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Creación de un nuevo medio de vida en el Afganistán


Tejiendo alambre, una mujer afgana mejora la situación económica de su familia

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Fátima aprovechó un proyecto de la FAO que le enseñó a tejer la malla de alambre que sujeta las piedras que protegen su antigua aldea de las inundaciones repentinas y la erosión del suelo. ©FAO/Habib Hemat

02/01/2024

Situada bajo las imponentes ruinas de la antigua fortaleza de Nariman, la aldea de Cheshma Shirin (que significa “Fuente dulce” en dari) es el hogar de Fátima y sus tres hijos. Como la mayoría de los otros 250 habitantes de esta aldea, situada a 30 kilómetros de la capital provincial, Qala-e Naw, pertenecen a la tribu de los sadat, una comunidad minoritaria en el Afganistán.

Actualmente, para ganarse la vida, Fátima se dedica a tejer las mallas de alambre que forman los gaviones, o bloques cúbicos de piedras empleados para reforzar las orillas del río, a fin de proteger la antigua aldea de las inundaciones repentinas y la erosión del suelo. Los gaviones también forman pequeños embalses que sirven para recoger agua de lluvia, fenómeno cada vez más irregular, y regar los pistachos por los que es famosa la provincia de Badghis, en el noroeste del Afganistán.

Fátima aprendió esta habilidad esencial de tejer a través de un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) financiado por el Banco Mundial. Este proyecto de seguridad alimentaria de emergencia se centraba en proporcionar apoyo de subsistencia y servicios sanitarios urgentes y esenciales, además de asistencia alimentaria, al pueblo afgano. El proyecto complementa los programas en curso de la FAO, financiados por el Banco Asiático de Desarrollo y otros asociados que aportan recursos, y que combinan asistencia inmediata para salvar vidas y proteger los medios de vida con actividades orientadas a una recuperación a más largo plazo y a la creación de resiliencia.

Tras la muerte de su marido, las oportunidades de empleo que Fátima pudo encontrar fueron escasas y esto la dejó a merced de la ayuda de otros habitantes de la aldea o la asistencia humanitaria. Con esta nueva habilidad para tejer alambre, ahora puede ayu

Tras la muerte de su marido en un accidente de tráfico, a Fátima le resultó difícil alimentar a sus hijos y su hijo mayor tuvo que dejar la escuela para ayudar a mantener a la familia. Durante años, las oportunidades de empleo que Fátima pudo encontrar fueron escasas y dependió de la amabilidad de los vecinos y la ayuda humanitaria ocasional. Tras el cambio político que tuvo lugar en agosto de 2021, la familia aumentó todavía más su dependencia del escaso salario diario del hijo mayor, con una economía cada vez más precaria.

Cuando la FAO comenzó la formación en la creación de gaviones en su aldea, Fátima participó con entusiasmo. Ahora puede tejer en casa y recibir un salario de una empresa de construcción a través de los fondos de la FAO, y esto ha marcado una gran diferencia en su situación económica.

Resulta una habilidad necesaria en una zona que ha sufrido fenómenos meteorológicos cada vez más extremos, con inundaciones y sequías que, a su vez, afectan a las aldeas.

Muchos habitantes de Badghis han huido de estos fenómenos meteorológicos extremos y sus consecuencias, migrando a la ciudad vecina de Herat, a veces acabando en campos de desplazados internos. Los devastadores terremotos que tuvieron lugar en octubre de 2023, y que también se sintieron en Badghis, fueron los últimos de una serie de desafíos.

Para Fátima, el proyecto de la FAO brinda una oportunidad para ella y su familia de quedarse en su aldea en lugar de verse forzados a migrar.

“Los ingresos que obtengo de esta actividad satisfacen las necesidades inmediatas de mi familia; pero los resultados de este proyecto, que proporciona agua e ingresos a nuestra comunidad, también permiten a mis hijos soñar con un futuro en la aldea donde nacieron”, afirmó Fátima.

La FAO está ayudando a la aldea a desarrollar su infraestructura, centrándose en el riego, que resulta crucial para su economía agrícola. ©FAO/Habib Hemat

El sustento de la aldea, su economía agrícola, depende en gran medida del riego, que ha sido una de las prioridades de la labor de la FAO en la zona, pues ha apoyado tanto grandes como pequeños sistemas de riego tradicionales en consulta con las comunidades locales para comprender sus necesidades.

Esto permite a la comunidad avanzar más allá de la agricultura de subsistencia y diversificar sus huertos de hortalizas, mejorar los rendimientos de los cultivos y reanudar la producción de pistachos, diezmada anteriormente por la sequía. El excedente puede venderse después en el mercado, pero la infraestructura de la aldea, desde las instalaciones de almacenamiento y elaboración de alimentos hasta el transporte, tendrá que desarrollarse para que estas actividades resulten verdaderamente satisfactorias.

Con una fuente estable de ingresos procedentes de su nueva habilidad en la creación de gaviones, Fátima adquiere confianza con cada movimiento de sus manos. Ahora también podrá garantizar que sus hijos puedan obtener la educación que merecen. En cuanto a la aldea, Fátima considera que la construcción de embalses y la inversión en el riego ha proporcionado a la comunidad una sensación de renacimiento.

El proyecto de seguridad alimentaria de emergencia de la FAO ha permitido rehabilitar las fuentes de agua de la aldea proporcionando al mismo tiempo a los hombres y mujeres que viven allí una parte del efectivo que tanto necesitan. No obstante, resultará crucial seguir prestando apoyo para evitar que las poblaciones pobres y aquejadas de inseguridad alimentaria caigan en una situación de mayor inseguridad alimentaria. El sector agrícola, que constituye la columna vertebral de la economía del país, necesitará mayores inversiones para mantener las mejoras en las vidas de personas como Fátima y su familia.

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