Producción y productos avícolas

Las aves de corral en la nutrición humana

La carne de aves de corral, además de ser rica en proteínas, es una buena fuente de fósforo y otros minerales, así como de vitaminas del grupo B. Contiene menos grasa que la mayoría de los cortes de carne de bovino y cerdo. Tiene un bajo contenido de grasas trans nocivas, pero un alto contenido de grasas mono insaturadas beneficiosas, que representan aproximadamente la mitad del total. Los huevos son una buena fuente de proteínas de alto valor biológico, y fácilmente digestibles.

Debido a sus dietas inadecuadas, las personas pobres que viven en regiones de bajos ingresos, como el África subsahariana y Asia meridional, son particularmente vulnerables a algunas enfermedades. Comer más carne y huevos de aves de corral puede ser muy beneficioso para estas personas, especialmente para las mujeres embarazadas, los niños y los ancianos. Cada vez hay más pruebas que indican que la carne de aves de corral puede contribuir de manera importante a la lucha contra la malnutrición infantil.

El problema del colesterol en los huevos, que provocó una disminución de su consumo en muchos países desarrollados, se consideró en el pasado una cuestión importante, pero ahora ha sido ampliamente superada. Los intentos por reducir el colesterol en los huevos no sólo han resultado poco prácticos, sino que se consideran innecesarios en la actualidad. El consumo de uno o dos huevos de gallina al día ya no se considera un factor de riesgo para la salud humana para la mayoría de la población.

¿Sabía que?

  • Los huevos pueden ser una fuente de alimentos nutritivos para los hogares pobres durante todo el año.
  • El ácido fólico contenido en los huevos puede ayudar a reducir la incidencia de anomalías del tubo neural durante el embarazo, una dolencia común entre las mujeres vulnerables de los países en desarrollo.
  • Tanto la carne como los huevos de aves de corral se pueden enriquecer fácilmente con importantes ácidos grasos omega-3 y otros nutrientes esenciales, como el selenio, el yodo y el ácido fólico, que suelen faltar en las dietas de los pobres.