FAO en República Dominicana

Los suelos son fundamentales para garantizar la seguridad alimentaria y el equilibrio del ecosistema

07/12/2020

Los suelos son una fuente de biodiversidad enorme, y se ha identificado solo el 1% de las especies que lo habitan. Se sabe que los suelos guardan secretos y realizan funciones invisibles pero fundamentales para mantener el equilibrio del ecosistema y la vida humana.

Desde 2014, cada 5 de diciembre la ONU celebra el Día Mundial del Suelo. El objetivo de esta celebración es sensibilizar sobre la importancia de tener un suelo sano y una gestión sostenible de los recursos que ahí se encuentran. En el marco de la Alianza Mundial por el Suelo, la FAO ha apoyado el establecimiento formal de este día como una oportunidad mundial de coordinación y llamado de alerta.

Este año 2020 la celebración ha sido dedicada a la biodiversidad del suelo bajo el lema: “Mantengamos vivo el suelo, protejamos la biodiversidad del suelo”. El vasto mundo de organismos vivos que habitan en el suelo determinan los principales procesos que hacen posible la vida en la tierra, al mantener este recurso sano y fértil.

En primer lugar, tenemos que tomar conciencia que el suelo es un recurso vital para la supervivencia. Es un soporte para todas las formas de vida como las plantas y los animales, garantizando nutrientes necesarios para todas las especies. Es por definición la capa superior de la corteza terrestre que sirve de medio natural para el crecimiento de las plantas, y se compone de materiales minerales meteorizados (45%), agua (25%), aire (25%) y materia orgánica (5%), en la que también habitan microorganismos, tales como bacterias y hongos. Dadas las interacciones que ocurren entre el sistema biológico y el medio físico que lo componen, así como con el sistema atmosférico, el suelo es considerado en sí mismo un ecosistema que, además, sirve de base a todos los ecosistemas terrestres.

Sus funciones y servicios ecosistémicos, son numerosos y variados. Lo más conocido de todo es que el suelo es el asiento natural para la producción de alimentos y materias primas de los cuales depende la sociedad mundial (CONABIO, 2016.; Silva y Correa, 2009; OBIO, 2016; Montanarella, 2015, citado por BURBANO H., 2016).

Del suelo depende el 95% de la producción mundial de alimentos en forma directa o indirecta. Con la enorme presión de suplir una demanda creciente de alimentos que, acorde con proyecciones realizadas a 2050, se incrementará en un 60% para suplir a una población de 9,000 millones de personas que habitará en el planeta hasta entonces.

En la actualidad, el suelo cobra una importancia aún mayor, es un aliado en la lucha contra el cambio climático, por su capacidad de almacenamiento o fijación de emisiones de carbono a través de las plantas.

Lamentablemente, se nos olvida que, el suelo es un recurso finito, la deforestación, los monocultivos, sobre uso y mal uso de los agroquímicos, degradan y reducen la salud del suelo, disminuyen la resistencia a plagas y enfermedades, y provocan pérdidas de Biodiversidad. Esto quiere decir que el suelo puede perder su capacidad productiva.

Actualmente existen limitadas posibilidades de incorporar nuevos recursos de suelo a la agricultura, debido al cierre de las fronteras agrícolas, a excepción de algunos lugares en África y Suramérica, o a consecuencia de cambios en el uso, sustituyendo bosques por campos de cultivo con nefastas consecuencias para el equilibrio ecosistémico en la tierra.

De ahí la importancia de mantener suelo vivos y sanos, para lo que la biodiversidad presente en el suelo, tanto de los ecosistemas naturales como de los agroecosistemas, cumple funciones de gran significado como lo constituye el sostenimiento del ciclo de nutrientes que resulta del intercambio de nutrientes entre la materia orgánica e inorgánica presente en el suelo con los organismos vivos y su retorno de nuevo al suelo en forma de residuo animal o vegetal.  

Sin suficientes nutrientes presentes en el suelo, se hace incierta la producción de alimentos para consumo humano; pero no sólo la cantidad de nutrientes en el suelo es importante. También lo es la calidad de los nutrientes que obtienen las plantas que tiene directa relación con el valor nutricional de los alimentos que consumimos. Existe suficiente evidencia científica sobre las ventajas de emplear abonos orgánicos en comparación con los fertilizantes químicos. Los abonos orgánicos, además de proveer nutrientes de calidad, restauran el suelo, contribuyen a la retención de humedad, favorecen una buena agregación de las partículas del suelo para que se mantenga aireado y favorecen la red trófica edáfica.

En suma, al apoyar el ciclo de los nutrientes y otras funciones del suelo, la biodiversidad del suelo contribuye a remediar la contaminación, a mejorar la resistencia contra las plagas y las enfermedades, es una fuente de medicamento en apoyo a la salud humana, ayuda a mitigar y adaptarse al cambio climático y mantiene y restaura los ecosistemas.

La FAO, en el Marco de la Alianza Mundial por los Suelos, elaboró dos instrumentos de orientación para los países: la Carta Mundial de los Suelos y las Directrices Voluntarias para la Gestión Sostenible de los Suelos. En ellos se hace un fuerte llamado a los países, organizaciones de productores y sector privado, a cuidar y promover una gestión responsable del suelo. Tenemos que evitar la pérdida de biodiversidad del suelo que constituye un factor degradante de la calidad de los suelos. Así como la erosión causada por el agua y el viento, la pérdida del carbono orgánico, el desequilibrio de nutrientes, la salinización, la contaminación, la acidificación, el sellado, la compactación y el anegamiento, los cuales son otros desafíos que se enfrentan para una gestión sostenible de los suelos

República Dominicana enfrenta tales desafíos de cara a la gestión sostenible de sus recursos de suelo en términos particulares y de sus recursos de tierra en términos generales. Un 10% de su territorio muestra niveles elevados de degradación determinado por tasas elevadas de erosión de los suelos y pérdida del carbono orgánico que afectan la biodiversidad del suelo y la dinámica productiva de las tierras y que ponen en riesgo extremo la seguridad alimentaria de la población. Seguridad alimentaria que depende en mayor medida de sistemas agrícolas sustentados en una agricultura familiar vulnerable al riesgo de degradación de los suelos y de la tierra y que demanda de la atención de la comunidad técnico-científica, gubernamental, privada y de la sociedad civil para que siga siendo capaz de alimentar a todo el país.

Para proteger la biodiversidad del suelo habrá que actuar sobre marcos regulatorios, incentivos y desincentivos para el uso y manejo de agro tóxicos y políticas públicas de promoción de modelos más sostenibles de agricultura y producción de alimentos. Se necesita más sensibilización, y sobre todo invertir en la investigación, conocimiento y la innovación. Necesitamos que el sector privado incorpore buenas prácticas agrícolas en sus modelos de negocios y producción, respetando la normativa y cuidando el medio ambiente y salud de la población. La pandemia del COVID19 nos da la posibilidad de salir repensando y transformando los sistemas alimentarios en sistemas más resilientes y resistentes a cualquier evento. No desaprovechemos esta oportunidad. “Mantengamos vivo el suelo, protejamos la biodiversidad del suelo”

 

Rodrigo Castañeda, Representante de FAO