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©FAO Luis Sánchez Díaz

Empleo rural decente

Más de tres cuartas partes de los pobres del mundo viven en áreas rurales. La mayoría dependen de la agricultura y de su propio trabajo para ganarse la vida. Sin embargo, las oportunidades de empleo rural suelen estar mal remuneradas y ser precarias, informales e, incluso, peligrosas. 

Crear más y mejores oportunidades de empleo rural.

La pobreza y el hambre no se pueden erradicar sin encarar las condiciones y las oportunidades inadecuadas del empleo en las áreas rurales. La FAO trabaja para generar empleo agrícola y no agrícola decente, también mediante el apoyo a inversiones responsables en sistemas agrícolas y alimentarios y el diálogo sobre políticas inclusivas.

La Organización influye en procesos nacionales, regionales y globales sobre temas clave como el empleo juvenil, migración, trabajo infantil, los empleos verdes, las condiciones laborales y la disponibilidad de datos y pruebas. La FAO apoya a los gobiernos de forma proactiva en la formulación de políticas, estrategias y programas de empleo rural decente, dirigidos a los grupos vulnerables, en particular los jóvenes, las mujeres, los migrantes y los niños. Para conseguir este objetivo, la Organización colabora con otros organismos de las Naciones Unidas, la sociedad civil, organizaciones de productores, instituciones académicas y el sector privado.

Principales mensajes de políticas

  • Esto es especialmente pertinente en épocas de crisis. La COVID-19 nos recuerda la importancia del comercio internacional a la hora de mitigar los impactos de los choques y proteger los medios de subsistencia garantizando, al mismo tiempo, la seguridad alimentaria. El mundo se enfrenta a una crisis mundial del empleo y a la necesidad urgente de crear más y mejores trabajos en las áreas rurales. Revitalizar las economías rurales y fomentar el empleo rural decente y el desarrollo de la fuerza de trabajo es esencial para afrontar las diversas causas de la migración, reducir la desigualdad así como erradicar el hambre y la pobreza.

  • Arse en el potencial de empleo rural y no rural por explotar en el sector agrícola y dentro de los sistemas alimentarios. Tendrían que identificarse los factores que impulsan el cambio tanto en la demanda como en la oferta de mano de obra. Unas inversiones más elevadas en el desarrollo de la cadena de valor agroalimentaria y del sector privado son cruciales para la creación de trabajos rurales, junto con inversiones para el desarrollo de capacidades y la protección social.
  • En particular, urge crear trabajos más productivos y mejor remunerados para los jóvenes de las zonas rurales. En las regiones en desarrollo, la población en edad de trabajar está creciendo. Esto supone un tremendo desafío, pero también la oportunidad de aprovechar unos enormes recursos demográficos. En África, por ejemplo, se prevé que casi 200 millones de jóvenes de las zonas rurales accederán al mercado laboral en los próximos 15 años.
  • Las políticas deben garantizar que el trabajo sea productivo y ofrezca unos ingresos justos, seguridad en el lugar de trabajo, protección social para las familias y libertad para que las personas expresen sus preocupaciones. También deben aumentar los ingresos de las familias rurales mediante el desarrollo de aptitudes, el apoyo técnico y el acceso a los insumos, los mercados y el crédito. Esto último también sería crucial para acabar con la dependencia económica del trabajo infantil, que todavía afecta a 112 millones de jóvenes de ambos sexos solo en la agricultura..
  • La crisis por la COVID-19 ha causado una disminución sin precedentes de la actividad económica y los trabajos en todo el mundo, y ha afectado gravemente los trabajadores de la agricultura y los sistemas alimentarios. Tras registrar mejoras significativas en la segunda mitad de 2020, la recuperación de puestos de trabajo se estancó durante 2021, con una pérdida de horas mundiales trabajadas equivalente a 125 millones de trabajos a jornada completa en comparación con la referencia anterior a la crisis (OIT). El impacto negativo ha afectado de manera desproporcionada a los trabajadores más vulnerables, incluyendo los jóvenes, las mujeres, los trabajadores informales, los migrantes y los trabajadores estacionales, lo que hace necesarias intervenciones específicas para garantizar vías de recuperación inclusivas. Millones de niños se ven forzados a trabajar porque los hogares sufren inseguridad alimentaria, pérdida de ingresos, falta de mano de obra por la limitación de movimientos y deterioro de los medios de subsistencia.
  • En un contexto de mayor concentración de las cadenas de suministro alimentario mundiales, el fomento del empleo rural decente se ve mermado por capacidades institucionales limitadas, inversiones rurales insuficientes, informalidad generalizada y déficits conexos en materia de gobernanza, como una aplicación insuficiente de las normas internacionales del trabajo. Como institución puntera de la gobernanza agroalimentaria mundial, la FAO apoya a los Estados Miembros en el fomento del empleo rural decente y el refuerzo de las capacidades institucionales y humanas en este apartado, y recomienda poner el foco en los problemas de empleo y un entorno laboral decente para todas las personas que participan en cualquier nivel de los sistemas agroalimentarios.

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