Derecho a la alimentación

Martin Frick, Cumbre ONU Sistemas Alimentarios: "No todo lo innovador necesita ser nuevo"

Experts' corner - 16.09.2021

16 de septiembre de 2021, Roma/Berlín- Tomando como punto de partida que una décima parte de la población mundial (hasta 811 millones de personas) padecen subalimentación, no es ningún secreto que nuestros sistemas alimentarios deben mejorar. El mundo está convergiendo en la necesidad de sistemas agroalimentarios sostenibles para acelerar el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La Cumbre de la ONU sobre los Sistemas Alimentarios de 2021, la cual está a punto de celebrarse, es una oportunidad para la acción.  Puede marcar un punto de inflexión para garantizar que todos tengan acceso todos los días a alimentos suficientes, asequibles, seguros y nutritivos.

Esta entrevista con el Dr. Martin Frick, enviado especial adjunto de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, describe la agenda de derechos humanos de este evento histórico: las oportunidades, los desafíos y los resultados previstos. También expone los pensamientos de Dr. Frick acerca de los conceptos y las dimensiones de los derechos humanos, en base a su amplia experiencia en el área.

La pandemia ha puesto al descubierto las desigualdades de los sistemas alimentarios y ha acelerado el aumento del hambre. En su opinión, ¿de qué manera pone de manifiesto la interrelación de los derechos humanos y, en particular, sobre las conexiones entre el planeta, la salud y las personas?

Desde el comienzo de la pandemia, nos hemos visto obligados a enfrentar una evidencia que continuamente pasamos por alto: todos estamos conectados. Los sistemas alimentarios mundiales son un vehículo principal para esta interconexión, ya que vinculan a los productores con los consumidores, facilitan cadenas de suministro complejas e impulsan las decisiones de política que, en última instancia, tienen un impacto en la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud del ecosistema. Los derechos humanos que sustentan los sistemas alimentarios mundiales también están íntimamente vinculados. El derecho a la alimentación, codificado en el artículo 11 del PIDESC, está sobretodo asociado de forma más directa con los sistemas alimentarios mundiales, pero no puede considerarse de forma aislada. Asegurar que todas las personas puedan disfrutar de alimentos accesibles, disponibles y adecuados en todo momento, conforme con el derecho a la alimentación, también requiere la realización de lo siguiente: el derecho a la vida, derecho a la salud, derecho a una vivienda adecuada; derecho a un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible; derecho al desarrollo; derecho a la educación; derecho a la libertad de movimiento; derecho a la igualdad ante la ley e igual protección de la ley; derecho a la no discriminación; derechos al trabajo y a disfrutar de condiciones laborales favorables; y el derecho de las personas detenidas a un trato humano.

 

Identificar el contenido normativo de estos derechos es importante para la implementación, pero no debemos categorizar estos derechos con el propósito de crear silos o separación. El camino hacia la Cumbre ha proporcionado una plataforma fundamental para reforzar la interconectividad de los derechos humanos y recordar a todos los actores del sistema alimentario el derecho a la alimentación y todos los demás derechos a los que está indisolublemente vinculado. Durante la Pre-Cumbre, por ejemplo, un panel de expertos que incluyó a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, y al Director General de la Organización Internacional del Trabajo, Guy Ryder, destacó que los derechos humanos y los derechos laborales se refuerzan mutuamente. El panel recordó a las partes interesadas que el derecho a la alimentación no debe interpretarse en el sentido más estricto, sino que incluye el acceso a recursos productivos, como semillas, tierra y otros insumos. También requiere considerar los derechos fundamentales que se les deben a las mujeres, los jóvenes, las poblaciones indígenas y los campesinos, tanto en tiempos de paz como en situaciones de conflicto.

Mientras sigamos viviendo en un estado de crisis global bajo la pandemia, debemos considerar la Cumbre como un momento crucial en la historia para cambiar la forma en que nos conectamos a través de los sistemas alimentarios. Los modelos actuales de producción y consumo están reforzando las desigualdades sistémicas, especialmente entre las poblaciones más marginadas, y creando asimetría de poder entre los actores del sistema alimentario en detrimento de las mujeres, los pequeños agricultores, los campesinos, los pescadores y los pueblos indígenas. Aprovechar los derechos humanos como un marco holístico y unificado puede permitirnos revertir el rumbo y lograr sistemas alimentarios más sostenibles, saludables e inclusivos a medida que avanzamos hacia un estado global de recuperación y resiliencia.

El camino hacia la Cumbre ha sido complejo, ya que la articulación de las diferentes inquietudes e intereses ha enfrentado múltiples desafíos. ¿En qué medida ha habido un consenso sobre la importancia de los derechos humanos como herramienta de transformación sostenible? ¿Y diría que hoy en día hay más actores comprometidos con la incorporación de un enfoque de derechos humanos en sus acciones?

