En América Latina la agricultura familiar y a pequeña escala da empleo a aproximadamente dos de cada tres agricultores y juega un papel fundamental para la mitigación del hambre y la pobreza, para la seguridad alimentaria y nutricional, para la gestión sostenible de los recursos naturales en los territorios. La mayoría de agricultores familiares viven en áreas rurales desfavorecidas y se enfrentan a diversos retos sociales, económicos y medioambientales, que engloban cuestiones como el acceso a mercados hasta el cambio climático. Estos desafíos hacen que la agricultura se base cada vez más en el conocimiento como un recurso estratégico, y que de forma creciente los medios de vida de los agricultores familiares dependan del acceso a la información pertinente a sus necesidades. Como se desprende de la declaración final del Foro Regional Latinoamericano sobre Desarrollo Territorial, Innovación y Comunicación Rural (Brasilia, Noviembre 2015), es necesario reconocer el papel central de la comunicación como factor de cambio social y mejora de las condiciones de vida de los agricultores y de la población rural, y así garantizar servicios de comunicación que permitan acceder, demandar, generar e intercambiar información y conocimientos relevantes para sus actividades productivas y para participar activamente de los procesos locales de innovación y desarrollo. En la misma ocasión se evidenció la necesidad de promover servicios de comunicación rural como un elemento central de las políticas de agricultura familiar y desarrollo rural y condición necesaria para la sostenibilidad de los programas y proyectos que de ellas se derivan.