FAO en Honduras

Cambiando vidas y mejorando la seguridad alimentaria nutricional

Magdalena Martínez, tiene un huerto familiar, en la comunidad, El Naranjo, municipio de Lepaterique, Francisco Morazán, en este pequeño espacio de tierra, Magdalena, siembra, repollos, cebollinas, rábanos y pepinos, entre otras hortalizas.

“El huerto me permite, preparar otros alimentos para mi familia, además de los frijoles, las tortillas y el arroz; cuando hay bastante producción, les vendo a mis vecinos, y con ese dinero, cubro otras necesidades”, contó Magdalena.

La familia de Magdalena Martínez, es una de las 530 familias en situación de inseguridad alimentaria, que participaron en el Programa “Sembrando Esperanzas”, que surge de la alianza estratégica entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Fundación Kielsa.

El proyecto tenía como objetivo mejorar el estado nutricional de las familias con niños menores a los dos años para garantizar el crecimiento adecuado y saludable de los menores, en 15 comunidades en los municipios de Lepaterique, Francisco Morazán y San José de Colina, Santa Bárbara.

El programa incluyó la instalación de huertos familiares de 25 a 30 metros cuadrados, la adopción de buenas prácticas y educación nutricional alimentaria, para reducir los índices de malnutrición.

En los huertos se cultivan entre 8 y 10 diferentes tipos hortalizas, con una producción escalonada estimada de 70 y 100 libras de alimentos en un periodo de 10 semanas.

Las hortalizas y frutos de mayor demanda y consumo del huerto son mostaza, rábanos, yuca, limón, cebolla, zanahoria, habichuela, camote y naranja.

Resultado de la incorporación de nuevos alimentos, se reporta una reducción en la desnutrición global del 20% en los niños atendidos en Lepaterique y un 8% en San José de Colinas.

Como parte del proceso de la sostenibilidad del proyecto se está fortalecieron las capacidades de las familias en la producción de semilla artesanal local de hortalizas, tales como cebolla, apio, cilantro, rábano, pepino, chile dulce, habichuela y tomate, así como el rescate de los materiales vegetativos de plantas medicinales, aromáticas, raíces, tubérculos, entre otras, como ruda, orégano, sábila, cebollina o matara, camote, malanga, yuca, pataste, chaya, izote, valeriana, ayote.

Adicionalmente se han impulsado la adopción de buenas prácticas entre ellas, preparación del suelo, selección de terrenos,  diversificación de la producción, producción artesanal de semillas, uso y administración del agua, producción de abonos orgánicos, siembra escalonada, plan de huerto, viveros para trasplante.

Las familias también han fortalecido sus conocimientos en educación alimentaria y nutrición, participan en estos procesos maestros y alumnos de 15 centros educativos, asimismo 47 facilitadores comunitarios.

Adicionalmente se establecieron 10 comités de Seguridad Alimentaria Nutricional para dar seguimiento a las acciones implementadas a nivel familiar y escolar.