Restauración y gestión del ecosistema de manglares
Este módulo ofrece orientaciones a las personas interesadas en la conservación, restauración y gestión del ecosistema de manglares. Presenta una visión holística, equilibrando las funciones de la amplia variedad de bienes y servicios suministrados por los manglares, desde mariscos y carbón vegetal hasta la retención del sedimento y la atenuación de las mareas de tempestad. Los manglares crecen a lo largo de las costas, pero su influencia se extiende a menudo tanto tierra adentro como mar adentro.
Información básica
Los manglares son ecosistemas de árboles o arbustos halófilos, siempre verdes, que crecen a lo largo de las áreas costeras, influenciadas por la marea, de las zonas tropicales, subtropicales y templadas y moderadas. Estos sistemas existen en 123 países y cubren alrededor de 150 000 km2 (15 millones de ha)[1]. Su estructura, composición de especies y características ecológicas son ampliamente diferentes, así como el uso y el valor asignados por las poblaciones humanas.
Los ecosistemas de manglares ofrecen hábitats para crustáceos y moluscos comestibles, áreas para viveros y alimentos para peces y camarones, además de hábitats para pájaros y demás fauna silvestre. Las hojas caídas y demás residuos producidos y arrastrados desde los manglares ofrecen la base alimentaria para animales como cangrejos, almejas, ostras, otras especies de mariscos/moluscos y demás peces vertebrados que, en su conjunto, alimentan a millones de personas.
Los ecosistemas de manglares son diferentes en cuanto a salinidad, profundidad e índices de flujo del agua que los alimenta y les da forma. Los sustratos sobre los cuales crecen (y que ellos, a su vez, influencian) son también enormemente variables y van desde residuos de coral hasta limos y arcillas profundos enriquecidos con materia orgánica abundante.
[1] Spalding, Kainuma y Collins (2010).
La gente ha estado convirtiendo los ecosistemas de manglares desde hace más de 500 años. Hoy día, los manglares están bajo presión casi donde quiera que existan –por ejemplo, para la construcción de estanques de camarones y arrozales y para su utilización en las tierras altas, por ejemplo, para la siembra de palmeras oleaginosas y la expansión urbana; en algunas áreas, esta urbanización es una de las principales amenazas. En algunos países, los manglares se consideran páramos y no parte del patrimonio forestal nacional; lo que significa que no están amparados por las leyes forestales. En otros, los manglares están protegidos por la jurisdicción de los departamentos forestales que utilizan también una buena parte de sus recursos madereros en perjuicio de otros productos y servicios ecosistémicos.
El elevado ritmo de destrucción continua de los manglares se compensa sólo en parte por los esfuerzos de restauración y reforestación. Además, el aumento del nivel del mar amenaza la existencia de hasta un 25 por ciento de los ecosistemas de manglares remanentes[2]. En general, los manglares pueden estar al paso con el aumento del nivel del mar, reteniendo sedimentos o desplazándose internamente o en tierras más altas. Hoy día, muchos manglares están en peligro por el aumento del nivel del mar, sin embargo, dado que las represas hídricas y su canalización bloquean sus fuentes de sedimentos, o su migración tierra adentro, están amenazados por la topografía escarpada o por la infraestructura humana (p.ej., carreteras y malecones).
[2] Alongi (2008).
Los seres humanos utilizan los ecosistemas de manglares para una amplia gama de propósitos. Por ejemplo, los manglares son fuentes directas de alimento en forma de mariscos, langostas, cangrejos y demás organismos que viven en los árboles y por debajo de la superficie del suelo. Los mangles se aprovechan para leña, carbón vegetal, construcción de muelles y casas, y como sustratos para la ostricultura. Las hojas de algunas especies se usan como forraje para cabras y ovejas, mientras en algunas áreas se utilizan para el pastoreo estacional de camellos y otros tipos de ganado. Las palmas de mangle se utilizan a veces para la producción de alcohol, y sus hojas se utilizan como fuente de fibra y para chozas de paja. También los beneficios indirectos derivados de los manglares son diversos, por ejemplo pueden proteger las áreas costeras contra fuertes vientos y mareas, suministrar zonas de desove para peces vertebrados y retener el sedimento. A nivel mundial, el valor económico total sólo de los camarones, cangrejos y moluscos del manglar se calcula en más de 4 000 millones de USD al año[3].
[3] Ellison (2008).
A pesar del reconocimiento de los valores de los ecosistemas de manglares para la biodiversidad y que se reconoce cada día más la exigencia de enfoques holísticos de gestión y restauración, muchas políticas de gestión de manglares siguen basándose en la extracción de madera para carbón vegetal, para materiales de construcción y como materia prima para la fabricación del rayón. En muchos casos, sin embargo, los beneficios combinados, directos e indirectos, de los ecosistemas intactos de manglares son mucho mayores que los beneficios financieros del aprovechamiento maderero.
