Uno de los principales objetivos de la descentralización es el desarrollo socioeconómico de las regiones. En un país como el Perú, en donde los espacios rurales albergan un porcentaje sustantivo de la población, de los trabajadores y de la actividad económica, el desarrollo rural también resulta estratégico para lograr este objetivo. Esta realidad, sin embargo, ha sido ignorada por los gobiernos centrales, cuyas políticas han tenido por lo general dos sesgos: urbano y pro gran inversión. Ello ha conducido a desdeñar lo rural y la pequeña inversión. Ahora, los gobiernos regionales, así como los de los municipios provinciales y distritales, tienen la oportunidad de dar un giro a esta situación e incorporar a las poblaciones rurales a sus planes y acciones de desarrollo. La pregunta que busca explorar este artículo es: ¿cómo lo están haciendo?