Renu Bala es una de las miles de campesinas de Bangladesh que se benefician de los programas de inversión agrícola apoyados por la FAO con financiación del Programa mundial de agricultura y seguridad alimentaria (GAFSP, por sus siglas en inglés). ©FAO/Mohammad Rakibul Hasan
Llamar a puertas cerradas es algo que a Renu Bala se le da muy bien.
Primero, fueron las puertas de sus vecinos en Panjor Bhanga, su aldea natal en el norte de Bangladesh. Ella tenía una idea para proponerles: ¿y si formaban una cooperativa lechera?
No tenían mucho que perder. "Las mujeres de este pueblo son muy pobres y crían solo vacas de la raza local deshi", explica Renu. "Pensé que si podía comenzar un negocio de productos lácteos y animar a otras mujeres a que se unieran, si pudiera concienciarlas, entonces podríamos conseguir beneficios".
En Pajor Bhanga, lograr beneficios a través de la agricultura resulta cada vez más difícil, ya que las frecuentes inundaciones sumergen las tierras de cultivo y las carreteras. Bangladesh es uno de los países más amenazados por los efectos del cambio climático.
Con esta idea en mente, Renu Bala fue de casa en casa y propuso su plan. La mayoría de las mujeres y sus maridos eran escépticas en un principio.
"En general, las mujeres de la aldea son muy tímidas. Por eso es muy difícil reunirlas a todas ", dice. "Al principio pensaron que estábamos traficando con mujeres".
Pero al final, las logró convencer. En 2011, 15 mujeres se habían unido a la Cooperativa Lechera Femenina Panjor Bhanga. Su próximo desafío: encontrar una forma de comprar ganado de alto rendimiento, especialmente cuando ninguna de las mujeres tenía avales suficientes para un préstamo bancario.
Renu Bala y su esposo contabilizan los recibos diarios de las ventas de leche de la Cooperativa Lechera de Mujeres Panjor Bhanga. ©FAO/Mohammad Rakibul Hasan
En 2014, Renu Bala participó en un programa de capacitación dirigido por la FAO donde tuvo conocimiento de una política crediticia especial en Bangladesh que otorga préstamos a pequeñas empresas lácteas a bajos tipos de interés y con períodos largos de amortización.
Pero primero, tenía que encontrar un banco que le prestara bajo esa política. Sus habilidades para llamar a las puertas y su perseverancia fueron de nuevo útiles. Después de muchos intentos, Renu Bala trabajó con la FAO y recibió un préstamo de un banco local.
Con el dinero, la cooperativa de 15 miembros pudo comprar vacas frisonas de alto rendimiento. Con la venta de sus primeras terneras pagaron el préstamo y obtuvieron uno nuevo de otro banco. Para este momento, la cooperativa había ya duplicado su número de miembros.
Renu Bala fue una de los más de 5 500 agricultores, funcionarios del gobierno y técnicos agrícolas que participaron en programas de desarrollo de capacidad dirigidos por la FAO. ©FAO/Mohammad Rakibul Hasan
Con las vacas frisonas, la producción láctea aumentó de hasta dos litros diarios por vaca a más de diez litros. La cooperativa comenzó a vender leche de alta calidad a las confiterías locales y compañías de procesamiento lácteo, generando ingresos preciosos para las mujeres y ahorros colectivos para futuras inversiones.
Renu Bala obtuvo también reconocimiento nacional por su trabajo. En 2016, el Primer Ministro de Bangladesh le otorgó un premio agrícola nacional por establecer y dirigir la cooperativa.
El éxito de la cooperativa ha facilitado la vida de las mujeres y les ha dado una nueva sensación de optimismo. "Este negocio lácteo es muy bueno para mí y para otras mujeres porque podemos hacerlo compatible con otras tareas domésticas", dice Renu Bala. "Por eso me gusta realmente esta actividad. Ahora podemos ganar dinero desde casa".
El apoyo a las mujeres empresarias como Renu Bala y la Cooperativa de Leche Femenina Panjor Bhanga continuará a través de la Missing Middle Initiative (MMI) (“Iniciativa del vacío intermedio”, n.del.t.) en Bangladesh, también financiada por el Programa mundial de agricultura y seguridad alimentaria (GAFSP, por sus siglas en inglés). El MMI ayudará a 50 organizaciones de agricultores de todo el país a mejorar su acceso a financiación, tecnología, cadenas de valor y mercados.
La historia de Renu Bala es una de muchas.
La FAO cuenta con más de cuatro décadas de experiencia apoyando políticas de inversión, programas y desarrollo de capacidad en Bangladesh, incluido el trabajo con organizaciones de agricultores. La evidencia es clara; países, como Bangladesh, que han invertido consistentemente en la agricultura, han cosechado los mayores beneficios aumentando las fuentes de ingresos mientras reducen el hambre y la malnutrición.
Invertir en la agricultura puede transformar vidas, reducir el hambre y la malnutrición, y eliminar la pobreza. Trabajando con socios internacionales, la FAO ha contribuido a más de 2 000 estrategias, políticas y programas de inversión agrícola y rural en más de 170 países. El Centro de Inversiones de la FAO realizó la mayor parte de este trabajo.
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