En algunas áreas se han realizado muchos avances en la gestión sostenible de los manglares. Sin embargo, la disminución del rendimiento, producida por el repetido aprovechamiento, advierte que se debería brindar mayor atención a las repercusiones del aprovechamiento maderero de los manglares sobre los suelos y los organismos que viven en ellos.
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Restauración y gestión del ecosistema de manglares contribuye a los ODS:
Información más detallada
Tipos de ecosistemas
Es difícil establecer parámetros generales sobre los ecosistemas de manglares debido a las muchas condiciones geomorfológicas e hidrológicas bajo las cuales se desarrollan y a las variadas historias de perturbaciones naturales e inducidas por el hombre. Los manglares que crecen en llanuras aluviales de ríos ricos en sedimento tienden a ser extensivos y productivos. En el otro extremo hay manglares que se desarrollan en los residuos de coral, donde las olas arrastran continuamente los sedimentos finos. Los sistemas de manglares se pueden clasificar, por ejemplo, si están dominados por las especies Avicennia u otras especies de la familia de las Rhizophoraceae (p.ej., Rhizophora en la América tropical y Rhizophora, Bruguiera y Ceriops en el Asia tropical). Hay muchos sistemas de clasificación de los ecosistemas de manglares que ofrecen apreciaciones útiles para su manejo y restauración.
El ritmo de pérdida de los ecosistemas de manglares ha disminuido en los últimos 10 años alrededor de dos por ciento por año, aunque este ritmo es mucho más alto en algunos países, principalmente en Asia[4]. Sin embargo, el ritmo promedio mundial sigue siendo alarmante, aunque se hayan logrado avances significativos en algunos países por medio de la restauración.
La destrucción de los manglares es ocasionada principalmente por el cultivo de camarones (“acuicultura”), o el rellenado de tierras para proveer espacio para asentamientos humanos, agricultura e infraestructura (p.ej., aeropuertos). Hoy día, los manglares están siendo convertidos a la acuicultura en un ritmo sólo levemente inferior del que se observaba hace algunas décadas, a pesar de la enorme evidencia actual de que la viabilidad financiera a largo plazo de estas tierras es considerablemente baja. Las propuestas para ulteriores conversiones de los manglares para cualquier otro propósito se deberían analizar pormenorizadamente, y se deberían prevenir los raleos ilegales, además de penalizarlos apropiadamente. Los estanques acuícolas abandonados, comunes en muchos lugares tropicales, a menudo están disponibles para la restauración; pero los esfuerzos de restauración podrían estar frustrados debido a que los suelos se han degradado y los flujos de agua se han interrumpido. Es preferible evitar el raleo de los manglares para cualquier finalidad, en vez de una rehabilitación dispendiosa más tarde. Los manglares también se están degradando debido a la sobreexplotación de recursos; la magnitud de dicha degradación se ha medido con menor precisión, pero es probable que sea enorme.
[4] Bankespoor, Dasgupt y Lange (2016).
Las áreas costeras están habitadas por diferentes tipos de personas que van desde comunidades empobrecidas y aisladas geográficamente hasta urbanidades ricas; y los valores atribuidos a los ecosistemas de manglares y a sus paisajes marinos y terrestres son, por consiguiente, ampliamente variados. Si bien el aprovechamiento maderero es importante tanto para la subsistencia como para la generación de ingresos, la mayoría de las poblaciones que dependen de los manglares busca sus ingresos principalmente de la pesca y actividades conexas. Algunas especies de peces que son importantes para la pesca comercial, de subsistencia y deportiva, completan la mayoría de su ciclo de vida en los manglares; y muchas otras usan los manglares durante los estadios larvales o juveniles.
Las poblaciones locales extraen diferentes tipos de crustáceos y moluscos que viven en los suelos de los manglares para subsistencia y venta. Incluso la pesca aparentemente demasiado alejada de los manglares (p.ej., la que se basa en especies características de los arrecifes de coral y praderas submarinas) se beneficia de la mejor calidad del agua proporcionada por los servicios de retención de sedimentos de ecosistemas de manglares sanos. Hay una enorme evidencia de que los ecosistemas integrados forestería-pesca-acuicultura ofrecen sólidas alternativas más factibles desde el punto de vista económico y ecológico que el raleo de los manglares para la acuicultura. Sin embargo, la justificación de los esfuerzos de protección y restauración de los manglares, y su uso sostenible, deberían incluir consideraciones sobre la amplia gama de bienes y servicios ecosistémicos que ofrecen a los beneficiarios, que van desde los usuarios para la subsistencia hasta los ecoturistas.
