Restaurar la tierra. Liberar las oportunidades
El tema bajo el que este año se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, es decir, “Restaurar la tierra. Liberar las oportunidades”, arroja luz sobre la manera en que la restauración de la tierra puede impulsar la seguridad alimentaria y de abastecimiento del agua, contribuir a la acción por el clima y fomentar la resiliencia económica.
La tierra constituye la base de nuestros sistemas agroalimentarios, ya que el 95 % de los alimentos del mundo se produce en terrenos agrícolas. No obstante, la FAO estima que 1 660 millones de hectáreas de tierra —que equivalen a más del 10 % de la superficie mundial— están degradadas como consecuencia de la actividad humana. Más del 60 % de esta degradación se concentra en terrenos agrícolas, que comprenden tierras de cultivo y pastizales, lo que repercute directamente en los sistemas agroalimentarios y en la seguridad alimentaria.
La degradación de la tierra y la sequía están estrechamente relacionadas, y provocan un ciclo perjudicial que socava los ecosistemas, la productividad agrícola, la seguridad alimentaria y los medios de vida. Durante los últimos 30 años, se ha registrado una pérdida anual del 5 % del producto interno bruto (PIB) agrícola mundial debido a acontecimientos catastróficos. Entre ellos, la sequía destaca como el más significativo, ya que es responsable de casi la mitad de todas las pérdidas agrícolas. Entre 2012 y 2018, el número de personas subalimentadas en los países sensibles a la sequía aumentó un 45,6 %, lo que pone de relieve las graves repercusiones de la sequía sobre la agricultura y sus efectos en cadena sobre la seguridad alimentaria y los medios de vida.
La gestión sostenible de los recursos de tierras, suelos y aguas es esencial para aumentar la producción de alimentos, conservar los ecosistemas, mejorar la calidad de las tierras, los suelos y el agua y reforzar la resiliencia de las comunidades rurales ante los fenómenos meteorológicos extremos.
La restauración de los terrenos agrícolas degradados requiere un liderazgo político urgente, inversiones ingentes y medidas concertadas. En la decisión que el año pasado adoptaron las Partes en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD), “Evitar, reducir y revertir la degradación de los terrenos agrícolas y los suelos”, se insta a promover la utilización sostenible de la tierra para prevenir y revertir la degradación de los terrenos agrícolas y los suelos en el contexto del cambio climático y la degradación del medio ambiente.
Invertir en la prevención y la gestión del riesgo de sequía, así como en la restauración de los terrenos agrícolas, nos brinda la oportunidad de revertir estas amenazas y crear nuevas oportunidades para contar con sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles.
El Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030) ofrece una oportunidad única de transformar los sistemas de producción de alimentos, fibras y piensos, para hacer frente a la creciente demanda de alimentos y erradicar la pobreza, el hambre y la malnutrición mediante una gestión eficaz e innovadora de los espacios terrestres y marinos.
Soluciones en pocas palabras
En sus esfuerzos por combatir la degradación de la tierra, la desertificación y la sequía, así como por mejorar la resiliencia de los ecosistemas y aumentar la productividad, la FAO colabora estrechamente con sus Miembros y asociados para poner en marcha una serie de soluciones prácticas. Entre ellas se incluyen:
- mantener la salud de los suelos mediante la regulación de su capacidad de retención de agua y el aumento de las reservas de carbono orgánico del suelo, por ejemplo, a través del mecanismo RECSOIL: Recarbonización de los Suelos del Mundo, una iniciativa desarrollada por la FAO;
- gestionar los recursos de tierras, suelos y aguas de forma sostenible e integrada, gracias a sistemas de datos, información, ciencia y tecnologías armonizados e integrados;
- empoderar a los gobiernos nacionales para que prueben políticas y estrategias que aborden las causas profundas de la degradación de la tierra;
- apoyar y mejorar las actividades de seguimiento y elaboración de informes sobre la degradación de la tierra;
- proteger la biodiversidad, también en los suelos, evitando al mismo tiempo la propagación de especies invasivas;
- fomentar el uso sostenible en los programas de restauración de múltiples cultivos locales de oportunidad, cultivos resilientes y adaptados a la sequía y plantas autóctonas y adaptadas destinadas a la alimentación humana y animal y para otros fines;
- promover la seguridad de la tenencia y adoptar una buena gobernanza de la tierra y el agua con el fin de alentar a las comunidades a invertir de forma sostenible en la restauración de la tierra;
- aplicar la planificación integrada del uso de la tierra en apoyo de la restauración de los terrenos agrícolas mediante un proceso consultivo e inclusivo;
- empoderar a las instituciones nacionales para que dirijan y coordinen las actividades de preparación ante sequías y gestión de la sequía mediante la armonización de las políticas y las inversiones, el fomento de la colaboración intersectorial y la elaboración de planes integrados que reflejen las prioridades nacionales en materia de desarrollo;
- elaborar planes nacionales de ordenación de los recursos hídricos o entablar diálogos sobre el agua dirigidos por los países que contribuyan a reforzar la coordinación entre distintos sectores en materia de ordenación de los recursos hídricos sostenibles a fin de cumplir todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS);
- promover la adopción y aplicación de múltiples directrices, orientaciones y códigos de conducta, como las Directrices voluntarias para la gestión sostenible de los suelos y el Código Internacional de conducta para el uso y manejo de fertilizantes, junto con las numerosas directrices y principios sobre restauración.
Asociaciones en acción
La FAO ha movilizado asociaciones con una amplia gama de Miembros, asociados, instituciones de investigación, comunidades y organizaciones de agricultores con el fin de amplificar los esfuerzos conjuntos y las repercusiones sobre el terreno y aumentar su escala:
En el plano nacional: La FAO colabora con los gobiernos nacionales y sus asociados para abordar los obstáculos que plantea la gobernanza de la tierra y ampliar las soluciones eficaces, al tiempo que presta apoyo a los agricultores y las comunidades en torno a la gestión sostenible de los recursos de tierras, suelos y aguas, junto con la biodiversidad.
Además, la FAO ayuda a los países a acceder a financiación para fomentar la restauración de los terrenos agrícolas y aumentar la resiliencia ante la sequía, también a través del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y el Fondo Verde para el Clima (FVC).
