Bolivia: lo que los ancestros pueden aportar a la conservación
Que un proyecto de desarrollo entre en su segunda fase significa, a menudo, su validación definitiva. Es la confirmación de que dicha iniciativa venía a cubrir una necesidad existente, aprovechando un recurso que se había pasado por alto hasta la fecha.
El proyecto “Biocultura y Cambio Climático”, que lleva en funcionamiento desde 2009, se encuentra ya en su segunda fase. En sus inicios, la iniciativa se centró en fomentar un uso responsable de los recursos naturales, favoreciendo la conservación y el desarrollo sostenible en las comunidades altoandinas. Para ello, sin embargo, no necesariamente empleaba nuevas tecnologías o innovaciones revolucionarias -en su lugar recurría a los conocimientos ancestrales, el saber colectivo de estas comunidades originarias, que se remonta a decenas de generaciones, para hacer frente a los retos del cambio climático. De esta forma, en la primera fase del proyecto se buscaba aplicar un modelo de gestión integral del territorio y poner en valor, de forma decisiva y estructurada, la cultura ancestral de la conservación. La segunda fase, que lleva en funcionamiento desde 2014, busca institucionalizar este modelo, y extenderlo en la medida de lo posible.
"El espíritu central de Biocultura se inspira propiciar un encuentro, un espacio de reflexión para entender y mejorar nuestra capacidad individual y colectiva; estas capacidades resultan de un diálogo de saberes y tecnologías ancestrales con el conocimiento científico contemporáneo y nace con la finalidad de conservar los ecosistemas alto-andinos para el “Buen Vivir" de las comunidades campesinas e indígenas", señala un reciente artículo de la Plataforma Diversidad Biocultural y Territorios para el Desarrollo Sostenible e Inclusivo se centra en este proyecto.
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Fotografía de Orlando Contreras López (CC BY-NC-ND 2.0)