De hecho, el camino hacia la Cumbre ha sido complejo, pero necesariamente lo es. Buscamos soluciones para el sistema alimentario que respondan a las amenazas multifacéticas del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, los conflictos y desastres, la desigualdad de género, racial y étnica y una pandemia mundial; cuando hablamos de sistemas alimentarios, también estamos implicando a todas las personas de este planeta, cada una de las cuales aporta una perspectiva y un conjunto de circunstancias únicos. En la Pre-Cumbre, por ejemplo, fuimos testigos de la presentación de ideas y análisis compartidas por miles de personas involucradas en 145 Diálogos Nacionales y casi 800 Diálogos Independientes. El evento contó con la participación de más de 500 delegados de 108 países que participaron en persona y más de 22.000 delegados de 183 países que lo hicieron virtualmente. El desafío de conciliar diferentes visiones es inevitable, pero la Cumbre ofrece la oportunidad de equilibrar los derechos e intereses individuales y colectivos con las agendas políticas de los Estados. Al mismo tiempo, debemos minimizar las concesiones negativas en las personas y el planeta.

En este contexto complejo y lleno de matices, hay un consenso cada vez mayor en torno a que los alimentos son mucho más que un producto básico, son en realidad " un derecho humano". Los derechos humanos ofrecen un marco unificador y conceptual para transformar los sistemas alimentarios, al establecer un conjunto de principios y normas fundamentales que dan cuenta de todo el sistema. Bajo el liderazgo de la sociedad civil, se promueve el argumento de que la alimentación es un derecho inalienable y universal que se debe individual y colectivamente a todas las personas, de conformidad con las leyes de derechos humanos. Pero también hay un apoyo creciente entre otros actores del sector privado, que están mostrando un compromiso real con la responsabilidad social y el cambio equitativo del sistema alimentario basado en principios de derechos humanos. Ahora, más que nunca, vemos que el lenguaje y los principios basados ​​en los derechos impregnan los planes de acción, las declaraciones de misión y las agendas políticas.

El mayor desafío al que se enfrentan estos grupos y Estados a la hora de construir un enfoque basado en los derechos humanos en los caminos hacia la transformación es comprender estrategias concretas para su implementación. Afortunadamente, los derechos humanos constituyen un conjunto de normas y principios para guiar estos esfuerzos, y tenemos la esperanza de que la Cumbre continúe desmitificando los derechos humanos. Los principios de derechos humanos de participación, rendición de cuentas, transparencia y estado de derecho, en particular, permiten políticas significativas, inclusivas y coherentes. En la práctica, esto significa el establecimiento de instituciones democráticas que brinden a la sociedad civil oportunidades para dar forma al proceso de políticas a través de canales formales y consultas informales; la designación de mecanismos transparentes de seguimiento y rendición de cuentas para garantizar el acceso a una alimentación adecuada y la entrega de otros bienes y servicios públicos; el apoyo a vías para la reforma legal e institucional, el desarrollo de capacidades y la conciencia y el cumplimiento de los derechos; y la protección contra la corrupción gubernamental y las violaciones de derechos.

La mayoría de los actores involucrados en el proceso de Cumbres, sino todos, ya han expresado su intención de adoptar al menos una de estas acciones. Tan solo necesitamos reforzar y realinear estos compromisos con las obligaciones existentes en materia de derechos humanos.

Se espera que la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas lance nuevas asociaciones y presente propuestas para la transformación. Innovación es una palabra clave que se utiliza con frecuencia para enfatizar el enfoque transformador de la Cumbre. ¿Cuáles son los cambios concretos que podríamos esperar para abordar de manera efectiva cuestiones estructurales clave como la desigualdad de género en relación con el acceso a los recursos y el reconocimiento del trabajo y la atención, y las violaciones contra los defensores de derechos humanos, entre otros?

Ciertamente, necesitamos más innovación para lograr la transformación prevista del sistema alimentario y mejorar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En particular, la innovación tecnológica (baja y alta) tiene un efecto profundo en cómo comemos, vivimos y producimos. No todo lo innovador tiene que ser nuevo. De hecho, hay mucho que aprender de los pueblos indígenas de todo el mundo. Un 80% de la biodiversidad existe en territorios indígenas. Esto es precioso, necesita ser honrado y replicado. Pero la innovación también es encontrar formas de cooperar mejor, cómo encontramos sistemas de gobernanza más inclusivos y cómo superamos colectivamente nuestros silos, en lo que con demasiada frecuencia fallamos. Los efectos futuros de la innovación pueden ser positivos, pero no ofrecen una "solución rápida" a los problemas estructurales, que tienen sus raíces en la desigualdad y la opresión histórica y del sistema. La innovación por sí sola no ha podido resolver el hambre mundial ni prevenir la pérdida de biodiversidad. Sin embargo, la “innovación” no debe ser el objeto de discusión central. Más bien, el cómo se aplica y a quiénes beneficia determinará si podemos abordar eficazmente estos desafíos de larga data.