Dado que más de un tercio de la población mundial vive en las zonas costeras, la protección que ofrecen los manglares frente a mareas de tempestad, maremotos y vientos es fundamental y lo será mucho más aún en función de las proyecciones de tormentas con mayor intensidad debidas al cambio climático, a la par del aumento del nivel del mar. Los beneficios de escudo biológico ofrecidos por los manglares pueden ser sustanciales; varían con lo ancho del bosque además de la densidad y la altura de sus árboles y de acuerdo con las características topográficas, batimétricas, de las olas y de los vientos. En comparación con los enfoques de ingeniería estructural, comúnmente empleados para la protección de las comunidades costeras, por ejemplo, la construcción de rompeolas submareales y malecones, el mantenimiento y la restauración de los manglares en general son más económicos y duraderos; además, los manglares sanos ofrecen muchos otros bienes y servicios ecosistémicos de lo que dichos enfoques de ingeniera estructural podrían.
El costo de la restauración de los manglares, para que funjan de escudos biológicos contra las olas, es 2–6 veces inferior al costo de la construcción de rompeolas submarinos, alternativa bastante común[5]. La protección de los manglares intactos de la deforestación y de la degradación es incluso un enfoque más rentable que la protección de las áreas costeras de baja altitud, donde los asentamientos humanos a menudo se expanden rápidamente. La función de protección de las zonas costeras de los manglares está creciendo a la par del aumento del nivel del mar; sin embargo, cerca de un cuarto de todos los manglares está amenazado por dicho aumento[6]. Algunos ecosistemas de manglares podrían estar hambrientos de sedimentos debido al aumento del nivel del mar; mientras otros podrían estar imposibilitados de “migrar” a terrenos apropiados en función de la infraestructura topográfica o humana.
[5] Narayan et al. (2016).
[6] Alongi (2008).
La habilidad que tienen los manglares para retener sedimentos y absorber nutrientes los vuelve asequibles para el tratamiento de las aguas residuales orgánicas, sin embargo, también bioacumulan metales pesados, que pueden producir daños en sus tejidos y podrían ocasionar disrupciones en los componentes superiores de la cadena de alimentación. Las aguas residuales de estanques de cultivo de camarones intensivamente manejados pueden ser saneadas eficazmente por los ecosistemas de manglares; se calcula, sin embargo, que se requieren 2–22 ha de bosques de manglares para biofiltrar los desperdicios generados por una ha de estanques de cultivo de camarones[7].
[7] Walters et al. (2008).
Las intervenciones de restauración de los ecosistemas de manglares tienen diferentes intensidades. En la parte inferior del espectro, la cesación del aprovechamiento y de otras presiones en un manglar podría producir su regeneración natural; en la parte más intensa, los esfuerzos de restauración podrían incluir la reconfiguración hidrológica para el flujo del agua y el depósito de sedimentos, seguida por la siembra a mano de las plántulas criadas en los viveros. El costo de las intervenciones varía en consecuencia, de unos 200 USD/ha a más de 200 000 USD/ha.
La principal razón del fracaso de los proyectos de restauración del manglar es la combinación inadecuada de especies arbóreas con las condiciones hidrológicas (p.ej., frecuencia e intensidad de inundaciones por marea). Es fundamental una evaluación minuciosa de las intervenciones potenciales de restauración antes de su implementación; esto podría incluir la consideración de los elementos florales (p.ej., población de árboles y selección de especies), reclutamiento de fauna, funciones ecosistémicas (p.ej., secuestro de carbono) y potencial para uso sostenible. Los cangrejos y moluscos herbívoros generalmente son sensibles a la degradación del ecosistema y, por tanto, son buenos indicadores del éxito de la restauración. Se pueden evitar muchos problemas solicitando los servicios de las poblaciones locales en todas las fases de gestión del manglar: su conocimiento y experiencia pueden contribuir enormemente al éxito de las intervenciones.
Anteriormente, las metas de restauración del manglar típicamente habían sido la producción maderera y la estabilización de las costas, sin embargo, se están propagando y piloteando más enfoques holísticos que favorecen múltiples usos para un gran número de comunidades. Hoy día se sabe bastante sobre como plantar y cuidar un bosque de manglares, sin embargo, errores costosos siguen sucediendo cuando los gestores no logran aprender de experiencias precedentes. Más aún, un excesivo enfoque sobre el crecimiento de los mangles podría producir plantaciones arbóreas en vez de ecosistemas de manglares funcionales capaces de suministrar hábitats para cangrejos, moluscos, peces y otros organismos, de los cuales dependen muchas de las poblaciones locales. Por suerte, incluso los monocultivos de árboles se desarrollan ultimadamente en ecosistemas relativamente diversos, si se evitan raleos de grandes proporciones u otras formas intensivas de aprovechamiento.
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Iniciador(es): Francis «Jack» Putz - Universidad de Florida
Colaborador(es): Ken Shono - FAORAP, George Chuyong - Universidad de Buea, Camerún y Serena Fortuna - FAO, Departamento Forestal