FAO en Guinea Ecuatorial

“Panfosh” desafía a la COVID-19 desde la isla de Annobón

Miembros de la Cooperativa PANFOSH (Foto © FAO/ Maribel Ibule)
29/09/2020

Una cooperativa innovadora en situación de crisis que se mantiene en pie a través del procesamiento y transformación del pescado en la isla de Annobón, Guinea Ecuatorial.

“Panfosh que significa fuerzas” es una cooperativa formada por 17 mujeres y 2 hombres procesadores de secado y salado de pescado de la isla de Annobón, Guinea Ecuatorial. Esta cooperativa surge del Proyecto de Cooperación Técnica “Mejora de la Cadena de valor de la pesca artesanal en Guinea Ecuatorial” financiado por la FAO del 2016 - 2019.

Fue construida una unidad de procesamiento y transformación de pescado, una tienda de secado y una tienda solar en donde los miembros de la cooperativa secan y salan el pescado para después venderlo a precios asequibles, con un fuerte componente de accesibilidad para las poblaciones más vulnerables y sin recursos de la isla.

“Gracias a este proyecto, nosotros los padres y madres de Annobón hemos aprendido a trabajar en equipo, a incrementar nuestros ingresos, a compartir con los más necesitados, pero sobre todo a tener intereses comunes y una visión única por la que seguimos trabajando fervientemente a pesar del desafío que representa la COVID-19 en Panfosh” aseguró Restituta Casaña Camarero, secretaria de la cooperativa.

La pandemia de la COVID-19 que ha afectado al mundo en general y a Guinea Ecuatorial en particular desde marzo del año en curso, trajo consigo varios cambios multisectoriales en casi todas las ciudades del ámbito nacional, obligando a desarrollar nuevas estrategias de supervivencia.

Annobón es una isla de 5.008 habitantes, con una superficie de 17 km² y una densidad de 295 habitantes por km². En la Isla de Annobón no se ha registrado hasta el momento ningún contagio por coronavirus, pero la crisis económica, social, cultural y alimentaria que afecta al mundo también les afectó.

Toda la población isleña ha sufrido las consecuencias. Actualmente los vuelos han sido suspendidos hasta nueva orden. “Causa de la COVID-19, actualmente no hay cómo entrar o salir de Annobón. Los vuelos han sido suspendidos como medida de protección a la población. Yo, como otras personas, estoy atrapada en la ciudad de Malabo, la capital del país, desde el mes de marzo. Dejé mi trabajo, a mi esposo y a mis hijos y no sé cuándo regresaré” afirma Restituta.

“A pesar de estas dificultades causadas por la pandemia en Annobón, tuvimos la idea de cambiar de táctica. Al quedarme atrapada en Malabo, los otros miembros de la cooperativa me mandan constantemente 300 kilos del pez volador y otras variedades de pescado, a través de un barco mercantil que sale de la isla para Malabo una vez a la semana. Yo a su vez, los vendo. Gracias a esta estrategia hemos incrementado la producción y ganancias, pero sobre todo no es patente en Panfosh las consecuencias de la COVID-19.” Continuó Restituta.

En la actualidad Panfosh ya ha expandido su negocio. De una comercialización provincial a todo el ámbito nacional. Las consecuencias de la pandemia han ayudado a que la cooperativa expanda su clientela y explore nuevas oportunidades de venta.

Según la cooperativa, todos los beneficios económicos de la venta de los pescados lo ingresan a una cuenta con el fin de a medio plazo invertir en la compra de sus propias redes, motores, lanchas y motores para cayucos. Así trabajarían no sólo en la procesadora de secado y salado, sino que también en toda la cadena de valor de la pesca artesanal.

Otros habitantes de Annobón felicitan a los miembros de la cooperativa por su liderazgo y consistencia durante la COVID-19. “No hay discriminación de género, todos hacemos el mismo trabajo. Muchos pensaban que trabajábamos para particulares, pero al darse cuenta de que somos autónomos, nos felicitan y desean sumarse a la cooperativa”.

Una heroína sin derrota

Ella es Restituta Casaña Camarero. Una ecuatoguineana de origen, casada, madre de 3 hijos y miembro de la Cooperativa Panfosh, donde brinda asistencia técnica y administrativa como secretaria. Ella ha sufrido personalmente las devastadoras consecuencias de la aparición de la COVID-19 en Guinea Ecuatorial, específicamente en la Isla de Annobón.

“Tengo 37 años y vivo en Annobón. Soy madre y esposa, pero me quedé atrapada en Malabo. Vine para una duración de un mes por asuntos familiares y ya llevo 6 meses lejos de mi gente, amistades y mis amados pequeños” aseguró Casaña.

Su hogar está compuesto de 6 personas. Le dedica 28 horas semanales a la cooperativa. Ella estuvo enferma de la depresión, pero hoy sigue en pie enfocada en la venta de pescados salados y con la esperanza de regresar pronto a su tierra.

Casaña Camarero también trabaja como secretaria en el Ministerio de Asuntos Sociales e Igualdad de Género, pero asegura que su principal actividad es el salado de pescado en la cooperativa y a nivel personal.

“Agradezco a la FAO y la Gobierno de mi país por este empoderamiento. Gracias a ello en estos momentos difíciles estamos alimentando a muchos turistas, familias y demás con nuestros pescados”.

Acciones en tiempo de crisis

La FAO y la Unión Africana se comprometieron a salvaguardar la seguridad Alimentaria y Nutricional en medios de la crisis sanitaria de la COVID-19.

Se llevó a cabo una Reunión ministerial en abril, desarrollada entre la Unión Africana, la FAO y otros socios la desarrollo, sobre las consecuencias de la pandemia de COVID-19 en la seguridad alimentaria y la nutrición en África. En esta reunión, En una declaración conjunta, se comprometieron a apoyar el acceso a los alimentos y la nutrición de las poblaciones más vulnerables de África; a proporcionar a los africanos redes de protección social; a reducir al mínimo las limitaciones a la circulación y transporte seguros de personal esencial, y al transporte y comercialización de bienes y servicios; y a mantener abiertas las fronteras del continente para el comercio de alimentos y productos agrícolas.

Este año, e Día Mundial de la Alimentación hace un llamamiento a la solidaridad mundial para ayudar a las personas más vulnerables a que se recuperen de la crisis y para hacer que los sistemas alimentarios sean más resilientes, y robustos de manera que puedan resistir el aumento de la volatilidad y los choques climáticos, proporcionar dietas saludables asequibles y sostenibles para todos, y medios de vida dignos para los trabajadores del sistema alimentario.

Los gobiernos deben abordar con urgencia los efectos demoledores que la desaceleración económica tendrá en las poblaciones más vulnerables, ya que una respuesta tardía podría crear efectos en cadena mundiales y, en última instancia, resultar más costoso.

Las empresas privadas, deben invertir en sistemas alimentarios sostenibles y resilientes que cuenten con un empleo decente, y desarrollar, adaptar y compartir tecnologías que transformen los sistemas alimentarios. Las empresas y los minoristas del sector privado relacionados con la alimentación deben hacer que las opciones alimentarias sostenibles sean atractivas, disponibles y asequibles.

Todos nosotros necesitamos tomar decisiones alimentarias que mejoren tanto nuestra salud como la de nuestros sistemas alimentarios, preservar hábitos que los apoyen, respetar los alimentos y a sus productores, y unirnos a cualquier esfuerzo de solidaridad mundial siempre que sea posible, a pesar de estos tiempos inciertos.