FAO en Argentina

El mercado Comunitario de Bariloche, mucho más que un punto de venta

En este momento en el que prevalece a nivel mundial la crisis ocasionada por la COVID19 los héroes y heroínas de la alimentación permanecen en movimiento para que las cadenas de alimentos se mantengan activas.

Cultivar
En Bariloche hay un grupo de mujeres que con pasión y dedicación trabaja para llevar adelante el Mercado Municipal que abastece de diversos alimentos a miles de personas cada día.

Mariana Jarolavsky, su coordinadora, cuenta que El Mercado Comunitario, surgió como una necesidad común de cubrir un espacio de intercambio y acercamiento entre productoras, elaboradoras y consumidores. Desde hace más de ocho años se lleva adelante con voluntad y esfuerzo colectivo.

El año pasado, de cara a los cambios inminentes generados por la pandemia desde la organización vieron la importancia de reinventarse ante las nuevas necesidades. Pusieron foco en la importancia de fortalecer los vínculos y estrechar lazos más allá de lo comercial.

A medida que la COVID-19 altera los sistemas alimentarios, debilita medios de vida y aumenta los riesgos de las personas vulnerables, es clave reforzar las capacidades de los agricultores, agricultoras y productore/as para mantener las fuentes de alimentos y sus ingresos.

Es sabido que Bariloche se destaca por ser un gran punto de referencia de la Patagonia que recibe anualmente un gran caudal de turistas. Debido a las restricciones, los artesanos, artesanas  y quienes elaboran productos , cuyas principales ventas se daba con los visitantes, vieron afectados sus medios de vida. Fue así como el mercado comunitario abrió sus puertas para ofrecerle un espacio donde trabajar y les sirvió de estímulo para mantenerse activos.

“En esta época particular tratamos de reforzar el vínculo, la mayoría no ha dejado de producir. El estar cerca, apoyarnos entre todos los integrantes fue de gran importancia para reinventarnos y buscarle la vuelta en tiempos de pandemia. A diferencia de lo que pasó en otros ámbitos, en lugar de reducirse el mercado creció y nadie dejó de producir”, explica Mariana.

Nutrir
Debido a la geografía de la ciudad y su gran extensión, algunas veces es difícil moverse para conseguir alimentos. Los recorridos, además de ser largos son en subida y bajada, lo cual dificulta la posibilidad de algunas familias de llegar hasta el mercado u otros lugares donde abastecerse de alimentos frescos y de calidad.

“Además, es una región montañosa, de bajas temperaturas y con costumbres heredadas en gran parte de los pueblos Mapuches, por ello culturalmente muchas personas no están acostumbradas a consumir variedad de productos frescos. Además, es difícil acceder a ellos ya sea por distancia o costo”, explica Mariana.

Sumado a esto, Bariloche tiene una alta tasa de obesidad infantil. Por esta razón Mariana comenzó a participar, representando al mercado, de la mesa coordinada por profesionales de la salud que se lleva adelante para combatirla.

En ese ámbito, junto a sus compañeras buscaron alternativas para hacer llegar las frutas y verduras a los barrios más rezagados para que más familias puedan acceder a alimentos frescos. 

El trabajo que se lleva a cabo en el mercado atraviesa las instalaciones donde se encuentra. Abordan diferentes líneas de comercialización: directamente al público, y a través de nodos de distribución junto a escuelas auto-gestivas mediante las cuales comercializan bolsones de frutas y verduras en barrios alejados del centro de la ciudad para acercar productos frescos a precios accesibles a las familias y a la vez dar una fuente de ingreso a las escuelas.

A través de la mesa interinstitucional también conocieron a Gabriela. Ella es directora del jardín público 60°, ubicado en el barrio Frutillar el cual está lejos del mercado. Juntas coordinan la entrega de frutas y verduras para las 50 familias de los niños que asisten al jardín, articulando una donación que recibe la institución a través de la fundación del Instituto de Investigación Aplicada.

 “En el mercado hay días fáciles y otros no tanto, a veces es difícil y cansador, pero siempre es satisfactorio. Dia a día pensamos en cómo hacer para que todo lo que hacemos deje una huella”, afirma Mariana.

 

Preservar
En el mundo, gran parte de los alimentos que se producen se pierden o desperdician en alguna etapa de la cadena impactando económica, social y ambientalmente. Por ejemplo, solo entre la etapa posterior a la cosecha hasta la venta al por menor, sin incluirá, se pierde el 14% del total producido.

Sin embargo, en este mercado muchos de los alimentos que desechan no se desperdician. En este momento tienen dos caminos mediante los cuales los aprovechan: algunos son recibidos por una familia que produce cerdos para usarlo como alimentos de los animales. Otros productos, los de mayor pigmentación como cascara de cebolla, hojas de remolacha y repollo colorado, son tomados por las artesanas locales para teñir lanas con las que hacen hilados.

Durante el 2020 el mercado participó de un proyecto implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Ministerio de Agricultura Ganaderia y Pesca de la Nación (MAGYP) para realizar un estudio de casos de prevención y reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos (PDA) en donde se abordaron diferentes Pymes alimentarias representativas de su sector. Mediante el proyecto se detectaron oportunidades de mejora para generar propuestas replicables. La FAO reconoce a las Pymes y a los mercados concentradores de alimentos como actores claves para asegurar el correcto abastecimiento de alimentos, fundamentales durante la crisis ocasionada por el COVID-19 y en el escenario de recuperación post pandemia. El abordaje se encuentra enmarcado en un trabajo que se desarrolla a nivel regional y contempla estrategias de economía circular con enfoque de género.

 

El Mercado de Bariloche es mucho más que venta de productos. Es un ejemplo de un actor del sistema alimentario proactivo y comprometido para dejar “huella” en pos del desarrollo local.