, como estamos viendo, los ataques que se están produciendo en buques de transporte marítimo y en importantes rutas de transporte, significan que debemos estar vigilando la seguridad, la protección y las implicaciones de lo que ocurre en los mercados mundiales y en las cadenas mundiales de suministro cuando se cierran rutas de transporte marítimo.

Ya hemos visto algo similar antes con la guerra en Ucrania y con el corredor del Mar Negro, cuando hubo dificultades para llevar envíos hacia mercados claves y desde estos.

El efecto dominó de las hostilidades puede trasladarse a algunos de estos otros lugares. Tenemos personal y programas en la Ribera Occidental y en el Líbano, y nos centramos mucho en las implicaciones de las perturbaciones mundiales en los mercados de productos o los precios.

Venimos de muchos meses difíciles con precios de los alimentos elevados y precios de productos en niveles sin precedentes. Tenemos que asegurarnos de actuar lo mejor que podamos para mantener la seguridad de estas vías abiertas para todos.

• El Sudán hace frente a una combinación de conflictos, dificultades económicas e incluso un brote de langosta del desierto. ¿Cuál es la situación actual de la seguridad alimentaria en el Sudán?

Quisiera empezar expresando lo decepcionante que puede resultar ver cómo otra de las situaciones más difíciles y acuciantes del mundo, relativa a la inseguridad alimentaria, deja de recibir reconocimiento y no aparece en los principales medios de comunicación.

Se ha dejado de prestar una merecida atención a un conflicto en el que casi la mitad de la población se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria aguda, con 18 millones de personas que padecen dificultades. En el conflicto del Sudán, se han perdido muchas vidas. Llevamos mucho tiempo presentes sobre el terreno y nos hemos centrado ampliamente en la respuesta a la langosta del desierto y la importante pérdida de producción agrícola. Estamos trabajando muy estrechamente con los agricultores y el gobierno nacional en relación con la manera de responder a estos desafíos y mitigarlos, y seguimos haciendo un seguimiento de la situación.

A pesar del conflicto y de los combates, todavía tenemos que garantizar la distribución de semillas y el apoyo ganadero a los agricultores que se esfuerzan por mantener cultivos viables y conservar vivo su ganado.

Beth Bechdol, Directora General Adjunta de la FAO (centro), inaugura el centro de distribución de semillas de trigo de invierno en el distrito de Alishing (Afganistán), 2023.

• Visitó el Afganistán el año pasado. ¿Puede decirnos cuál es la situación del sector agroalimentario allí?

El Afganistán representa ahora el mayor programa nacional de la FAO. Allí tenemos más de 400 colegas y estamos presentes en cada una de las 34 provincias del país. El trabajo que estamos haciendo está marcando realmente una diferencia.

Además, creo que esta es otra historia única que a menudo no se presenta porque, dada la complejidad y la historia del Afganistán, existe la sensación de que muchos se han dado por vencidos. Sin embargo, hemos seguido comprometidos y presentes en el país.

Nos hemos mantenido al margen de los cambios de las actuales autoridades de facto, independientemente de las posturas adoptadas sobre las mujeres y las niñas y su posicionamiento en el país. Me enorgullece decir que incluso después de un decreto de las autoridades de facto para apartar a las mujeres y las niñas de la vida pública, la FAO ha contratado para nuestro equipo a más mujeres afganas de las que teníamos antes de ese decreto. Por lo tanto, existe un verdadero compromiso de atender no solo a los agricultores sino también al pueblo del Afganistán.

Lo que hemos visto es una reducción gradual de las cifras de inseguridad alimentaria que habían ido creciendo en los últimos años, con una vuelta a las tendencias positivas de reducción del número de personas en situación de inseguridad alimentaria.

Esto no significa que el problema esté resuelto, ni mucho menos. Estamos atravesando el invierno, que presenta sus propios desafíos singulares. Sin embargo, el trabajo que la FAO ha estado realizando allí con otros asociados —llegando a unos siete u ocho millones de agricultores el año pasado y con la intención de llegar a 10 millones el próximo año con semillas de trigo de invierno, vacunas para animales y otros insumos para la producción agrícola— está marcando la diferencia.

