Sistema de Información sobre la Diversidad de los Animales Domésticos (DAD-IS)

EL bovino Campuzano del desierto de la Guajira colombiana. Un tesoro olvidado.

01/03/2024

La población bovina local, conocida como Campuzano, habita en las regiones desérticas de la península de la Guajira (Caribe colombiano); su capacidad de medrar en condiciones desérticas reviste, junto con las poblaciones locales de cabras y ovejas de pelo, gran importancia, por su provisión del sustento proteico (carne – leche) a los indígenas Wayuu oriundos de la región.

La Guajira es un departamento colombiano en el mar Caribe, que limita con Venezuela y abarca la mayor parte de la península del mismo nombre. El departamento tiene una variedad de ecosistemas terrestres, tales como: el desierto, la selva seca y el área húmeda de montaña. Se distingue por sus paisajes desérticos, las dunas de arena gigantes y las haciendas y las villas pesqueras remotas del pueblo indígena Wayuu. La ganadería, más que un sistema de producción, es considerada parte de la identidad de las comunidades Wayuu, ya que estos animales se han constituido en el elemento simbólico que hace parte del capital social de la población indígena.

La primera mención sobre esta población de bovinos de gran diversidad fenotípica, pero muy cercana a los fenotipos de las ocho razas criollas colombianas que habitan en las diferentes regiones ecosistémicas de la geografía colombiana, la hizo el Dr. Emigdio Pinzón Martínez en su libro “Historia de la ganadería bovina colombiana”. 1981. Indicó (sic), “El ganado Campuzano es un grupo de bovinos que habita en la península de la Guajira, región árida, de escasa vegetación. Toma su nombre seguramente por ser descendiente de los hatos de las señoritas Campuzano, quienes poseían más de 16.000 cabezas en la región de Mompox (sur de la antigua provincia de Santa Marta). Es un ganado bastante primitivo, muy caminador y habituado al ramoneo de la vegetación arbórea de los terrenos áridos (cují, espinos y cactus). Es un núcleo bastante heterogéneo, poco numeroso, pues las cabras y las ovejas calentanas con gran facilidad reemplazan al bovino en ese ambiente tan escaso en agua”.

La segunda mención se hizo con motivo del Censo de bovinos criollos realizado en el año 1999. Se reveló la existencia, en la Guajira, de una única población acriollada –mestiza–, manejada en el sistema doble propósito –carne y leche– con un inventario de 184 animales, 0,37 % del total de animales criollos censados. Se señaló que el peso medio al sacrificio, a edad media de 39 meses, era de 280 Kg, aunque no se reportó la producción de leche, se advirtió alta incidencia de mosca y garrapata. Su población no se reportó al DAD-IS. Bajo el título “En la Guajira están tras los pasos del criollo Campuzano” Marino Valderrama Rodas resalta las bondades adaptativas de esta población y su papel para resolver los graves problemas de seguridad alimentaria, especialmente de la población infantil de las comunidades indígenas Wayuu de la Guajira, las cuales mantienen serios problemas de mortalidad por los graves índices de desnutrición que la agobian. Su origen es el mismo de todos los criollos que poblaron el Caribe, cuya primera introducción ocurrió en julio de 1525 por el conquistador español y fundador de Santa Marta, don Rodrigo de Bastidas.

Las comunidades indígenas Wayuu son las protectoras y conservadoras de estos bovinos cuya población se estima en 200 cabezas. Sus características fenotípicas como la forma de los cuernos, su pelo corto, sus arrugas faciales, indican similitud a los otros bovinos criollos colombianos, especialmente al Costeño con Cuernos. Dejan entrever, algunos animales, características externas de otras razas lecheras de más reciente introducción como el Pardo Suizo.

Se alimentan de cactus, líquenes, ramonean trupillo y frutos de dividivi, y deben recorrer largas distancias en búsqueda de agua. En las cercanías de la Serranía de La Macuira, hay indígenas que han determinado pastorearlos y suplementarlos para lograr obtener unos pocos litros de leche para elaborar quesos y así suplir las necesidades primarias nutricionales de proteína de los niños, principalmente.

Dadas sus cualidades adaptativas únicas a un ecosistema de tan difíciles condiciones ambientales, relacionadas con altas temperaturas, carencia de agua, aridez de suelos y, en consecuencia, carencia de recursos forrajeros que suplan sus necesidades de mantenimiento y producción para garantizar una respuesta productiva apropiada animal, es de suma importancia que las autoridades regionales y nacionales inicien las actividades conducentes a promover el rescate, la conservación, la utilización y el desarrollo de tan importante recurso genético local, para así promover el desarrollo sostenible y garantizar la seguridad y soberanía alimentaria de los pobladores Wayuu de la península de la Guajira.

El bovino Campuzano, un tesoro en el olvido, debe ser conservado respetando su actual estado de aislamiento y como se trata de una población en grave estado de extinción, su manejo debe ser del resorte de expertos en la genética de conservación, quienes deben procurar su supervivencia, desarrollo y mantenimiento de su acervo genético.

Autor Germán Martínez Correal, MV., MSc., PhD.

Fotos de Luz Ángela Álvarez Franco, Zoot, MSc, PhD

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