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Coincido plenamente con el comentario de Ricardo Rapallo. La mayoría de países en nuestra región cuentan con políticas multisectoriales, marcos legislativos y regulatorios, programas e intervenciones, pero a mi criterio falta la integración de las políticas en el terreno. Hay una desarticulación entre los diferentes niveles de gestión central, intermedio y local y entre instituciones o proveedores de servicios.

En los últimos años hemos logrado un momento político, la desnutrición crónica y ahora el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades no transmisibles son parte de la discusión pública, pero el discurso aún no se refleja en las medidas del estado para transforma el ambiente obesogénico en el que vivimos. A nivel de programas es necesario es necesario se identifiquen plataformas más efectivas para llegar a los más vulnerables y se aseguren los recursos necesarios para lograr coberturas efectivas. Por otro lado los programas deben ser revisados tomando en cuenta el perfil epidemiológico, el contexto económico, político y social de la población meta. En este ejercicio se debe también tomar en cuenta el patrón alimentario, el aporte de nutrientes de la dieta habitual y la brecha en los requerimientos. Las políticas públicas y los programas de alimentación y nutrición del estado deben priorizar el consumo de alimentos frescos, la diversidad e inocuidad de la dieta y no estimular el consumo productos procesados altos en energía y bajo valor nutricional.

I fully subscribe Ricardo Rapallo’s comment. Most countries in our region have multisectoral policies, legislative and regulatory frameworks, programs and interventions. However, policy integration on the field is limited. There is a lack of coordination between the different central, intermediate and local management bodies and the institutions or service providers.

During the last years, we have managed to create a political momentum. Chronic undernutrition and now overweight, obesity and non-communicable diseases are at the core of the public debate. However, this has not been yet translated into state measures to transform the obesogenic environment we live in. At program level, more effective proposals targeting the most vulnerable are required and necessary resources for improved coverage need to be ensured. Furthermore, programs should be reviewed taking into account the epidemiological profile; the economic, political and social context; the eating habits; and the regular diet nutrients intake and needs of the target population. Promoting the consumption of fresh food, fostering varied and safe diets and discouraging the consumption of high-energy processed products with little nutritional value should become a priority for public food and nutrition policies and programs.