Lo que se ha logrado es que los asociados estén presentes, aportando asistencia alimentaria directa. Las condiciones meteorológicas y climáticas han sido más favorables para la agricultura, y hemos pasado de una situación de sequía a condiciones más favorables para la producción de cultivos.

Además, la FAO ha podido satisfacer a escala y a tiempo estas necesidades de producción agrícola, gracias al generoso apoyo de donantes como el Banco Mundial, el Banco Asiático de Desarrollo, la Unión Europea, los Estados Unidos de América, el Japón y otros, que han realizado grandes inversiones rehabilitación y trabajo en el sector agrícola en el Afganistán.

En una situación como la actual, en que las cifras son sombrías en tantos otros lugares, está surgiendo dentro del Afganistán un modelo en el que la FAO ocupa un lugar central y en el que tenemos la oportunidad de promover este mismo enfoque entre los donantes, asociados y gobiernos nacionales, así como de subrayar la importancia de la asistencia agrícola de emergencia para marcar la diferencia.

• ¿Cuáles han sido los daños y pérdidas del sector agrícola de Ucrania en los dos últimos años?

La guerra en Ucrania... es difícil creer que la hemos estado atravesando ya durante unos dos años. Antes de que comenzara el conflicto y de que estallaran las hostilidades, la FAO estaba firmemente establecida y asentada en Ucrania. A pesar del reconocimiento de Ucrania como potencia agrícola mundial antes de la guerra, se consideraba que uno de cada cuatro ucranianos se encontraba en situación de inseguridad alimentaria aguda. Hay un número considerable de agricultores en pequeña escala y habitantes de zonas rurales que siguen necesitando apoyo y asistencia. Por eso, fue una suerte que la FAO tuviera ese tipo de presencia cuando comenzó el conflicto, sirviendo como un punto de partida que otros asociados de las Naciones Unidas, como el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que no estaba presente en Ucrania en ese momento, pudieron utilizar como base de operaciones y colaboración.

Pero aquí estamos dos años después, y estimamos que los daños sufridos por la infraestructura agrícola ucraniana ascienden a un valor de unos 40 000 millones de USD. Estos daños abarcan diversos aspectos, desde infraestructura como silos de grano, laboratorios y puertos, hasta las propias explotaciones, incluida la contaminación y destrucción de tierras, ganado y equipos como tractores y otra maquinaria. Además, muchos agricultores pasaron al servicio militar, abandonando sus tierras y su producción. Todo esto subraya que se requiere una cuidadosa planificación para prever el futuro del sector agrícola ucraniano.

Afortunadamente, Ucrania cuenta con una economía agrícola innovadora, y tendremos que colaborar estrechamente con el Ministerio de Agricultura y diversas entidades agroindustriales para reconstruir este sector cuando llegue el momento. Es posible que tengamos que volver a lo básico y centrarnos en reconstruir gran parte de este espacio.

En Ucrania, también estamos trabajando para garantizar que la producción agrícola pueda avanzar. Hace aproximadamente un año, colaboramos con el Ministerio para proporcionar almacenamiento temporal de grano, ofreciendo con éxito seis millones de toneladas de capacidad en sacos temporales de plástico para grano con el apoyo de donantes.

También nos hemos centrado en el desminado de las tierras agrícolas, según las prioridades establecidas por el Ministerio para este año. Estamos trabajando junto con el PMA y otra organización no gubernamental especializada en desminado para hacer frente a la importante presencia de artefactos explosivos improvisados y otros artefactos en las tierras agrícolas. Nuestro trabajo consiste en identificar las tierras de cultivo, conocer los límites y colaborar estrechamente con los agricultores para dar prioridad a esta tarea fundamental.

Tierra agrietada por sequía. FAO/Ivo Balderi

• Con el actual patrón de El Niño que afecta a algunas partes del mundo, en particular a América Latina, ¿cómo está repercutiendo la sequía en la seguridad alimentaria de la región?