Al igual que los derechos humanos, la innovación se ha identificado como una palanca transversal de cambio en el proceso de Cumbres. En las vías de acción, hemos visto surgir propuestas innovadoras en las siguientes cuatro áreas: social e institucional; nacional y regional; datos y lo digital; y conocimiento e innovación tecnológica. En cada una de estas áreas, podemos esperar ver cambios en la forma en que colaboramos con las diferentes partes interesadas; cómo las asociaciones público-privadas entre empresas y gobiernos garantizan la rendición de cuentas y la distribución de beneficios; y cómo valoramos y aplicamos los conocimientos tradicionales e indígenas y las tecnologías emergentes.

Los compromisos nacionales y las asociaciones de múltiples partes interesadas que surgen de la Cumbre en forma de coaliciones brindarán una oportunidad para el pensamiento restaurativo en torno a la innovación, que se basa en los principios de derechos humanos de participación, transparencia, igualdad y no discriminación. La conciliación de la biotecnología con la agroecología, el conocimiento tradicional y los derechos humanos, por ejemplo, ayudará a garantizar que todos los actores relevantes tengan la oportunidad de participar en el desarrollo y uso de la innovación. Una mayor inversión en la creación de capacidad para la transferencia de tecnología y la reconfiguración de la gestión de los derechos de propiedad intelectual puede permitir que la innovación apoye y beneficie a las comunidades más marginadas y vulnerables, especialmente a los pequeños agricultores, las poblaciones indígenas, las mujeres y los jóvenes.

La Pre-Cumbre preparó el escenario para el evento global en Nueva York a finales de este año. ¿Cuáles son algunas de las conclusiones que pueden guiar a los estados y otros actores en la realización del derecho a la alimentación, y qué áreas requieren un apoyo especial para que los países garanticen su implementación efectiva?

La Pre-Cumbre realmente sirvió como punto de convergencia, reunió nuestras diversas corrientes de participación y ayudó a garantizar que la Cumbre esté en camino de reafirmar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y su enfoque integrado en las personas, el planeta y la prosperidad. A medida que avanzamos hacia la Cumbre y miramos más allá, se alienta a los Estados y otros actores a considerar oportunidades para compromisos y asociaciones concretos que afecten al menos una de las siguientes áreas de enfoque: nutrir a todas las personas; impulsar las soluciones y la producción basadas en la naturaleza; promover medios de vida equitativos, trabajo decente y comunidades empoderadas; fomentar la resiliencia ante las vulnerabilidades, las conmociones y las tensiones; y medios de implementación eficaces e inclusivos. El derecho a la alimentación es transversal a todas estas áreas de acción. El apoyo a las comidas escolares universales, las dietas saludables y sostenibles y el hambre cero, por ejemplo, promoverá en última instancia la realización del derecho a la alimentación. Las inversiones en agroecología, los alimentos azules y acuáticos y alternativas a base de plantas promoverán de manera similar el derecho, al igual que las protecciones adicionales para los pueblos indígenas y los conocimientos e insumos tradicionales. Estas son solo algunas de las coaliciones que ya se están formando antes de la Cumbre y que solo continuarán construyéndose con la debida atención.

Los gobiernos y otros actores políticos y sociales deben comenzar a formar compromisos y alianzas relevantes que se basen en principios de derechos humanos y que promuevan la disponibilidad, adecuación y accesibilidad de los alimentos para la generación actual, sin discriminación y sin comprometer este derecho para las generaciones futuras. Se debe dar prioridad a la implementación y el establecimiento del estado de derecho a nivel nacional para facilitar el disfrute de los derechos humanos, en particular el derecho a la alimentación. Esto significa aprovechar los derechos humanos para informar y fundamentar los marcos legislativos, diseñar e implementar políticas y programas inclusivos y determinar la asignación de recursos adecuada que aborde las condiciones ambientales, sociales y culturales subyacentes que influyen en la igualdad social. Afortunadamente, la comunidad internacional ya ha desarrollado y respaldado varios recursos que ofrecen asistencia técnica y orientación interpretativa, incluidos instrumentos voluntarios desarrollados por la FAO y el CFS. En el camino hacia la Cumbre, estamos alentando a los Estados y otros actores a que se refieran a estos recursos existentes y asuman compromisos concretos y de colaboración para implementar acciones transformadoras.

Sobre Martin Frick

Martin Frick es el enviado especial adjunto de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios 2021. Previamente, ocupó el cargo de director superior de Cambio Climático de la ONU, donde apoyó la implementación del Acuerdo de París y la acción climática. Anteriormente, fue director de la División de Cambio Climático, Energía y Tenencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Fue el representante alemán de derechos humanos y asuntos humanitarios en la Asamblea General de la ONU y se desempeñó como negociador principal de la Unión Europea en el establecimiento del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Como embajador de las organizaciones internacionales con sede en Alemania, ayudó a construir el centro de sostenibilidad de la ONU en Bonn. Es doctor en Derecho por la Universidad de Regensburg y fue profesor invitado en la Hertie School of Governance de Berlín.

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