En él se cultiva el 95 % de las plantas que aportan los alimentos que consumimos. Sirve también de sostén a bosques naturales esenciales para la protección ambiental, y bosques cultivados para la producción de madera y papel. Además, el suelo aporta servicios ambientales esenciales como el almacenamiento y purificación del agua, la regulación del clima y la conservación de la biodiversidad. Por otro lado, en los suelos se ha generado una creciente presión por la intensificación de su uso para la agricultura, la silvicultura, el pastoreo y la urbanización. Por las razones expuestas, el destino de los suelos es motivo de interés de toda la sociedad. Hoy, particularmente, la humanidad centra su atención sobre la reducción potencial de la concentración de gases de efecto invernadero, por la transformación de CO2 atmosférico en carbono orgánico del suelo, ya que  si el CO2 y otros gases del suelo se emitieran a la atmósfera, el cambio climático y sus consecuencias se acelerarían No obstante, el suelo es un elemento natural muy frágil, cuya formación y regeneración es mucho más lenta que los procesos que contribuyen a su degradación y destrucción. De allí la necesidad de desarrollar, divulgar y aplicar tecnologías de gestión sostenible de los suelos. Estas tecnologías, al mismo tiempo, contribuyen a la adaptación de la agricultura al impacto del cambio climático. El conocimiento e implementación de tales tecnologías son esenciales para revertir la tendencia de los suelos a la degradación por diferentes procesos, de manera de garantizar la seguridad alimentaria y proteger la prestación de los diferentes servicios ecosistémicos asociados al suelo.