Estamos siguiendo de cerca el próximo patrón de El Niño, que a menudo trae consigo períodos prolongados de sequía y reducción de las precipitaciones, especialmente en el Corredor Seco de América Latina este año.

Para nosotros, es fundamental centrarnos en este aspecto porque es donde reside un aspecto significativo de la asistencia agrícola. La capacidad para predecir y comprender las situaciones de sequía o los períodos prolongados de precipitaciones nos permite ayudar a los agricultores a planificar mejor el almacenamiento, la recogida y la gestión del agua.

Podemos ayudarles a determinar formas de prepararse mejor para plantar cultivos o cuidar su ganado. El Corredor Seco se destaca especialmente debido a la importante migración que tiene lugar en la región. Hace alrededor de un año y medio tuve la oportunidad de pasar una semana en Guatemala y fui testigo de primera mano de la sequedad, con suelos ya casi incapaces de mantener cultivos.

Esta prolongada situación de sequía lleva a las personas a abandonar sus hogares y comunidades, a pesar de su deseo de quedarse y formar parte de la agricultura para mantener a sus familias y sus medios de vida. Aquí es donde veo una excelente oportunidad, en la que podemos aprovechar la ventaja comparativa estratégica de la FAO y su experiencia técnica en la gestión de la tierra y el agua, la adaptación al cambio climático, la mitigación de sus efectos, y el apoyo a la agricultura. Ya se trate de semillas resistentes a la sequía o de técnicas de riego mejoradas, estas son las soluciones que necesita esta región.

• ¿Cuál sería la principal lección que puede compartir sobre la experiencia de la FAO en emergencias?

Hay una importante lección que intentamos compartir con nuestros donantes, nuestros asociados y las demás partes interesadas. Tenemos que replantearnos todo el modelo de financiación que durante tanto tiempo ha respaldado las respuestas en situaciones de emergencia o crisis.

Hay 258 millones de personas en las fases 3, 4 y 5 de la CIF (en situación de crisis, emergencia o catastrófica en cuanto a la inseguridad alimentaria aguda), y sabemos que dos tercios o más de esos 258 millones de personas son agricultores. Solo piénselo un momento. Dos tercios de estas personas son las que deben alimentar al mundo y no tienen capacidad para alimentarse a sí mismas.

Así que algo falla en esta estructura.

Por otro lado, si nos fijamos en la cantidad de recursos que se destinan a estas respuestas, del gasto humanitario total global para tratar de hacer frente a estos numerosos conflictos, crisis, sea cual sea la causa, solo el 4 % de la financiación total se destina a apoyar la asistencia agrícola de emergencia. Entonces, pongamos esos dos puntos de datos como referencia: ¿Tenemos el modelo adecuado? ¿Apoyamos las intervenciones adecuadas?

Y no es una cosa o la otra. No se trata de sustituir la asistencia alimentaria directa o la ayuda con productos en una situación de necesidad por insumos agrícolas. Se trata de establecer una mayor complementariedad entre los dos aspectos, como hemos podido hacer en el Afganistán, y de demostrar que cuando se combinan estos distintos tipos de asistencia de forma más equilibrada, se pueden abordar mejor las causas fundamentales de una situación, en lugar de limitarse a tratar un síntoma año tras año.

Vemos que los conflictos se prolongan durante años, y siguen produciéndose catástrofes climáticas más prolongadas, como sequías que duran de ocho a 10 años, y sigue habiendo inundaciones. Entonces, todos nosotros tenemos que encontrar cuidadosamente nuevas formas de pensar para encontrar el equilibrio adecuado, el enfoque correcto, que incluya en estas respuestas apoyo a los agricultores, a los pastores, a los pescadores y a las mujeres. La agricultura es lo que realmente puede formar parte de la solución a más largo plazo para los problemas relacionados con el hambre, y llegar al punto en el que volvamos a dotar de resiliencia a las economías y las vidas en aquellos lugares que se encuentran en situaciones muy difíciles.

Esta entrevista ha sido editada por razones de longitud y claridad

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