FAO en Uruguay

Opinión - Saludable, rico y barato: mejorando nuestros hábitos alimentarios

15/10/2017

Cuando se acerca el Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre) y a poco tiempo de conocerse los últimos datos del Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutrición en el Mundo y del Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2017 que arrojan, no solamente un aumento de la desnutrición a nivel internacional, sino también una pandemia de sobrepeso, es urgente hablar –escribir- y debatir sobre nuestros hábitos alimentaros.

Hay un problema de reparto: algunos no tienen acceso a la comida, otros comen en exceso y muchos comen mal. En Uruguay, se está dando un aumento de la obesidad en los adultos (que pasó de 22,9% a 28,6 entre 2005 y 2014) y de la anemia en las mujeres (su prevalencia era de 18,6% en 2005 y subió 20,8% en 2016). Estos números, acompañados de tasas en descenso pero igualmente altas de la obesidad infantil (7,2% en 2016)[1], dan cuenta de un desafío relativo a nuestra cultura alimentaria.

Los hábitos de alimentación son parte de los hábitos de vida de la población y se modifican permanentemente. En los últimos 50 años, felizmente, la sociedad uruguaya mejoró mucho su nivel educativo. La mujer se incorporó al ámbito laboral y pasó a ser normal que los dos integrantes de una pareja trabajen y los niños ya estaban integrados a las instituciones educativas. Como consecuencia de todo esto, y de otros cambios que se vienen dando en la sociedad, hay más actividades para desarrollar en menos tiempo cada día y es un hecho que se ha reducido el espacio para cocinar en los hogares.

Surgieron soluciones innovadoras, alimentos pre-elaborados, parcial o totalmente, para poner en el horno y luego apareció el microondas. Además, la comida no solo está procesada, sino que se espera un mayor tiempo de conservación. El tema de la conservación de los alimentos viene de larga data.

La carne solía salarse para conservarla. Pero ahora, cuando se trata de alimentos más procesados, la industria agroalimentaria implementa soluciones para que duren más en góndola sin ponerse en mal estado.

De a poco, muchas familias fueron adquiriendo el hábito de comprar y consumir esos alimentos porque destinan menos tiempo disponible para elaborar alimentos en casa. Además, también es cierto que nos fuimos haciendo más sedentarios, con el desarrollo de los medios de trasportes públicos y privados que se hicieron más comunes. Todo esto contribuye para mal en nuestra salud, generando sobrepeso, obesidad, alta presión y otras enfermedades no trasmisibles.

Por lo tanto, se torna imperioso adecuar nuestros hábitos alimenticios y de vida a las necesidades de nuestra salud: preferir alimentos con menos sal, grasa y azúcar agregadas, además de volver a valorizar el hábito de preparar las comidas en casa.

Claro, es una inversión de tiempo, porque las personas suelen tener otros intereses y otras actividades que compiten con el hecho de cocinar en casa. Pero lo es en pos de nuestra salud. En paralelo, también es importante disminuir el sedentarismo. Por último, no es cierto que sea más caro comer casero, siempre y cuando se cocine con frutas y verduras de estación.

Autor: Vicente Plata, oficial a cargo de la FAO en Uruguay

Más información:

Guía Alimentaria para la Población Uruguaya

Programa del Día Mundial de la Alimentación en Uruguay